II. Un modelo de autosostenibilidad urbana como fractalidad del metabolismo social
Dimensions
II. Un modelo de autosostenibilidad urbana como fractalidad del metabolismo social
Mauricio Eugenio Ramírez Ruano*
Elizabeth Escandón Bojórquez**
DOI: https://doi.org/10.52501/cc.120.02
Resumen
El modelo de gestión del hogar urbano que proponemos es aplicable para los hogares de la clase media urbana en sus tres subclasificaciones; no obstante su tamaño y número de integrantes, ya que, como principio, el modelo se basa en la gradualidad de los avances en varios aspectos, donde todos suman resultados concretos en la descarga de presión al planeta, a la economía familiar y dinamizan el metabolismo social de las comunidades con un enfoque sostenible. La estructura del modelo se divide en tres grandes ramas sustantivas: las dimensiones de actuación, la filosofía de autosostenibilidad y los marcos conceptuales y referenciales que lo sustentan. Estas ramas tienen interacciones a través de círculos concéntricos que parten del individuo, continúan en la familia y relaciones cercanas, que crecen hacia la comunidad, al municipio y al Estado. Las dimensiones de actuación integran: el autocuidado a la salud, la alimentación presente y futura, la autonomía financiera sostenible, la disminución del impacto al ambiente que viene aparejada con los ahorros en costos de servicios basados en prácticas hogareñas y ecotecnias, y la gestión del espacio físico en los círculos concéntricos según la teoría ecológica de Urie Bronfenbrenner. Desde este punto de vista nuestro modelo reproduce a detalle a la menor escala prevista por el metabolismo social todos sus componentes de apropiación, transformación, consumo, distribución y excreción; resultando en una unidad fractal con potencial de multiplicación desde el punto de vista social siguiendo las interacciones de los círculos concéntricos en los que se basa el modelo.
Palabras clave: autosostenibilidad urbana, metabolismo social.
El concepto de autosostenibilidad urbana como actuación individual o grupal no es nuevo y tiene precedentes tanto en soluciones rústicas e improvisadas como altamente tecnificadas. En el mundo occidental posindustrial la aparición de los huertos urbanos en otros países se da con los llamados “Jardines de La Victoria” o también “Jardines de la guerra”, los cuales fueron creados para el cultivo de frutas y verduras evitando la escasez de alimentos ocasionada por la primera y la segunda guerras mundiales en diversas ciudades del Reino Unido, los Estados Unidos y Canadá (Guijarro, 2014).
Con ello se logró, además, un poderoso sentido de conciencia de la alteridad. En el artículo “Notas para la historia de la horticultura y el auto-abasto urbano en México”, Sánchez y Alfaro (2013) reflexionan acerca de la producción de biomasa en los centros urbanos para el autoconsumo, la historia desde la conquista, la paulatina desaparición por la transformación del uso territorial, las ideas higienistas y las políticas de modernización. El concepto de los espacios para el autoabasto urbano —también llamados traspatio, huerta, huerto, solar, ekuaru, calmil o chacra—, para efecto de nuestro modelo, es conocimiento popular que debe ser retomado.
Por otra parte, en lo relativo a las ecotecnias, según el programa para el Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas: del 2006 a 2016 se registró un incremento equivalente a 60% en el comercio global de ecotecnologías, consideradas limpias; ello ha promovido el empleo, el desarrollo económico, la innovación y resiliencia económica, y climática de forma proporcional (unep, 2019). El mercado actual es de 11.2 billones de dólares, con un crecimiento previsto de 26.6% para 2025 (36.6 billones de dólares), lo que las coloca en la categoría de Productos de comparación homogéneos, que son los que tienen el mismo tipo, tamaño y calidad y donde el precio es importante, con tendencia a convertirse en Productos de consumo básico, que son los que se adquieren de forma sistemática, son indispensables y son de fácil adquisición.
Metodología
El presente ensayo propone un modelo de gestión del hogar urbano que se basa en la integración de elementos de actuación basados en principios éticos acordes con el concepto del sistema socioecológico, desarrollados en los círculos concéntricos según la teoría ecológica de Urie Bronfenbrenner. Todo ello se asimila de forma natural en el modelo del metabolismo social propuesto por Víctor Toledo, que al momento de reducirse a la unidad básica de apropiación (el hogar) adquiere matices que le dan similaridad al sistema de mayor dimensión donde se aloja (comunidad, municipio, estado) e iteraciones propias de la geometría fractal de Mandelbrot. El modelo propone la gradual asimilación de los conceptos mencionados a través de la medición sistemática de lo que se apropia y excreta.
Nuestra propuesta es un Modelo de Gestión del Hogar Urbano visualizado como una unidad básica de apropiación en un metabolismo social de mayor dimensión, con enfoque a la clase media de las ciudades (según se define en el estudio exploratorio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi, 2021) “Cuantificando a la clase media”). Es la conjunción crítica y tamizada de varios elementos intuitivos y naturales, tales como la percepción cada vez más generalizada y persistente acerca de que el riesgo climático está a las puertas de cada hogar, suceso o actividad humana, independientemente de su orden social y ubicación territorial y conocimientos empíricos tradicionales. Adicionalmente a conocimientos técnico-científicos relacionados con las ciencias ambientales, la salud de las personas y los demás seres con los que interactuamos; conocimientos financieros, micro y macroeconómicos; producción, conservación, distribución y elección de alimentos, así como marcos teóricos de relaciones sociales. Todos y cada uno de estos elementos desde el punto de vista del metabolismo social son factores críticos de apropiación y excreción en el hogar, que pueden ser medidos y eventualmente disminuidos con trabajo focalizado. Todo lo anterior integra también dimensiones de actuación entendidas como la gama de acciones metodológicas mesurables que aterrizan, miden y evalúan las iniciativas de autosostenibilidad en las urbes. El enfoque a la clase media responde al alto consumo que la caracteriza y a que las ecotecnias existentes al momento implican una inversión que sale de la capacidad adquisitiva de las clases bajas, dado que no existen hasta el momento programas de subsidio dirigidos a su implementación en ese segmento de la población.
