9. Emprendimiento en zonas rurales: oportunidades de emprendimiento y medios de vida necesarios para su consolidación

https://doi.org/10.52501/cc.204.09


Abraham Londoño Pineda

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Francisco Javier Arias Vargas

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Paul Andrés Marino López


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9. Emprendimiento en zonas rurales: oportunidades de emprendimiento y medios de vida necesarios para su consolidación

Abraham Londoño Pineda*
Francisco Javier Arias Vargas**
Paul Andrés Marino López***

DOI: https://doi.org/10.52501/cc.204.09

Resumen

El objetivo de este capítulo es dar a conocer oportunidades de emprendimiento rural desde un marco de medios de vida sostenible, el cual considera la identificación de distintos tipos de capital, los cuales soportan los emprendimientos en zonas rurales. Estos son el capital financiero, el capital físico, el capital humano, el capital social y el capital natural. De su interacción y de la detección de aquellos tipos de capital en los cuales hay deficiencias, depende en buena medida el desempeño de los emprendimientos rurales. Para la comprensión práctica del marco en mención se presentan dos casos. El primero está relacionado con una forma de emprendimiento pluriactivo, el cual se basa en experiencias de turismo agrícola; el segundo se refiere a un tipo de emprendimiento que se ha presentado, principalmente, en lo urbano, pero tiene potencial para ser replicado en zonas rurales, como lo es el emprendimiento de eventos culturales y gastronómicos. En ambos casos se identifican los tipos de capital más relevantes para el adecuado despliegue del negocio, aunque se destaca que, al ser el emprendimiento una actividad dinámica, se requiere de la integración de los distintos tipos de capital.

Palabras clave: Emprendimiento, rural, oportunidad, sostenibilidad.

Abstract

The objective of this chapter is to publicize rural entrepreneurship opportunities from a sustainable livelihood framework, which considers the identification of different types of capital, which support entrepreneurship in rural areas. These are financial capital, physical capital, human capital, social capital and natural capital. The performance of rural enterprises largely depends on their interaction and the detection of those types of capital in which there are deficiencies. For a practical understanding of the framework in question, two cases are presented. The first of these cases is related to a form of pluriactive entrepreneurship, which is based on agricultural tourism experiences. The second refers to a type of entrepreneurship that has occurred mainly in urban areas, but that has the potential to be replicated in rural areas, such as the entrepreneurship of cultural and gastronomic events. In both cases, the most relevant types of capital are identified for the proper deployment of the business, although it is highlighted that, since entrepreneurship is a dynamic activity, the integration of the different types of capital is required.

Keywords: Entrepreneurship, rural, opportunity, sustainability.

Introducción

El tema del emprendimiento se había centrado, principalmente, en lo urbano, razón por la que el cuerpo teórico del emprendimiento rural hasta hace muy poco era incipiente (Pato y Texeira, 2016). Sin embargo, desde hace algún tiempo, en especial en países en desarrollo, ha comenzado a ganar terreno la idea de que el emprendimiento rural desempeña un papel fundamental para aumentar la producción, crear empleo y reducir la migración rural a la ciudad (Nwankwo y Okeke, 2017) e incluso contribuir a aliviar las situaciones de pobreza extrema (Sutter et al., 2019). Lo anterior en razón de que, a menudo, se considera que las zonas rurales del mundo en desarrollo necesitan desarrollo (Newbery et al., 2017). De esta manera, el emprendimiento rural comienza a ser entendido como una estrategia de desarrollo territorial en zonas rurales (Paz, 2022).

Sucesos derivados de la pandemia del COVID-19, relacionados con la disminución de la demanda y el consecuente uso de plataformas digitales para mantener en funcionamiento los negocios, permitió que las iniciativas empresariales se llevarán a cabo desde los hogares. Sin embargo, esta situación per se no significa que los emprendimientos en zonas rurales deban aumentar. De hecho se ha levantado evidencia de que, la deficiente infraestructura tecnológica en zonas rurales, la cual se traduce en baja cobertura y conectividad a internet en estos territorios, es una de las limitantes del emprendimiento rural (Espinoza-Lastra et al., 2021). Adicionalmente, las nuevas empresas rurales tienden a ser pequeñas (en términos de empleados y volumen de negocios) (Pato y Teixeira, 2018), lo cual hace que se enfrenten a desafíos varios como la interrupción de la operación comercial y la falta financiación empresarial (Asri et al., 2023), o la falta de calificaciones educativas adecuadas y de habilidades de gestión (Anirban y Biswajit, 2022), razón por la cual las tasas de fracaso de los emprendimientos rurales suelen ser altas (Barmon & Chakraborty, 2013).

