XI. Casa Coatepec, Veracruz. El patio como elemento estructurador
https://doi.org/10.52501/cc.156.11
Eva Acosta Pérez
María Concepción Chong Garduño
Margarita Beatriz González Montiel
Dimensions
XI. Casa Coatepec, Veracruz.
El patio como elemento estructurador
Eva Acosta Pérez1
María Concepción Chong Garduño2
Margarita Beatriz González Montiel3
DOI: https://doi.org/10.52501/cc.156.11
Resumen
La arquitectura ha traducido al lenguaje de las formas los distintos requerimientos de la sociedad. El arquitecto en sí representa un medio para el desarrollo. El nivel sociocultural de un país, depende de su población, por ello hay que comprender la relación existente entre el hombre y su hábitat que se forma con el nacimiento del hombre y dura hasta su muerte, así la casa tradicional de la ciudad de Coatepec, Veracruz, refleja período de gran esplendor acoplándose perfectamente a su contexto, heredera de Europa con la configuración de casa patio de España y a su vez del mudéjar, permitiendo el confort ambiental todo el año.
Así, en la arquitectura regional, el patio juega un papel protagónico, actuando como sistema de ventilación y asoleamiento para lograr el confort ambiental, y creando un espacio integrador de los elementos construidos, así las habitaciones se establecen alrededor del patio, al que se abre al acceso principal, generalmente, con zaguán y corredor o galería como espacio de liga; el segundo patio puede ser irregular y está destinado a los servicios.
La estructura de los patios coatepecanos es significativa por ser parte de la economía familiar. La casa generalmente cuenta con dos patios, en donde el principal (central) sirve para climatizar y ambientar con plantas ornamentales, predominando las orquídeas, azucenas, camelias, tulipanes y gran variedad de follaje verde, así como helechos y palmas. Para este fin, algunos cuentan con elementos ornamentales formando arriates o guarniciones en jardineras marcando diseños geométricos radio-concéntricos remarcando la fuente o en algunos casos pozo de abastecimiento de agua.
El patio desde la antigüedad es la base del sistema compositivo, con gran significación en el espacio habitacional, especialmente. Por ello seguirá protagonizando su uso, ya que generan un microclima a la casa, adaptándose a los diversos contextos.
Palabras clave: Patio, arquitectura regional.
Introducción
La casa como estructura activa está ligada a la vida del hombre, vive como él, como su propia piel y se caracteriza por la continuidad con la vida humana. Tiene un gran significado por el cumplimiento de funciones, respuestas a necesidades físicas, seguridad, protección; es donde se puede lograr la mayor identificación con el hombre, dejando su huella, sus propias vivencias, es donde puede desarrollarse toda la vida, crece, conoce el mundo que le rodea, se reproduce y muere.
El mundo privado individual deberá brindar un dominio el “cuarto propio” con su “propio espacio al aire libre”, respetando las diferencias de edad, sexo e intereses, con la búsqueda de control climático y acústico; separando a los adultos de los infantes con su propia privacidad, aislando a ambos del mundo comunitario. Este mundo privado exclusivo de la comunidad familiar, íntima, debe relacionarse con el mundo público, colectivo, social, estructurando conjuntos urbanos, armados como un todo, con las circulaciones y tramas.
Influencias que marcan un anhelo de costumbres y de rutinas en un mundo caracterizado por un cambio constante, generándose fenómenos de movilidad residencial o simplemente transformación de espacios habitables. Éstas pudieron ser generadas por recomendaciones de climatización a través de la disposición de espacios alrededor de patios; fueron seguidas por los urbanistas y arquitectos europeos a partir del cambio del asentamiento feudal a las primeras ciudades renacentistas, y heredadas como modelos para la construcción de las florecientes ciudades en la América recién colonizada.
Coatepec como caso de arquitectura vernácula mestiza refleja, en mucho, la preocupación que los arquitectos y constructores de antaño tuvieron en mente para construir una ciudad adaptada a los factores climáticos y fisiográficos del paisaje natural y casas que no solamente les dieran comodidad a sus moradores en su interior, sino que protegieran al caminante como es el ejemplo de los amplios aleros que permiten al caminante transitar cómodamente sin mojarse o sentir los rayos del sol sobre su cuerpo
Antecedentes
La ciudad de Coatepec está asentada en un fértil valle en la vertiente oriental del Cofre de Perote (elevación montañosa de 4 200 m.s.n.m) y dista aproximadamente 13.75 km de la ciudad de Xalapa. Se le identifica en la porción centro-golfo de México, a los 19°27´ de latitud norte y 96°58” de longitud este; su altura con relación al mar es de 1 252 m.
