3. Oportunidades de agronegocios en el subsector pecuario en México

https://doi.org/10.52501/cc.204.03


Leonel Avendaño Reyes


Ulises Macías Cruz


Dimensions


3. Oportunidades de agronegocios en el subsector pecuario en México

Leonel Avendaño Reyes*
Ulises Macías Cruz**

DOI: https://doi.org/10.52501/cc.204.03

Resumen

Las actividades pecuarias son negocios rentables, ya que la generación de alimentos y su comercialización satisfacen la inevitable necesidad de alimentar a la población. Además, la producción pecuaria primaria es esencial para el desarrollo de otros sectores por considerarse un sólido impulsor de la actividad económica. El subsector pecuario mexicano sobresale por ser el onceavo productor mundial de productos pecuarios. La crianza de animales domésticos no es solamente para el consumo de carne, sino también se asocia con la obtención de leche, huevos, grasa, pieles y abonos, así como con la elaboración de quesos, mantequillas y cremas. Ante este contexto, es importante que el gobierno adopte medidas para continuar apoyando el crecimiento de este subsector, ya que es responsable en gran medida de la seguridad alimentaria de México. En la medida que los negocios en el subsector pecuario sean rentables, las necesidades de alimentos serán satisfechas. En este documento se presenta una panorámica sobre los principales productos pecuarios que se producen en México, así como las ventajas y desventajas de los mismos, enfatizando en las cadenas productivas de carne y leche de bovinos, pollo, huevo, y carne de ovino y cerdo.

Palabras clave: Carne de res, leche, huevo, pollo, ovino-caprinos, plan de negocios.

Introducción

Actualmente, México y el mundo no se han recuperado de los efectos de la pandemia COVID-19, y aunado a eso se tienen conflictos internacionales que afectan la producción y distribución de alimentos, condiciones que conducen a que alrededor de 810 millones de personas en el mundo padezcan hambre, lo cual representa un llamado generalizado para lograr la paz y la seguridad alimentaria. En México, los modelos económicos adoptados por el gobierno para el sector agropecuario han dado como resultado una creciente dependencia alimentaria, un aumento en el porcentaje de la población con inseguridad alimentaria, un crecimiento importante en la migración y un déficit en la balanza comercial agropecuaria (Murray, 2022). La alarmante dependencia alimentaria sugiere que México ocupa el primer lugar como importador de leche en polvo, mientras que en carne no sólo importamos una gran cantidad, sino que además exportamos bovinos en pie, lo cual da como resultado que exportemos barato y compremos caro (Castro-Sámano et al., 2019). Sin embargo, las actividades agropecuarias poseen un papel fundamental en la economía de México porque representan entidades económicas que proveen los recursos naturales que forman parte esencial de la alimentación en la población mexicana. Esto significa que la agricultura y la ganadería constituyen negocios que producen ganancias económicas porque es un sector que genera las dos fuentes básicas de alimentación humana, los cultivos y los animales. De hecho, México es reconocido internacionalmente como un país netamente ganadero, ya que ostenta varios estados y regiones donde una de las actividades más importantes, desde la perspectiva pecuaria, es la explotación de distintas especies domésticas como son bovinos lecheros, bovinos de carne, porcinos, aves, ovinos y caprinos. Un ejemplo de ello es que México se encuentra entre los principales productores y exportadores de carne de bovino en el mundo. Sin embargo, en las últimas décadas, los agronegocios asociados al subsector pecuario en México han enfrentado diversas problemáticas como el incesante aumento de precios en los insumos de producción, cambios en los patrones de precipitación que provocan sequías prolongadas y competencia desleal por importaciones masivas de insumos y productos pecuarios, lo que en general ha conducido a problemas para abastecer la demanda interna del país. En su conjunto, estas problemáticas han promovido que la producción pecuaria muestre variaciones importantes y una mayor dependencia de los mercados internacionales, lo que resulta en una inestabilidad en la industria pecuaria en general (cedrssa, 2020).

A pesar de este escenario, la ganadería es y seguirá siendo un negocio rentable e indispensable por ser responsable de la producción de alimentos de primera necesidad y alta demanda como son leche y carne de diferentes especies domésticas. Asimismo, también puede generar ingresos por la crianza de bovinos, ovejas, cabras, conejos y aves de corral. De hecho, México se considera el séptimo lugar como exportador de proteínas de origen animal en el planeta (Castro-Sámano et al., 2019). En general, el subsector pecuario en México ha presentado un crecimiento exponencial desde que se creó el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (tlcan) en 1994 y ahora Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (t-mec desde el 2020); desde 2015 este crecimiento ha sido consistente a pesar de contingencias como la pandemia y otros conflictos sociales y geopolíticos recientes a nivel mundial. Las necesidades actuales de este subsector son bien conocidas e incluyen: innovación y tecnologías, costo accesible en los insumos, estado de derecho y seguridad, así como fuentes de financiamiento a productores.

