II. Domesticación de especies vegetales
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II. Domesticación de especies vegetales
Las plantas y su domesticación
La edad de la agricultura se puede estimar utilizando la datación por carbono-14. El carbono-14 es un isótopo radiactivo del carbono que está presente en la atmósfera y es absorbido por las plantas a través de la fotosíntesis. Cuando las plantas mueren, ya no absorben carbono-14, y el isótopo comienza a descomponerse a un ritmo conocido. Al medir la cantidad de carbono-14 restante en el material orgánico, los científicos pueden determinar su edad. En el contexto de la agricultura, la datación por carbono-14 se puede utilizar para estimar la edad de las prácticas agrícolas o la edad de los paisajes agrícolas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la datación por carbono-14 se usa típicamente con fines arqueológicos y puede no ser el método más preciso para determinar específicamente la edad de la agricultura. Un estudio de Zelarayán et al. (2015) se centró en el impacto de la degradación en las reservas totales de carbono de los bosques ribereños en la Amazonía oriental, Brasil. Si bien este estudio no aborda directamente la edad de la agricultura, destaca la importancia de las reservas de carbono en diferentes compartimentos de los bosques, incluida la biomasa sobre el suelo.
La incorporación de estos hallazgos en los modelos regionales de carbono podría ayudar en la restauración de los bosques ribereños donde se establece la agricultura. Otro estudio de Oliva et al. (2017) examina las propiedades físicas y químicas del suelo en diferentes etapas de la agricultura migratoria en el Área de Conservación Privada Palmeras de Ocol en Chachapoyas, Perú. El estudio encontró que el contenido de carbono orgánico aumenta con la edad del suelo después de cambiar la agricultura, con una tasa más lenta de aumento en los barbechos más jóvenes en comparación con los bosques más antiguos. Si bien este estudio no aborda directamente la edad de la agricultura, proporciona información sobre los cambios en las propiedades del suelo asociados con las diferentes etapas de las prácticas agrícolas.
Salvador-Morales et al. (2019) señalan la diversidad, estructura y contenido de carbono de la vegetación arbórea en los sistemas agroforestales de cacao. En este estudio se encontró que la edad de los sistemas agroforestales no era el factor más determinante en el almacenamiento de carbono. En cambio, los sistemas con mayor diámetro y árboles más altos acumularon más biomasa y carbono. Este estudio proporciona información sobre el potencial de almacenamiento de carbono de los sistemas agroforestales, pero no aborda directamente la edad de la agricultura.
Los hechos, rasgos arqueológicos, la genética y los aspectos físico-químicos han sido fundamentales para comprender el origen de los cultivos de nuestros antepasados en América y en todo el mundo. Ahora se sabe información valiosa sobre la domesticación de plantas como el maíz, el frijol, la calabaza, el chile, la papa, el cacao y la quínoa. Estos cultivos son de gran importancia para los pueblos americanos y han sido cuidadosamente cultivados por diferentes grupos indígenas a lo largo de la historia.
La domesticación de las plantas ha sido un proceso que ha ocurrido a lo largo de miles de años de manera natural. A medida que las civilizaciones antiguas desarrollaron tecnología y habilidades en el manejo de los cultivos, se pudo controlar y mejorar aún más las cualidades deseables de las plantas, como el tamaño, el sabor, el color, el aroma, la textura y el contenido nutricional. Los antiguos grupos indígenas de América, como los Totonacos, los Mayas, los Purépechas, los Zapotecos, los Mijes, los Nahuas y los Incas, fueron expertos en el manejo de estos cultivos y seleccionaban cuidadosamente las mejores plantas, frutos y semillas.
La domesticación de las plantas también se ha asociado comúnmente con la domesticación de animales, como el perro, las aves de corral, el caballo, las ovejas, las cabras y las vacas. Tanto las plantas como los animales domesticados han respondido a las necesidades básicas del ser humano, como la carga, los viajes, la protección, el abrigo y la disponibilidad inmediata de alimento (Chacón, 2009). Al mejorar las cualidades indeseables de las plantas, como las sustancias tóxicas en las leguminosas, éstas se volvieron aún más apreciadas.
