IX. La influencia de la bioética en la movilidad social y educativa

https://doi.org/10.52501/cc.212.09


Marcela Veytia López

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Octavio Márquez Mendoza

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Rosalinda Guadarrama Guadarrama

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IX. La influencia de la bioética en la movilidad social y educativa

Marcela Veytia López*
Octavio Márquez Mendoza**
Rosalinda Guadarrama Guadarrama***

DOI: https://doi.org/10.52501/cc.212.09

Resumen

La bioética, la movilidad social y la movilidad educativa son conceptos que desempeñan un papel crucial en la configuración de la sociedad moderna. La bioética aborda cuestiones éticas relacionadas con la vida y la salud. Por lo tanto, aspectos como la movilidad social y la movilidad educativa son conceptos cruciales en el estudio de la sociedad contemporánea. La primera se refiere a la transición o cambio de un individuo o grupo de individuos de una posición a otra de diferente rango o posición en la jerarquía social, económica o cultural, mientras que la segunda se centra en el papel de la educación en este proceso. Ambos conceptos están estrechamente relacionados y se influyen mutuamente, ya que la educación relacionada con el ingreso económico desempeña un papel fundamental en la promoción de la movilidad social.

Palabras clave: Bioética, movilidad social, movilidad educativa, ingreso, educación.

Movilidad social: definición y tipos

La movilidad social se refiere al movimiento de individuos o grupos de un estrato social a otro (Blejer, 1977). Este movimiento puede ser ascendente cuando una persona o grupo mejora su posición social, o descendente cuando la posición social se deteriora (Campos- Vázquez et al., 2015), ante lo cual toman parte una serie de condiciones personales; sobre todo, el nivel de ingresos, el nivel educativo o la profesión. (Fernández-Guzmán, 2019).

Por su parte, Vélez-Grajales, Campos-Vázquez y Fonseca (2015) mencionan que la movilidad social alude a los cambios experimentados por los miembros de una sociedad en su posición en la distribución socioeconómica. Una condición necesaria para lograr una sociedad móvil es garantizar la igualdad en las condiciones de competencia. Para ello, sin embargo, es menester proporcionar a los miembros de una sociedad de herramientas y condiciones básicas como la educación y la salud, y por el otro, garantizar las condiciones de igualdad de competencia en el mercado laboral. De concretarse la premisa anterior, la realización de vida de los individuos dependerá en mayor medida de su talento y esfuerzo, disminuyendo la probabilidad de que ésta sea determinada por sus características personales o físicas.

Fernández (2022) menciona que la concepción sobre movilidad social se refiere a la capacidad de un individuo o grupo social para transformar su posición en el sistema social. Se puede comparar la profesión, el poder adquisitivo, la educación, entre otras. La movilidad social también repercute en la cohesión social, la igualdad, la estabilidad económica y la felicidad. En consecuencia, resulta imprescindible separar los aspectos que posibilitan la movilidad, así como aquellos que pueden suponer una barrera para tal efecto. Campos (2015) considera que la movilidad social mide el grado en que una persona u hogar cambia su estatus socioeconómico en un periodo de tiempo determinado. De tal forma, al medir la movilidad social, resulta posible cuantificar por cuán cerca o lejos se está del ideal de una sociedad meritocrática. En esa sociedad, cualquier persona, independientemente de en qué familia o colonia nazca, puede desarrollar y potenciar las habilidades que cultive para poder tener una vida plena.

La movilidad social es definida por Dalle (2019) como el agrupamiento poblacional perdurable, delimitado con base en el tipo y magnitud de recursos sociales, económicos y culturales, los cuales contribuyen a delinear las oportunidades de vida con las que cuentan las personas. Para comprender la consolidación de una clase social específica, así como su reproducción en el tiempo, resulta necesario dar cuenta tanto de los grupos ocupacionales a los que pertenecen los individuos como de las formas de sociabilidad desarrolladas entre sí. Esto significa que las clases sociales determinan una identidad o una forma de concebir al mundo social a partir de unos consumos y gustos, creando una dimensión simbólica que las distingue.