Precisamente, este capítulo busca presentar algunas ideas de emprendimiento rural, partiendo de la referencia del marco de medios de vida sostenible, el cual permite identificar aquellos recursos y capacidades claves para la configuración y consolidación de ideas de emprendimientos en zonas rurales. De igual forma, debe decirse que para efectos del análisis, el tipo de emprendimiento que se considera en este capítulo, es el relativo a la pluriactividad, el cual combina el uso de la tierra con actividades agrícolas y no agrícolas como el comercio y los servicios, entre los que se destacan el turismo rural y actividades relacionadas con la cultura local, como la alimentación, las artesanías y la difusión de festivales (Arias-Vargas et al., 2022).

Adicional a esta introducción, el presente capítulo se compone de otras tres secciones. La primera de ellas es la del desarrollo del tema, la cual incluye el abordaje del marco de medios de vida sostenible; la explicación del emprendimiento rural basado en pluriactividad; las oportunidades de emprendimiento pluriactivo y los medios de vida necesarios para su consolidación. En la siguiente sección se presentan las principales conclusiones del capítulo y, por último, se muestran las referencias empleadas.

Desarrollo

En esta sección se abordan el marco de medios de vida sostenible, la perspectiva del emprendimiento pluriactivo y las oportunidades de emprendimiento que se derivan de estos dos enfoques. A continuación, se detalla el marco de medios de vida sostenible.

Marco de medios de vida sostenible

De acuerdo con las teorías el emprendimiento puede surgir, bien por oportunidad o por necesidad (Audretsch & Belitski, 2022). Independiente de una u otra razón, es común que en los emprendimientos en zonas rurales haya un faltante o déficit de recursos (Tabares, 2020). En este sentido, la perspectiva de los medios de vida sostenible se presenta como un marco idóneo para estudiar los emprendimientos rurales, debido a que se ha empleado como una alternativa para mitigar las diferentes formas de pobreza a escala rural, por medio de los diferentes tipos de capital (Serna et al., 2015), los cuales dan cuenta de los diferentes recursos disponibles, los que a su vez representan la base para acelerar las fuentes de ingreso y riqueza, en este caso, de los emprendimientos (Jaramillo-Gutiérrez et al., 2021).

A diferencia de las mediciones existentes para hacer seguimiento a la pobreza y la carencia de recursos en zonas rurales, la perspectiva de medios de vida sostenible, tiene una visión multidimensional e interactiva de los recursos que se requieren para aliviar e incluso erradicar la pobreza en zonas rurales (Tabares et al., 2022). De acuerdo con Scoones (1998), los medios de vida se componen de cinco tipos de capital, los cuales son necesarios para afrontar la pobreza. Estos son: capital financiero, capital físico, capital humano, capital social y capital natural, mismos que se detallan a continuación.

El capital financiero está constituido por todos aquellos recursos que representan efectivo, tales como el dinero, el ahorro, las donaciones y préstamos (Kumar et al., 2019). Como su función es la de dar soporte a la creación y mantenimiento de los emprendimientos, entonces, la falta de financiación del emprendimiento rural se constituye en uno de los riesgos que representa la carencia de este tipo de capital (Mishra y Agrawal, 2020). En muchos casos, el emprendedor relaciona la falta de dinero como uno de los factores que limita su actividad emprendedora (Lusambili et al., 2021). No obstante, se ha registrado evidencia de que los efectos del capital financiero sobre los emprendimientos en zonas rurales podrían ser limitados sino se hace un adecuado seguimiento, pero en especial si no existe una cultura de la inversión y ahorro en los emprendedores (Tabares et al., 2022).

Por su parte, el capital físico se compone de los activos que representan bienes de capital como la maquinaria, la tecnología e incluso la infraestructura con las que cuentan las comunidades, así como de las materias primas o bienes intermedios que serán transformados en el proceso productivo (Rebotier, 2012). Nótese que en este tipo de capital, a diferencia de las definiciones tradicionales de la economía, se consideran como capital físico tanto los bienes de capital como las materias primas (Londoño-Pineda y Cano, 2021). Lo anterior indica que lo primordial en este contexto es conocer con qué activos se cuenta para llevar a cabo los emprendimientos. Algunos hallazgos muestran que, este tipo de capital, aporta más al sostenimiento de los emprendimientos a largo plazo (Londoño-Pineda & Cano, 2022).

El capital humano, en cambio, atañe a las habilidades para el hacer y al conocimiento adquirido de manera formal, informal o a través de la vía empírica (Scoones, 1998). El conocimiento formal hace referencia a los estudios profesionales de nivel de licenciatura, maestría o incluso doctorado, aunque al nivel del emprendimiento predominen más comúnmente los de licenciatura (Vélez y Londoño, 2016). Por otra parte, el conocimiento informal se refiere a un conocimiento que, si bien es calificado, no representa un título de educación superior. En esta categoría se puede ubicar el aprendizaje que proviene de foros, simposios, congresos a paneles de expertos, así como el que proviene de la experiencia, el que muchas ocasiones podría ser más significativo que el proveniente de fuentes formales (Londoño y Vélez, 2018).

