9. Trayectoria del desarrollo del procesamiento cerebral de la ironía - Gloria Nélida Avecilla Ramírez, Karina Hess Zimmermann, Hugo Corona Hernández, Silvia Ruiz Tovar, Lucero Díaz Calzada y Josué Romero Turrubiates
Gloria Nélida Avecilla Ramírez
Karina Hess Zimmermann
Hugo Corona Hernández
Silvia Ruiz Tovar
Lucero Díaz Calzada
Josué Romero Turrubiates
Dimensions
9. Trayectoria del desarrollo del procesamiento
cerebral de la ironía1
Gloria Nélida Avecilla Ramírez*
Karina Hess Zimmermann**
Hugo Corona Hernández***
Silvia Ruiz Tovar***
Lucero Díaz Calzada****
Josué Romero Turrubiates****
Resumen
La ironía es un fenómeno lingüístico cuya comprensión es un factor importante para la adecuada interacción social. Dado que las habilidades para comprender la ironía se consolidan durante el desarrollo del lenguaje tardío, resulta esencial su estudio en niños y adolescentes de edad escolar. El objetivo de este trabajo es investigar la actividad eléctrica cerebral que se presenta durante el procesamiento de enunciados irónicos y no irónicos en niños y adolescentes hispanohablantes de 9, 12, 15 y 18 años, con la técnica electrofisiológica de “potenciales relacionados con eventos” (pre). Los resultados muestran que los niños de 9 años no presentaron efecto P600, mientras que los niños de 12 y 15 años sí lo presentaron. A los 18 años, el efecto P600 tampoco se encontró. Lo anterior sugiere que el efecto P600 durante el procesamiento de la ironía se desarrolla en la adolescencia tardía, pero disminuye al llegar a la adultez.
Palabras clave: Ironía, pre, adolescentes, lenguaje tardío.
Introducción
La ironía verbal ha sido definida como una estrategia discursiva que utiliza el hablante para expresar de forma indirecta su postura ante una situación, al significar lo contrario de lo que dice (Attardo, 2000; Colston, 2017; Filippova, 2014; Kalbermatten, 2010; Yus, 2009). Además, se trata de un fenómeno lingüístico que ocurre frecuentemente en las interacciones comunicativas y cuya comprensión es un elemento importante para la adecuada interacción social (Banasik-Jemielniak & Bokus, 2019; Calderón Guerrero et al., 2012). La interpretación de la ironía requiere de habilidades lingüísticas, socioculturales y contextuales que se adquieren de forma progresiva (Filippova, 2014; Hess et al., 2018; Nilsen et al., 2011; Nilsen & Mewhort-Buist, 2013), por lo que se ha señalado que la ironía es el tipo de lenguaje no literal más complejo de adquirir (Banasik-Jemielniak et al., 2020; Filippova, 2014; Hess et al., 2017; Zufferey, 2016). Diversas investigaciones han mostrado que la capacidad para interpretar las expresiones irónicas inicia alrededor de los años preescolares y continúa su desarrollo muy entrada la adolescencia (Filippova, 2014; Hess et al., 2018, 2021). Debido a que la ironía prototípica —aquella en la que se da una discrepancia entre el significado literal y el significado pretendido de la declaración— es la más frecuente en las conversaciones cotidianas (Kalbermatten, 2006), será la abordada en este trabajo.
Desarrollo lingüístico tardío e ironía verbal
El desarrollo del lenguaje no termina en la infancia (Nippold, 2016). Se sabe, por ejemplo, que la adolescencia es uno de los períodos más importantes para el desarrollo del lenguaje, con cambios graduales y especializados en la sintaxis, la semántica y la pragmática (Nippold, 2016; Tolchinsky, 2004). Aunque ha aumentado el número de investigaciones en este rubro, poco se sabe del desarrollo lingüístico tardío entre la infancia y la adolescencia. Específicamente, las investigaciones sobre la interpretación del lenguaje no literal mediante el uso de potenciales relacionados con eventos (pre) —como la que se reporta en el presente trabajo— se han centrado en el estudio de fenómenos lingüísticos como la metáfora (Friederici et al., 1999) y la ironía verbal (Gibbs et al., 2014; Gibbs & Colston, 2007; Pexman et al., 2000; Pexman & Glenwright, 2007; Pexman, et al., 2009), pero siempre en población adulta (Regel & Gunter, 2017; Regel et al., 2010, 2011; Spotorno et al., 2012, 2013). Muy poco es sabido sobre la manera en que los niños y adolescentes llevan a cabo el procesamiento de fenómenos lingüísticos que involucran la interpretación del lenguaje no literal, por lo que ello será objeto de este estudio.
Estudiar el desarrollo del lenguaje no literal, entre el que se encuentra la ironía verbal, resulta además importante debido a diversos factores. Por una parte, el dominio del lenguaje no literal es considerado un indicador de inteligencia en los individuos y es una habilidad necesaria para la adecuada integración en diversos grupos sociales, así como una facultad lingüística que otorga una mayor posibilidad de éxito académico (Calderón Guerrero et al., 2012; Milosky, 1994; Tolchinsky, 2004). Investigar sobre la manera en que se desarrolla la capacidad para procesar la ironía verbal resulta también relevante dado que la ironía es un fenómeno lingüístico que ocurre frecuentemente en las interacciones comunicativas y cuya comprensión es un factor importante para la interacción social, así como para ser usado como un vehículo de humor y crítica en diversas situaciones (Hess et al., 2021; Milosky, 1994; Olguin, 2016). Adicionalmente, la ironía pone en juego una serie de habilidades lingüísticas complejas que se adquieren de manera progresiva al estar los individuos inmersos en un contexto social (Filippova, 2014; Hess et al., 2017, 2018; Nilsen et al., 2011; Nilsen & Mewhort-Buist, 2013). Además de jugar un rol importante en las interacciones sociales, la capacidad para interpretar la ironía también tiene implicaciones en el ámbito escolar de los niños. Por un lado, les permite relacionarse adecuadamente con sus compañeros; por otro, en el ámbito académico les da la oportunidad de comprender textos que utilizan este tipo de lenguaje no literal para transmitir información.