En México existen áreas de oportunidad en el subsector pecuario, dado que en general este subsector produce el 83% de lo que se consume en nuestro país, esto es, la demanda de productos alimenticios de origen animal es de aproximadamente 30 millones de toneladas y se producen 24 930 000 toneladas de alimentos. En el caso de la carne de res se produce un 10% más de lo que se requiere, mientras que en la producción de huevo el país es autosuficiente. Por el contrario, en carne de pollo y leche existe un faltante cercano al 20% de la demanda, mientras que en carne de cerdo se tiene un déficit de 42% en la demanda nacional (Anaya, 2022). La Figura 1 muestra la contribución de las distintas fuentes de carne procedente de animales doméstico en México. Ante este contexto, es evidente que existen grandes oportunidades de crear negocios rentables en el subsector pecuario. El objetivo de este documento es describir los diferentes sistemas de producción pecuario más importantes en México asociados a la producción de carne, leche y huevo, enfatizando en las posibles oportunidades para la creación de empresas pecuarias.

Figura 1. Principales fuentes de carne para alimento de especies domésticas en México en 2013

Fuente: Tomado de agropec-23, https://agropecduranguense.wordpress.com/2013/05/21/30/

Negocios pecuarios en México

Cadena productiva de carne de bovino

Los negocios relacionados con la industria de la carne de bovino en México incluyen la producción, cría, engorda, transporte, procesamiento y empacado; un sistema adicional lo constituye el doble propósito, el cual obtiene ingresos de la venta de animales para carne y de la producción de leche (Suárez-Domínguez y López-Tirado, 2005; Murray, 2022).

El sistema vaca-becerro es la etapa inicial de esta gran cadena productiva y se refiere a la producción y crianza de becerros hasta el destete, etapa en la cual estos animales son vendidos dentro del propio país o al extranjero. Es decir, abarca desde que la vaca es preñada hasta que su cría se desteta o se alimenta por sí misma. La producción de becerros tiene dos objetivos empresariales, el primero se refiere a la comercialización de becerros destetados a engordas o pre-engordas ubicadas en diferentes estados del país, mientras que la segunda está encaminada a la exportación de becerros destetados hacia Estados Unidos, llamada también exportación de ganado en pie (Callejas y Rebollar, 2021).

Las explotaciones dedicadas al sistema vaca-becerro operan siguiendo ciertos parámetros que sirven como indicadores de eficiencia de esta actividad, entre los que se encuentran la tasa de preñez y el porcentaje de crías destetadas de las vacas o vientres, el porcentaje de mortalidad en madres y crías, la ganancia de peso pre-destete y el peso obtenido hasta el destete por los becerros producidos. Por el lado de la eficiencia económica, en estas unidades de producción se tiene un parámetro resumen que es el costo de producir un becerro destetado, lo cual incluye los costos por mantenimiento de la vaca o vientre y el costo de producir una hembra que reemplazará a la vaca cuando ésta tenga que desecharse por cualquier factor que vuelva incosteable su estancia en el negocio como pueden ser la edad, presencia de enfermedades o problemas de fertilidad (Callejas et al., 2015). Este tipo de actividad económica se desarrolla básicamente en ranchos con agostaderos o pastizales de grandes extensiones ubicados generalmente en zonas serranas donde la disponibilidad del forraje se produce de manera natural, siendo determinada fundamentalmente por la presencia de lluvias.

Las explotaciones pecuarias dentro de esta categoría tienen presencia en prácticamente todos los estados de la República Mexicana en mayor o menor grado, pero es posible diferenciar tres zonas (Améndola et al., 2005): 1) zonas áridas y semiáridas, que se encuentran en el norte del país, tanto noroeste como noreste e incluye los dos estados ubicados en la península de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Tamaulipas y San Luis Potosí); 2) zona templada, ubicada en el centro del país e incluye Jalisco, Guanajuato, Aguascalientes, Tlaxcala, Querétaro, Puebla, Estado de México, Hidalgo y Michoacán); y 3) zonas tropicales y subtropicales que incluye los estados de Sinaloa, Nayarit, Colima, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Yucatán (figura 2).

Figura 2. Distribución de los estados de acuerdo a su ubicación en las zonas agroecológicas áridas, templadas y tropicales

Fuente: Tomado de Rubio et al. (2015).

Dado que este sistema depende en gran medida de las lluvias para el crecimiento del forraje nativo o inducido, la zona sur-sureste del país ha estado consolidándose en esta actividad por la gran disponibilidad de agua y el menor impacto del cambio climático; en este sentido, la zona norte ha experimentado sequías de larga duración que han mermada la cantidad de animales disponibles para la producción de becerros. Los genotipos de bovinos utilizados en la zona norte del país provienen en su mayoría de la Bos taurus, mientras que en la zona sur predomina el Bos indicus, lo cual está dado por el clima predominante en cada zona, pues el ganado Cebú (Brahman, Pardo Suizo, Nelore, Indubrasil, Gyr y sus cruzas con razas europeas) está mejor adaptado a zonas cálidas y baja calidad del forraje, mientras que las razas europeas (Beefmaster, Hereford, Angus, Charolais, Simmental, Limousin, entre otras) al clima frío y mejor calidad de forraje (Sánchez y García-Sánchez, 2019). Una empresa en esta cadena la constituye la engorda de becerros raza Holstein, que son machos nacidos en los establos lecheros que se envían a las engordas para su desarrollo y conversión en carne. Sin embargo, mientras la demanda de carne siga su tendencia al incremento, la demanda de becerros para satisfacer esta demanda también continuará creciendo (Loya y Herrera, 2019).

