Pequeñas abejas de los chiles y dónde encontrarlas
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Pequeñas abejas de los chiles y dónde encontrarlas
Gerardo Quintos Andrade
Los chiles (Capsicum spp.) son uno de los alimentos que destacan en la gastronomía y cultura mexicana. Su valor nutrimental, sus colores que van del rojo vivo a un generoso tono verde y su característico picor de intensidad variable convierte a estos pequeños frutos (sí, son frutas) en un ingrediente esencial y fácil de encontrar en cualquier cocina. En la actualidad México es el segundo mayor productor y el mayor exportador de chiles en el mundo, generando ganancias anuales que superan los 26 145 millones de pesos, con una producción por arriba de los dos millones de toneladas anuales (fao, 2021). Esta producción se genera principalmente en estados del sur, bajo cultivos a cielo abierto y con la polinización llevada a cabo por la acción de pequeñas abejas nativas (Gallai et al., 2009; Sarukhán et al., 2008; siap, 2013).
Los chiles pertenecen a la familia Solanaceae, la cual se caracteriza por una morfología floral curiosa; presentan anteras (las estructuras que producen el polen) endurecidas y con el polen protegido en su interior, haciendo imposible que cualquier tipo de insecto pueda polinizarla (De Luca y Vallejo-Marín, 2013; Vallejo-Marín et al., 2022). La única abertura por donde puede salir el polen es un diminuto poro en la parte superior que necesita ser abierto con presión para poder soltar el polen. Algunas abejas han ingeniado estrategias para obtener ese valioso polen y a su vez polinizar las plantas (Solís-Montero y Vallejo-Marín, 2017).
Para ello, las abejas que se atreven a visitar estas flores deben realizar un pequeño ritual: se posan en las anteras de la flor y empiezan a emitir vibraciones generadas por el batido de las alas y contracciones musculares; esta vibración permite que las anteras se agiten lo suficiente como para soltar todo el polen de su interior. Los científicos llaman a dicha estrategia “polinización por zumbido”, y se trata de una manera en que abejas de las familias Apidae, Colletidae y Halictidae obtienen polen de este tipo de flores, las cuales se presentan en otros cultivos importantes, como las papas, tomates y berenjenas (De Luca y Vallejo-Marín, 2013).
Se han realizado diversos estudios sobre la fauna de abejas que se puede encontrar en los cultivos de chile. Las más abundantes son Lasioglossum (Dialictus), o pequeñas abejas del sudor (figuras 18, 19 y 20), un diverso grupo de abejas que no superan los 7 mm de largo y se caracterizan por ser de tonos metálicos opacos verdes o azules, además de construir sus nidos o colonias en el suelo utilizando el mismo espacio destinado al cultivo de estas plantas (Landaverde-González et al., 2017). Lasioglossum (Dialictus) es un grupo diverso en comportamientos, habiendo especies de hábitos solitarios, primitivamente sociales o parásitos, sin mencionar que las especies son morfológicamente muy similares, lo que dificulta muchas veces su correcta identificación. Con frecuencia se describen especies nuevas, cuya diagnosis es posible mediante análisis de adn y una posterior revisión rigurosa de su morfología. En México se conocen al menos unas 60 especies, y aún hay más esperando ser descritas (Ascher y Pickering, 2020).
La polinización por zumbido ha evolucionado en otros géneros de Halictidae, que también se pueden encontrar visitando flores de solanáceas. Ejemplo de ello son las abejas Augochlorinas, que destacan por sus peculiares tonos metálicos brillantes, sobre todo verdes y azules. Son abejas de un tamaño ligeramente mayor que los Lasioglossum (Dialictus) y pueden verse anidando en el suelo o en la madera. Algunos géneros representativos de este grupo de abejas son Augochlora, Augochloropsis y Pseudaugochlora (figura 21), las cuales se encuentran en todo el territorio mexicano.
Otras abejas que se pueden encontrar en estos sitios son los meliponinos o abejas sin aguijón. Al igual que Lasioglossum, estas abejas realizan la polinización por zumbido de forma eficiente. Ejemplo de estas abejas son las de los géneros Melipona, Nannotrigona (figura 22) y Trigona (figura 23), los cuales se distribuyen en todo el Neotrópico y contribuyen a la polinización de esta planta y otras de la misma familia (Cauich et al., 2004; Meléndez-Ramírez et al., 2018).
Un pequeño grupo de abejas que también participan en estas interacciones entre chiles y abejas son los colletidos, principalmente de los géneros Colletes y Chilicola. Colletes son abejas peludas, pequeñas, de tonos opacos que van del marrón claro al negro y que se caracterizan por envolver sus celdas con una secreción transparente similar al celofán, de ahí su nombre común: abejas del celofán. Chilicola (figura 24) presenta un comportamiento similar, pero estas abejas son poco visibles por su cuerpo esbelto, carente de pelos y similar al de una avispa pequeña. Chilicola se puede encontrar en zonas más cerradas, con vegetación abundante y a altitudes por arriba de los 1 000 metros.
En México se han descrito al menos 64 variedades de chiles, las cuales tienen un amplio espectro de formas, tamaños, colores e intensidades de picor, siendo cada uno un ingrediente especial en la preparación de distintos platillos que conforman la cocina tradicional de diversas comunidades y estados. La producción de este importante alimento es en gran parte generada por abejas de tamaño reducido, que por lo regular pasan desapercibidas a nuestros ojos, pero sin duda contribuyen a la continuación del legado gastronómico y de la existencia de este valioso ingrediente.