La estructura del modelo de autosostenibilidad urbana como fractalidad del metabolismo social se divide en tres grandes ramas sustantivas: las dimensiones de actuación, la filosofía de la autosostenibilidad y los marcos conceptuales y referenciales que lo sustentan, los cuales se describen a continuación; además, se presentan algunas reflexiones para la asimilación del modelo.
Resultados
Las dimensiones de actuación
Son los hechos realizados por una persona o comunidad hacia la autosostenibilidad y los desglosamos como sigue:
El autocuidado de la salud
Visto desde el punto de vista de círculos concéntricos, la enfermedad de cualquier miembro de un hogar impacta en diferentes formas al resto y en varias ocasiones trasciende hacia los demás círculos, dependiendo de la gravedad de la enfermedad, su posibilidad de contagio y los costos implicados en su atención. Aterrizando esto en los preceptos del metabolismo social, el proceso de enfermedad de cualquier individuo desencadena una rápida secuencia de apropiaciones no planificadas con sus consecuentes excreciones, que van desde alimentación especial, atención personalizada, consumo adicional de energía, adquisición de medicamentos y los posteriores desechos de diversas índoles relacionados con el uso de empaques, material de curación, transportación adicional, entre otros. Esto coloca al autocuidado de la salud como uno de los elementos torales en un modelo de autosostenibilidad urbana. En la búsqueda de un marco de referencia que enfoque el autocuidado de la salud encontramos la filosofía humanista de las 14 necesidades fundamentales de la persona independiente, postulada por Virginia Henderson (Bonill y Amezcua, 2014), que es de relevancia para el modelo de autosostenibilidad urbana y para lograr un crecimiento fractal en el metabolismo social.
La alimentación presente y futura
Entendida como la “seguridad alimentaria”, conjuga la autoproducción de alimentos orgánicos con la adquisición local basada en el consumo responsable. Desde el punto de vista de la autosostenibilidad urbana, autogenerar alimentos es un principio de contribución al metabolismo social en tanto que se asegura parte de la ingesta de los miembros de un hogar. Es claro que un hogar urbano no tiene la capacidad territorial para producir la totalidad de los alimentos requeridos por los miembros de la unidad de apropiación —aún si su forma de alimentación es vegana o similar—, ni pretendemos enfocar hacia allá el modelo, no obstante, la reducción del consumo de biomasa externo al microsistema coadyuva de forma consistente a mantener bajos los índices de apropiación y excreción en tanto que provee un relativo grado de certidumbre alimenticia frente a los incidentes de desabasto generados por impactos climáticos, sociales y económicos. En este sentido la autogeneración de alimentos en el hogar urbano debe enfocarse a la satisfacción de biomasa vegetal de consumo cotidiano que permita cuidado efectivo y una cosecha sencilla; los consabidos frutos y vegetales de uso diario tales como limón, tomate, acelga, etc. Aquí es donde retomamos el principio de medición para cuantificar la ingesta semanal de estos alimentos de los miembros del hogar, y con ello planificar la siembra hogareña, dando prioridad al vegetal y/o fruto de mayor consumo. Traeremos a cuentas un elemento que describiremos más adelante respecto al redimensionamiento del espacio físico, dado que la autoproducción requiere la habilitación espacios apropiados para ello, a través de calmiles, con la posible sustitución de plantas de ornato por alimenticias. Por su parte, el consumo local tuvo una gran relevancia durante la pandemia por covid-19, pues hizo posible ver en todos los centros urbanos a personas de localidades vecinas mercadeando productos agrícolas y pecuarios. En este sentido, es conveniente optar por lo que nos ofrecen estas personas en lugar de productos de distribución y fabricación industrial. Por supuesto es importante, como en cualquier transacción, aplicar criterios para una adquisición adecuada, lo que nos lleva al concepto de consumo responsable, que se define como los criterios básicos del consumo sustentable:
La producción y el consumo sustentable promueven el uso de servicios y productos que respondan a las necesidades básicas y mejoren la calidad de vida, al mismo tiempo que minimizan el uso de recursos naturales y de materiales tóxicos, además de tomar en cuenta la generación de residuos y contaminantes a lo largo del ciclo de vida de un producto o servicio, sin poner en riesgo la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. (Semarnat, 2012: 32).
Lograr la totalidad de los estándares del consumo responsable es improbable en todas las circunstancias actuales, no obstante, siguiendo el principio de gradualidad es probable aproximarse paso a paso comenzando por lo que cada quien individualmente puede hacer, como es el respeto a las culturas, promover la inclusión por medio del poder del consumidor y evitar el regateo al productor o artesano.
La economía financiera autosostenible
Guiados por el proverbio atribuido a Buda Gautama que reza “No es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita”, nuestro modelo de gestión busca disminuir egresos y créditos de forma ponderada, en pos de una independencia económica basada en necesitar cada vez menos, sin sacrificar satisfactores ni posibilidades de desarrollo personal. El concepto de Finanzas Sostenibles se centra en dos factores principales: el medio ambiente y la sociedad a través de criterios éticos. De tal forma, la construcción de las finanzas personales desde la perspectiva de este modelo implica redefinir las inversiones que se consideran sustantivas hacia el logro de objetivos de desarrollo personal de largo plazo de los miembros del hogar, asociados con una baja apropiación de recursos del medio y con ello la disminución progresiva de gastos corrientes derivados de la manutención del mismo hogar, en virtud de la autogeneración de energía, biomasa y disminución de apropiación no sustantiva. No queremos implicar con ello la asunción de una vida espartana desprovista de gustos superfluos o excentricidades.