La ironía verbal se considera como una expresión lingüística tardía porque se adquiere en etapas posteriores a los 6 años. Algunos autores establecen que no se comprende ni se utiliza la ironía en edades preescolares (Nippold, 2016), mientras que otros han encontrado ironía gestual desde los 4 años de edad (Pexman et al., 2009). No obstante, en términos generales, los estudios de ironía en niños coinciden en que la comprensión y producción de enunciados irónicos continúa su desarrollo hasta la infancia tardía e incluso muy entrada la adolescencia (Nippold, 2016; Pexman & Glenwright, 2007; Pexman et al., 2009; Zufferey, 2016). Por su parte, los estudios sobre la reflexión metalingüística en torno a las expresiones irónicas (véanse Hess et al., 2017, 2018, 2021) establecen que entre los 8 y 9 años algunos niños logran reconocer aspectos de la función comunicativa de la ironía, mientras que otros todavía interpretan las expresiones irónicas como errores o mentiras. A los 11 o 12 años ya son capaces de distinguir el enunciado irónico, en tanto que a los 15 años aparece una mayor capacidad en los individuos para reflexionar sobre los enunciados irónicos, puesto que se empieza a tomar en cuenta su función discursiva.
Son diversos los factores que influyen en el desarrollo de la capacidad para interpretar la ironía verbal después de la infancia tardía. Entre éstos destacan la escolarización y los cambios anatómicos y funcionales del cerebro que se dan durante la adolescencia (Choudhury et al., 2006). Otras habilidades cognitivas sociales esenciales para la interpretación de la ironía —como el reconocimiento de la gestualidad facial, la toma de perspectiva y la capacidad para realizar inferencias pragmáticas sobre las intenciones, creencias y deseos de otras personas— son el reflejo de la maduración de las zonas frontales del cerebro (Baird et al., 1999; Fletcher et al., 1995; Monk et al., 2003).
Estudio del procesamiento de la ironía
verbal mediante pre
Una manera de estudiar la respuesta del cerebro ante la ironía verbal es a través de los potenciales relacionados con eventos (pre), los cuales son una manifestación de la actividad eléctrica cerebral que se obtienen a partir del electroencefalograma (eeg) y proporcionan información con gran resolución temporal de la secuencia de eventos neuronales involucrados en los procesos cognitivos (Luck, 2014). Los pre se visualizan como un cambio en la actividad eléctrica cerebral relacionado con estímulos sensoriales, perceptivos, motores o cognitivos, y consisten en una serie de picos de voltaje a los que se les llama “componentes” (Rugg & Coles, 1995). Dos de los componentes que han sido relacionados con el procesamiento de la ironía son el N400 (asociado al procesamiento de incongruencias semánticas o palabras inesperadas en el contexto de un enunciado) y el P600 (asociado a un proceso de reinterpretación semántica y pragmática) (Avecilla-Ramírez et al., 2003; Münte et al., 1997; Spotorno et al., 2013). Típicamente, los componentes de pre se evalúan comparando dos condiciones experimentales (por ejemplo, palabra semánticamente esperada vs. palabra semánticamente inesperada). Si existen diferencias entre esas dos condiciones en la ventana temporal correspondiente al componente buscado, entonces se considera que hay un efecto en ese componente (por ejemplo, un efecto N400 relacionado con incongruencia semántica) (Rugg & Coles, 1995).
Existen muy pocos estudios que hayan utilizado los pre para analizar el procesamiento de la ironía verbal (véanse, entre otros, Cornejo et al., 2007; Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013). En términos generales, éstos han buscado analizar el procesamiento de la ironía modificando distintas variables (prosodia, estrategias de interpretación, entre otras). No obstante, todos han sido realizados exclusivamente con poblaciones adultas. Consideramos que los estudios sobre la ironía desde una perspectiva de la adquisición del lenguaje permiten explorar la manera en que se procesa la ironía en relación con los cambios en el desarrollo, puesto que al comparar el desempeño de individuos de diferentes edades es posible profundizar en la comprensión de los procesos cognitivos, lingüísticos y sociales que intervienen en la adecuada interpretación del fenómeno irónico.
Los resultados obtenidos a partir de los estudios sobre el procesamiento de la ironía mediante pre se han tratado de explicar con base en tres acercamientos teóricos principales (al respecto véanse Attardo, 2000; Giora & Attardo, 2014; Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013; Yus, 2016). El primero es el “modelo pragmático estándar”, basado en la propuesta de Grice (1975), que sugiere que para comprender una expresión irónica es necesario que en un primer momento el individuo acceda al significado literal de la misma para después llegar al significado irónico. Por su parte, el “modelo de acceso directo”, propuesto por Gibbs (1994), señala que cuando las pistas contextuales brindan información importante o suficiente a una declaración irónica, se identifica directamente el significado irónico, sin necesidad de pasar por el literal. Finalmente, la “hipótesis de la prominencia gradual”, propuesta por Giora (2003), sostiene que el significado al que se accede primero puede ser tanto el literal como el no literal (irónico), dependiendo de cuál de los dos sea más prominente de acuerdo con el contexto. Hasta la fecha todavía no se cuenta con suficiente evidencia que apoye o descarte alguna de dichas aproximaciones teóricas.
El problema del presente estudio
Objetivo
Con base en lo mencionado previamente, en este estudio se pretende determinar sSubtilacapacidad para realizar reflexiones metalingüísticas sobre la ironía verbal durante la infancia tardía y la adolescencia se ve acompañada de cambios en el procesamiento a nivel cerebral de la misma. Este procesamiento se vería reflejado en el componente P600 en respuesta a las historias irónicas.