Otras dos vertientes empresariales derivadas de la cadena productiva de carne de bovino es la pre-engorda y la engorda. La pre-engorda consiste en desarrollar becerros ya destetados (aproximadamente 120 a 200 kg de peso) y llevarlos hasta los 250 a 350 kg para después ser vendidos a las empresas engordadoras, quienes continuarán con el crecimiento de estos animales hasta su finalización (~ 500 kg). Este tipo de empresas pecuarias tratan de producir kilogramos de carne en pie a muy bajo costo, básicamente desarrollando animales en praderas o pastizales, los cuales son ricos en proteína, por lo que suplementan ingredientes ricos en energía (granos, melaza, ensilado) para completar el desarrollo de este tipo de animales. Dado que no existen compras de grandes cantidades de granos y otros ingredientes de precio elevado, los costos de producción no son altos, pero generalmente los ganaderos cuentan con terrenos para el pastoreo, el cual es la principal fuente de alimentación.

Es importante mencionar que la calidad del forraje que se produce para el desarrollo de este tipo de animales es fundamental para que esta empresa sea realmente rentable; este escenario implica un buen manejo agronómico de la pradera, ya que influye en el rendimiento de los animales. También es común suplementar minerales en la pradera para mejorar el desempeño de estos animales. Un costo adicional que impacta en el buen desempeño de los animales es el uso de implantes anabólicos específicos para esta etapa de crecimiento animal, productos que pueden mejorar la eficiencia en el uso del alimento hasta en 15%. A pesar de todo lo anterior, las ganancias diarias de peso en estas unidades de producción pecuaria se encuentran debajo de un kilogramo (Pérez-Durón, 2022).

La segunda vertiente empresarial es la engorda de ganado hasta su finalización. En este tipo de unidades de producción, arriban los becerros recién destetados para su desarrollo y finalización, aunque este arribo puede darse también a edades más avanzadas, como son los animales que provienen de pre-engordas con pesos entre 350 y 380 kg. Las etapas dentro de una engorda completa de ganado, aunque con variaciones en tiempo debido a la edad y peso de arribo de los animales, así como por las características del mercado son: recepción o arribo de becerros recién destetados de los sistemas vaca-becerro (~20 días), crecimiento-desarrollo (entre 80 y 150 días) y finalización (entre 30 y 50 días). Cabe señalar que en estas unidades de producción el ganado está totalmente confinado o estabulado en corrales, y considerando un ciclo completo de engorda los animales pueden permanecer en corral hasta 160 días (entre 90 y 160 días).

Esto hace que los costos por alimentación sean elevados, ya que este concepto representa aproximadamente el 60% de todos los costos en este tipo de empresa pecuaria (Piñón-Howlet et al., 2015). Adicionalmente, se requieren fuertes inversiones para la preparación de las diferentes dietas utilizadas en el proceso, lo cual incluye almacenaje de ingredientes, molinos y mezcladoras, construcción de los corrales y oficinas, vehículos para transportar dietas, básculas, trampas de manejo, así como gastos generales diarios (medicamentos, sueldos, herramientas, implantes, vacunas, etc.). Las ganancias diarias de peso pueden llegar hasta 1.5 kg durante todo el periodo, alcanzando en el periodo de finalización hasta 2 kg/d.

El peso final puede variar entre 400 y 550 kg, en el cual finalizan la engorda en corral y son conducidos a la sala de matanza donde son sacrificados para ser vendidos; en canal o en corte. Es importante señalar que en los últimos años la engorda de ganado se ha convertido en una actividad concentrada en pocas unidades de producción, pero con un número muy grande de cabezas cada una de ellas. Por ejemplo, en zonas como Tamuín, San Luis Potosí, se cuenta con 3 grandes engordas que suman aproximadamente 300 000 animales; esta misma situación se observa en el Valle de Mexicali, Baja California, que cuenta con un número similar de animales en engorda, pero con unidades de producción pecuaria de distinto tamaño (5 000 a 115 000 cabezas).

Dado que el precio de la carne se ha triplicado en los últimos 40 años, el negocio de la ganadería sigue creciendo llegando a ser un negocio altamente rentable. Sin embargo, este crecimiento debe ser monitoreado debido a los efectos negativos de esta actividad sobre el ambiente como es la sobreexplotación de los agostaderos, las sequías extremas en combinación con altas temperaturas que se agravan por el calentamiento global, así como la expansión de enfermedades, hacen que este negocio sea vulnerable en el mediano plazo, incluso poniendo en riesgo su sobrevivencia (Murray, 2022).