El manejo de las finanzas personales es tema de la mayor privacidad y así lo entendemos, la intención del modelo es proveer un marco referencial de actuación, re-categorizando todos aquellos gastos e inversiones, tradicionalmente considerados necesarios para un hogar, cambiando el posible valor sustantivo que tengan en este momento, por un valor objetivo en el sistema hogareño. Ello implica hacer de lado gradualmente ciertos hábitos acendrados en nuestra cultura ligados al consumismo, con sus consecuentes creencias populares limitativas que inducen a la compra por impulso (v. gr. el que no debe, no tiene; ya me vieron con este vestido; ya tengo que cambiar de auto; este celular ya es viejo, etc.). De tal forma el modelo propone la planificación de la economía en torno a la liberación de compromisos de largo plazo (salir de deudas) que graviten con intereses altos sobre el gasto del hogar, buscando a su vez que las inversiones puedan redituar en disminución de costos de apropiación, basada en los siguientes criterios:
- Reenfocar inversiones hacia ecotecnias que permitan la disminución de apropiación de recursos del medio en tanto disminuyan los gastos fijos del hogar (calentadores solares, fotoceldas, iluminación LED, captación de agua pluvial, estufas con hornillas de inducción basados en energía eléctrica…).
- Disminución del crédito al consumo por la adquisición al contado de enseres y bienes no sustantivos, reservándolo a las líneas de crédito para expensas inesperadas, tales como emergencias de salud, o bien planificadas con apego al ingreso, tomando en consideración la máxima expresada por Tomás Jefferson: “No gastes tu dinero antes de ganarlo” en línea con ingresos propios reales.
- Enfocar las compras de bienes de consumo a los productos de mayor duración disponibles en el mercado, con criterios de inversión de mediano plazo, esto significa ponderar el valor de cada una de las inversiones que se hacen en el lugar con respecto al uso y tiempo que nos darán servicio. El ejemplo más socorrido es el automóvil, que se deprecia en el momento mismo de la compra y sólo otorga valor en medida de que su uso sirve a los propósitos de la comunidad del hogar, fuera de ello es un foco de descapitalización permanente.
- La inversión en el desarrollo de las capacidades de las personas siempre será un acierto y debe ser visto también como una fuente de capital a futuro, eso incluye capacitación formal para el trabajo tanto como aficiones y gustos particulares por alguna expresión artística, cultural o deportiva.
- Los premios personales para los miembros del hogar que ingresan dinero al sistema son indispensables por el simple hecho de la motivación. Estos los entendemos como una fracción del ingreso remanente posterior al pago de los compromisos y gastos en donde el individuo que logró el ingreso pueda disponer libremente de una cantidad para su disfrute, sin necesidad de justificarlo.
Bajo esta perspectiva presentamos una clasificación de cuáles dimensiones específicas de actuación, respecto al impacto ambiental desde un hogar urbano, pueden considerarse bienes de capital por su inmediato efecto en sus finanzas, los cuales requieren de un manejo específico para poder lograr considerarse una aportación a la economía y cuáles son de adopción voluntaria sin la expectativa económica. Esta diferenciación implica que la adopción de las dimensiones de actuación que se consideran bienes de capital pueden ser sometidas a un análisis de rentabilidad financiera con perspectiva del lugar de mediano y largo plazo en tanto que aquellos que no cuentan con esa cualidad difícilmente podrían soportar un análisis económico, sin embargo, nuestra convicción es que el simple hecho de decidir adoptar un modelo de esta naturaleza implica que no todo será medido con el rasero de la rentabilidad inmediata, sino con la del beneficio-costo de largo plazo que implica el actuar decididamente en pos de disminuir el impacto ambiental.
La siguiente clasificación tiene como propósito diferenciar aquellas dimensiones de actuación que además pueden proveernos un beneficio económico de las que se hacen por convicción moral, haciendo hincapié en lo que se planteó desde el principio de este trabajo referente a la disposición anímica para adoptar el modelo.
Tabla II.1. Clasificación de dimensiones de actuación ambiental urbana por capacidad de generar valor económico al hogar (bienes de capital)
Consideradas Bienes decapital Rentables | Valor por oportunidad y manejo Posible rentabilidad | Adopción por voluntad no capitalizable Beneficio-costo de largo plazo |
La disminución de emisiones de gases invernadero por la co-generación de energía renovable, disminución de combustiones y transportes de baja emisión | El manejo del agua, por el uso racional, captura, filtrado y, de ser posible, tratamiento | El manejo de residuos por disminución de apropiación innecesaria, reciclaje y reutilización. |
Producción de biomasa alimenticia vegetal y proteína animal por sistema de hidroponía y Acuaponia | Un conocimiento botánico básico relacionado con el autoconsumo | La armonización con la flora y fauna del entorno, tomando a las cinco libertades del bienestar animal como marco de referencia. |
Fuente: Elaboración propia.
La disminución del impacto al ambiente
En el modelo de autosostenibilidad urbana como fractalidad del metabolismo social, la disminución del impacto en el medio ambiente es a su vez una consecuencia y un acto deliberado de responsabilidad social. En la actualidad, las ecotecnias para la generación de calor sustituyendo el gas y generando energía eléctrica a partir del sol, son bienes de capital que favorecen el ingreso hogareño, por lo que su adquisición trasciende las razones morales y se debe más a la conveniencia económica; si se cuenta con cualquiera de estas ecotecnias, lo anterior es fácil de comprobar a través de los recibos de energía eléctrica y gas. Cabe señalar que en México esto era impensable hace sólo siete a 10 años atrás.