Hipótesis
El procesamiento de historias irónicas estará relacionado con la presencia de un efecto P600 en niños y adolescentes.
Justificación
Consideramos que un estudio de esta naturaleza resulta esencial porque a pesar de los progresos que se han hecho hasta la fecha para comprender la adquisición y el desarrollo del lenguaje a nivel fonológico, semántico o sintáctico, todavía no se sabe gran cosa acerca del desarrollo de las habilidades pragmáticas y mucho menos de sus bases neurobiológicas (Skeide & Friederici, 2016). Las habilidades pragmáticas son de gran importancia en la vida social y escolar de un niño, así que mejorar su dominio permitirá optimizar las estrategias de evaluación y atención en casos de dificultades en su desarrollo.
Metodología
Éste fue un estudio con enfoque cuantitativo, con un diseño cuasiexperimental de medidas repetidas y transversal con varios grupos de edad.
Participantes
Los participantes de este estudio fueron niños de 9 y 12 años, así como adolescentes de 15 y 18 años, de nacionalidad mexicana, con inteligencia normal para su edad, que estaban en el año escolar que correspondía a su edad, sin antecedentes de diagnósticos neurológicos, sin antecedentes de problemas de lenguaje, con audición normal, con visión normal o corregida, y diestros. La cantidad de participantes por grupo de edad se especifica más adelante. Todos los participantes fueron reclutados a través de invitaciones abiertas emitidas por las redes sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro. Los niños de 9 y 12 años y los adolescentes de 15 años eran estudiantes regulares de escuelas privadas o públicas que cumplieron con los requisitos de inclusión y cuyos padres o tutores aceptaron que participaran en el estudio. Los adolescentes de 18 años eran estudiantes de nivel medio superior o superior que respondieron a la invitación abierta. En estudios electrofisiológicos es poco frecuente que se haga el cálculo del tamaño de la muestra ideal (Larson & Carbine, 2017) debido a dos razones principales: por una parte, puede haber dificultad para obtener suficientes participantes que cumplan con todos los criterios de inclusión, y por otra, porque para calcular el tamaño ideal de la muestra debe saberse a priori información sobre cómo se comporta el componente de pre que se está buscando (Yano et al., 2019) y no siempre se cuenta con tal información. En nuestro caso, no hay estudios previos de procesamiento de la ironía en niños ni adolescentes, así que no había información acerca de la amplitud o variabilidad del componente P600 o de algún otro. Sin embargo, el cálculo de la muestra es un requisito metodológico que cada vez se toma más en cuenta con el objetivo de buscar que se repliquen los estudios experimentales (Clayson et al., 2019). En este estudio, el tamaño ideal de la muestra por cada grupo de edad fue calculado con la fórmula de Georgiev (2021), según la cual el tamaño de muestra ideal por cada grupo de edad estaba entre 11 y 14 participantes. Por lo tanto, se buscó tener una muestra al menos de 11 en cada grupo de edad, aunque no en todos los grupos se logró. En la tabla 1 se reporta la cantidad de participantes por cada grupo de edad, así como sus características psicométricas.
El nivel de comprensión lectora de los niños de 9 y 12 años y de los adolescentes de 15 años se evaluó mediante la aplicación de la subescala de lectura de la prueba Evaluación Neuropsicológica Infantil (ENI-2) (Matute et al., 2013). Los adolescentes de 18 años no respondieron la ENI-2 debido a que las normas para esa prueba sólo llegan a los 16 años. La lateralidad se examinó mediante el Inventario de Edimburgo. Sólo se incluyeron participantes diestros en este estudio con el fin de evitar que la variable de lateralidad de lenguaje afectara los resultados electrofisiológicos. El test de matrices progresivas: escala coloreada de Raven (2005) se usó para medir el ci no vSubtil.
Para determinar si los niños de 9 años eran capaces de comprender la ironía verbal, se usó una adaptación de las entrevistas semiestructuradas empleadas por De León (2015) y Olguín (2016). El criterio de inclusión señalaba que los niños debían ser capaces de explicitar la función del enunciado irónico y/o de identificar la discrepancia entre el significado literal del enunciado irónico y la intención del emisor. Para determinar si los participantes de 12, 15 y 18 años comprendían la ironía, se les aplicó un cuestionario de opción múltiple que mostraba si los individuos eran capaces de identificar la función de la ironía o la discrepancia entre palabras e intención del enunciado irónico (para mayor detalle sobre el cuestionario véase Díaz, 2018). Se usó un criterio operacional para determinar la inclusión al estudio. Los participantes debían interpretar de manera irónica al menos 75% de los reactivos para ser considerados en el estudio, ya fuese a través de la entrevista en el caso de los niños de 9 años o del cuestionario en el caso de los participantes de 12, 15 y 18 años. Todas las evaluaciones, tanto psicométricas como sobre el nivel de interpretación de enunciados irónicos, se aplicaron después del registro de los eeg con la finalidad de no afectar el procesamiento espontáneo de la lectura de las historias irónicas y no inducir respuestas en los participantes.