En el mismo sentido, Dalle (2019) considera que los estudios sobre la movilidad proporcionan elementos para recrear en qué medida las posiciones de clase ocupadas por las personas se heredan o si es posible trascenderlas en la experiencia propia o a través de los hijos y las hijas. Así, la movilidad social constituye una medida del carácter abierto o cerrado de una sociedad y del nivel de inequidad con que se distribuyen las oportunidades de acceso a distintas posiciones de clase jerarquizadas en términos de estatus socioeconómico, poder y prestigio. De modo tal es que se pueden considerar, según Dale, cuatro enfoques típicos sobre movilidad social.

  1. Los estudios vinculados con el análisis de la evolución de la estructura ocupacional en un período específico, los cuales se basan en la observación de cambios en el tamaño y en la composición de las clases o fracciones de clase.
  2. El análisis de la movilidad intergeneracional; estudio consistente en la comparación de la clase originaria, así como la posición de clase del encuestado/a en el momento de la encuesta.
  3. Los estudios que indagan sobre el proceso de logro de estatus, los cuales analizan el peso relativo de factores adscritos ligados a la herencia social familiar (posición de clase y nivel educativo de los padres, origen étnico) y adquiridos (educación) en el logro ocupacional (de clase). Dichos estudios comparan los grupos sociales, al tiempo que analizan los cambios en el tiempo, para conocer la existencia de tendencia hacia la reproducción de las desigualdades de origen o una apertura de la estructura de estratificación social a través de la educación.
  4. Los estudios biográficos sobre las trayectorias familiares de clase, los cuales posibilitan la comprensión de experiencias ligadas a los cambios intergeneracionales de inserción objetiva en la estructura social (Dalle, 2016).

La movilidad social es un fenómeno complejo, el cual permite observar la capacidad de las personas y las entidades sociales para permutar su posición en la jerarquía social. Este concepto resulta fundamental para comprender la dinámica de las sociedades modernas, pues posibilita el mejoramiento de las condiciones de vida, al tiempo que promueve la equidad y la justicia social. En modo tal, la movilidad social se puede manifestar de varias formas:

Tipos de movilidad social

La movilidad social vertical se produce cuando un individuo o grupo cambia su posición en la jerarquía social. Este tipo de movilidad puede ser ascendente o descendente y es comúnmente asociada con cambios en el estatus económico y educativo (Sorokin, 1959). Según Lipset y Bendix (1959), la movilidad vertical es un indicador clave de la apertura y la igualdad de oportunidades en una sociedad. Mientras que la movilidad social horizontal se refiere al cambio de posición social dentro del mismo estrato o nivel. Esto implica un cambio en la ocupación o el estatus laboral, sin afectar la posición general en la jerarquía social (Sorokin, 1959). Por ejemplo, un empleado que cambia de trabajo dentro de la misma categoría laboral experimenta una movilidad social horizontal.

Otro aspecto importante dentro de la movilidad social es la movilidad intergeneracional, la cual se determina comparando la posición de los progenitores del individuo, respecto a la posición de él mismo en una misma edad determinada, de manera que sea una movilidad social ya sea ascendente, en la cual se alcanza una promoción social, o descendente en la cual el resultado es una degradación social (Sokołowska, 2014). Para el estudio de la movilidad social intergeneracional se consideran tres dimensiones: ingreso, educación y clase social o estrato socioeconómico (Vélez-Grajales, Campos-Vázquez y Fonseca, 2015); en cuanto a la movilidad intrageneracional, esta considera los cambios y movimientos en el ciclo de vida de un individuo tomando en cuenta factores como la ocupación y el ingreso (Marcel, 2009).