La diversidad genética es un aspecto importante en la domesticación de las plantas. La reducción de la diversidad genética se ha observado en cultivos como el trigo y la sandía debido a la domesticación relativamente reciente y al uso de un número limitado de plantas en los primeros estadios de la domesticación (Chacón, 2009). Sin embargo, la diversidad genética es crucial para la adaptabilidad y la supervivencia de las especies cultivadas (Guerra et al., 2018). Por ejemplo, en el caso del mango, se ha encontrado una alta diversidad genética en las poblaciones cultivadas en Ecuador, lo que es importante para la conservación de la especie y para la adaptación a diferentes condiciones ambientales.
La domesticación de las plantas también ha sido objeto de estudio en el campo de la genética. Los avances en los marcadores moleculares han permitido investigar la diversidad genética y las relaciones de parentesco entre las poblaciones silvestres y cultivadas de diferentes cultivos. Estos estudios han revelado información sobre los centros de origen de las principales plantas comestibles, como el maíz, los frijoles y la papa. Por ejemplo, se ha propuesto la existencia de siete centros geográficos de domesticación, que incluyen Mesoamérica, los Andes y la Amazonía, el Mediterráneo, el Cercano Oriente, Etiopía, el Sudeste Asiático y el Pacífico Sur, y China (Ugalde et al., 2006).
La variabilidad genética es esencial para la adaptación de las plantas a diferentes condiciones ambientales y para su supervivencia a largo plazo. Las mutaciones aleatorias en el genoma y la recombinación genética durante la reproducción sexual contribuyen a la variabilidad genética dentro de una población. Además, la domesticación de las plantas ha sido influenciada por factores como el apareamiento interespecífico, la endogamia, el aislamiento geográfico y la interacción con insectos, aves y mamíferos. La selección continua, tanto sexual como asexual, y la mejora artificial por parte de los seres humanos también han desempeñado un papel importante en la domesticación de las plantas (Ortega-Gaucin y Velasco, 2013).
Esta evidencia arqueológica, genética y físico-química ha proporcionado valiosa información sobre el origen y la domesticación de los cultivos de nuestros antepasados en América y en todo el mundo. Estos estudios han revelado la importancia de la diversidad genética en la adaptación y supervivencia de las especies cultivadas, así como la interacción entre los seres humanos y los cultivos a lo largo de la historia. La investigación en genética ha permitido investigar la diversidad genética y las relaciones de parentesco entre las poblaciones silvestres y cultivadas de diferentes cultivos, lo que ha contribuido a nuestro conocimiento sobre los centros de origen de las principales plantas comestibles. En general, estos estudios nos han ayudado a comprender mejor el proceso de domesticación de las plantas y su importancia para la alimentación y la supervivencia de las sociedades humanas.
Por esta razón, la evidencia más fuerte para establecer la región de origen y la frecuencia de domesticación de las especies vegetales proviene de regiones del genoma (nuclear o citoplasmáticas) consideradas “características centrales” desde una perspectiva de domesticación, porque reflejan mejor las características precursoras de lo que ahora es el maíz. Por ello, se cree que el maíz se originó, según evidencia botánica, arqueológica y genética, en el valle del río Balsas en México, a partir de poblaciones silvestres de teocintle.
Las excavaciones de Richard Mac Neish en la década de 1960 en el Valle de Tehuacán, Puebla, centro de México, recuperaron los restos arqueológicos de mazorcas de maíz domesticadas más antiguos de la época, hace aproximadamente 3 000 años de Antigüedad (A.P.) y nombraron a México como la zona más probable de origen del maíz. Posteriormente, se descubrieron restos arqueológicos más antiguos de maíz domesticado, que datan del año 6300 a.C., en Guilá Naquitz, en el estado de Oaxaca, en el sur de México.
Plantas domesticadas
La biodiversidad agrícola se refiere a la variedad de plantas, frutas, semillas, raíces, hojas, tallos y flores comestibles de hierbas, arbustos y árboles, incluyendo los cultivos. Esta biodiversidad se encuentra en diferentes escalas genéticas, específicas y ecológicas, y es necesaria para mantener las funciones básicas del sistema agrícola, su estructura y sus procesos productivos. Sin embargo, es importante destacar que la biodiversidad agrícola no se limita sólo a las plantas cultivadas, sino también incluye otros componentes como la diversidad microbiana, la energía, la materia orgánica, el suelo, el agua, el aire y los ciclos biogeoquímicos de gases y sedimentos.
