Conservación y tendencias globales

https://doi.org/10.52501/cc.123.05


Carlos H. Vergara Briceño


Dimensions


Conservación y tendencias globales

El declive de las poblaciones de abejas ha sido un tema recurrente en los últimos años alrededor del mundo (Williams et al., 2014). El público global ha comenzado a darse cuenta de la importancia de estos organismos para nuestro sustento y el de los ecosistemas, por lo que la pérdida de estas especies es algo que nos asusta a todos. En las últimas décadas ha surgido evidencia del declive de varias especies de Bombus para gran parte de la distribución de estas especies (Spevak et al., 2016). El descenso en el número de las poblaciones de abejorros no puede atribuirse a una sola causa, sino que, de acuerdo con varios estudios, es la combinación de varias amenazas lo que ha causado esta disminución poblacional (Williams et al., 2014). Entre las distintas causas que han contribuido a la pérdida de abejorros podemos encontrar cuatro principales: pérdida del hábitat, uso de pesticidas, impacto de abejas no nativas y el cambio climático (Goulson, 2010; Spevak et al., 2016; Williams et al., 2014).

La pérdida del hábitat, sobre todo la intensificación de la agricultura, parece ser el factor que más contribuye a la desaparición de los abejorros (Goulson, 2010). Los abejorros requieren, esencialmente y en cierta proximidad, de hábitat de forrajeo, hábitat de invierno (madrigueras) y hábitat donde anidar (Williams et al., 2014). Las abejas, al alimentarse de polen y néctar, son completamente dependientes de recursos florales, requiriendo un suministro continuo de estos, desde la primavera hasta el inicio del invierno (Goulson, 2010). Por esta razón, el detrimento en la abundancia y diversidad de flora ha causado grandes pérdidas de variedad y cantidad de abejorros (Williams y Osborne, 2009). La pérdida de abejorros implica una disminución en cantidad de polinizadores, por lo que se producirán menos semillas y habrá aún menos alimento para los abejorros la siguiente temporada. A este tipo de retroalimentación positiva se le conoce como vórtice de extinción, donde especies íntimamente relacionadas se llevan entre sí a la extinción (Goulson, 2010). El cambio en el uso de suelo también ocasiona la desaparición de zonas no perturbadas donde los abejorros pueden anidar e invernar (Goulson, 2010; Williams et al., 2014).

l uso de pesticidas es una herramienta indispensable para el control de plagas de distintos insectos y el mantenimiento de jardines, cultivos, parques y otras áreas verdes (Williams et al., 2014). Por razones obvias, estos químicos tienen efectos negativos en los abejorros, ya sea causando su muerte inmediata o afectando el comportamiento o desarrollo de la colonia (Williams et al., 2014). Existen tres maneras en que los abejorros pueden entrar en contacto con los pesticidas: por contacto directo, a través de follaje contaminado o por su absorción a través del polen y néctar contaminado (Goulson, 2010). Además, los pesticidas podrían disminuir la abundancia de plantas de las cuales se alimentan los abejorros (Williams y Osborne, 2009).

La introducción de especies invasoras altera las condiciones naturales de los ecosistemas (Williams y Osborne, 2009; Williams et al., 2014). En la actualidad se utilizan comercialmente cinco especies de abejorros (Velthuis y van Doorn, 2006). Sin embargo, la introducción de especies no nativas de abejorros y abejas tiene efectos negativos para las especies locales. Las especies introducidas de abejas y abejorros compiten por recursos con las especies nativas (Goulson, 2010). Si los invasores son mejores competidores que los locales podrían desplazarlos debido a exclusión competitiva (Ings et al., 2005). El cruzamiento de especies nativas con especies introducidas puede ocasionar introgresión genética, causando la pérdida de diversidad, sobre todo para especies raras (Goulson, 2010; Ings et al., 2005). Como ocurre con otras especies, la producción de abejorros de forma masiva para su uso comercial los convierte en focos de infección (Goulson, 2010). Por ello, la introducción de abejas y abejorros de criadero puede fomentar la transmisión de patógenos y parásitos contra los que las especies locales no poseen ninguna defensa (Ings et al., 2005; Williams y Osborne, 2009).

Finalmente, el cambio climático se presume como otro factor que contribuye a la mortalidad mundial de abejorros, ya sea de manera directa o indirecta (Williams y Osborne, 2009; Williams et al., 2014). El ciclo de vida de los abejorros, en especial el surgimiento de las reinas de su hibernación, está estrechamente vinculado con variables como la temperatura y la precipitación (Williams et al., 2014), por lo que cambios en estas variables ocasionarían un desfase entre el surgimiento de las reinas y la floración esencial para su supervivencia y el inicio de la colonia (Williams et al., 2014).