Por otro lado, el capital social está relacionado con las conexiones formales e informales que dan forma a la cooperación entre los diferentes agentes que conforman el territorio (Apine et al., 2019). El capital social se conforma a su vez del capital vinculante y el capital puente (Lang y Fink, 2019). El capital de vinculación se relaciona con el sistema de valores y creencias de las comunidades locales (Tabares et al., 2022), mientras que el capital puente hace referencia a las conexiones con los diferentes agentes sociales y gubernamentales, algunas de estas relaciones de tipo vertical, es decir, con los diferentes niveles de gobierno (Locales, nacionales e internacionales), y otras de tipo horizontal, esto es, con los diferentes agentes que conforman el territorio como las comunidades, las instituciones educativas, las instituciones financieras, los proveedores de bienes y servicios y los consumidores (Londoño y Cruz, 2019)

Por último, se tiene al capital natural que se refiere a los recursos naturales, incluida la tierra, el agua, el aire, los organismos vivos y ecosistemas (Cohen et al., 2019). En este último tipo de capital debe cuidarse, al menos, el capital natural crítico, el cual se entiende como la mínima base de capital natural que debe mantenerse para que no se ponga en peligro la existencia del recurso natural (Raven, 2012). Para el mantenimiento de éste, algunos autores comienzan a hacer mención de que la acción clave es la de regenerar; es por ello que ha cobrado vigencia la acepción de desarrollo regenerativo, la cual hace referencia a la necesidad de regenerar el capital natural (Canossa, 2021).

A estos cinco tipos de capital, de forma reciente, se le ha adicionado una nueva tipología, la cual recibe el nombre de capital psicológico. Esta se define como la capacidad que tienen los emprendedores de superar las situaciones difíciles, siendo algo así como una mentalidad resiliente que consiste en una actitud o comportamiento que conduce a la recuperación de la adversidad (Chipfupa & Wale, 2019). En esta taxonomía de capital influyen sistemas de valores, creencias y normas sociales, ya que estos factores contextuales, podrían tener un impacto en la cognición de los emprendedores y, por tanto, en la forma en que enfrentan los retos que genera la incertidumbre (Cederholm-Björklund, 2020).

Tal y como se expresó al inicio de esta sección, para un mejor análisis de medios de vida sostenibles, deben abordarse desde una perspectiva multidimensional e interactiva. Por lo tanto, se requiere un enfoque dinámico en el cual todos los capitales puedan considerarse desde múltiples niveles (Bawa et al., 2007). Precisamente, uno de los retos consiste en cómo conciliar los diferentes tipos de capital, de manera que los emprendimientos puedan ser sostenibles tanto desde una base financiera como desde una de tipo ecológico (Tabares et al., 2022).

A continuación, se aborda la perspectiva del emprendimiento pluriactivo, esto debido a que, una de las oportunidades de emprendimiento de la sección 2.3 se enmarcan en esta taxonomía.

La perspectiva del emprendimiento pluriactivo

La actividad del emprendimiento no es ajena a los cambios en el mercado y el entorno en los ámbitos local, regional, nacional e internacional (Duarte, 2009). Al respecto, puede decirse que, las familias, en especial las pertenecientes a zonas rurales de países en desarrollo, han sufrido un cambio estructural, ya que pasaron de dedicarse a las tradicionales actividades agrícolas y pecuarias que solían hacer, a ocuparse en otras de tipo agroindustrial, comercial o de turismo. Esto obedece a varios factores, entre los que se destacan los relacionados con los cambios generacionales, puesto que los jóvenes quieren estudiar, principalmente, en zonas urbanas y ejercer actividades distintas a la explotación de la tierra; también puede deberse a estrategias de internacionalización vinculadas al turismo en zonas rurales; o a tendencias asociadas a la sostenibilidad (Ayora, 2016).

Para Eikeland y Lie (1999), la pluriactividad cobra relación principalmente en el sector agrícola, por lo que es común su despliegue en territorios rurales. De hecho, la pluriactividad se entiende como la combinación de actividades agrícolas y no agrícolas, la cual proviene de los productores agropecuarios y sus núcleos familiares, bien sea ligados o no a una unidad productiva o empresa (Gras, 2004). De acuerdo con Cavalcanti et al. (2019), la pluriactividad, puede ser abordada desde dos concepciones: la supervivencia y la diversificación del mercado laboral a escala regional o territorial.