Instrumento
El paradigma experimental se basó en los instrumentos usados por De León (2015) y Olguin (2016) y estuvo conformado por un total de 40 historias irónicas diferentes. Cada historia era divisible en tres partes (trama, oración crítica y cierre) y en ella participaban dos personajes con la misma jerarquía (por ejemplo, dos niños). En la trama se narraban las acciones de los personajes. Hacia la mitad de la trama ocurría un hecho que variaba dependiendo de la condición de la historia: en la condición irónica era un acontecimiento negativo (un hecho debido al cual no se satisfacían las expectativas de la situación), en tanto que la condición no irónica presentaba un acontecimiento positivo (un hecho gracias al cual se satisfacían las expectativas de la situación). Ese acontecimiento variable fue denominado “contexto”. Después de cada contexto, uno de los dos personajes de la historia hacía un comentario, que era en realidad el enunciado crítico, mediante el cual dicho personaje expresaba su juicio sobre el contexto. El cierre, por su parte, era un enunciado que terminaba la trama. En las 40 historias con acontecimiento negativo, la oración crítica expresaba un juicio literalmente opuesto a lo ocurrido en el contexto negativo, permitiendo una interpretación irónica. En cambio, en las 40 historias con acontecimiento positivo, la oración crítica expresaba un juicio que confirmaba lo ocurrido en el contexto positivo, lo que no permitía una interpretación irónica. El enunciado crítico de cada una de las 40 historias irónicas era una ironía verbal sin pistas ecoicas ni ortográficas y cumplía con la definición de ironía verbal de Attardo (2000). Los 40 guiones de historia dieron al final un total de 80 historias (es decir, 80 ítems experimentales): 40 historias con ironía verbal y 40 sin ironía verbal. Por otra parte, se desarrollaron 20 historias de relleno (fillers), las cuales seguían el mismo esquema narrativo descrito en las líneas anteriores. Sin embargo, los fillers presentaban un contexto negativo y una oración crítica que expresaba un juicio que reforzaba las posibles consecuencias negativas de lo ocurrido en el contexto negativo. Estas historias buscaban evitar que el contexto negativo se convirtiera en una pista que los participantes usaran para anticipar la ironía verbal.
Tanto en las historias irónicas como en las no irónicas, las variables controladas en las palabras críticas fueron las siguientes: categoría léxica (adjetivo y adverbio), función sintáctico-semántica (para los adjetivos: modificador, predicado nominal, predicativo objetivo y predicativo subjetivo), género gramatical (masculino y femenino), número gramatical (singular y plural), vecinos fonológicos, vecinos ortográficos, número de letras y frecuencia del lema. Para los cálculos de los vecinos fonológicos, de los vecinos ortográficos, del número de letras y de la frecuencia del lema, se empleó la base de datos EsPal (Duchon et al., 2013). Se controló también la cantidad de palabras que conformaban la trama de las historias con el objetivo de que no hubiera diferencias en la carga de memoria de trabajo entre condiciones.
Las 80 historias (40 con ironía verbal y 40 sin ironía verbal) fueron evaluadas por 65 voluntarios estudiantes de licenciatura para determinar si el instrumento era válido. Cada historia fue evaluada en cuanto a su nivel de ironía con base en una escala Likert, donde 1 valía por Nada irónica y 5 por Totalmente irónica. Las 40 historias no irónicas obtuvieron un promedio de 1.44 (DE = 0.41), mientras que las 40 historias irónicas tuvieron un promedio de 4.5 (DE = 0.33). Lo anterior confirmó que las historias irónicas realmente se interpretaban como irónicas y que las no irónicas se interpretaban como no irónicas.
El instrumento final quedó entonces conformado por un total de 100 historias. Éstas se dividieron aleatoriamente en dos listas (Lista 1 y Lista 2), cada una conformada por 50 historias, es decir, 20 historias irónicas, 20 historias no irónicas y 10 fillers. Los estímulos se contrabalancearon de la siguiente manera: la Lista 1 tenía 20 historias irónicas, 20 historias no irónicas (cuyos guiones no correspondían a los de las historias irónicas) y 10 fillers. A su vez, la Lista 2, además de sus 10 fillers, tenía 20 historias irónicas que aparecían como no irónicas en la Lista 1 y 20 historias no irónicas que aparecían como irónicas en la Lista 1. Este contrabalanceo se hizo para evitar que los participantes leyeran dos veces la misma historia. La mitad de los participantes de cada grupo fue asignado al azar a la Lista 1 y la otra mitad de cada grupo fue asignado a la Lista 2. Sin embargo, todos los participantes de todos los grupos estuvieron expuestos a las dos condiciones experimentales: historias irónicas e historias no irónicas.
Presentación del paradigma experimental
El paradigma experimental anteriormente descrito se presentó en el monitor de la computadora usando el software Estimulador Cognitivo de Neuronic. El contexto de las historias se presentó en oraciones completas, mientras que los enunciados irónicos y sus controles no irónicos, así como la oración de cierre, se presentaron palabra por palabra, para evitar que los movimientos oculares afectasen los pre. A cada participante se le presentó una de las listas aleatorizadas, cada una con 20 historias irónicas, 20 no irónicas y 10 oraciones de relleno.
Cada una de las 50 historias se proyectó en el monitor de la siguiente manera: primero, en el centro de la pantalla, aparecía durante 500 milisegundos (ms) una cruz de fijación seguida de un postintervalo de 200 ms. Posteriormente, durante 2500 ms y con un intervalo de 200 ms entre cada uno, se mostraron uno a uno los enunciados breves pertenecientes a la trama. Luego, tanto las palabras de la oración crítica como las del cierre (en ese orden), aparecían una a una en el monitor durante 800 ms con un intervalo de 500 ms entre cada palabra. Finalmente, tras la última palabra del cierre, aparecía durante 200 ms un signo de cierre de interrogación, el cual indicaba a los participantes que debían presionar la barra espaciadora para que iniciara la presentación de la siguiente historia (véase esquema en la figura 1). No se solicitó a los participantes que realizaran alguna tarea relacionada con la lectura de las historias debido a que se sabe que el componente P600 es sensible a las tareas conductuales (Schacht et al., 2014) y dado que éste es un estudio en el que por primera vez se estaba buscando este componente en población infantil, no quisimos correr riesgos de afectar el procesamiento de las historias. Sin embargo, durante todo el eeg estaba presente un evaluador que monitoreaba que los participantes presionaran la barra espaciadora al terminar de leer cada historia, lo que fungió como control de que los participantes estaban prestando atención.
Se programó una pausa a la mitad del experimento y, además, todos los participantes tuvieron la oportunidad de solicitar un descanso durante el intervalo entre las historias si así lo requerían.