La pérdida de los abejorros repercutirá de manera importante en la fauna silvestre (Goulson, 2010). Como ya se mencionó, un gran número de angiospermas depende fuertemente de la polinización por estos insectos, en particular las especies que solo pueden ser polinizadas por especies de este género (Goulson, 2010). Una reducción en el número de abejorros resultará en una menor producción de semillas, lo que tiene implicaciones obvias, como la pérdida de variación genética de estas plantas o una disminución en los números de estas especies vegetales (Goulson, 2010; Spevak et al., 2016). Estas pérdidas de plantas ocasionarían cambios en la comunidad de plantas de los ecosistemas (Spevak et al., 2016). Como es de esperarse, la cadena de influencia se expandiría más y más, repercutiendo en las comunidades de herbívoros y por consiguiente en la de los depredadores (Goulson, 2010).

Desde el punto de vista económico, la ausencia de abejorros disminuiría las tasas de producción de un gran número de frutas, semillas y otros productos agrícolas (Goulson, 2010; Spevak et al., 2016). Además, la falta de abejorros como herramienta de polinización agrícola dejaría prácticamente sola a la A. mellifera como polinizadora de nuestros cultivos (Winfree et al., 2011), por lo que cualquier enfermedad o parásito que se convierta en una epidemia y disminuya la población de las abejas melíferas dejaría a los productores sin ninguna alternativa para lograr su producción, ocasionando una falta de alimento a gran escala (Goulson, 2010; Winfree et al., 2011).

Con el fin de revertir la tendencia decreciente de las poblaciones de abejorros a nivel mundial, se proponen varias soluciones. En primera instancia, el grupo de la International Union for Conservation of Nature (iucn), conocido como bbsg (Bumble Bee Specialist Group), propone un esfuerzo coordinado para categorizar e identificar a las especies de abejorros, de acuerdo con su estatus de conservación (Spevak et al., 2016). Esto permitirá crear un plan de acción más concreto y, en primera instancia, concentrar esfuerzos en las especies más amenazadas o en las causas que más contribuyen a la disminución de abejorros (Spevak et al., 2016).

Acciones más puntuales y al alcance de un público más general se enfocan en la restauración del hábitat para favorecer la presencia y diversidad de abejorros (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). Para zonas agrícolas se propone mantener una diversidad y abundancia de especies de flores endémicas en los linderos de los cultivos (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). Junto con esto, restaurar zonas agrícolas que se dejarán de utilizar por largos periodos de tiempo proveerá un invaluable refugio para muchas especies de abejorros (Goulson, 2010). Estas franjas y áreas de cultivo no utilizadas proveerán a las especies endémicas de abejorros recursos florales a lo largo del año, como lo han experimentado durante su historia evolutiva, así como zonas de anidación e hibernación que son difíciles de encontrar en áreas comúnmente perturbadas por la agricultura (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). La polinización de cultivos agrícolas será un beneficio secundario provisto por la presencia de abejorros cerca de esos cultivos (Goulson, 2010). También se espera que la transición paulatina de los agricultores hacia la producción orgánica beneficie a las poblaciones de abejorros (Goulson, 2010). Evitar el uso de pesticidas es un factor obvio que beneficiará a los abejorros en los cultivos orgánicos (Goulson, 2010). Así mismo, los cultivos orgánicos contienen una mayor variedad de flores y dependen fuertemente de la rotación de cultivos para mantener el suelo fértil, lo que proveerá diversas flores a los abejorros (Goulson, 2010).

En áreas urbanas se ha encontrado que jardines y parques son pequeños santuarios para algunas especies de abejorros (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). La promoción de la jardinería incita a la diversidad y abundancia de abejorros dentro de los asentamientos humanos (Williams y Osborne, 2009). Los abejorros que forrajean en jardines y parques cargan polen de una mayor cantidad de especies florales (Goulson, 2010). Además, el constante cuidado humano de estas zonas asegura un suministro constante de recursos florales (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). Aunque todo esto favorece la presencia de abejorros en zonas urbanas, el plantar especies que sean atractivas a los abejorros, como lavanda, tomillo o aquilegias, favorecerá aún más la presencia y prevalencia de estos insectos (Goulson, 2010).