La biodiversidad agrícola es el resultado de un proceso a largo plazo gestionado por el ser humano. No es sólo el resultado de la interacción de factores bióticos y abióticos en el contexto de la selección natural darwinista, sino que también ha sido influenciada por la selección artificial o mejoramiento genético realizado por los agricultores y los científicos. A lo largo del tiempo, los agricultores han sido capaces de manejar los procesos naturales y transformarlos en la selección de mejores genotipos y fenotipos, lo que ha dado como resultado numerosas variedades de plantas domésticas. Algunos ejemplos de estas variedades son cereales, leguminosas, brasicáceas, asteráceas, umbelíferas, quenopodáceas, cactáceas, mirtáceas, moráceas, pináceas, rosáceas, rutáceas, sapotáceas, vitáceas, juglandáceas y muchas otras familias de especies de plantas domesticadas que producen alimentos comestibles.
La conservación de la biodiversidad agrícola es fundamental para nuestro beneficio presente y futuro. Sin embargo, los límites entre lo cultivado y lo silvestre son imprecisos, y cada vez se descubren más ejemplos de especies en situaciones intermedias. Además, la introducción de nuevas variedades con mayor productividad y resistencia a enfermedades ha llevado a una reducción en la diversidad genética de los cultivos. Aunque la introducción de nuevas variedades no es el problema en sí, ya que ha sido una práctica común a lo largo de la historia de la humanidad, el abandono del papel de los agricultores en la dispersión y propagación de estas plantas ha llevado a una concentración de la responsabilidad de la creación de nuevas variedades en un pequeño número de empresas y centros especializados. Esto ha llevado a una pérdida de diversidad en los criterios de selección y en las técnicas utilizadas para el mejoramiento genético de los cultivos.
La conservación de la biodiversidad agrícola es crucial para garantizar la seguridad alimentaria y la resiliencia de los sistemas agrícolas frente a los desafíos actuales, como el cambio climático y la degradación del suelo. Además, la biodiversidad agrícola también tiene un valor intrínseco y cultural, ya que representa la diversidad de la vida en la Tierra y está estrechamente vinculada a las tradiciones y conocimientos de las comunidades agrícolas. Por lo tanto, es necesario promover la conservación in situ de las variedades tradicionales de los cultivos y fomentar la participación activa de los agricultores en la selección y propagación de nuevas variedades.
La biodiversidad agrícola es fundamental para mantener el funcionamiento de los sistemas agrícolas y garantizar la seguridad alimentaria. Sin embargo, la introducción de nuevas variedades y el abandono del papel de los agricultores en la selección y propagación de plantas han llevado a una reducción en la diversidad genética de los cultivos. Es necesario promover la conservación in situ de las variedades tradicionales de los cultivos y fomentar la participación activa de los agricultores en la selección y propagación de nuevas variedades para garantizar la resiliencia de los sistemas agrícolas y la conservación de la biodiversidad agrícola.
Con esta información, se puede asegurar que el inventario de la diversidad genética mundial, así como su conservación es sin duda una misión casi imposible, si no se adoptan medidas urgentes y drásticas para desarrollar proyectos basados en la conservación a través del establecimiento y mantenimiento de bancos de germoplasma; la promoción de la diversidad de los cultivos; la identificación y protección de hábitats naturales; el control en la introducción de especies exóticas; las amenazas climáticas y la protección a comunidades que actualmente siguen utilizando recursos y saberes tradicionales.
El uso de las plantas a lo largo de la historia
Desde la perspectiva de la etnobiología, la domesticación de las plantas ha sido un fenómeno de gran importancia en diversas culturas ancestrales. Estas culturas han identificado y utilizado las plantas para una variedad de propósitos, como alimento para humanos y animales domésticos, fines terapéuticos o medicinales, materia prima en actividades agrícolas y urbanas, adornos y prendas de vestir, así como en mitos, tradiciones, leyendas y ceremonias religiosas y civiles (Moncayo y Diago, 2022).