Registro del eeg
El registro del electroencefalograma (eeg) se llevó a cabo colocando una gorra ElectroCap equipada con los electrodos del sistema internacional de registro 10-20: Fp1, Fp2, F3, F4, C3, C4, P3, P4, O1, O2, F7, F8, T3, T4, T5, T6, Fz, Cz, Pz. Las referencias fueron los lóbulos auriculares con electrodos cortocircuitados. El tiempo de muestreo fue de 5 ms y el filtro de banda estuvo entre 0.1 y 50 Hz. La toma del registro se hizo con el sistema Registro de Psicofisiología de Neuronic. Sumando la preparación del participante y la presentación del paradigma, la duración total del experimento fue aproximadamente de 60 minutos. En todos los casos, el experimento con el eeg se llevó a cabo como primer paso del estudio, con el objetivo de evitar sesgos que pudiesen afectar el procesamiento espontáneo de los participantes. Antes del estudio se les explicó a los participantes que leerían unas historias y que después del experimento se les harían algunas preguntas sobre ellas, pero no se les explicó que encontrarían historias irónicas ni se les dieron pistas sobre el contenido de las historias. Después del registro del eeg se realizaron las pruebas psicométricas, los cuestionarios sobre ironía y se respondieron las dudas de los participantes. Al finalizar todo el estudio se les obsequió a los participantes un libro de literatura juvenil en agradecimiento por su participación.
Los eeg se editaron fuera de línea, analizando segmentos de un segundo, de los que se eliminaron los segmentos con actividad no relacionada con el cerebro, como parpadeos o movimiento. Las ediciones se realizaron por un experto en psicofisiología. Para obtener los pre se usó el programa Análisis de Psicofisiología de Neuronic. Los pre se obtuvieron en cada participante promediando todas las ventanas sincronizadas con la presentación de los estímulos de cada condición experimental. Se promediaron 20 ventanas por condición. La corrección de la línea basal se hizo tomando en cuenta un segmento preestímulo de 100 ms, dejando 900 ms de pre postestímulo. Se obtuvieron los pre de cada participante, de cada condición de interés y de cada electrodo. Las condiciones de interés fueron la palabra crítica en versión irónica y la palabra crítica en versión no irónica. Después de obtener los pre se calcularon los valores promedio en microvoltios de la ventana correspondiente al componente P600 (de 550 a 850 ms) para cada participante, para cada condición (irónica y no irónica) y para cada electrodo de registro. Esa ventana se eligió a partir de las ventanas usadas en estudios previos en adultos (Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013) y a partir de la observación de los propios datos. Se decidió usar una sola ventana de análisis dado que, por un lado, no conocíamos de antemano si encontraríamos el componente buscado y, por otro, se sabe que el componente P600 suele tener un efecto largo y sostenido por unos 300 ms, así que es recomendable usar una sola ventana. La prueba estadística que se llevó a cabo fue una anova de medidas repetidas (factores: condición, electrodo y hemisferio) para cada grupo de edad. El objetivo de la prueba estadística fue determinar si había diferencias significativas entre condiciones (irónica y no irónica). La presencia de diferencias significativas entre condiciones (o interacción entre condición y electrodo) fue considerada como evidencia de efecto P600. No se hicieron comparaciones entre grupos de edad porque este estudio sólo pretendía verificar si se encontraba un efecto P600 en alguno de los grupos en respuesta a la ironía. Finalmente, se promediaron los potenciales individuales de los sujetos de cada grupo para obtener los grandes promedios grupales y se graficaron.
Este trabajo se realizó de acuerdo con los principios éticos de investigación con seres humanos y menores de edad y siguió los lineamientos autorizados por el Comité de Ética de Investigación Científica de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Resultados
Grupo de 9 años
En el grupo de 9 años participaron 25 niños, de los cuales sólo 11 cumplieron con todos los criterios de inclusión. 10 niños no pasaron el tamizaje del cuestionario de ironía, por lo que sus datos no fueron incluidos, y los eeg de 4 niños fueron descartados por exceso de ruido por movimiento en sus registros. Una vez que sus eeg se editaron y se obtuvieron los pre de cada niño, se calculó un gran promedio con los resultados de los registros electrofisiológicos de todo el grupo. Se graficaron los promedios del grupo, tanto para la condición irónica como para la no irónica. Los resultados para los participantes de 9 años pueden observarse en la figura 2. El análisis visual de los pre de los electrodos centroparietales permitió observar que en la ventana correspondiente al componente P600, la amplitud de las ondas fue similar entre la condición irónica y la condición no irónica (figura 2). El análisis estadístico de la ventana del P600 (550-850 ms) reveló que no hubo diferencias significativas entre la amplitud del componente en la condición irónica en comparación con la condición no irónica (F(1,10) = 0.36, p = .85, ηp2 = .004).
Grupo de 12 años
Participaron en el estudio 19 niños de 12 años, pero sólo 15 de los niños cumplieron con todos los requisitos de inclusión. Los datos de 4 participantes no fueron considerados en el estudio debido a que no cumplieron con todos los criterios. Una vez que sus eeg se editaron y se obtuvieron los pre de cada niño, se calculó un gran promedio con los resultados de los registros electrofisiológicos de todo el grupo. Se graficaron los promedios del grupo, tanto para la condición irónica como para la no irónica (figura 3). En los pre de este grupo puede notarse que las dos condiciones presentan amplitudes diferentes, con una tendencia a mayor amplitud positiva en la condición irónica en la ventana correspondiente al componente P600. Esta diferencia entre condiciones puede apreciarse mejor en los electrodos centrales y frontales (figura 3).