La conservación de la abundancia, diversidad y riqueza de especies de abejorros a nivel global es una prioridad. Un plan de conservación local no será efectivo, ya que ocasionaría fragmentación y aislamiento de las poblaciones que sobrevivan (Goulson, 2010; Williams y Osborne, 2009). Para que los esfuerzos y estrategias de conservación tengan éxito se deberá realizar un trabajo colectivo y global, asegurando la conectividad de poblaciones y de hábitat apropiado para los abejorros (Goulson, 2010).

Mesoamérica es un hotspot de biodiversidad, importante tanto intrínsecamente como para las necesidades de conservación en el futuro frente al cambio climático y otros cambios globales, los cuales deberán afrontarse en las próximas décadas o siglos. La diversidad de polinizadores en la región es alta, con más de 2 000 especies de abejas, lo que representa 10% de la diversidad mundial.

Image

En particular, la diversidad de abejorros en esta región es relativamente alta, con 30 especies conocidas en la actualidad, si bien es probable que queden especies por ser reconocidas como nuevas para la ciencia. El análisis de la situación de riesgo de 23 de estas especies con base en los criterios de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la iucn encontró que nueve de las 23 especies se consideran en estado de menor preocupación (lc), seis resultan en situación vulnerable (vu), cinco en peligro de extinción (en) y una está en peligro crítico (cr). Esto indica que hay una proporción alta de especies en alguna categoría de riesgo (fig. 1; Vandame et al., 2017).

Los abejorros son un grupo importante de abejas que además de polinizar flores silvestres son eficientes como polinizadores de plantas cultivadas, especialmente en invernadero, siendo el jitomate el cultivo en donde estas abejas generan un valor agregado en mayor proporción. A nivel mundial, las especies manejadas de abejorros para la polinización de cultivos más importantes son Bombus terrestris, originario de Europa, y B. impatiens, originario del este de Estados Unidos y el sureste de Canadá.

Con la introducción de estos abejorros a otros países fuera de su distribución natural se han documentado varios casos de invasión y competencia con especies locales. En efecto, los invernaderos no son espacios herméticos y permiten la evasión de abejorros a los entornos cercanos (Kraus et al., 2011), resultando en la transmisión de patógenos a las poblaciones de abejorros silvestres (Otterstatter y Thomson, 2008). Como ejemplo en el continente americano, la introducción de B. terrestris en Chile dio lugar a una invasión biológica, y causó el declive y la extinción local de poblaciones de la especie B. dahlbomii (Morales et al., 2013).

En varios países de Mesoamérica, como México, Guatemala y Costa Rica, se ha permitido la introducción, la cría y la comercialización de B. impatiens. Esto ha generado un amplio debate por los riesgos de esta práctica. El primer riesgo es la invasión biológica por esta especie, ocupando grandes extensiones de la región, compitiendo por recursos y sitios de anidación con las especies nativas. Los modelos de idoneidad ambiental muestran que amplias zonas de la región presentan condiciones climáticas favorables para el establecimiento de B. impatiens, en particular en la sierra de Sinaloa, relativamente cercana a las áreas donde en la actualidad se usa para la polinización de jitomate (fig. 2). El segundo riesgo es la posible transmisión de patógenos a los abejorros nativos, como lo muestra un estudio realizado a gran escala en México (fig. 3; Gallot-Lavallée et al., 2016).

ste riesgo se hace más patente si se considera que los abejorros manejados a nivel comercial en México presentan una alta prevalencia de patógenos (Sachman-Ruiz et al., 2015).

Image
Image

Queda claro, entonces, que el manejo de abejorros exóticos en México conlleva un alto riesgo de invasión biológica y transmisión de patógenos, representando una amenaza significativa para las especies de abejorros nativos.

Los datos utilizados para modelar la distribución de B. impatiens provienen del Global Biodiversity Facility Information (gbif). Las capas climáticas 1950-2000 provienen de WorldClim (https://www.worldclim.org/current). Se corrieron varios modelos buscando el óptimo de acuerdo con el criterio de Akaike. Se utilizaron 19 variables climáticas de WorldClim para modelar la distribución potencial de B. impatiens y con base en el comportamiento y la correlación de las mismas variables se usaron dos modelos. El primero utiliza las variables Bio 1 (temperatura promedio anual), Bio 2 (promedio anual del rango diurno), Bio 3 (isotermalidad) y Bio 4 (temperatura en las estaciones). El segundo utiliza las variables Bio 1, Bio 2 y Bio 4; no utilizó la variable Bio 3, la cual es más útil para predecir la distribución de especies tropicales, y además sobreestima la predicción para la región, basado en un análisis de similitud usando ExDet (Mesgaran et al., 2014). El primer modelo supone la posibilidad de un establecimiento más amplio de B. impatiens sugerido por su distribución natural en la región subtropical de Florida (Williams et al., 2014), cuyas condiciones climáticas son similares a muchas regiones de Mesoamérica, mientras que el segundo modelo es más reservado respecto a esta posibilidad.