El nombre de la ciudad deriva de las voces náhuatl: cóatl o serpiente y tépetl cerro, lo que da lugar a Cerro de la Culebra.
La estructura urbana actual de Coatepec es el resultado de una constante transformación, sufriendo las consecuencias de una problemática urbana que resultó del acelerado crecimiento y de déficit históricos acumulados de servicios públicos, infraestructura y equipamiento urbano.
Esta estructura es reflejo de acontecimientos históricos y transformaciones que le impregnó una sociedad dinámica, productora, a lo largo de los siglos.
Aunque existen dudas sobre la fecha de creación del asentamiento original, si existen referencias tanto del propio Hernán Cortés en su segunda carta de relación del 30 de octubre de 1520, como en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, que hablan de una localidad de nombre Socochima (Xicochimalco y también Quautlatapec), de pobladores Totonacas y Olmecas, que podían datar del año 1350 (García Morales, Coatepec. Veracruz: imágenes de su historia, 1989).
En el año 1702, por iniciativa del Padre Pedro Jiménez del Campillo, se traslada a la población indígena de Coatepec viejo al Coatepec nuevo, localidad actual, donde desde 1534 existía una primera iglesia del orden de los Franciscanos.
La población de Coatepec comenzó a florecer como centro comercial, con motivo de la creación de haciendas dedicadas al cultivo de la tierra. Las familias se asentaron en grandes casas-habitación con fuerte reminiscencia española.
El comercio, sobre todo en el período porfirista y postrevolucionario, dependió en gran medida de la demanda de productos agrícolas cultivados, en especial el café. El cultivo de café hace variar un poco la estructura de la casa, mas no así su esencia, el patio central sigue siendo el punto más importante de toda edificación, naciendo también el concepto de traspatio para el secado del café.
En esta ciudad, como en el resto de la República Mexicana, la mayoría de las casas que datan del siglo xviii. El tipo común novohispano fue la “casa de patio”, donde se dan variaciones de acuerdo a la diversidad regional, por las características socioeconómicas, por ubicación y por la conformación familiar, dándose casas de una o más plantas, de uno o más patios, diferencias en el dimensionamiento de los espacios, así como en el cambio de la distribución de los mismos.
Esta composición de lugar a la presencia del patio claustral, en donde el partido de la casa o palacio se extiende cuadrangularmente, sobre todo el predio, procurando continuar con sus fachadas el alineamiento general de las calles. Estos espacios libres generan un microclima a la casa, adaptándose a los diversos contextos de México por medio de la creación de aleros y sus diversos dimensionamientos, orientación de acuerdo a las actividades de cada local, sistema de canales para aguas pluviales y todos aquellos elementos necesarios para apoyar a las actividades de los usuarios.
La arquitectura regional, especialmente la Coatepecana, ofrece este tipo de estructura en donde el patio juega un papel protagónico, actuando como sistema de ventilación y asoleamiento para lograr el confort ambiental, y creando un espacio integrador de los elementos construidos, así las habitaciones se establecen alrededor del patio o patios; el primero de forma regular, al que se abre al acceso principal generalmente con zaguán y corredor o galería como espacio de liga; el segundo patio puede ser irregular y está destinado a los servicios.
La estructura de los patios coatepecanos es significativa por ser parte de la economía familiar. La casa generalmente cuenta con dos patios, en donde el principal (central) sirve para climatizar y ambientar con plantas ornamentales, predominando las orquídeas, azucenas, camelias, tulipanes y gran variedad de follaje verde así como helechos y palmas. Para este fin, algunos cuentan con elementos ornamentales formando arriates o guarniciones en jardineras marcando diseños geométricos radio-concéntricos remarcando la fuente o, en algunos casos, pozo de abastecimiento de agua.
La casa tradicional es heredada y es nuestra responsabilidad conservarla para generaciones futuras, de gran herencia española, andaluzas o castellanas con patio centralizado, rodeado en dos o tres lados por habitaciones a manera de crujía y corredores que permitían un espacio semiabierto para adaptarse al clima local.
El patio con gran carácter articulador de toda la vida doméstica, en casos mezclados con actividades productivas en parte trasera, incluyendo en algunos casos un segundo patio o traspatio, y al no tener el acceso económico a los grandes solares o terrenos, se dio paso a la construcción de casas tipo medio siguiendo las mismas características tipológicas, dividiendo casas donde el patio queda a un lado.