El enfoque de pluriactividad como estrategia de supervivencia indica que, dicho emprendimiento, en lugar de facilitar e impulsar procesos de acumulación del capital, necesarios para cortar con los círculos de pobreza, lo que hace simplemente en mantener una mínima base de recursos que garantizan la mera subsistencia del emprendimiento. Esto se debe en buena medida a que, este tipo de actividades suelen tener bajos índices de productividad, por lo que, cada negocio por separado, no es viable económicamente. Es decir, se presenta una pérdida de la explotación agrícola como actividad independiente (Gras, 2004). Incluso, hay quienes plantean que, la pluriactividad, es uno de los factores que han aportado a la desaparición y, en algunos casos, a la extinción completa de las actividades agrícolas (BouChakour et al., 2001). Por lo tanto, los emprendedores rurales, no pueden renunciar a la combinación de las diferentes actividades agrícolas y no agrícolas, ya que estas de forma holística son las que apalancan el total de su productividad y sus ingresos (Vértiz, 2016).

Por su parte, el enfoque de pluriactividad como opción de diversificación de ingresos plantea que no se pone en peligro la existencia de la actividad agrícola debido a que, más que una actividad económica es un factor sociocultural que, al pasar de generación en generación, hace parte de la tradición y, por lo tanto, se encuentra arraigada a las familias, por lo que el oficio agrícola es entendido más bien como un elemento de identidad para las comunidades locales que conforman el territorio (Martínez-Borrego y Vallejo-Román, 2019). Contrario al enfoque de supervivencia, el de diversificación de ingresos ve en la pluriactividad una oportunidad para generar mayores tasas de consumo, debido a la ampliación del mercado proveniente de consumidores de diferentes tipos de bienes e incluso de distintos lugares de la región, el país o el mundo. Estos último también se convierte en una fuente potencial de atracción de divisas y de ingresos de calidad (Santos et al., 2015).

También es importante mencionar que algunos de los emprendimientos rurales se complican debido a situaciones relacionadas con la estructura agraria, los desplazamientos forzados por factores asociados a los conflictos en países en desarrollo (Bonilla et al., 2019), los cuales limitan el pleno empleo de la frontera de posibilidades de la producción (Zúñiga, 2000). Estos desplazamientos se pueden dar, a su vez, por crisis ocurridas en diferentes subsectores del sector agrícola, que obligan a cerrar las unidades productivas y a que las familias busquen nuevas formas de sustento en urbes o en otras regiones, aunque en algunos casos podría suceder que, las migraciones, obedecieran a expansiones de la actividad agrícola hacia otras regiones (Gras, 2004). Estos fenómenos podrían generar caídas considerables en las zonas rurales y, consecuentemente, ocasionar presiones demográficas en los centros urbanos que deben absorber a los migrantes. Al respecto, el emprendimiento rural se presenta, adicionalmente, como una oportunidad para generar ingresos y evitar la migración hacia las ciudades, lo cual puede redundar en desarrollo para las comunidades rurales (Eguía-Peña y Murua-Múgica, 2016). En este sentido, la pluriactividad juega un rol importante para la permanencia en zonas rurales, vía generación de ingresos (Tabares et al., 2022).

Oportunidades de emprendimiento rural

En esta sección se presentan dos formas de emprendimiento rural, una de ellas basada en la pluriactividad, referente a las experiencias de procesos productivos agrícolas y, la otra, relacionada específicamente con una oportunidad de replicar los emprendimientos urbanos de ferias, eventos y concursos gastronómicos al ámbito rural.

Experiencias de procesos productivos agrícolas

Una de las formas vigentes del emprendimiento rural pluriactivo es el de generar experiencias a partir de procesos productivos agrícolas, la cual se convierte en una forma de turismo rural (Arias-Vargas et al., 2022). Este tipo de turismo genera ingresos provenientes de turistas nacionales y también tiene un potencial de atracción de divisas, si se consolida como una actividad orientada a turistas extranjeros (Varisco, 2016). Asimismo, este tipo de servicio, tiene un propósito formativo-educativo, el cual pretende dar a conocer, mediante la experiencia personal, parte del conocimiento técnico y las habilidades que se requieren para llevar a cabo todo un proceso productivo (Vélez y Londoño, 2016). No obstante, lo más importante del emprendimiento rural basado en experiencias de procesos productivos, es la misma experiencia, la cual genera un aprendizaje mucho más significativo, debido a que las personas tienen un conocimiento vivencial (Londoño y Vélez, 2018).

Esta sección toma como ejemplo base la experiencia de un proceso productivo cafetero en Colombia, el cual se aborda desde un enfoque de medios de vida sostenible que busca identificar aquellos factores o tipos de capital crítico, los cuales deben intervenirse para garantizar la sostenibilidad de este tipo de emprendimientos en el largo plazo. Este caso busca que algunos aspectos tratados puedan ser replicables en otros sectores y regiones. Por ejemplo, la producción de “berries” (Fresa y Frambuesa) y la producción vinícola en Baja California, México, ya que ahí existe potencial para desarrollar un turismo basado en experiencias derivadas de procesos productivos.