Por otra parte, cabe considerar que la diversidad de especies de abejorros en Mesoamérica ofrece un gran potencial para el manejo de especies nativas como polinizadores en la agricultura protegida, lo cual refuerza la consideración de que la introducción y el uso comercial de especies exóticas en la región no se justifica. Ante esto, es pertinente evaluar la posibilidad de una transición hacia el manejo exclusivo de especies nativas, principalmente las que son más susceptibles de ser manejadas, como son las del complejo B. ephippiatus / B. wilmattae o también B. huntii.

Adicionalmente, es necesario considerar la característica genética y distribución propia de cada una de estas especies para determinar cómo preservarlas.

Image

De acuerdo con Duennes et al. (2017), el complejo B. ephippiatus / B. wilmattae muestra una compleja estructuración genética a lo largo de su distribución (fig. 4). Duennes et al. proponen que este complejo se compone en realidad de cuatro linajes genéticos que pueden ser delimitados como diferentes especies, distribuidas de la siguiente manera: sur de la depresión de Nicaragua (nd), norte del istmo de Tehuantepec (it) y dos especies simpátricas entre estos dos límites geográficos. Adicionalmente, la especie distribuida al norte del it, que puede considerarse como B. ephippiatus stricto sensu, se compone a su vez de cuatro líneas genéticas con diferencias genéticas entre ellas. Por lo tanto, es evidente que el manejo de los abejorros, cuando implica trasladar colonias lejos de su origen como especie, puede causar la hibridación entre diferentes linajes de especies incipientes. Para evitar esta grave consecuencia en términos de conservación de la diversidad genética, pueden tenerse en cuenta dos niveles de protección: 1) el it y la dn como fronteras naturales a respetar; 2) cualquier población requiere ser protegida, lo cual implica considerar cinco límites distintos.

En lo referente a B. huntii, el análisis genético muestra que se compone de cinco líneas genéticas claramente distintas, dos distribuidas entre Canadá y Estados Unidos, otra circunscrita al noroeste de México, otra a la Sierra Madre Oriental, y la última distribuida a lo largo del Eje Neovolcánico Transversal (fig. 5). La protección de la diversidad genética de los abejorros de México implica establecer un límite en la frontera norte del país, es decir, no permitir la introducción de reinas provenientes de Estados Unidos o Canadá. En cambio, desde el punto de vista de la diversidad genética, se puede considerar que no hay riesgos de mover reinas de poblaciones mexicanas a otras partes del país, considerando que provienen de lugares con climas fríos y difícilmente podrán adaptarse en las regiones bajas de clima cálido o templado donde usualmente se introducen las colonias de estas abejas.

Image

Además de la protección de la diversidad genética ya mencionada, cabe abordar aquí la prevención de dos riesgos inherentes al manejo de especies nativas de abejorros. El primero es en cuanto a la colecta de reinas silvestres para dar lugar a nidos destinados a la comercialización; si bien no existe actualmente una restricción legal a esta práctica, puede poner en riesgo a las poblaciones locales de abejorros, lo cual evidencia la falta de un plan de manejo y aprovechamiento sustentable de los abejorros en México. El segundo es el punto de vista sanitario, considerando que el manejo de especies nativas implica un riesgo de transmisión de patógenos, lo cual expone la necesidad de establecer un protocolo de identificación y control de patógenos en la producción de las colonias, así como un protocolo para la remoción de las colonias utilizadas en los invernaderos, con el fin de no correr el riesgo de contaminar a otras especies de abejas nativas.

Considerando que el manejo y la conservación de los abejorros requieren acciones contradictorias, se debe optar por un balance que permita el manejo de abejorros para la producción de alimentos, pero también que evite dañar las poblaciones de especies nativas de abejorros.