Las dimensiones varían de acuerdo al número de espacios que lo rodean, generalmente, son rectángulos en proporciones 1:2, 1:3 y 1:4. Los andadores del patio son de piedra, ya sea de textura lisa, con losa de piedra rectangular o rugosa de piedra bola o de río. Los traspatios son espacios abiertos destinados en todo momento al servicio, donde históricamente se realizaban actividades del campo, criadero de animales, secado de café (principal actividad de la región), almacenamiento de herramientas y productos de cosechas.
En Coatepec, la herencia cultural arquitectónica es rica en cuanto a sus valores, que ostentan expresiones que van desde el neostilo de principios del siglo xviii a principios del xix; también denominado barroco tardío por sus adiciones del neoclásico. Los monumentos históricos ornamentados de las escuelas del neoclásico, neogótico y algunos edificios atípicos que no impactan la tendencia de mediados del siglo xviii y mediado del siguiente siglo y los monumentos artísticos, derivados del academicismo romántico y de la escuela nacionalista, de la época floreciente del Porfiriato, con sus fuertes concepciones afrancesadas.
Al hablar de un patrimonio cultural es importante incluir las obras que emanan de lo tradicional de las regiones, tanto en los sistemas constructivos, como por su valor de arquitectura de acompañamiento; la obra civil y la arquitectura industrial, que en su conjunto dan origen a la imagen histórica, derivada de la fusión primigenia de variadas escuelas artísticas con expresiones arquitectónicas.
Casa patio
Al hablar de la casa patio tradicional de la zona es necesario acotar que, a pesar de la delimitación del ámbito de estudio predominando esta tipología y en el espíritu salvaguardar este patrimonio histórico, se estudian las edificaciones consideradas como monumentos dentro del Centro Histórico de Coatepec, que cuentan con esta configuración.
Casonas, por lo regular, de uno a dos niveles, desplantadas en grandes predios, que contienen construcciones de lindero a lindero con patio central y traspatio. En el acceso principal exhiben un portón de madera con trabajo de ebanistería, de dimensión propicia para el acceso de carretas; el vestíbulo o corredor tipo terraza, alberga una estancia informal que dirige al patio central ajardinado en torno al cual se desarrolla la zona habitacional de la vivienda en sistema de crujías, conformando claustros dispuestos en: “O”, “U”, “C”, “L” o “I”, según el predio.
El tamaño de los espacios se caracteriza por su amplitud, tanto física como perceptiva, situación que propicia por la altura de sus plafones o “cielo Razo”. La construcción es sólida con predominio de arcadas, teja, mangueterías de madera y pisos policromos, todas estas características directas de la vivienda tradicional española de la clase dominante.
La fachada está formada por el portón y los vanos de ventanas generalmente verticales con protección de herrería pocos ornamentados. La edificación se sustenta en un sistema constructivo de muros de mampostería de 0.60 a 1.00 ms. de espesor, con acabado final enlucido, constituido con mortero de cal y arena y aplicación de color –cal y canto–; su cimentación es de muro enterrado. La cubierta está asentada en los cabezales de los muros, con inclinación a dos aguas de 25 grados y constituida de vigas de madera y alfajías perpendiculares a éstas, con media tabla o ladrillo en acomodo de “petatillo” constituyendo una cama conocida como bóveda plana sobre la cual se desplanta teja de barro. La proporción entre vanos y macizos es de 1:11/2. Los vanos tienen una proporción menor de 1:2; la viguería de madera de pino presenta por lo regular una sección de 10 × 4 pulgadas con un entreje de 75 cm para cubrir claros de 3 a 6 metros con tablas de madera de pino o piezas de barro recocido. (Acosta Pérez, 2005)
Esta categoría de viviendas se vincula al grupo dominante y regularmente exhiben en sus fachadas aplicaciones estilísticas del Neoclásico, Neogótico o Academicismo con la intención de seguir las modas que se han sucedido en la región, pues el partido arquitectónico corresponde, en lo general, a la estructura dispuesta desde el dieciocho. La vivienda típica producida por los grupos medio y popular posee variantes tanto en su partida como en su composición y ocasional ornamentación, llevando a clasificarle en tres tipos distintos de acuerdo a sus características, a saber: regional, popular y ornamental.
El patrón se repite a nivel elemental (de las casas habitación con su jardín interior con ubicación central y la construcción a manera de crujías) y al interior de las manzanas del damero. Hacia el interior de las manzanas convergen patios, traspatios y jardines; y alineados a la banqueta, los paramentos de los inmuebles se alinean en geometría arquitectónica, constituyendo el perímetro construido.