Cadena productiva de leche

A pesar de que México ocupó el décimoquinto lugar en el mundo en cantidad de leche producida en el año 2020 y que ha mostrado un aumento gradual en los últimos años, su producción no es suficiente para satisfacer la demanda nacional. Esto se atribuye a que es una actividad muy heterogénea desde perspectivas tecnológicas, agroecológicas y socioeconómicas, lo que a su vez obedece a diferencias regionales en condiciones climáticas y prácticas tradicionales de producción (Cubas, 2022; siap, 2022). México cuenta con aproximadamente 2.5 millones de vacas lecheras y prácticamente todos los estados producen leche, aunque los estados con mayor producción y con mayor número de vacas lecheras son Jalisco, Coahuila, Chihuahua, Durango, Veracruz y Guanajuato; sin embargo, los cuatro primeros estados, que aportan 40 municipios, produjeron el 52.3% de la producción nacional en 2020 (Camacho et al., 2017; siap, 2022).

Es importante señalar que, en esta cadena productiva, el nivel de rentabilidad presenta una asociación muy fuerte con el tamaño del establo lechero, lo cual sugiere que existen economías de escala en este sector. A pesar de esto, el rubro más importante en esta empresa pecuaria, al igual que las restantes, es la alimentación; este concepto llega a concentrar entre 60 y 70% del costo de producción por litro de leche. Por esta razón gran parte de la investigación se dirige a tratar de reducir los costos de producción por concepto de alimentación, e implementar estrategias que reduzcan el consumo de alimento concentrado sustituyéndolo por ingredientes de menor costo, pero que no impacten en la cantidad y calidad de la leche producida. En este sentido, cabe mencionar que las plantas pasteurizadoras otorgan incentivos a las unidades de producción pecuaria cuya leche sea de buena calidad, con niveles altos de grasa y de proteína en la leche, así como a un producto limpio e higiénico; estos aspectos son tomados en cuenta por las plantas para la elaboración de subproductos como yogur, mantequilla, crema y por supuesto quesos (Ojeda, 2010; Robledo, 2018).

La zona norte del país, caracterizada por ecosistemas áridos y semi-áridos, posee las explotaciones con mayor nivel de tecnificación y ganado lechero especializado que alcanza rendimientos por encima de los 40 kg de leche diarios. En estos hatos, el uso de la raza Holstein es determinante como un genotipo altamente productivo, situación que difiere en la zona sur dado que las condiciones de elevada humedad y temperatura afectan el rendimiento de este genotipo, recurriendo al uso de cruzas con genotipos Bos indicus (Holstein x Gyr, Brahman x Holstein, Pardo Suizo x Brahman) para formar vacas tolerables al clima tropical, pero sacrificando su rendimiento (Nahed et al., 2008; Camacho et al., 2017).

No obstante, después de la pandemia COVID-19 la sociedad mexicana aumentó su consumo de productos lácteos, lo que se atribuyó a que buscaban alimentos que contribuyeran a mejorar el estado inmunológico, recayendo en parte esta responsabilidad a la leche y los quesos. En general, nuestro país ha sido tradicionalmente consumidor de productos lácteos, lo cual coloca a la cadena productiva de leche en una posición preponderante en la lista de alimentos que conforman la canasta básica. Al mismo tiempo, representa una oportunidad de establecer negocios asociados a esta actividad (Vega, 2021).

Dentro de los grandes productores lecheros, la producción primaria en materia de lácteos requiere de fuerte inversión para su establecimiento, ya que implica equipo especializado como una sala de ordeña automática, tanques de almacenamiento y refrigeración de la leche, ganado Holstein de calidad genética sobresaliente que garantice una elevada producción, maquinaria para la elaboración de las dietas y la distribución del alimento en los corrales, sala de crianza, equipo de enfriamiento para contrarrestar el estrés calórico en regiones cálidas, y los gastos generales como adquisición de insumos para las dietas (granos y forrajes), medicamentos, semen y material para la inseminación artificial, salarios, material de oficina y otros. La totalidad de la leche producida en estos establos tecnificados es prácticamente a las plantas pasteurizadoras, donde las empresas líderes son Lala, Nestle, Alpura, Liconsa, Sello Rojo y Liderlac (Robledo, 2018).

Por otro lado, los sistemas lecheros familiares se utilizan razas como Holstein y Pardo Suizo, tienen bajo nivel tecnológico y el ganado se basa en el pastoreo como principal fuente de alimento. Sus instalaciones son rudimentarias y predomina la ordeña manual o pequeñas ordeñadoras mecánicas. La leche que producen se usa para el autoconsumo o para la elaboración de queso para la venta, siendo el queso fresco el producto más vendido. Un punto importante en este modelo de producción es que pocos cuentan con tanque enfriador de la leche, lo cual representa un riesgo para la salud pública porque la leche es un producto que si no es enfriado puede ser contaminado rápidamente; por lo tanto, la inocuidad es un parteaguas en estos modelos productivos (Vega, 2021).