Fuera de estos sistemas ya considerados commodities, la disminución del impacto al ambiente desde un hogar urbano requiere una disposición moral deliberada y trabajo no remunerado por ahorro de dinero, sino por la expectativa del legado ambiental a las siguientes generaciones, como la disminución de emisiones de gases invernadero por la co-generación de energía renovable, la disminución de combustiones y el uso de transportes de baja emisión, cuyas implicaciones actualmente son exclusivamente de índole económico y de planeación financiera, incluido en la posible adquisición de un vehículo híbrido o eléctrico.
Debido al deficiente manejo de residuos municipales generalizado particularmente en México, un manejo eficiente de residuos parte de la disminución de apropiación, reciclaje y reutilización en el hogar; por supuesto, la disminución del uso de plásticos de un solo uso y elección de desechables de fácil biodegradación. Sabemos de antemano que muchos de estos materiales biodegradables tienen un costo superior a los convencionales y es ahí donde entra precisamente el poder del consumidor y la capacidad de la clase media de generalizar productos y tecnologías que en principio son costosos y que al momento de su masificación disminuyen su precio.
El manejo del agua, por el uso racional, captura, filtrado y, de ser posible, tratamiento
El manejo del agua en zonas urbanas es un poco más complicado, pues fuera de un uso racional y de la posible reutilización de aguas servidas, los sistemas de captación de agua requieren un espacio específico, sistemas de filtración y bombeo si se desea utilizarlos en consumo humano. Estos sistemas que por el momento implican inversión y reacondicionamiento del hogar sólo son efectivos una parte del año. El tratamiento de aguas servidas, por otro lado, sólo es factible económicamente por volumen. El avance en las ecotecnias y su transformación en commodity permiten una perspectiva de la aparición de una tecnología para manejo de aguas servidas en el hogar, de la cual hay que estar atentos.
Producción de biomasa alimenticia vegetal y proteína animal por sistema de hidroponía y acuaponia
La producción vegetal en el hogar urbano con enfoque al cuidado del ambiente tiene tres vertientes básicas: la captura de carbono; la oferta de floración para abejas y la producción vegetal comestible que disminuye la apropiación. Al momento de escribir este documento la cochera de los autores es el único hogar urbano que conocen donde se produzca proteína de origen animal a través de acuaponia, y la razón es comprensible, es un proceso asaz complicado y de bajo rendimiento en proteína animal, pero muy alto en producción vegetal y de bajo consumo de agua (pérdida de 5% mensual) y fertilizantes (provisto por las excretas de los peces por la recirculación de nutrientes). Cualquiera que sea la intencionalidad de la producción vegetal es loable y según el principio de gradualidad abona a la reducción de excretas al metabolismo social; sin embargo, es conveniente planificarla intentando dar cobertura a las tres vertientes.
La armonización con la flora y fauna del entorno
Según el principio de conciencia de la alteridad mencionado previamente, los animales que nos acompañan y de los que no servimos deben recibir un trato mínimo basado en las “cinco libertades” que dan paso a la doctrina del Bienestar Animal: “libertad de hambre, de sed y de desnutrición; libertad de temor y de angustia; libertad de molestias físicas y térmicas; libertad de dolor, de lesión y de enfermedad; libertad de manifestar el comportamiento natural de su especie” (Olalde, 2020: 4). En lo que respecta a la flora de nuestro entorno, es de capital importancia conocer cuáles de las especies que nos rodean están protegidos por la norma, ya que se encuentran en peligro de extinción y está en riesgo su papel en el equilibrio ecológico. En el caso de México es frecuente vernos rodeados de mezquites y cactáceas que son parte de la protección brindada por la norma oficial mexicana y su desconocimiento desencadena depredaciones muchas veces involuntarias. Está dimensión de actuación tiene componentes éticos profundos que dan solidez a la conciencia de alteridad y por consecuencia promueven la armonización con el entorno.
La gestión del espacio físico en círculos concéntricos
Implica redefinir las funciones de los espacios tomando en consideración este nuevo enfoque de gestión dando un lugar a cada cosa y cada cosa en su lugar, haciendo, a su vez, un manejo de la temperatura a través de lugares de sombra, ventilación y otros recursos de bajo consumo de energía. Existe una máxima en el diseño que reza la “forma sigue la función”, que entendido de forma muy sencilla significa que todo debe adoptar la composición requerida para funcionar adecuadamente. El diseño de las casas habitación urbanas —máxime si son construidas por urbanizadores— son diseñadas conforme a estándares de uso, derivados de costumbres de disminución de costos y normatividades que normalmente se alejan de un modelo de autosostenibilidad, salvo en muy honrosas excepciones.
Un ejemplo de ello es el famoso cuarto de servicio o traspatio que normalmente estaba destinado para el uso exclusivo del personal de servicio doméstico, por lo que se ubica en la parte trasera de la casa y separado de las zonas de convivencia. Será interesante contabilizar las generaciones que deben transcurrir antes de que tales cuartos de servicio o traspatios se integren de vuelta el cuerpo de la vivienda por el hecho de que cada vez es menor la contratación de servicio doméstico en los hogares de la clase media.
Con este antecedente no pretendemos promover una reforma a la estructura de la vivienda, sino una redistribución básica de funciones que tengan en consideración las nuevas funciones de producción de biomasa alimenticia y captación de energía solar en todas sus modalidades.