Sin embargo, no siempre las plantas de una región fueron utilizadas por el grupo humano que habitaba en ese lugar. Esto se debía a diversas razones, como la dificultad o imposibilidad de recolección de las plantas o la necesidad de buscarlas en otro lugar debido a rituales o tradiciones. Por lo tanto, la etnobiología se ha dedicado a investigar las causas que determinan estos hechos, como la distribución de los recursos naturales y la dificultad o imposibilidad de acceso a ellos. Además, se han estudiado las consecuencias de estas prácticas, como las migraciones individuales o de grupo, los métodos de obtención de las plantas y los rituales asociados a su recolección (Moncayo y Diago, 2022).
En algunos casos, puede suceder que los habitantes de una región no utilicen las plantas que se encuentran en su entorno, mientras que personas de otras regiones acuden a esa área para obtenerlas debido a tradiciones o rituales. También puede ocurrir que los habitantes de una región se desplacen a otra para obtener las plantas que necesitan. De esta manera, el uso y la preservación de las plantas pueden llevarse a cabo tanto en el lugar de origen como en lugares lejanos, lo que da lugar a nuevas modalidades y usos (Moncayo y Diago, 2022).
Estos estudios etnobiológicos han demostrado la importancia de comprender las prácticas de manejo y conservación de las plantas en diferentes culturas y regiones. Además, han destacado la necesidad de investigar las causas y consecuencias de la utilización de los recursos naturales, así como de promover la preservación de la diversidad biológica y cultural asociada a las plantas. Así, la etnobiología ha proporcionado una perspectiva ecológica de la domesticación de las plantas, analizando las prácticas de diferentes culturas ancestrales en relación con el uso y conservación de los recursos naturales.
Estos estudios han revelado la importancia de factores como la distribución de los recursos y la dificultad de acceso a ellos, así como las consecuencias sociales y culturales de estas prácticas. La etnobiología ha contribuido a ampliar nuestro conocimiento sobre la relación entre los seres humanos y las plantas, así como a promover la preservación de la diversidad biológica y cultural asociada a ellas (Maldonado-Koerdell, 1940).
Desde la perspectiva de la etnobiología, la domesticación de las plantas ha sido un fenómeno de gran importancia en diversas culturas ancestrales. Estas culturas han identificado y utilizado las plantas para una variedad de propósitos, como alimento para humanos y animales domésticos, fines terapéuticos o medicinales, materia prima en actividades agrícolas y urbanas, adornos y prendas de vestir, así como en mitos, tradiciones, leyendas y ceremonias religiosas y civiles.
Sin embargo, no siempre las plantas de una región fueron utilizadas por el grupo humano que habitaba en ese lugar. Esto se debía a diversas razones, como la dificultad o imposibilidad de recolección de las plantas o la necesidad de buscarlas en otro lugar debido a rituales o tradiciones. Por lo tanto, la etnobiología se ha dedicado a investigar las causas que determinan estos hechos, como la distribución de los recursos naturales y la dificultad o imposibilidad de acceso a ellos. Además, se han estudiado las consecuencias de estas prácticas, como las migraciones individuales o de grupo, los métodos de obtención de las plantas y los rituales asociados a su recolección.
En algunos casos puede suceder que los habitantes de una región no utilicen las plantas que se encuentran en su entorno, mientras que personas de otras regiones acuden a esa área para obtenerlas, debido a tradiciones o rituales. También puede ocurrir que los habitantes de una región se desplacen a otra para obtener las plantas que necesitan. De esta manera, el uso y la preservación de las plantas pueden llevarse a cabo tanto en el lugar de origen como en lugares lejanos, lo que da lugar a nuevas modalidades y usos.
Estos estudios etnobiológicos han demostrado la importancia de comprender las prácticas de manejo y conservación de las plantas en diferentes culturas y regiones. Además, han destacado la necesidad de investigar las causas y consecuencias de la utilización de los recursos naturales, así como de promover la preservación de la diversidad biológica y cultural asociada a las plantas.
En México, se ha identificado una gran cantidad de plantas vasculares, muchas de las cuales son útiles para diferentes grupos étnicos. Se estima que cerca del 30-40% de estas plantas son utilizadas por más de 50 grupos étnicos en el país. Además, se ha determinado que México alberga al menos 500 especies de plantas cultivadas, de las cuales alrededor de 200 son especies nativas. Estos datos resaltan la importancia del manejo tradicional de los ecosistemas por parte de los grupos indígenas, ya que han sido clave para la conservación de la biodiversidad y la preservación de la cultura asociada a las plantas (Lira et al., 2009).