Adicionalmente, el gobierno mexicano mantiene a la leche como un producto estratégico de sus programas sociales, al entregar subsidios a los productores a través de la empresa gubernamental Liconsa, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (hoy Secretaría de Bienestar) y en apoyo a millones de mexicanos de bajos ingresos, lo que incluye a zonas marginadas e indígenas. Así, se distribuyen más de 3 millones de litros diarios de leche fortificada a un costo de aproximadamente 30 % menos que su valor comercial, esto es, a un precio preferencial. Por otro lado, el principal producto lácteo consumido en México es la leche pasteurizada, seguida de la leche ultra pasteurizada y la leche en polvo en tercer lugar, lo que surge como oportunidad de negocio para un sector de la población en el cual la producción primaria no es su principal operación. Es importante señalar que la leche de vida larga o leche larga vida se está posesionando como una de las preferidas por gran parte de los consumidores, ya que conserva su nivel nutricional y tiene una duración prolongada en refrigeración una vez que el empaque es abierto (Cubas, 2022).

El cambio climático afecta al sector lechero porque el calentamiento global, una de las consecuencias del cambio climático, se traduce en problemas de estrés calórico sobre el ganado productor de leche, lo que a su vez reduce sus parámetros productivos y reproductivos. Ante esta situación, es necesario invertir en estrategias ambientales para reducir el efecto del clima cálido. Otra consecuencia es la sequía, que modifica el patrón de lluvias haciendo que haya desabasto en los ingredientes usados para las dietas de las vacas lecheras como son granos (trigo, maíz, sorgo, algodón) y forrajes como alfalfa, maíz, avena, trigo (Avendaño-Reyes, 2012). Un ejemplo de esto es que en 2021 se presentó una sequía intensa que provocó un aumento de 40% en el precio de los forrajes destinados a la alimentación del ganado lechero. Otros insumos también aumentaron de precio, lo cual encareció la producción por litro de leche (Anaya, 2022). Entonces, el futuro de este sector primario será obtener ingredientes de bajo costo para las raciones y volver más eficientes a las vacas lecheras, con el objeto de reducir el costo de producción por litro de leche. Esto significa contar con materias primas, de origen nacional e internacional, a precios competitivos para impulsar el sector lechero y evitar la dependencia de otros países.

Cadena productiva avícola

Esta cadena productiva incluye la producción de huevo y la de carne de pollo y pavo. La industria avícola de México se considera la industria más dinámica del país y un sector estratégico para combatir la pobreza y el hambre, ya que representó en 2021 el 28.5% de la producción nacional pecuaria, mientras que a nivel mundial ocupó el sexto lugar en producción de carne de ave y quinto en la producción de huevo. Estos números indican que la industria avícola ha demostrado ser resiliente ante la problemática mundial, como fue la pandemia COVID-19, ya que este sector pecuario supo no solo mantener su producción, sino que la aumentó, ya que se adaptaron a los nuevos tipos de negocio, lo que les permitió satisfacer la demanda de la población mexicana (Sagarpa, 2021). En producción de carne de ave sobresalen los estados de Aguascalientes, Yucatán y Puebla, mientras que en la de huevo Jalisco, Puebla y Sonora. En cuanto al huevo, su comercialización se realiza en su gran mayoría a granel (73%), en empaques cerrados (20%) y sólo un 7% se dirige a la industria. Cabe señalar que este tipo de movimientos se realiza a través de mercados tradicionales y centrales de abasto que están presente en todas las ciudades mexicanas (cedrssa, 2019).

En cuanto a la carne de ave o pollo, se considera un alimento barato y accesible a la mayor parte de la población mexicana, de ahí que se considere a las aves un sector estratégico en México. Es el alimento que más proteína aporta (38.3%), estando por encima de la leche (18.8%), huevo (16.9%), carne de res (16.1%) y carne de cerdo (8.7%). Además, ofrece una gran variedad de platillos y combinaciones para prepararla, lo cual la vuelve líder en el mercado nacional (una, 2021).

Los sistemas de producción de huevo y carne de pueden ser de 3 tipos: el primero es el intensivo, en el cual las gallinas ponedoras permanecen en jaulas elevadas y se encuentran bajo techo permanentemente. Generalmente se utilizan naves de grandes extensiones para alojar un número grande de gallinas, por lo que la inversión en infraestructura es alta en estos sistemas, pero la producción de huevo es a gran escala. Este sistema posee los parámetros productivos más altos en cuanto a huevo y carne al utilizar razas muy especializadas para la producción. También se facilita el control de enfermedades por la limpieza y desinfección constante, sin embargo, en climas húmedos puede dar lugar a la rápida trasmisión de enfermedades. Los costos por alimentación son muy altos, pero dada la gran productividad de los animales, se pueden lograr fuertes ganancias económicas. Los precios de los granos influyen bastante en esta industria debido a que las dietas se basan en estos ingredientes, encareciendo el producto final (Holt et al., 2011).

El segundo sistema es el semi-intensivo o mixto, ya que los animales pueden estar pastoreando y también son encerrados para recibir complementos alimenticios. Es un sistema menos automatizado que el anterior, por lo que requiere mano de obra moderada para realizar las labores de manejo y de inversión. El rendimiento de los animales es menor que en el intensivo, pero los costos por alimentación se reducen considerablemente, al depender del pastoreo en parte de su alimentación.