El aspecto de círculos concéntricos dentro de la unidad de apropiación tiene matices peculiares debido a que cada individuo que reside en esta unidad es el centro de un círculo que va a interactuar con los demás. De tal forma la gestión del espacio que proponemos toma en cuenta las necesidades particulares de cada uno de los miembros de un hogar, incluidas mascotas y plantas, y del centro de la entidad hacia fuera comienzan las interacciones que hay que tener en consideración. En su interacción con los demás miembros se requiere la armonización del propósito de las funciones a través del consenso y la negociación entre todos.
Es necesario que se prioricen al interior del hogar, entendido como unidad de apropiación, cuáles van a ser los elementos que se autogenerarán y la forma en cómo disminuir las excreciones, ello implicará que todos los miembros del hogar cedan espacios para su logro. Los criterios que proponemos para la gestión del espacio físico con enfoque en la autosostenibilidad —las 5S: Seiri, Seiton, Seiso, Seiketsu y Shitsuke— provienen de la filosofía Kaizen y son los siguientes:
Seiri (clasificar): diferenciar entre lo útil y lo inútil; Seiton (organizar): ordenar lo útil asignando un nombre y una ubicación fija a cada objeto/proceso; Seiso (limpiar): limpiar el espacio de trabajo; Seiketsu (estandarizar): cuidar la higiene personal para evitar la aparición de suciedad y desorden; Shitsuke (autodisciplina): fomentar la autodisciplina. (Bizneo, 2021)
Así, se propone emplear habitualmente la filosofía Kaizen y las 5S en las actividades laborales y domésticas. Adicionalmente, hay aspectos como el control de la temperatura dentro del hogar, el cual se puede lograr a través de zonas sombreadas, ventilación por Venturi, la impermeabilización de techumbres con elementos reflectantes y el uso de fibras naturales como recubrimientos de ventanas y muros.
La filosofía de la autosostenibilidad
Estamos frente a una toma de conciencia que, sin ser novedad, ahora es apremiante. Para integrar y operar todos los elementos del modelo es necesario hacerse de un bagaje de predisposiciones anímicas y criterios de decisión fundamentales, algunos de los cuales son precedentes a cualquier iniciativa autosostenible, en tanto que los demás se adquieren en el proceso, por el hecho mismo del intento.
Los principios que consideramos críticos
La medición de todo lo que es apropiado y excretado por nuestra unidad de apropiación es el factor más efectivo de toma de conciencia en lo referente a la gestión del ambiente; según dice el Dr. J. Guadalupe Michel Parra “Lo que no se mide no existe”; desde el punto de vista del metabolismo social en un contexto urbano los elementos primordiales a medir son los materiales, la energía y el agua. En su aplicación práctica, son los materiales apropiados que equivalen a toda la adquisición de bienes de consumo (alimentos, ropa, productos de limpieza e higiene personal…) y todos los enseres utilizados en la cotidianidad. En tanto que la energía proviene de la apropiación de gas, energía eléctrica y combustibles para medios de transporte y aire. Por su lado, las excreciones de la unidad básica de apropiación son: las aguas residuales, el CO2 derivado de la combustión de combustibles fósiles y el que se emite de forma indirecta por la compra de energía eléctrica pública producida con tecnologías híbridas. Todos estos elementos han de medirse en la mejor forma que sea posible, dado que algunos son de difícil acopio, en tanto que otros tienen índices reflejados en recibos de pago e información existente en el internet.
De forma práctica, el ir a tirar la basura cotidianamente nos puede permitir llevar un registro de las bolsas que emitimos por semana; si la comparamos contra las bolsas que adquirimos en el supermercado en el mismo periodo podremos tener un parámetro, si bien rústico, de apropiación de materiales de uso cotidiano.
En lo que respecta a energía, la medición de apropiación puede ser mucho más precisa debido a que contamos con recibos de energía eléctrica, tanques de almacenamiento de gas y gasolina de los automóviles. En tanto que la medición de excreción la haremos tomando los factores según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat, 2021), cuyo índice es:
0.494 tCO2e / MWh o 0.494 kgCO2e / kWh
La combustión de gas, por su lado, tiene un índice de emisiones de 2.694 kg de CO2 por cada kilo de gas quemado. Con estos índices podemos calcular que una familia de cuatro personas cuyo consumo promedio de energía eléctrica sea de 5 kW diarios (150 kW/mes) y un cilindro de gas de 30 kg mensual, tendrá una excreción de CO2 aproximadamente de 440 kg al mes. Al adoptar la utilización del calentador solar y fotoceldas de capacidad apropiada podría disminuir la excreción a cero por esos conceptos. En lo relativo al agua, a excepción hecha de aquella que se utiliza para beber, cocinar o regar plantas (generación de biomasa) toda la demás es excretada como residual.
Una forma sencilla de medir sería cerrar la llave maestra de paso y contar el tiempo que toma que el depósito (tinaco o cisterna) se vacíe bajo uso normal. Conociendo la capacidad del depósito sabremos la apropiación y excreción del agua al metabolismo de mayor dimensión. Así, el resto de los elementos de apropiación y excreción pueden ser medidos de forma relativa o absoluta, ya que a pesar de que algunos de ellos puedan considerarse pedestres, son efectivos en la toma de conciencia. En nuestra experiencia, comenzar de forma sencilla origina curiosidad y búsqueda de mayor alcance en la precisión, en concordancia con la toma gradual de conciencia del impacto al medio.