Teniendo en cuenta las necesidades que se tienen de polinizadores a nivel mundial, esta discusión probablemente augura una discusión más amplia, que considere la polinización de muchos cultivos y el manejo de muchas especies de abejas que pueden ser utilizadas como polinizadores manejados bajo los siguientes principios:

  1. Trabajar únicamente con especies de abejorros nativos, de preferencia que sean poblaciones locales. El término local es relativo, pero se podría apoyar en bases biológicas, como la estructura genética, o en las regiones biogeográficas o ecológicas.
  2. Aplicar el criterio de precaución, por lo que, si hay evidencia de que en una región las poblaciones de abejas que se tienen pueden constituir linajes genéticos separados, considerarlas para fines prácticos como especies distintas o nuevas especies (tal es el caso del complejo B. ephippiatus / B. wilmattae).
  3. Considerar que mover colonias de abejorros conlleva un riesgo sanitario, lo cual implica tener protocolos de identificación y control de patógenos, así como de desecho de las colmenas de las colonias utilizadas para la polinización.
  4. Regular cualquier práctica que ponga en riesgo las poblaciones locales, como la colecta de reinas, o la liberación de reinas y machos de colonias manejadas, aunque sean de especies nativas.

Escenarios

Con base en el conocimiento taxonómico de los abejorros y del manejo de estos con fines comerciales, se generaron cinco escenarios posibles para la regulación en el manejo, los cuales se describen a continuación, considerando las ventajas y desventajas de cada uno de estos.

Desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad de los abejorros en Mesoamérica, el escenario 5 es el pertinente. Sin embargo, implica establecer un gran número de límites para el movimiento de colonias de abejorros en la región, lo cual tiene dos inconvenientes: 1) representa altos costos de operación para las empresas, al tener que criar y manejar un gran número de líneas genéticas de abejorros de poblaciones propias de diferentes áreas geográficas; 2) representa un reto de difícil cumplimiento para las autoridades sanitarias, para que se respeten estos límites.

Considerando lo anterior, y con base en las ventajas y desventajas de cada uno de los cinco escenarios propuestos, se podría considerar el escenario 4 como deseable. Este escenario sugiere establecer tres límites, los cuales son un límite político (frontera México–Estados Unidos), una barrera geográfica (it) y un segundo límite político (frontera Nicaragua-Costa Rica), que coincide con una barrera geográfica (dn).

Image

Desde el punto de vista de la conservación, este escenario permite evitar la introducción de cualquier especie exótica a la región mesoamericana, aunque implica aceptar la hibridación entre poblaciones de B. ephippiatus, así como entre poblaciones de B. huntii al norte del it. Desde el punto de vista comercial, no limita el comercio de B. huntii al interior de México al norte del it, pero implica la cría por separado de tres linajes (especies) actualmente incluidos en el complejo B. ephippiatus / B. wilmattae (norte del it, región de Chiapas a Nicaragua y Costa Rica).

Desde el punto de vista regulatorio, establece dos límites en fronteras nacionales fáciles de vigilar, y un límite intrapaís (it), de vigilancia más complicada pero factible.

Para asegurar una transición de la situación actual (escenario 1) a una situación más deseable que constituye el escenario 4, se establecen las siguientes recomendaciones, dirigidas a las autoridades regulatorias de los diferentes países de la región de Mesoamérica:

  • Detener el comercio de especies exóticas en Mesoamérica (es decir, B. impatiens, adicionalmente a B. terrestris, cuyo comercio actualmente no está permitido) hasta por lo menos 2030. Este tiempo se considera suficiente para que las empresas adapten su sistema de manejo para el uso de alguna de las especies nativas.
  • Invertir los recursos necesarios en la investigación para el manejo y la crianza local sustentable de abejorros de una forma que evite depredar las poblaciones silvestres, a saber, B. huntii y especies pertenecientes al complejo B. ephippiatus / B. wilmattae, para disponer de especies de abejorros e iniciar con el reemplazo de las especies exóticas en los próximos tres años, es decir en 2023. Este tiempo permitirá pasar a una etapa comercial hacia 2030.
  • Para el complejo B. ephippiatus / B. wilmattae, considerar las fronteras naturales (it y dn) como límites, más allá de los cuales no deben ser introducidas las reinas o las colonias de las otras cuatro especies (nuevos linajes) reconocidas en este complejo. A cambio, permitir mover y comercializar las especies propias al interior de cada una de las tres regiones (Costa Rica, región de Nicaragua a Chiapas, y México al norte del it).
  • Para B. huntii, considerando que existe un bajo riesgo de establecimiento e invasión al introducir esta especie de sitios elevados en las regiones cálidas y templadas donde habitualmente se manejan abejorros para polinizar agrícola protegida, considerar que es posible mover las reinas o las colonias en México al norte del it. Sin embargo, es importante establecer tal límite en el it, considerando que la especie podría establecerse en las tierras altas de Chiapas y Guatemala, donde sería exótica.
  • Asegurar condiciones estrictas de bioseguridad para evitar el escape, establecimiento y dispersión de reinas y machos de abejorros, en caso de llevarlas fuera de estos rangos originales, para realizar investigaciones científicas relacionadas con su manejo o estudio de su biología.
  • Establecer un protocolo de estudio de patógenos, para limitar la propagación de estos en la región, así como un protocolo de desecho de colmenas para evitar la propagación de patógenos o dispersión de reinas y machos en el ambiente.
  • Regular la colecta de reinas de nidos silvestres, limitando esta práctica a las etapas muy iniciales del manejo de especies nativas, excluyendo recurrir a tal colecta en forma rutinaria.
  • De forma general, diseñar e implementar un plan de manejo y aprovechamiento sustentable de los abejorros en cada país, que considere todas y cada una de las recomendaciones anteriores.