Para comprender el proceso de producción del café en Colombia debe decirse que, en este país se cultivan los cafés de tipo arábigo, los cuales se caracterizan por ser suaves, los que deben sembrarse en lugares donde la temperatura media fluctúe entre los 15° y 24° C (Ocampo-López y Álvarez-Herrera, 2017). El proceso general incluye siembra, recolección, despulpe, lavado, trillado, tostado y, en algunos casos, el molido del café (Pérez, 2013). En Colombia, las fincas cafeteras generalmente quedan ubicadas en zonas rurales de departamentos como Antioquia, Huila, Nariño y Risaralda (Federación Nacional de Cafeteros, 2014). Las experiencias de turismo agrícola son ofrecidas por propietarios de terrenos en los que se cultiva café y que se han decidido por la opción de la pluriactividad asociada al turismo de experiencias cafeteras. Las experiencias basadas en procesos productivos cafeteros tienen un cupo mínimo y máximo de visitantes por día que dependerá del tamaño de la parcelación y del número de guías disponibles para recibir a los visitantes.

Esta experiencia cafetera, generalmente, inicia con un desayuno para los visitantes, el cual está incluido en el plan que se ofrece para cada persona; luego los guías proceden a hacer referencia a aspectos históricos del cultivo en la región, a explicar las variedades de café existentes y a indicar las fases de producción que este tipo de cultivos tiene. Luego de ello se comienza a caminar por lo cafetales, se dan indicaciones sobre la recolección y se entregan canastos a los visitantes para que recolecten por un tiempo definido. Luego, se revisan los frutos recolectados y se explica que es allí cuando se les paga a los recolectores. Posteriormente se envían estos granos a la despulpadora, se inicia el proceso de enjuague, que es donde se identifican los granos aptos para producir café de origen o de exportación y se separan aquellos de menor calidad que se conocen como “pasilla”, los cuales consume la mayoría de la población del país (Federación Nacional de Cafeteros, 2014). Estos granos aún conservan la cáscara y es lo que se conoce como “café pergamino”, que es el que la Federación Nacional de Cafeteros les compra a los cafeteros y que, por su pago, apenas da para la subsistencia, ya que su precio de compra es cercano a su costo de producción (Cano et al., 2012).

Luego se lleva a los turistas a los lugares donde tienen las trilladoras, que remueven la cáscara del café pergamino. Después de esta fase, se procede a ingresar a los espacios adecuados a las máquinas tostadoras; en este lugar se muestran los procesos de tostión bajo, medio y alto y los ajustes que se deben hacer a la temperatura de las máquinas para que el café quede con las especificaciones requeridas (Tabares et al., 2022). Posteriormente, con el café ya tostadado, se invita a los visitantes a una sesión de preparación en diferentes máquinas como: las cafeteras de goteo, las jarras térmicas, la cafetera turca o las prensas francesas e italianas. Por último, se procede a una sesión de degustación en el que dicho café se preparó en diferentes tipos de máquinas cafeteras. Se termina con un almuerzo y con ventas de paquetes de café de origen.

Todo este proceso permite que los turistas, nacionales y extranjeros, adquieran conciencia sobre todas las fases necesarias para poder tomarse una buena taza de café; además, los acerca a las realidades sociales que enfrentan los diferentes agentes que pertenecen a la cadena de valor del sector cafetero, como son los recolectores y caficultores, lo que se traduce en un aprendizaje más significativo, resultante de la vivencia (Londoño y Vélez, 2018). Sin embargo, para efectos de la explicación de este caso es necesario abordar el marco de medios de vida sostenibles, debido a que se requiere identificar aquellos déficits o faltantes de capital y, a partir de esto, tener un diagnóstico lo más integral posible sobre el cual se debe orientar la política pública y de apoyo al emprendimiento rural (Tabares et al., 2022).

En este sentido, el primer problema se presenta en forma de capital financiero, es decir, en forma de ingresos de calidad tanto para los recolectores como para los caficultores. Autores como Kumar et al. (2019) y Mishra y Agrawal (2020) han conceptualizado sobre los riesgos que representa la carencia de este tipo de capital, pues es uno de los factores que más limita la actividad emprendedora (Lusambili et al., 2021), especialmente, en zonas rurales (Tabares et al., 2022). Para entender por qué se presenta esta situación en el sector cafetero, es necesario explicar el funcionamiento de éste.