La conciencia de la alteridad
En su sentido más amplio observa a todo ser vivo con el que nos relacionamos y de los que nos servimos como un individuo que tiene relación de espacio y necesidades. La conciencia de la alteridad nos impone a la vez límites de actuación para con las personas que están en nuestros círculos concéntricos y comprensión de las circunstancias en las que cada uno de ellos se desenvuelve. Esto incluye a los animales y a las plantas en nuestro entorno, máxime si tenemos una relación directa con ellos, como veremos más adelante. Es en última instancia el mecanismo más adecuado que conocemos para armonizar en comunidad. Desde el punto de vista del modelo de autosostenibilidad urbana, la conciencia de la alteridad se manifiesta también como la forma en cómo intercambiamos posibles excedentes de apropiación o producción interna o cómo disminuir el impacto de las excretas propias en los demás, buscando el mutuo favorecimiento, lo que consideramos factor crítico para que el modelo opere. Esto adquiere una dimensión muy peculiar cuando entendemos que nuestras mascotas son parte inherente de nuestra unidad de apropiación, basta con medir la cantidad de alimento y agua que les facilitamos y los excrementos que de ellos debemos recoger.
La gradualidad del proceso
La adopción de un modelo de esta naturaleza cuando no se ha tenido una experiencia cercana está llena de tropiezos, falta de información y en ocasiones frustración. La gradualidad que proponemos consta de apropiarse paulatinamente de cada uno de los aspectos disfrutando el camino, el aprendizaje con su dulzura y sinsabores. Ello nos permite ir evaluando los pequeños logros y ello constituye un factor de gozo, aprendizaje ineludible y adquisición de resiliencia ante el error. La gradualidad se da también en las retribuciones que el ambiente nos da como expresión de la efectividad del modelo en forma de motivación a otras personas de nuestros círculos concéntricos y la disminución cada vez más plausible de la apropiación y sus costos. La gradualidad supone llevar un sencillo registro de todo lo que hacemos, los resultados que obtenemos, ensayo y error, en una pequeña libreta.
Los valores sustantivos
De toda la constelación de valores morales que componen la conducta humana consideramos que tres son fundamentales para lograr un modelo de gestión hogareña hacia la autosostenibilidad; la templanza, la tenacidad y la gratitud. De ellos, creemos que el más necesario de todos es la gratitud, cuyo mayor valor es el reconocimiento de la alteridad a través de la estimación de los bienes recibidos, ya sean espirituales o materiales y que desembocan en un deseo voluntario de corresponder y compartir. Hoy por hoy, dar gracias por lo recibido a cualquier entidad superior que esté acorde con el sistema individual de creencias trasciende la mera cortesía o costumbre para convertirse en un poderoso vínculo con todo aquello que nos rodea.
Por su parte, la tenacidad y la templanza son requeridas para no abandonar la adopción del modelo frente a la múltiple cantidad de tropiezos y circunstancias no previstas que puedan darse, principalmente frente a la toma de conciencia. Desde la experiencia urbana, intentar generar biomasa para alimentación puede estar lleno dificultades que van desde espacio insuficiente hasta plagas no previstas. La situación se complica si se pretende generar proteínas de origen animal en espacios urbanos, por ejemplo, peces.
Marcos conceptuales y referenciales que sustentan el modelo
El modelo establece los distintos niveles ambientales en configuración concéntrica que afectan el desenvolvimiento del individuo, que se ubica en el centro del modelo. La persona entra en contacto con estas configuraciones ambientales desde su nacimiento hasta su deceso y es influenciado por ellos en todo momento.
Bronfenbrenner (1987)
El microsistema es el primer nivel en orden de proximidad e influencia a la persona. Aquí es donde se desarrolla la cotidianeidad, los roles familiares y la continuidad de la cultura y el trabajo (Gratacós, 2020).
Figura II.1. Interpretación del modelo socioecológico de Urie Bronfenbrenner
Fuente: Elaboración propia.
El mesosistema no hace referencia a grupos de personas en concreto, es el entramado de relaciones entre los microsistemas y el exosistema, donde la persona participa activamente. En este nivel ambiental los microsistemas se realimentan mutuamente de estímulos, aprendizajes y criterios de comportamiento social, a la vez que se nutren de las influencias que provienen del exosistema. En este mesosistema las dimensiones de actuación generan interrelaciones que pueden promover la efectividad del modelo: demostración, colaboración y participación (Gratacós, 2020).
En el mesosistema se desarrollan dinámicas tales como el flujo de información que, en el contexto del presente modelo, se da por el efecto de la influencia que tienen, ya sea por los beneficios que se comparten a través de los productos autogenerados en la unidad de apropiación, o bien por el reforzamiento del concepto de sostenibilidad. Asimismo, tiene la capacidad para influir en el desarrollo personal de los individuos por el sucesivo aprendizaje de aspectos que se refuerzan por su repetición en el microsistema —la unidad de apropiación— o por su reflejo en los otros microsistemas que comparten el mismo mesosistema. Este efecto da la pauta para el posible crecimiento fractal del modelo y su progresiva transformación en cultura. El tercer efecto del mesosistema es el establecimiento del apoyo social que requieren las personas que integran el microsistema y que se complementa con las correlaciones que sostienen con el resto de los sistemas, como una necesidad básica del individuo. En el modelo de autosostenibilidad urbana, el apoyo social tiene una relación dual de necesidad y otorgamiento sin la cual es imposible llevar a cabo las dimensiones de actuación (Gratacós, 2020).
El exosistema observa los ámbitos en los que los miembros del microsistema no participan directamente, pero cuyos eventos afectan al ambiente del individuo. Tales sistemas pueden cambiar su proximidad relativa de forma circunstancial, como cuando un grupo social al que pertenece un miembro del microsistema,realiza un evento prolongado o sistemático en la unidad de apropiación u hogar. La influencia que el microsistema puede tener con el exosistema, desde el punto de vista del modelo, tiene una bidireccionalidad equivalente que constituye otro vehículo más para el crecimiento fractal, pero que puede entrañar amenazas por la imposición de usos y costumbres retrógradas contrarias a las sostenibilidad que entorpezcan las dimensiones de actuación: una asociación de condóminos que vota en contra de la separación de residuos por considerarla un trabajo adicional o que rechaza el pago de agua diferenciado por consumo por la existencia de hijos adolescentes que abusan de los periodos de ducha.