Finalmente, se tiene el sistema extensivo que se basa en el pastoreo completamente. Requiere de poca mano de obra y los costos de inversión son mínimos. Los niveles productivos son los más bajos de los 3 sistemas y se utilizan razas no especializadas o criollas. Este sistema tiene la desventaja que los animales están sujetos a las fluctuaciones ambientales, lo que puede causarles situaciones de estrés que conducen a una baja productividad, originando pérdidas económicas importantes. Por otro lado, los aspectos de bienestar animal son los más consolidados, ya que las aves se encuentran libres, lo que les permite una convivencia en hábitats naturales, lo cual es bien visto por los consumidores adquiriéndolos aún a un precio elevado. A este tipo de producción se le conoce como producción orgánica (cedrssa, 2019; Cuéllar-Sáenz, 2021).

En lo referente a las gallinas productoras de huevo, se presentó un brote de influenza aviar en 2012, que impactó negativamente la producción de huevo en el país, y de 2014 a 2018 exhibió una mejora notable. No obstante, a finales de 2022 se detectó otro brote, lo cual provocó que durante 2023 el precio del huevo ascendiera hasta en 70% de su valor. Es muy posible que se controle este brote y para finales de marzo de 2023 pueda lograrse la estabilización en la producción de huevo nuevamente en México.

Un factor importante que promovió el aumento en la producción de carne y huevo de ave en México recientemente, fue la elevada demanda de proteína animal de China, situación que presionó al precio del pollo y por tanto aumentó en 13.5%. Esta cadena productiva se basa en gran medida en la adquisición de granos como el maíz y la soya, que representan la base de las dietas para este tipo de animales. Otro grano que también es muy utilizado por la industria avícola es el sorgo, pero en este insumo México es autosuficiente, por lo que se depende de las importaciones de maíz y soya. Así, los precios de estos granos a nivel mundial afectan a esta industria, dado que México no los puede satisfacer con su producción nacional. Entonces, una de las estrategias políticas para conservar el crecimiento de esta cadena productiva y por tanto la autosuficiencia de carne y huevo, es fomentar la producción interna de maíz como principal insumo de la cadena productiva avícola en México.

Los negocios en el ramo avícola incluyen áreas comerciales como: cría de pollos, producción de huevo, vacunas y medicamentos, producción de carne de pollo, producción y venta de alimento para aves, envasado y comercialización de productos avícolas, equipos avícolas, entre otros. Las ventajas que ofrece un plan de negocios al iniciar o mejorar una explotación avícola es parte de la cultura empresarial que debe mostrar un avicultor para garantizar el éxito en su unidad de producción. Si no se cuenta con un plan de negocio claro y bien definido, se puede fracasar rápidamente, ya que las variaciones de los mercados nacionales e internacionales impactan en la comercialización de los productos avícolas. Asimismo, pugnar por una asesoría y capacitación de calidad por parte de un especialista, monitoreando así el buen funcionamiento del negocio de manera continua (cedrssa, 2019). Un estudio sobre la contribución del sector pecuario a la economía nacional identificó a la actividad avícola como la de mayor capacidad para generar inversiones, ya que la producción de pollo y huevo han mostrado la mayor tasa de crecimiento y ha detonado un fuerte desarrollo en sectores que abastecen a esta actividad con insumos, como son los granos, las oleaginosas y el sector de elaboración de alimento para ganado (Sosa et al., 2017).

Cadena productiva de porcinos

La producción porcina en México ha experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años debido a que el consumo doméstico también ha ido en aumento. Aunque la porcicultura se practica prácticamente a todo lo largo de la República Mexicana, la producción de carne de cerdo se concentra en 3 estados: Jalisco, Sonora y Puebla. Se distinguen tres tipos de sistemas de producción porcina: (1) sistemas rurales o de traspatio, que son granjas a pequeña escala con menos de 200 cabezas de las cuales aproximadamente 50 son vientres o reproductoras. Este tipo de granjas suelen encontrarse en traspatios de zonas urbanas y son pequeños negocios familiares con muy poca tecnología y con bajas condiciones sanitarias. A este tipo de granjas se les atribuye el 22% de la producción de carne de cerdo del país; (2) sistemas semitecnificados, que cuentan con infraestructura de bajo costo porque tienen recursos limitados; las condiciones de higiene no son las óptimas y aportan el 28% de la producción nacional de carne de cerdo; (3) sistemas tecnificados, que son granjas donde los animales están totalmente confinados y con la aplicación de los mejores avances tecnológicos en nutrición, manejo y sanidad. Este tipo de granjas pertenecen a grandes corporaciones nacionales y extranjeras que producen el 50% de la carne en el país (Bobadilla-Soto et al., 2011).