Para el grupo de 12 años, el análisis estadístico reveló que no hubo un efecto P600 significativo por condición (irónica vs. no irónica), aunque sí una tendencia (F(1,14) = 4.14, p =.062, ηp2 = .22). Sin embargo, sí se encontró una interacción significativa entre los factores condición*región (F(1,14) = 5.14, p =.017, ηp2 = .81). Esto quiere decir que el procesamiento de la ironía se llevó a cabo en regiones cerebrales localizadas y no en todas las regiones por igual. Dado que se encontró una interacción significativa entre condición*región, se hizo una prueba post hoc Bonferroni de comparaciones mSubtiespara saber en qué electrodos específicos había diferencias significativas. Se encontraron diferencias significativas en los electrodos F1 y F2 (p = .010, ηp2 = .38) y en los electrodos F3 y F4 (p = .003, ηp2 = .47). Lo anterior parece indicar que estas zonas frontales son las que están más implicadas en el procesamiento de la ironía vs. no ironía a los 12 años.
Grupo de 15 años
Participaron en el estudio 17 adolescentes de 15 años que se encontraban cursando tercero de secundaria y/o primer grado de educación media superior, pero sólo 12 adolescentes cumplieron con todos los requisitos de inclusión y permanencia, por lo que los datos aquí descritos corresponden a ese grupo de 12. Una vez que sus eeg se editaron y se obtuvieron los pre de cada adolescente, se calculó un gran promedio con los resultados de los registros electrofisiológicos de todo el grupo. Se graficaron los promedios del grupo, tanto para la condición irónica como para la no irónica. Los resultados de este análisis se pueden ver en la figura 4. En ella se observa una mayor amplitud positiva tardía en la ventana correspondiente al componente P600 en los electrodos centroparietales, con una tendencia a una mayor positividad para la condición irónica que para la condición no irónica. Esto indica que aparece un efecto P600 en los adolescentes de 15 años en respuesta al procesamiento de la ironía. En la figura puede apreciarse además que la diferencia de voltaje inicia un poco antes de los 600 milisegundos.
En el grupo de 15 años sí se encontró un efecto significativo por condición (irónica vs. no irónica) (F(1, 11) = 5.67, p = .044, ηp2 = .34), correspondiente a la ventana de P600, si bien no se encontraron efectos significativos en los otros factores ni interacciones significativas, por lo que se considera que el efecto P600 se presentó de manera generalizada.
Grupo de 18 años
En el grupo de 18 años participaron 14 jóvenes. Sin embargo, se tuvieron que descartar del análisis los datos de 4 participantes por exceso de artefactos en sus eeg (parpadeos, movimientos, etc.), de lo que resultó una muestra final de 10 participantes. Después de obtener los pre de cada participante, se hizo un promedio de todo el grupo y se graficaron los resultados. En la figura 5 pueden apreciarse los pre en respuesta a la palabra crítica de la oración irónica comparados con los pre en respuesta a la condición no irónica. Como puede observarse en ella, los pre de ambas condiciones son muy parecidos, tanto en la amplitud como en la forma de la onda.
Para el análisis estadístico del grupo de 18 años se obtuvieron los valores promedio en microvoltios de la ventana correspondiente al componente P600 en tareas de ironía (500 a 800 ms) para cada condición y para cada participante. Esos valores se analizaron con una prueba estadística anova de medidas repetidas con tres factores: condición (irónica vs. no irónica), localización (topografía del electrodo) y hemisferio (izquierdo y derecho). Los resultados mostraron que no hubo diferencias significativas entre las condiciones (F(1,9) = .043, p = .84, ηp2 = .005), por lo que se puede concluir que no se presentó un efecto P600 en respuesta a la ironía.
Finalmente, para visualizar el desarrollo del componente P600 en respuesta a la ironía en todos los grupos de edad, se calcularon mapas de amplitud del efecto. Para calcular el efecto se restó la condición irónica ‒ condición no irónica para cada grupo de edad. Esta resta se hizo con los promedios de voltaje de la ventana de 550 a 850 ms. En la figura 6 pueden verse los mapas de voltaje de todos los grupos de edad estudiados. Como puede observarse, el efecto P600 parece incrementar con la edad hasta los 15 años, pero a los 18 años el efecto ya no es visible.
Discusión
En concordancia con estudios previos, nuestros resultados muestran un efecto P600 ante las historias de interpretación irónica. Es importante recordar que la presencia del componente P600 ha sido asociada con un proceso de reanálisis de oraciones, así como con el uso de la memoria de trabajo (Regel & Gunter, 2017; Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013). El componente P600, además, surge ante el reconocimiento de anomalías pragmáticas (Regel & Gunter, 2017; Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013), las cuales en este estudio corresponden a las historias de interpretación irónica.
En conjunto, los datos muestran que el efecto P600 en respuesta a la ironía parece tener un desarrollo en forma de campana, pues la amplitud del efecto parece incrementar paulatinamente de los 9 a los 15 años, para desaparecer a los 18 años (véase figura 6). A los 9 años los niños no parecen mostrar un procesamiento de la ironía, o al menos no hay diferencias significativas en la ventana de P600; mientras que a los 12 años ya se observa un efecto, aunque la topografía sea atípica puesto que está frontalizada. A los 15 años el componente P600 es significativo y tiene una topografía típica de adulto, amplia y centroparietal. Sin embargo, a los 18 años el efecto P600 ya no aparece.