Finalmente, el macrosistema engloba todos los factores que se desprenden de la cultura y del momento histórico-cultural en el que se desarrolla la persona, sus elementos principales son: las políticas gubernamentales, normas socioculturales y valoraciones sociales entendidas como usos y costumbres.
El modelo de Bronfenbrenner nos permite entender las correlaciones de las personas con sus entornos en medida de su proximidad, desde el punto de vista de nuestro modelo es el eje del entendimiento de la alteridad y las consecuencias de las acciones propias hacia los demás y de los demás hacia uno mismo. De tal forma este entendimiento nos permite enfocar todas las dimensiones de actuación con la intención de armonizar con nuestro entorno disminuyendo los impactos que nosotros podamos generar y que puedan generar en nosotros y nuestra unidad básica de apropiación, asociándolo con el principio de gradualidad y medición. Este modelo socioecológico nos obsequia la lógica de la piedra en el estanque, en donde esa pequeña perturbación genera ondas que van creciendo hacia fuera y después son devueltas al centro mismo (Gratacós, 2020).
El metabolismo social de Víctor Toledo
Este concepto es la base de nuestro modelo y se explica detalladamente a lo largo del presente trabajo. En una nota personal de los autores, nos parece muy relevante mencionar que habíamos iniciado nuestro modelo de autosostenibilidad en el hogar de la manera más informada que nos permitía nuestra instrucción en ingeniería en gestión ambiental, pero fue hasta que conocimos el modelo del Dr. Víctor Toledo que pudimos cabalmente comprender la trascendencia de lo que habíamos emprendido y los logros que hemos obtenido. Ello nos ubicó en el centro de una dinámica que creíamos aún ajena o, en el mejor de los casos, próxima a nuestros esfuerzos y quehacemos extensiva a los posibles lectores de este ensayo. En la medida en que nos adentrábamos en el modelo del metabolismo social con sus diferentes interpretaciones y ponentes, entendíamos cada una de las implicaciones, y de alguna manera las piezas fueron encajando un tras otra. En este punto no nos queda más que expresar nuestra gratitud al Dr. Víctor Toledo y a todos aquellos colaboradores que han ampliado este concepto. Nos permitimos reproducir las imágenes originales de los conceptos de proceso de Metabolismo social y el Metabolismo social propuestos por el Dr. Toledo en su trabajo El metabolismo social: una nueva teoría socioecológica, que dieron origen a nuestro modelo.
En donde
El acto de apropiación en las sociedades actuales, lo realiza el conjunto de unidades de apropiación (P). Los materiales y energías apropiados son después circulados (Cir) por diferentes vías, en su caso transformados (Tr), y finalmente consumidos por la industria y las ciudades. Todos estos procesos generan, a su vez, un flujo de desechos hacia la naturaleza-excreción. Además de sus relaciones metabólicas con la naturaleza (input y output), las sociedades también importan y exportan bienes con otras sociedades (Toledo, 2013: 49).
Figura II.2. El acto de apropiación en las sociedades actuales de Toledo (2013: 49), y la interpretación del proceso del metabolismo social de materia y energía
Fuente: Elaboración propia.
La fractalidad de Benoît Mandelbrot aplicada al metabolismo social:
Existe un gran consenso en que bajo el nombre de fractales se incluyen aquellos objetos matemáticos con los mismos rasgos, si bien la definición concreta no es aplicable a todos ellos. Por este motivo, la mejor manera de poderlos describir es señalando una serie de propiedades que tienen en común. Tienen el mismo aspecto a cualquier escala de observación. Tienen longitud infinita. No son diferenciables. Esto es, están lleno de irregularidades. Tienen dimensión no entera. Para comprender mejor algunas de estas propiedades, vamos a centrarnos en un tipo concreto de fractales, los llamados determinísticos o matemáticos, que se obtienen a través de la iteración infinita de un proceso geométrico bien especificado. El proceso geométrico suele ser de enunciado muy simple, pero que al final da lugar a una estructura compleja, obtenida mediante la repetición infinita del proceso. En este tipo de fractales, es muy evidente la propiedad de autosemejanza, ya que una pequeña sección del fractal puede ser vista como una réplica a menor escala de todo el objeto. (Navas y Quesada, 2013: 10)
Cuando la unidad de apropiación básica comienza a generar su propia energía para autoconsumo adopta de forma clara la misma configuración que el metabolismo donde reside y se produce autosimilaridad del sistema que lo contiene, hecho que lo acerca más a la imagen del metabolismo de un ser vivo. Así, desde el punto de vista funcional, la unidad de apropiación que inicia con la producción de biomasa y energía adopta una fractalidad del tipo autosimilitud exacta.
Métodos de medición, absolutos y relativos o indirectos
Para realizar mediciones dimensionales se recurre a dos métodos fundamentales: la medición indirecta y la medición directa. Las mediciones indirectas o referenciales también conocidas como comparativas se realizan comparando la materia o energía apropiada o excretada con un estándar conocido previamente; mientras más conocidas sean las medidas del parámetro de referencia, más fácil será la medición. La medición comparativa puede hacerse con referencia a la repetición en el tiempo de un evento, por ejemplo, las bolsas de basura que depositas en el contenedor cada semana. Para las mediciones directas o absolutas se utilizan instrumentos de medición que nos permiten conocer las cantidades exactas de lo apropiado o excretado, lo que nos otorga un control más efectivo de los efectos de las dimensiones de actuación (Keyence, 2021). Los ejemplos más socorridos provienen del consumo de energía eléctrica y el agua.