Sin embargo, de acuerdo con Scheepens y Roozen (2007), el estilo de negocios en porcinos varía por el grado de enfoque en el profesionalismo o en la tecnología, lo cual también está asociado con la motivación que tiene cada porcicultor. Por un lado, puede tratar de aplicar las más modernas tecnologías para obtener los mejores resultados en términos de parámetros productivos y reproductivos. Por otro lado, puede enfatizar en el cuidado de sus cerdos proporcionando medidas de bienestar animal o apunta a resultados como un empresario calculador. Este comportamiento de negocios se muestra en la figura 3, la cual señala que en el nivel de “competencia” se tratan de alcanzar objetivos como prioridad, mientras que en el nivel “cuidados” la motivación principal es la familia del empresario porcicultor o sus propios cerdos.

Figura 3. Relación entre el enfoque y el estilo del negocio en porcinos considerando sus objetivos

Fuente: Tomado de https://sipor-aba.com.mx/estilos-de-negocios-de-una-granja-de-cerdos/

Al iniciar una empresa a el área porcina, es esencial contar con un plan de negocios porque permite definir las reglas que se aplicarán para administrar los recursos, así como determinar el papel de la empresa porcícola en el mercado, sea interno o externo. Este plan es básicamente un proyecto que establece objetivos y metas a alcanzar, así como plazos y beneficios que se pretenden obtener. Un ejemplo de una guía para el desarrollo de un plan de negocios en el área porcina es el siguiente (fao, 2012):

  1. Ubicar y definir la empresa porcina. Determinar la localización y tamaño de la empresa a desarrollar y su objetivo de producción, así como la cercanía con vías de comunicación, centros de distribución de insumos, centros frigoríficos, etc.
  2. Definir los productos que saldrán a la venta. Se producirán animales para pie de cría (vientres o sementales), para el abasto, en canal (si se cuenta con un rastro), etc.
  3. Metas productivas y económicas esperadas. Definir hasta dónde se desea llegar, estableciendo plazos para cada meta.
  4. Análisis del mercado. Revisar los posibles escenarios de compra y venta de insumos y productos para tratar de obtener la mayor rentabilidad posible de la empresa.

El crecimiento del Producto Interno Bruto mexicano, el mejoramiento de los canales de distribución y una reducción significativa de los aranceles hacen de México un país atractivo para los países europeos. Por otro lado, el encarecimiento de la carne de res y la inflación en los precios de la canasta básica pueden favorecer la producción de carne de cerdo, lo cual también conduce a mayores importaciones de este producto si no se satisface la demanda (Bobadilla-Soto et al., 2011).

Cadena productiva de ovinos

Los sistemas de producción de pequeños rumiantes, que incluye a ovinos y caprinos, presentan un gran potencial como empresas pecuarias debido a distintas ventajas en relación a otras especies dado que: (1) poseen una gran capacidad de adaptarse a las diferentes zonas agroecológicas en nuestro país, ya que existen genotipos aptos para cada región climática, (2) sus necesidades de alimentación son menores que otras especies domésticas, (3) su manejo es sencillo porque son animales dóciles, (4) la demanda de carne de estas especies va en aumento, por lo que se tiene que recurrir a fuertes importaciones por no satisfacerse su demanda nacional. Estos aspectos hacen que la ovinocultura y la caprinocultura sean de las actividades con mayor crecimiento en los últimos años. Estos sistemas de producción mexicano tienen en general un volumen productivo deficitario y además compiten desfavorablemente con los mercados internacionales, dando como resultado la importación de grandes cantidades de carne de países como Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá (Bobadilla-Soto et al., 2021)

Otro aspecto que influye es que la demanda por lana ha disminuido, ya que ha sido sustituida por fibras sintéticas, por lo que su precio ha disminuido, lo cual ha hecho que la producción de carne sea ahora la prioridad. Esto a su vez, ha conducido a que las razas ovinas lanares sean sustituidas por razas de pelo. En distintas regiones del país, las razas ovinas de pelo como Pelibuey, Katahdin, Dorper y Blackbelly han demostrado que son resistentes al estrés calórico y que, bajo estas condiciones, son capaces de mantener sus parámetros productivos y reproductivos sin grandes cambios, por lo que representan una excelente alternativa para la producción de carne, a diferencia de las razas de lana (Rambouillet, Romanov, Merino) que son más susceptibles a las altas temperaturas y/o humedad relativa (Vicente-Pérez et al., 2020).

Los sistemas de producción ovina en México se desarrollan básicamente bajo 3 modalidades: (1) extensivo o tradicional (el más abundante), (2) semi-intensivo o mixto, y (3) intensivo. Los sistemas extensivos o tradicionales son los que normalmente proveen de carne ovina a los mercados locales; estos ovinocultores tienen empresas rentables, ya que son favorecidos por buenos precios de venta y una fuerte demanda que no alcanza a satisfacerse. En estos sistemas, los ovinos pastorean en diferentes lugares como en residuos de cosechas, a orillas de ríos o canales, en bosques o desiertos y en agostaderos, en terrenos no aptos para la agricultura, pero con la presencia de forraje o hierbas aún en cantidades limitadas y, por lo mismo, la inversión en instalaciones, alimentación, manejo y sanidad es mínima. Este escenario impacta en la obtención de parámetros productivos y reproductivos poco eficientes (Nicolás-López, 2021).