A finales de los años 80 del siglo xx, los países consumidores de café, decidieron dar por terminado el llamado “pacto del café”, el cual consistía en comprar el café en un precio superior al de su costo de producción (Croce, 1992). Para ello los países productores mantenían un esquema de precios de sustentación que llevaba a comprar el café a los caficultores por un precio superior al precio de mercado. De esta manera se garantizaban buenos ingresos para los productores (de la Espriella, 1985); con el cambio en el esquema, ya el poder lo tenían los países consumidores. Esta modificación en la estructura de mercado se conoce en la literatura como monopsonio (Herrera-Saavedra, 2009). Al respecto, debe precisarse que el poder lo tenían ahora las firmas compradoras de los países desarrollados, entre ellas varias compañías multinacionales.

Esta situación afectó de forma considerable el modelo de ventas de café en Colombia debido a que se basa en la venta de café pergamino (Con la cáscara), el cual consiste en la compra de la carga de café (125 kilogramos de café pergamino) por parte de la Federación Nacional de Cafeteros (fnc) a los caficultores, debido a que con el descenso consecuente de los precios internacionales derivado del mercado de monopsonio, el precio de la carga se equiparó casi con los costos de producción (Steiner et al., 2015). De esta manera, la única forma de generar algo de rentabilidad para los caficultores es a través de ventas de grandes volúmenes, los que en muchas ocasiones no son generados por las unidades productivas individuales, sino por la totalidad, razón por la que modelos cooperativos imperan en este sector, puesto que en muchas ocasiones son las cooperativas las que compran el café a los caficultores para luego venderlas a la fnc (Arboleda et al., 2020). Sin embargo, en la mayor parte de los casos, esto no se traduce en mayores ingresos para las familias caficultoras (Álvarez, 2018), mismas que, al no percibir ingresos de calidad, no pueden pagar buenos salarios o jornales a los recolectores de café, quienes de persistir esta situación, no tienen forma de escapar de la pobreza rural, por lo que la vía para mejorar sus pagos sería a través de mayores ingresos por ventas de café (Alzate, 2010).

La situación descrita indica que no hay capital financiero suficiente para mejorar los ingresos de los recolectores debido a que tampoco los caficultores mejoran los de ellos, lo cual lleva a pensar que el modelo de negocio del café, debe de ser replanteado hacia uno más sustentable (Cervantes-Mendieta, 2018). Una de las formas para la consecución de este objetivo es la generación de valor en los eslabones de la cadena de suministro más cercanos a los consumidores, que es donde más se agrega valor. Lo anteriormente mencionado es la explicación de por qué un país como Suiza, que no es productor de café, genera más ingresos por producción de café que un país productor como Colombia (El Espectador, 2021).

Cambiar la estructura de mercado y el modelo de negocios del café no es un asunto que depende de los caficultores de forma general; aunque de forma individual sí pueden generar algunos cambios asociados a la pluriactividad y a las experiencias que permite el turismo vinculado a los procesos productivos del café (Montoya, 2017). Para ello deben identificarse cuáles son los medios de vida sostenibles claves, es decir, los tipos de capital necesarios para dar el paso hacia producciones que agreguen un mayor valor. En este sentido, un segundo medio de vida indispensable es el capital físico, es decir, las materias primas y los bienes de capital, incluida la tecnología (Rebotier, 2012), que familias caficultoras requieren para agregar valor y generar ingresos de mayor calidad (Londoño-Pineda y Cano, 2021). Al respecto debe decirse que, en el sector cafetero, el capital físico de mayor costo está asociados a las trilladoras, pero especialmente a las tostadoras, por lo que no es muy factible que una familia cafetera tenga fácilmente recursos disponibles para la consecución de este tipo de activos (Tabares et al., 2022). En este sentido, estrategias como los modelos colaborativos entre las familias, los subsidios de los gobiernos, o préstamos de bajo costo, pueden ser las claves para mejorar la dotación de capital de estas familias y producir cafés de origen de alta calidad (Romero, 2021).

Sin embargo, no basta con contar con activos de alto costo como las tostadoras si no se cuenta con otras herramientas para llegar a nuevos públicos de consumidores. Lo anterior indica que, también deben desarrollar capacidades asociadas al capital humano (Scoones, 1998), el cual se traduce en formación relacionada con la gestión y el mercadeo (Cano et al., 2022). Para ello se requiere del diseño de páginas web y redes sociales a través de las cuales promocione la experiencia de turismo cafetero tanto con nacionales como con foráneos; o de la incursión en modelos de mercadeo digital como los emarketplaces o el dropshipping, solo por mencionar unos cuantos (Cano et al., 2023). Así mismo se hace necesario desarrollar otro de los medios de vida conocido como capital social, el cual representa relacionamientos formales e informales (Apine et al., 2019). Esto debido a que se necesitan aliados para que lleven su producción de cafés de origen a centros de distribución y consumo en diferentes ciudades, algunas de ellas podrían estar incluso ubicadas en el exterior. En cuanto al capital natural debe hacerse todo lo necesario para proteger los suelos, los cultivos, defenderlos de las plagas que afectan la producción, debido a que este es el activo o recursos sin el cual no se podría dar la producción (Londoño & Cruz, 2019).