Elementos sustantivos le dan existencia material al modelo
Debido a que esta unidad de apropiación por su carácter consumidor final se vale de proveedores intermedios para sus procesos de apropiación-excreción, su relación de crecimiento es geométrica y variable sobre los “flujos ocultos” requeridos para la producción de lo que se apropia y excreta, o “mochila ecológica”, como la llama Gonzales (2016). Este hecho implica que prácticamente todos los aspectos de la vida urbana deban ser contabilizados como promotores de entropía al ambiente y, en contra parte, todas las acciones que se tomen para mitigar el impacto cuentan de forma consistente en su disminución. Lo anterior otorga el marco referencial para la integración de todos los elementos del modelo que proponemos y que mostramos a continuación, el esquema general de los componentes del modelo de auto-sostenibilidad urbana se visualizan en la siguiente figura:
Figura II.3. Esquema general del modelo
Fuente: Elaboración propia.
Cómo se asimila el modelo de autosostenibilidad urbana al proceso del metabolismo social
La unidad de apropiación básica dentro del modelo del metabolismo social es el hogar, que normalmente se percibe como consumidor y excretor de energía entrópica al ambiente (como tendencia al desorden), normalmente considerada contaminante; tan pronto dicha unidad básica comienza a generar energía propia a través de la creación de biomasa —como plantas alimenticias o energía eléctrica— se opera un cambio en donde ésta comienza a disminuir la apropiación de energía del medio y por ende las excretas al mismo. Cuando la autoproducción genera excedentes, éstos son devueltos al metabolismo social en forma de energía neguentrópica, entendida como aquella que tiende al orden y que puede ser apropiada a su vez por otras unidades básicas de apropiación. Según el principio de gradualidad antes mencionado, cualquier esfuerzo en ese sentido irá disminuyendo la consecuente carga al medio sin detrimento de la satisfacción de las necesidades de un hogar. En la figura II.4 se observa el modelo de autosostenibilidad urbana como fractalidad del metabolismo social:
Figura II.4. Asimilación del proceso de metabolismo social en un hogar y autosimilaridad de la unidad de apropiación con el metabolismo social
Fuente: Elaboración propia.
La autosemejanza con el sistema que lo alberga y la capacidad de iteración que de facto se ha dado le confiere la característica de fractalidad y le permitiría entonces crecer de forma deliberada y al mismo tiempo fluida. Es nuestra hipótesis más preciada el hecho de que pudiera existir una masa crítica de pequeños fractales, que una vez alcanzada reprodujera el sistema completo de forma autónoma y con ello una sistemática descarga de presión al ambiente.
Figura II.5. Fractalidad del metabolismo social
Fuente: Elaboración propia.
Factores críticos para lograr el crecimiento fractal del modelo
El principal factor sería el desarrollo, distribución y financiamiento blando de paquetes ecotecnológicos llave en mano para uso doméstico, sencillos y eficaces. En este punto es necesario hacer hicapié en el enorme riesgo que conlleva una política energética equivocada, que inhiba la autoproducción de energía eléctrica en los hogares. Los paquetes tecnológicos para producción vegetal en el hogar aún están ligados a la información de los proveedores que están dispuestos a otorgarlos, y hasta el momento es muy limitada y condicionada.
Para lograr un crecimiento fractal, los paquetes tecnológicos deben ser de alto nivel, entendido esto como de lenguaje sencillo y de fácil comprensión. La normalización de los servicios municipales de disposición de desechos que hagan, por ley, la correcta separación y revalorización de los mismos. Para lograr el crecimiento fractal del modelo los servicios municipales de disposición de desechos no deben estar sujetos a la discrecionalidad de los ciudadanos, al menos no por el momento.
Es necesario emitir leyes y reglamentos que induzcan al manejo responsable de los desechos urbanos. Apoyos municipales en forma de subsidios directos a quienes tomen la alternativa de la autosostenibilidad. Si bien existen algunos subsidios para la adquisición de ecotecnias en las casas habitación de tipo Infonavit, éstas deben emplearse a todo el espectro de la clase y media a través de la disminución de impuestos prediales y otro tipo de incentivos de forma organizada, sistemática y evaluada. E involucrar a los niños en la gestión del hogar, jugando.
En nuestra experiencia, los pequeños son muy sensibles en la creación de la vida y cuidado del ambiente, eso constituye sin duda el mayor valor y estrategia posible para adoptar un modelo de esta naturaleza, extendiendo la participación a los adolescentes como formación para la vida. Los niños y los adolescentes juegan un papel muy importante dentro nuestro modelo, los expertos en neurociencia y psicología han determinado que el cerebro es plástico y que la inteligencia puede ser maleable.
Conclusiones
Todo esfuerzo hacia la autosostenibilidad implica una predisposición anímica y un conjunto de principios y valores que son inherentes a una responsabilidad social. La principal contribución del modelo de autosostenibilidad urbana es la conceptualización de todos los elementos que la constituyen como un fractal del metabolismo social donde reside, los factores críticos para lograrlo, e impulsarla como una cultura ciudadana factible. El presente modelo de autosostenibilidad urbana, desde el punto de vista del metabolismo social, disminuye de forma fáctica la apropiación de energía del ambiente disminuyendo consecuentemente las excreciones y la presión al medio. En su carácter de fractalidad, la autosemejanza e iteración abren la posibilidad de crecimiento natural que puede ser impulsado con esfuerzos focalizados.
El principio de gradualidad permite que todo esfuerzo aplicado en la gestión del hogar como unidad de apropiación abone de manera positiva en la disminución de la entropía del sistema, en tanto que el principio de medición otorga la conciencia personal incremental de los efectos de la apropiación y de la excreción en pos de su reducción.
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