La movilidad educativa se enfoca en el papel que la educación juega en la movilidad social. La educación se considera una herramienta fundamental para el ascenso social, ya que proporciona conocimientos y habilidades que pueden mejorar las perspectivas laborales y económicas de un individuo. Aguilar-Cruz y Pérez-Mendoza (2017) mencionan que la movilidad educativa permite el desplazamiento de estudiantes hacia nuevos escenarios de aprendizaje, con el propósito de fomentar el desarrollo de habilidades intrapersonales, sociales y el enriquecimiento cultural, articulando novedosas formas de la transmisión de la educación como parte de la formación del estudiante.

La educación amplía las oportunidades disponibles para los individuos. Según Boudon, “la educación no sólo es un medio para adquirir conocimientos, sino que también es un vehículo para acceder a ciertos trabajos y posiciones en la sociedad”(1974, p. 56). Un individuo con una educación más sólida, generalmente, tiene acceso a trabajos mejor remunerados y con mayores perspectivas de crecimiento; es decir, el nivel de instrucción y de cualificación se convierten en instrumentos de selección para el acceso al empleo y a la promoción dentro de una profesión (González-García, 1993). Se ha identificado que en los grupos poblacionales de menores ingresos sus integrantes aumentaron su logro educativo en la primaria, alcanzando a los grupos con mayores ingresos en los niveles de conclusión y reduciéndose, así, la brecha entre la población de ingresos más rico y la más pobre (cepal,2020).

La educación también desempeña un papel importante en la movilidad intergeneracional, que se refiere a la capacidad de una generación para mejorar su estatus social en comparación con la generación anterior (Yánez-Contreras y García-Correa, 2013), por lo que la educación es un predictor clave de la movilidad intergeneracional. Los hijos de padres con educación superior tienen más probabilidades de acceder a la educación superior y, en última instancia, mejorar su posición social. La educación superior sigue siendo estratégica para la sociedad como uno de los mecanismos, quizá el más poderoso, en la movilidad social de sus egresados (López-Morales, 2018).

Interconexiones entre movilidad social y movilidad educativa

La relación entre la movilidad social y la movilidad educativa es innegable. La educación es un factor clave en la promoción de la movilidad social, ya que proporciona a los individuos las herramientas necesarias para mejorar su posición en la sociedad. A su vez, la movilidad social puede afectar la inversión en educación y las perspectivas educativas de las generaciones futuras.

La educación es a menudo considerada como el principal vehículo de movilidad social. Un estudio de Blanden y Gregg (2004) en el Reino Unido encontró que “la educación superior es un predictor sólido de la movilidad social ascendente”. Aquellos que obtienen títulos universitarios tienden a tener más oportunidades de empleo y, en última instancia, una mayor movilidad social.

La movilidad social también tiene un impacto en la inversión en la educación de las generaciones futuras. Cuando los padres experimentan una movilidad social positiva, a menudo están dispuestos a invertir más en la educación de sus hijos, lo que puede crear un ciclo de movilidad ascendente. Por el contrario, la movilidad social descendente puede llevar a una disminución de la inversión en la educación, lo que dificulta la mejora del estatus social. A pesar de su importancia, la educación no siempre garantiza la movilidad social. Existen desafíos significativos en el acceso a una educación de calidad, que pueden ser un obstáculo para aquellos que buscan mejorar su posición social. La desigualdad en la educación, la falta de recursos, la discriminación y otros factores pueden limitar las oportunidades educativas y, en última instancia, la movilidad social.

Desafíos y barreras para la movilidad social y educativa

A pesar de la importancia de la movilidad social y educativa, existen numerosos desafíos y barreras que limitan el acceso a oportunidades educativas y la capacidad de mejorar la posición social. Algunos de estos desafíos incluyen:

  • Desigualdad económica y acceso a la educación. La desigualdad económica es un obstáculo importante para la movilidad social y educativa. Las familias de bajos ingresos a menudo enfrentan dificultades para acceder a una educación de calidad, lo que perpetúa la brecha de oportunidades. Un informe de la unesco (2016) señaló que “la desigualdad en la inversión en educación puede exacerbar la desigualdad en la movilidad social”.
  • Discriminación y sesgo en la educación. La discriminación y el sesgo en la educación son barreras significativas para la movilidad social. Las personas pertenecientes a grupos minoritarios o marginados pueden enfrentar obstáculos adicionales en su acceso a una educación de calidad y en la búsqueda de empleo. Esto puede limitar sus perspectivas de movilidad social.
  • Costos de la educación y la deuda estudiantil. Los crecientes costos de la educación superior y la acumulación de deuda estudiantil pueden convertirse en una carga para los individuos y sus familias. Esto puede limitar las decisiones educativas y profesionales, lo que afecta la capacidad de lograr la movilidad social. Investigaciones de Dynarski (2015) han destacado la importancia de abordar la deuda estudiantil en la promoción de la movilidad educativa y social.

Sin embargo, la movilidad educativa también está marcada por la desigualdad. Las barreras económicas, la falta de acceso a educación de calidad y la discriminación pueden limitar las oportunidades educativas, lo que a su vez afecta la movilidad social.

Bioética. Un marco ético para abordar desigualdades

La bioética es una disciplina que aborda cuestiones éticas relacionadas con la vida y la salud, incluyendo temas como la toma de decisiones médicas, la investigación en salud y la justicia en la distribución de recursos de atención médica. Aunque la bioética se ha centrado tradicionalmente en cuestiones médicas y de investigación, su alcance se ha expandido para abordar cuestiones sociales y éticas más amplias, incluyendo la desigualdad en salud y la justicia social.

Con base en determinadas aportaciones históricas se ha considerado que el concepto de bioética fue introducido en 1970 por el bioquímico y oncólogo estadounidense Van Ransselaer Potter, a través de un artículo publicado en la revista Perspectives in biology and medicine titulado “Bioethics: The science of survival”. Con dicho término, Potter se refería a las problemáticas inherentes al vertiginoso desarrollo tecnológico, el cual otorga al ser humano el poder de alterar el medio ambiente, así como el de manipular la intimidad del ser humano. Por añadidura, la bioética pretende orientar este inherente poder en beneficio del ser humano y de su entorno natural (Maya Mejía, 2011).

Otras acepciones sobre el tema consideran que la conceptualización sobre la bioética surgió durante 1927, cuando el filósofo alemán Fritz Jahr acuñó el concepto para referirse a las decisiones morales pragmáticas y sensatas que debían tomarse en el ámbito clínico. De tal modo, la bioética servía como marco referencial para las ciencias, las cuales deberían mantener una evidente responsabilidad moral y respeto hacia todas las formas orgánicas del planeta (Tacumá Prada, 2021). Florencia Luna significa a la bioética como una ciencia enmarcada en la necesidad de reflexionar sobre los dilemas éticos manifiestos en la medicina y la ciencia. Tal es el caso de la admisibilidad de la investigación con células embrionales, decisiones al final de la existencia, el aborto, entre otras. Así, la bioética pugna por la defensa de la dignidad de las personas (Florencia Luna, 2008).

Hernández Álvarez asume que la bioética se manifestó a raíz del surgimiento de incipientes problemáticas morales, es decir, preguntas focalizadas hacia los sistemas de valores existentes, propiciados por la intervención humana sobre la vida de las personas. En consecuencia, la bioética utiliza los preceptos éticos para reflexionar sobre los mismos y emplearlos en beneficio de la colectividad (Hernández Álvarez, 2001).

La bioética es, en suma, una respuesta primordial a la gran cantidad de conflictos acontecidos a partir del irrefrenable avance de los conocimientos científicos y tecnológicos en áreas tan divergentes como la medicina y la biología, aunados a la identificación de los efectos destructivos en el medio ambiente, como consecuencia de la contaminación (Arana, 2001). Por lo anterior, la bioética puede ser un marco útil para abordar las desigualdades en la movilidad social y educativa. La bioética promueve la toma de decisiones éticas que tengan en cuenta los valores, la justicia y el bienestar de todos los individuos. En el contexto de la movilidad social y educativa, la bioética puede desempeñar un papel crucial al abogar por políticas y prácticas que promuevan la igualdad de oportunidades y la equidad en la educación.