La evidencia recopilada mostró que, durante el procesamiento de la palabra crítica irónica, el grupo de 9 años no tuvo un efecto P600. Puesto que el reanálisis y las inferencias pragmáticas (reflejadas en el efecto P600) se consideran parte importante del procesamiento asociado a la ironía verbal (Cornejo et al., 2007; Del Goleto et al., 2016; Filik et al., 2014; Haimi & Pesonen, 2017; Regel et al., 2010, 2011, 2014; Regel & Gunter, 2017; Spotorno et al., 2013; Weissman & Tanner, 2018), es extraño que los niños de 9 años no hayan tenido dicho efecto P600 en la palabra crítica irónica. Sin embargo, existe la posibilidad de que el procesamiento de la ironía verbal de este grupo se haya extendido más allá de la palabra crítica irónica, pues se ha señalado que los niños requieren más tiempo para procesar enunciados irónicos que enunciados literales (Climie & Pexman, 2008). De ese modo, no se podría ver reflejado en los pre de este grupo el procesamiento que llevaron a cabo, pues podría haber ocurrido más tarde en el procesamiento de la oración. En este estudio, la palabra crítica que determinaba que el enunciado era irónico (o no) estaba en la segunda posición, pero la oración continuaba más allá de la palabra crítica (véase apéndice 1). Spotorno et al. (2013) obtuvieron los pre relacionados con la última palabra de la oración irónica y no con la crítica, y en dicha palabra obtuvieron el efecto P600. Resultaría interesante analizar los pre relacionados con las palabras finales de las oraciones irónicas en otro estudio para verificar si los niños de 9 años realizan su reanálisis al final del enunciado y no en la palabra crítica.
En cambio, en los niños y adolescentes de 12 y 15 años sí se encontraron efectos P600 en respuesta a las palabras de la condición irónica. Dichos resultados muestran que, tal como sucede en la adultez, la ironía y la no ironía se procesan de forma distinta en la adolescencia. Este hallazgo resulta de gran importancia, ya que hasta este momento no se había realizado ningún estudio que analizara la forma en la que el cerebro de adolescentes procesa la ironía y, como ha sido reportado en estudios previos (Hess et al., 2017, 2018, 2021), en esta etapa se siguen adquiriendo habilidades que le permiten al individuo interpretar y hacer uso de los enunciados irónicos.
El grupo de 15 años presentó un efecto P600 ante la ironía distribuido de manera más general en toda la cabeza, a diferencia del grupo de 12 años, en el que el efecto P600 sólo fue significativo en un grupo limitado de electrodos frontales. Lo anterior sugiere que el desarrollo que se da a nivel cerebral durante la adolescencia incide en el procesamiento de la ironía entre los 12 y los 15 años. La diferencia que existe en el procesamiento de la ironía entre los 12 y los 15 años posiblemente está asociada al desarrollo de habilidades lingüísticas, cognitivas y sociales durante la adolescencia (Calderón Guerrero et al., 2012; Nippold, 2016; Tolchinsky, 2004; entre otros). Se ha visto que tales cambios inciden en la capacidad que tienen los niños de, en primer lugar, reconocer e interpretar la ironía y, en segundo, de dar distintos tipos de argumentos al interpretarla (Hess et al., 2017, 2018, 2021; Olguin, 2016; Ting et al., 2006). Hess et al. (2017) encontraron que, a mayor edad, la capacidad para interpretar las situaciones irónicas incrementa, al punto que a los 15 años de edad es cuando los participantes logran identificar la ironía en casi todos los textos presentados. Con base en los resultados encontrados en la presente investigación, se asume que la diferencia en el efecto P600 podría explicarse a partir de los cambios que se dan durante esta etapa en los niveles lingüístico, cognitivo y social, y que éstos permiten a los adolescentes hacer mejores reflexiones metalingüísticas que les posibilitan identificar la discrepancia entre las palabras y la intención, así como la función discursiva del lenguaje no literal (ironía).
Otro resultado interesante de nuestro estudio fue que los datos muestran que entre los 12 y los 15 años parecen existir diferencias en cuanto a los recursos cerebrales que se utilizan para analizar los enunciados irónicos. Posiblemente el efecto P600 a los 15 años sea más amplio debido a que, como se mencionó anteriormente, a esta edad los jóvenes logran hacer un análisis más profundo de la ironía. En cambio, se sabe que los niños de 12 años comprenden la ironía, pero aún no se percatan tanto como los mayores de las funciones discursivas de la misma, lo que podría estar relacionado con el resultado de que el efecto P600 sólo se haya encontrado en un grupo de electrodos y no en toda la cabeza. Podría ser que los individuos de 12 años usen menos recursos neurales —o por lo menos que usen diferentes recursos neurales que los adolescentes de 15 años— para llevar a cabo el reanálisis pragmático del enunciado irónico.
En cuanto a las zonas cerebrales implicadas en el procesamiento de la ironía a los 12 y a los 15 años, encontramos que a los 12 años el efecto P600 parece más frontal. Como mencionan Flores y Ostrosky-Solís (2008), la zona prefrontal es la encargada de llevar a cabo funciones como la planeación, regulación y control de la conducta humana, y permite realizar tareas de manera exitosa; además, modula tanto habilidades cognitivas más básicas, como otras aprendidas por medio de la práctica, como lectura, memoria o lenguaje. De esta forma, los resultados de esta investigación sugieren que a los 12 años los participantes utilizarían recursos como la planeación, memoria de trabajo y habilidades de lenguaje para lograr hacer una interpretación pragmática coherente de lo que están leyendo. Por ello, la zona frontal podría tener una participación importante para poder llevar a cabo estas funciones. En cambio, a los 15 años, los resultados muestran que el efecto P600 no estuvo localizado en alguna región de la cabeza, a pesar de que en la figura 4 puede verse que el efecto parece mayor en regiones centroparietales. El resultado del grupo de 15 años es parecido a lo que se ha encontrado en estudios en adultos (Regel et al., 2014; Spotorno et al., 2013).