En general, el mensaje, es que, si se quiere consolidar la pluriactividad de turismo cafetero basado en experiencias, debe fortalecerse, de forma prioritaria, el capital físico representado en trilladoras y tostadoras, pero mejorando a la par el capital humano, social y natural, puesto que con su interacción se puede generar valor y acrecentar el capital financiero de manera que tanto los caficultores como los recolectores obtengan ingresos de calidad.

Ferias, eventos y concursos gastronómicos

En algunos centros urbanos se organizan, por parte de grupos de emprendedores, ferias y eventos gastronómicos. Estos eventos contribuyen a la imagen internacional de las ciudades (Agrelo, 2003). En este tipo de emprendimiento se constituyen empresas cuya función social es la de organizar eventos culturales y gastronómicos. Un ejemplo de esto lo encontramos en la ciudad de Medellín, Colombia, mediante un evento denominado “Medellín gourmet”, el cual es organizado por la empresa País Gourmet, la que, una vez por semestre, hace este encuentro gastronómico que permite disfrutar un menú completo para dos personas en cualquiera de los grandes restaurantes de la ciudad que se afilian a este evento (El Colombiano, 2023).

Esta actividad tiene varios propósitos. El primero es dar a conocer la ciudad desde la perspectiva gastronómica; el segundo, tiene que ver con permitir que las personas tengan acceso a la gastronomía a unos precios más económicos, a los que fuera del evento gran parte de la población no podría acceder debido a su alto costo; como tercer objetivo está el hecho de dar a conocer los restaurantes y sus diferentes opciones gastronómicas. Además, por ser parte de un concurso, aquellos restaurantes que resulten ganadores ganan visibilidad y reconocimiento (Roldán, 2015). A continuación, se describe la forma cómo opera el concurso y los medios de vida que se requiere desplegar para que este tipo de eventos puedan replicarse en zonas rurales, a manera de emprendimientos locales.

Lo primero que se requiere es consolidar un capital social, el cual invita a trascender los relacionamientos simples y avanzar hacia formas de colaboración entre emprendedores que estén dispuestos a conformar un emprendimiento de eventos culturales y gastronómicos (Bungacho, 2018). Así, se requiere de una base mínima de capital financiero que debe servir para cubrir todos los gastos administrativos y legales que se requieren para la creación de la empresa (Palma y Panta, 2019). En esta fase se debe revisar que no existan otras empresas con igual denominación en la localidad, o que el nombre y la razón social no coincida con otras de otros países que las tengan registradas en el país o la región en la cual se piensa llevar a cabo dicho emprendimiento.

Posterior a ello debe definirse el modelo de negocio que soporta el emprendimiento de eventos culturales y gastronómicos (Undurraga, 2018). Generalmente, este tipo de actividades debe vincular a los principales restaurantes, en este caso de la zona rural al emprendimiento (El Colombiano, 2023). Para ello se debe vender la idea del concurso a través de los beneficios que trae para los restaurantes y los que participen de la oferta gastronómica que se incluya en el concurso, la cual se da de dos formas, a través del volumen de ventas obtenido durante el concurso y, por medio de la visibilidad que da a quienes participan, pero en especial a los ganadores (Heredia, 2023). En esta fase, el tipo de capital predominante continua siendo el capital social, ya que es un asunto de relaciones formales e informales (Lang y Fink, 2019), pero también de capital humano, ya que se requerirá de conocimientos asociados a la gestión, el marketing y las finanzas (Tabares et al., 2022).

Los restaurantes deberán definir las opciones de comida con las que participarán en el concurso. Aquí es cuando deben definir el contenido de los platos ofrecidos y sus precios, que deben ser más económicos que en épocas en las que no esté el concurso, con el fin de hacerlos atractivos a los comensales, ya que debe recordarse que uno de los propósitos del concurso es que sea incluyente, tanto del lado de la oferta, es decir, de los restaurantes, como del lado de la demanda, los consumidores o comensales (Roldán, 2015).

Una vez que los restaurantes definan los platos con los que participarán, la empresa de eventos culturales y gastronómicos tendrá que hacer una ardua labor de difusión (El Colombiano, 2023). Para ello es necesario emplear el capital físico, el cual incluye también la tecnología (Rebotier, 2012). En este caso concreto, las redes sociales juegan un papel primordial, ya que se deben desarrollar estrategias para una buena difusión, lo cual incluye crear una red social de la empresa o un aplicativo e incluso uno página web que dé a conocer lo más relevante del concurso, tales como las zonas de la localidad en las que se llevará a cabo, los restaurantes y los platos que participarán con sus respectivos precios, las fechas en las que estará vigente el concurso y la forma en la que los consumidores elegirán los restaurantes y platos ganadores (Cano et al., 2023).