Ahora bien, la bioética puede influir en la movilidad social y educativa de diversas maneras. Aquí se exploran algunas de las formas en que la bioética puede abordar las desigualdades en estos ámbitos:

  1. Acceso a la atención médica y educación de calidad. La bioética promueve la idea de que todas las personas tienen derecho a una atención médica de calidad y a una educación de calidad. Esto implica abogar por políticas que garanticen el acceso a servicios de salud y educación sin importar el origen étnico, el género o el nivel socioeconómico. La bioética aboga por la eliminación de barreras económicas y la discriminación que puedan limitar el acceso a estos servicios esenciales.
  2. Justicia distributiva. La justicia distributiva es un principio central en la bioética que se refiere a la distribución justa de recursos y oportunidades. En el contexto de la movilidad social y educativa, la bioética aboga por la redistribución de recursos para garantizar que las personas tengan igualdad de oportunidades. Esto puede incluir la asignación equitativa de recursos educativos y la implementación de políticas que reduzcan la brecha de desigualdad en la educación.

Ética en la investigación y política educativa

La bioética también se aplica a la investigación y la política educativa. La investigación en educación debe ser ética y evitar prácticas discriminatorias o sesgadas. Además, las políticas educativas deben ser evaluadas desde una perspectiva ética para garantizar que promuevan la igualdad de oportunidades y la justicia educativa.

La bioética desempeña un papel en la toma de decisiones éticas relacionadas con la genómica y la medicina personalizada, que tienen el potencial de influir en la movilidad social. Garantizar que estas tecnologías sean accesibles y equitativas es fundamental para prevenir la exacerbación de las desigualdades sociales.

Aunque la bioética ofrece un marco ético valioso para abordar las desigualdades en la movilidad social y educativa, existen desafíos y barreras significativas en su aplicación. Algunos de estos desafíos incluyen:

  • Falta de conciencia y formación. La falta de conciencia y formación en bioética puede limitar su aplicación efectiva en la movilidad social y educativa. Es importante promover la educación en bioética para que los profesionales de la educación, la salud y otros campos puedan comprender y aplicar principios éticos en su trabajo.
  • Resistencia a los cambios y la inercia institucional. La resistencia a los cambios y la inercia institucional pueden dificultar la implementación de políticas y prácticas éticas en la educación y la atención médica. Superar estas barreras requiere un compromiso con la equidad y la justicia.
  • Desafíos políticos y financieros. La bioética a menudo se enfrenta a desafíos políticos y financieros. Las decisiones éticas a veces pueden entrar en conflicto con intereses económicos o políticos. La superación de estos obstáculos requiere un enfoque basado en principios éticos y la presión de la sociedad civil.

Reflexiones finales

La movilidad social y educativa son aspectos cruciales de una sociedad justa y equitativa. La educación desempeña un papel fundamental en la promoción de la movilidad social, pero las desigualdades en el acceso a la educación y la atención médica pueden limitar estas oportunidades. En este contexto, la bioética emerge como un marco ético valioso para abordar las desigualdades en la movilidad social y educativa.

La bioética promueve la igualdad de oportunidades, la justicia distributiva y la toma de decisiones éticas en la atención médica y la educación. Sin embargo, existen desafíos en la aplicación efectiva de la bioética, incluyendo la falta de conciencia, la resistencia a los cambios y los desafíos políticos y financieros.

En última instancia, la bioética puede servir como un faro ético que guíe nuestras acciones y políticas hacia una sociedad más justa y equitativa, donde la movilidad social y educativa estén al alcance de todos, sin importar su origen social o económico. La aplicación de principios éticos en estos ámbitos es esencial para construir un mundo más igualitario y justo. La combinación de movilidad social, movilidad educativa y bioética es una poderosa herramienta para abordar desafíos sociales y trabajar hacia un futuro más prometedor para todos.

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