Estas ideas se refieren exclusivamente al manejo de abejorros. No se consideran otros dos aspectos de la polinización de cultivos agrícolas, los cuales también deberían ser atendidos: 1) la introducción de reinas y colonias de abejas domésticas (Apis mellifera) implica la introducción de patógenos posiblemente dañinos para todas las especies de abejas nativas, por lo que la normativa al respecto requiere ser revisada e implementada con rigor;
2) para ciertos cultivos y en ciertas regiones del país, los abejorros no son polinizadores idóneos, por lo que se requiere desarrollar el manejo de otras especies de abejas nativas para polinizar cultivos, en particular las abejas sin aguijón, o bien los géneros Megachile o Nomia.

Bombus en México

En contraste con el Viejo Mundo, donde los abejorros solo se encuentran en el hemisferio norte, en el continente americano podemos encontrarlos tan al norte como la Isla de Ellesmere, que se encuentra dentro del círculo polar, y tan al sur como Tierra del Fuego en Argentina (Labougle, 1990). Debido a la adaptación de los abejorros a condiciones climáticas frías, la gran mayoría de las especies de Bombus en México se encuentra en zonas templadas y tierras altas, aunque algunas especies se distribuyen en regiones tropicales (Labougle, 1990). La distribución de las especies de Bombus, ya sea en zonas templadas o tropicales, afecta su ciclo de vida (Goulson, 2010; Labougle, 1990; Williams et al., 2014). Especies asociadas a climas fríos tienen, como ya se explicó, un ciclo de vida anual, mientras que las que encontramos en climas tropicales pueden tener ciclos perenes donde la colonia no muere y resurge cada año (Goulson, 2010; Labougle, 1990; Williams et al., 2014). Debido a que México abarca tanto zonas templadas de alta montaña como tropicales, podemos encontrar especies de abejorros tanto neárticas como neotropicales, por lo que México presenta un campo de estudio idóneo para comparar las especies de estas dos ecozonas y los ciclos de vida entre especies perenes y anuales (Labougle, 1990). Se han realizado pocos estudios del género Bombus al sur de los Estados Unidos, sobre todo en Mesoamérica. La ausencia de estudios ha ocasionado una gran falta de información sobre el género y las especies que aquí se encuentran (Labougle, 1990; Williams y Jepsen, 2018).

De la información que se tiene, y de acuerdo con los estudios más confiables de taxonomía para el género en México, podemos decir que se pueden encontrar 22 especies de Bombus pertenecientes a cinco de los subgéneros (Bombias, Thoracobombus, Psythirus, Pyrobombus y Cullumanobombus) propuestos por Cameron et al. en 2007 (Cameron et al., 2007; Labougle, 1990; Williams et al., 2008). En México, como en la gran mayoría del planeta, algunas especies de abejorros son utilizadas en la agricultura principalmente para la polinización de cultivos en invernaderos (Corbet et al., 1996; Velthius y Van Doorn, 2006). Entre los cultivos polinizados por abejorros en México figuran el jitomate, los pimientos y los chiles. Sin embargo, la mayor parte de este trabajo es llevado a cabo por una especie no nativa del país (B. impatiens), la cual fue introducida desde el sur de Canadá y el norte de Estados Unidos en 1994, con el propósito de polinizar invernaderos de tomate (Velthius y Van Doorn, 2006). Sin embargo, la falta de información alrededor del género en México dificulta la toma de decisiones y la consideración de estas especies para su conservación, aprovechamiento, servicios ecosistémicos y tendencias poblacionales, entre otros temas de relevancia.

Image