Para lograr lo anteriormente mencionado se necesita definir un sistema de calificación (Castrillón, 2013). En este tipo de concurso suelen ser los consumidores quienes califican los platos y los restaurantes, lo cual se hace a través de alguna aplicación que pueda descargarse desde el celular; para ello, los emprendimientos de eventos culturales y gastronómicos necesitarán recursos asociados al capital financiero, o en su defecto, habilidades relacionadas con el capital humano de los socios que conforman el emprendimiento, puesto que tendrán que diseñar un aplicativo con ciertas especificaciones, tales como no permitir más de una calificación por comensal, por restaurante y plato, así como que esta plataforma o app sea estable y fácil de usar (Tabares et al., 2022).

Finalmente se tendrá que definir la forma en que se hace la premiación y comunicar continuamente a través de las diferentes redes sociales quiénes fueron los restaurantes ganadores y sus platos (Salazar et al., 2020). Esto debe recordarse hasta la siguiente versión del concurso. Al respecto, lo que normalmente ocurre es que los ganadores incluyen en la carta de sus opciones de sus comidas, aquellos platos con los que ganaron, lo cual invita a que los consumidores sientan la curiosidad de consumir el plato ganador. Por último, debe decirse que, el emprendimiento cultural y gastronómico obtiene sus ganancias de un porcentaje de las ventas totales de los restaurantes participantes, el cual debe definirse al inicio del concurso, pero esto sólo será posible si aumenta el número de consumidores. En este sentido, las redes sociales son claves para lograr la masificación deseada (Echeverría y Aillón, 2022).

Este tipo de actividad se presenta como una opción de emprendimiento de bajo costo, o de costo intermedio que puede ser apalancada en la medida en que más emprendedores se animen a crear un emprendimiento cultural y gastronómico (Velandia & Velásquez, 2018). Por sus características, puede tratarse de un tipo de emprendimiento que realicen más fácilmente personas jóvenes con amplios conocimientos en manejo de redes sociales y alta interacción con otros usuarios de redes (Oliva, 2012). En este sentido, se trata de un tipo de emprendimiento que requiere de la articulación de los diferentes medios de vida (capital financiero, capital físico, capital humano, capital social), pero en el que predominan el capital social y físico debido a la necesidad de relacionamientos formales e informales con productores (restaurantes) y consumidores (comensales) y, en general, con quienes deseen estar pendientes de este tipo de concursos en redes sociales. Por todo lo anterior, se constituye en una opción muy interesante de emprendimiento urbano que se puede replicar sin mayores restricciones a las zonas rurales.

Conclusiones

Un enfoque para abordar los emprendimientos rurales es el de medios de vida sostenible, el cual hace parte de la perspectiva de recursos y capacidades, ya que tiene en cuenta los diferentes tipos de capital que deben fortalecerse si se quiere tener más éxito con los emprendimientos en zonas rurales. Estos tipos de capital desde la teoría han sido definidos como capital financiero, capital físico, capital humano, capital social y capital natural. Debe tenerse presente que, dependiendo del tipo de emprendimiento, puede ocasionarse una dominancia de algunos de estos tipos de capital, pero lo más importante es la coordinación y la interacción entre éstos.

En el primer caso presentado, es decir en el de la pluriactividad basada en experiencias de turismo agrícola, en el caso concreto de la experiencia de turismo cafetero, el capital predominante fue el el capital físico representado en máquinas como las trilladoras y tostadoras, pero fortaleciendo al mismo tiempo otros medios de vida como el capital humano, social y natural, puesto que con su interacción se puede generar valor y acrecentar el capital financiero, de manera que tanto los caficultores como los recolectores obtengan ingresos de calidad.

En el caso del emprendimiento rural orientado a eventos culturales y gastronómicos, si bien también se requiere de la articulación de los diferentes tipos de capital, los capitales predominantes son: el social y el físico, debido al necesario relacionamiento con los restaurantes, y los comensales y con la comunidad en general, ya que se requiere de una continua interacción por medio de las diferentes redes sociales, plataformas y aplicaciones que se utilicen para el despliegue de este tipo de concursos gastronómicos.

Tanto el emprendimiento basado en experiencias de turismo agrícolas como el de eventos culturales y gastronómicos pueden tener oportunidad de réplica en municipios de la región de Baja California, México. En el primer caso podría considerar la opción de aplicarse en las producciones agrícolas de berries (Fresas, Frambuesas) y en la producción vinícola; por su parte, el segundo tipo de emprendimiento podría centrarse en población de jóvenes, ya que requiere del buen manejo de redes sociales, pero también en madres solteras, y quienes ya cuenten con emprendimientos de tipo cultural.

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