Es sabido que existen diferencias neurobiológicas entre el cerebro del niño y el del adolescente a nivel de la corteza prefrontal. El aumento en la velocidad de transmisión de la información neuronal en la adolescencia y la disminución en la densidad sináptica de la corte prefrontal (cpf) permiten precisamente la maduración y mejoría de los procesos cognitivos y psicolingüísticos relacionados con el procesamiento durante la lectura de enunciados (Blakemore, 2008; Choudhury et al., 2006), lo cual podría incidir en la lectura de enunciados irónicos. En segundo lugar, entre los 9 y los 15 años hay un desarrollo importante del lenguaje tardío (Nippold, 2016; Nippold & Taylor, 2002), el cual se apoya en los procesos de escolarización. Este proceso puede mejorar la habilidad de los adolescentes para procesar el lenguaje no literal y específicamente la ironía. Por último, el crecimiento de habilidades comunicativas de la niñez a la adolescencia es caracterizado por el incremento de las interacciones sociales entre pares (Raffaelli & Duckett, 1989), así como por el aumento de fuentes de información que se producen en dichos intercambios y el bienestar emocional (Nippold, 2000), lo que puede haber impactado en las diferencias neurofisiológicas que se encontraron en este estudio entre los individuos de 9, 12 y 15 años.
El hecho de no haber encontrado un efecto P600 en los participantes de 18 años en este estudio fue un resultado no esperado. La mayoría de los estudios previos que abordan el procesamiento de la ironía en adultos habían reportado efectos P600 consistentes (Regel et al., 2010, 2011, 2014; Spotorno et al., 2013), así que en este estudio se esperaba encontrar el mismo efecto en el grupo de 18 años. La falta de efecto P600 en este estudio en nuestro grupo podría ser interpretada como que hay un momento en la adolescencia tardía en el cual se procesan de igual forma los enunciados literales e irónicos (al menos, del tipo que fueron usados en este estudio). Este resultado podría explicarse, por un lado, por la madurez alcanzada por los sistemas de cognición social del cerebro a la edad estudiada (Blakemore, 2008) y, por otro, por los efectos de la interacción cotidiana con el lenguaje no literal y, por ende, la mayor familiaridad que tienen los adolescentes con la ironía verbal. Es importante considerar que otro de los factores que quizá pudo haber influido en los resultados es que el paradigma experimental utilizado en este estudio estuvo pensado para ser usado con niños de primaria y secundaria, con una complejidad sintáctica y semántica más sencilla que los paradigmas utilizados por otros estudios previos con adultos.
La evidencia general de este trabajo apunta a favor del planteamiento de que existen etapas en el desarrollo de la comprensión de la ironía verbal (Creusere, 1999; Filippova, 2014; Filippova & Astington, 2008), cuyo curso iría desde los niveles de interpretación más simples hasta los más complejos (Dews et al., 1996; Filippova & Astington, 2008; Harris & Pexman, 2003; Hess et al., 2017, 2018; Pexman & Glenwright, 2007; Winner & Leekam, 1991), lo que se reflejaría en diferencias en el procesamiento (Climie & Pexman, 2008).
Por otro lado, los datos no muestran evidencia que apoye directamente a ninguna de las tres propuestas teóricas sobre la interpretación de la ironía verbal (modelo pragmático estándar, modelo de acceso directo o hipótesis de la prominencia gradual). Los datos de los niños del grupo de 9 años se inclinan por el modelo de acceso directo, pues el hecho de no encontrar efecto P600 en ese grupo podría indicar que los niños procesan la ironía sin dificultad. Sin embargo, es poco probable que eso ocurra, dado que del grupo de 25 niños sólo 11 pasaron nuestro criterio de comprensión de ironía, por lo que a los 9 años la ironía parece ser todavía un reto para una gran parte de los niños. En los grupos de 12 y 15 años, los datos apoyan al modelo pragmático estándar, pues el hecho de haber encontrado un efecto P600 habla de que hay una dificultad cognitiva para procesar las historias irónicas. Sin embargo, al llegar a los 18 años los datos indican otra vez una cercanía con el modelo de acceso directo. Aparentemente, durante el desarrollo, el cerebro procesa la ironía de maneras distintas, lo que indicaría que es posible que las diferentes teorías expliquen no una manera general de procesar la ironía, sino más bien el procesamiento en distintos momentos del desarrollo.
Conclusiones
La evidencia de este trabajo sugiere que es durante la pubertad y adolescencia cuando se consolida el reconocimiento y procesamiento de la ironía, pues encontramos respuestas P600 ante historias irónicas a los 12 y 15 años, mientras que a los 9 años todavía no aparece la evidencia electrofisiológica que hable de un reanálisis lingüístico y a los 18 años la ironía ya no parece generar conflicto cognitivo a los participantes, puesto que se procesan las historias irónicas con la misma facilidad que las historias literales.
En general se encontró que el procesamiento cerebral de la ironía cambia con el curso del desarrollo, lo que aporta evidencia de que existen aspectos del lenguaje, como los concernientes al uso de enunciados no literales, que se siguen desarrollando de manera tardía en la niñez y adolescencia.
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Apéndices
Apéndice 1. Ejemplo de historias del instrumento
Versión irónica
Carlos y Miguel van al lago a nadar. Miguel quiere probar si el agua está fría. Carlos dice que seguro está a buena temperatura. Se avientan y el agua está helada. Miguel dice:
—Qué rica2 está el agua. Hacen carreras de nado. |
Versión no irónica
Carlos y Miguel van al lago a nadar. Miguel quiere probar si el agua está fría. Carlos dice que seguro está a buena temperatura. Se avientan y el agua está agradable. Miguel dice:
—Qué rica3 está el agua. Hacen carreras de nado. |
Apéndice 2.
Apéndice 3.
1 Proyecto financiado por el Fondo para el Financiamiento de la Investigación 2018 de la UAQ (FPS201814) y por Fondec-UAQ.
2 Ésta es la palabra crítica en el enunciado irónico de la historia.
3 En la versión no irónica de las historias, la misma palabra crítica no es irónica, puesto que el contexto de la historia es congruente con el enunciado crítico.
* Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Psicología. •
https://orcid.org/0000-0001-9308-700X
** Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Psicología. •
https://orcid.org/0000-0002-8960-2205
*** Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Lenguas y Letras.
**** Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Psicología.