El conocimiento tradicional de las plantas y su manejo por parte de los grupos indígenas ha sido fundamental para la conservación de la diversidad biológica. Estos sistemas de manejo tradicional son dinámicos y se renuevan constantemente, lo que demuestra la importancia de reconocerlos y valorarlos como estrategias de conservación. Además, es necesario identificar los recursos de mayor relevancia para los pobladores en distintas regiones, así como su consumo anual, la frecuencia de uso y las cantidades utilizadas. Esto permitirá desarrollar estrategias que ayuden a identificar las especies que están bajo una mayor presión humana y que requieren medidas de conservación especiales (Giorgis et al., 2021).
La explotación de ciertas especies vegetales, como el Maguey Mezcalero, la Pitaya, los Quelites, la Verdolaga y la Yerba Mora, ha sido registrada debido a su valor cultural y económico (Casas y Blancas, 2014). Estas especies son utilizadas en diferentes contextos y su explotación puede ponerlas en riesgo. Por lo tanto, es importante considerar los procesos organizativos, las reglas de uso, la organización productiva y las técnicas de almacenamiento en la gestión de estas especies para disminuir su vulnerabilidad (Campos et al., 2013).
La domesticación de las plantas ha sido un proceso en el que los seres humanos han moldeado las formas y funciones de los organismos a través del manejo de la variabilidad genética. Este proceso ha sido influenciado por la cultura y ha permitido mantener y generar diversidad en los sistemas agrícolas. A través de la domesticación, se han creado nuevas variedades y se ha incorporado diversidad de otros lugares, lo que ha contribuido a la adaptación de las plantas a diferentes condiciones y necesidades humanas (Bernal-Ramírez et al., 2019).
La agroforestería juega un papel crucial en la conservación de la biodiversidad. Estos sistemas no sólo contribuyen a la conservación de la diversidad biológica, sino que también interactúan con los ecosistemas forestales naturales. Los sistemas agroforestales actúan como reservas de recursos y promueven la interacción entre componentes de sistemas silvestres y domesticados. Sin embargo, es importante tener en cuenta el riesgo de deterioro y pérdida de estos sistemas a medida que la agricultura se intensifica en estas áreas (Leff, 2012).
El conocimiento tradicional de las plantas y los mecanismos de manejo, tanto in situ como ex situ, son fundamentales para la existencia, uso y conservación de las especies vegetales. Para evaluar la extracción de recursos, es necesario estudiar la estructura y dinámica de las poblaciones, así como las etapas críticas del ciclo de vida de las plantas. También es importante considerar las interacciones con otras plantas y animales, así como los sistemas de polinización y el tipo de reproducción de las especies. La demanda del mercado también puede aumentar el riesgo de extinción de ciertos recursos. Por lo tanto, es necesario observar los procesos organizativos, las reglas de uso, la organización productiva y las técnicas de almacenamiento para disminuir la vulnerabilidad de las especies vegetales y animales (Pinzón y Zamudio, 2016).
En conclusión, el manejo tradicional de las plantas por parte de los grupos indígenas ha sido clave para la conservación de la biodiversidad y la preservación de la cultura asociada a las plantas. Estos sistemas de manejo son dinámicos y se renuevan constantemente, lo que demuestra su importancia en la conservación de la diversidad biológica. Además, es necesario identificar los recursos de mayor relevancia para los pobladores en distintas regiones y desarrollar estrategias que permitan identificar las especies que están bajo una mayor presión humana. La domesticación de las plantas ha sido un proceso en el que los seres humanos han moldeado las formas y funciones de los organismos, lo que ha permitido mantener y generar diversidad en los sistemas agrícolas. La agroforestería también desempeña un papel crucial en la conservación de la biodiversidad, pero es importante tener en cuenta el riesgo de deterioro y pérdida de estos sistemas. En general, el conocimiento tradicional y los mecanismos de manejo son fundamentales para la existencia, uso y conservación de las especies vegetales y animales.