En los sistemas de producción mixto, usualmente los productores combinan la agricultura con la crianza de animales domésticos; además del tipo de alimentación mencionado en el sistema extensivo, en este sistema existe la presencia de granos y otros esquilmos agrícolas, como grano y rastrojo de maíz, en la dieta del ovino, las cuales son formuladas por los mismos productores. Algunos suministran concentrados comerciales, pero en cantidades limitadas; mientras que otros establecen praderas artificiales para el crecimiento y desarrollo de los corderos. Los parámetros productivos son mejores que en el sistema anterior, pero aún no alcanzan niveles óptimos para establecerse como una empresa pecuaria rentable con consistencia.

Otra característica importante de los sistemas extensivo y mixto es que las explotaciones son atendidas de manera familiar, los rebaños no son muy grandes y el control de producción es deficiente; sin embargo, producen ovino para carne y pueden subsistir de este tipo de negocio (Martínez-González et al., 2010).

En el sistema intensivo, los animales se encuentran confinados en corrales, separados por etapa de producción: hembras al parto, hembras gestantes, sementales, engorda, hembras para reemplazo, hembras recién paridas, corderos en desarrollo y en crecimiento. Esto significa que en este sistema se invierte en instalaciones como son las secciones de engorda, reproducción, enfermería y embarque; sus parámetros productivos y reproductivos son aceptables, además de la introducción de genotipos de acuerdo a la región climática y el objetivo de producción.

Cabe señalar que en nuestro país el 95% de la producción ovina se destina al platillo conocido como barbacoa, comida típica de la zona centro de México (Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala), y sólo el 5% se dirige a cortes de carne especializados. La cultura por la carne de borrego se está extendiendo al resto de los estados, ya que ese platillo no era muy consumido en estados del norte o sur del país, pero cada vez tiene más aceptación. El consumo de carne ovina es estacional, porque en los meses de febrero y marzo, que coinciden con la tradicional Semana Santa Católica, su demanda y consumo bajan por motivos religiosos, y el consumo más elevado fue en los meses de julio y agosto, así como en diciembre, lo que coincide con el fin de año escolar y las fiestas navideñas. Sin embargo, dado que las razas ovinas de pelo muestran muy poca estacionalidad reproductiva, es posible utilizar biotecnologías de la reproducción para concentrar la producción constante de cordero en los meses de mayor demanda (Carrera-Chávez, 2008).

Martínez-González et al. (2010) mencionan que el porcentaje de sacrificio de animales está muy por debajo del sacrificio que poseen países desarrollados, ya que en México apenas se alcanza a sacrificar cerca del 33% de la población, mientras otros países rebasan el 50% de sacrificio de la población ovina. Estas cifras son preocupantes en un país donde existe una demanda importante por este tipo de carne que no está siendo satisfecha, existe buen precio por el producto demandante (tanto en pie como en canal) y representa una actividad económica noble y generadora de empleos. Por otro lado, las políticas del gobierno sobre apoyo a la ovinocultura no han sido las adecuadas, ya que se han presentado compras de pie de cría que no son tolerables a las condiciones climáticas de cada zona. Por ejemplo, la introducción de razas lanares a lugares desérticos o tropicales, lo que en consecuencia provoca la baja productividad de los animales y su rápido desecho del rebaño. No obstante, a través de los años se ha notado una disminución en las importaciones de carne de ovino, así como una tendencia a mayor producción nacional (Bobadilla-Soto et al., 2021; siap, 2022).

Conclusiones

A pesar que es muy difícil predecir el comportamiento del sector agropecuario, dadas las condiciones climáticas presentadas en 2022 determinadas por un patrón de lluvias adecuado, es posible vislumbrar un 2023 con mayor rendimiento pecuario que en 2022. Las lluvias pronostican una buena producción de forrajes y otros cultivos asociados a la fuente de alimentos para la ganadería, por lo que es posible que la dependencia de insumos extranjeros disminuya, reduciendo el precio de los alimentos para el ganado. Este escenario implica también el control de los precios de los insumos en el mercado interno por parte del gobierno para que las condiciones mencionadas puedan ocurrir.

No obstante, el cambio climático puede provocar cambios que afecten de manera negativa esta perspectiva climática, siendo el calentamiento global una preocupación mundial. Asimismo, el gobierno debe incidir en los precios de comercialización, es decir, hacer menos grande la diferencia entre el precio dado al productor primario y el que recibe el consumidor final en el mercado. Sin embargo, el escenario mundial no es muy alentador por problemas geopolíticos que desestabilizan los precios de los insumos utilizados en la alimentación animal, reconocido rubro que implica un gran porcentaje de los costos de producción. Asimismo, si el dólar americano pierde valor frente al peso mexicano, el sector exportador en México reducirá sus beneficios.

Manejando adecuadamente una explotación pecuaria, es posible encontrar un negocio rentable en este subsector, anticipando ciertas variables que inciden en los precios del mercado, en un país que es mayormente deficitario en carne, leche y huevo, y donde tanto la desnutrición como la obesidad son un grave problema.

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