El esquema de la casa de la clase dominante, es imitado y adaptado a las posibilidades del pueblo en general, pero siempre conservando la esencia de la misma, y es así que la casa española sirve como prototipo para la casa típica coatepecana en donde las variantes sólo se dan en el detalle, en mayor o menor esplendor en el tratamiento de las ornamentaciones, en la reducción del programa arquitectónico o en la belleza de sus acabados, pero sin embargo, los conceptos esenciales se repiten una y otra vez.
Básicamente, el recorrido se inicia mediante el portón o puerta de la calle; conduce a un zaguán que remata en una segunda puerta interior decorada con vidrios de colores a la manera de vitral, o un portón traslucido de madera calada o herrería, que más que ofrecer seguridad es un cerramiento visual para delimitar el ámbito privado de la casa, respecto al público de la calle. El interior se dispone siguiendo un corredor que remata en el solar, pasando por dos patios, el uno ornamental y el otro (si lo hay) de servicio. Las alcobas se ordenan también linealmente y están unidas por otro corredor más privado, paralelo al primero. El comedor y la sala ocupan un lugar privilegiad; el primero, en el centro de la casa sobre el patio ornamental; la segunda, a un costado de la entrada y posee ventana a la calle.
La casa es también una construcción cuidadosamente dispuesta para que el sol: el acogedor y festivo de la mañana, el del tedio de medio día o el nostálgico de los atardeceres, pueda entrar a la casa a voluntad de sus habitantes, penetrar plenamente en el comedor, en los corredores y en el espacio de recibo para las visitas informales, o tímidamente colarse a las alcobas a través de las puertas entreabiertas y de ahí al corredor interior. Así, estas casas Coatepecanas son estructuradas a partir del patio, herederas de la volumetría española de influencia árabe, en donde el origen llega más lejos por tratarse de elementos llevados de generación en generación con una antigüedad aproximada de 5 000 años.
El origen de la casa con patio se remonta a los comienzos de la historia de la humanidad; los más antiguos que se conocen están en China e India (3000 a.C.), en Cnosos Creta (2000 a.C.). Las casas romanas solían estar estructuradas en torno a un patio porticado o peristilo con jardín o estanque en el centro, al que se abrían las estancias más representativas. Perteneciente a la casa decorada con pinturas o a una segunda vivienda, pues, dado lo parcial de lo descubierto en las excavaciones no puede determinarse, se conservan en la “cripta” unas columnas pertenecientes a uno de estos peristilos. Los fustes, lisos, de mármol blanco, están coronados por capiteles toscanos. En la parte central se sitúa el estanque que, con pavimento de mortero, repite el mismo esquema que otros ejemplos de la propia “cripta”.
El patio aparece en las ruinas de la antigüedad griega y romana, pero el antecedente inmediato en México, de generalizado empleo en nuestras obras coloniales se encuentra en la arquitectura hispano-arábiga. Este jardín interior de la casa árabe, se caracteriza por ser rico en agua y vegetación, crea, una depresión térmica que facilita el cambio de aire en los diferentes ambientes de la casa y climatiza todo el interior. El patio de la casa española es un derivado de la arquitectura doméstica árabe.
El arte hispanomusulmán, tras la etapa cordobesa, de filiación omeya, durante la que se han utilizado básicamente la piedra sillar y el mármol, irá a partir de la época de taifas configurando una. La arquitectura mudéjar va a entrar en clara competencia con el sistema de materiales pobres de la arquitectura occidental cristiana.
En definitiva, la capacidad del arte mudéjar, para asimilar elementos formales y estructurales del arte occidental europeo, no es otra cosa que la pervivencia de un modo de comportamiento del arte musulmán, el de la asimilación y transformación de las culturas con las que entra en contacto, modo de comportamiento corroborado desde la formación del primer arte musulmán, y del primer arte hispanomusulmán.
Los romanos edificaron sus viviendas siguiendo tres tipologías: domus, insula y villa. En Pompeya se han conservado muchas domus, vivienda urbana o suburbana unifamiliar que ha llegado hasta nosotros como la más representativa de la cultura clásica. Estas viviendas suelen estar situadas junto a la calle que les sirve de acceso. Después de atravesar el vestíbulo se llega a un espacio semicubierto llamado atrio, mezcla de sala de estar y patio, en cuyo centro se encuentra el impluvium o pequeño estanque para recoger el agua de las lluvias. Desde el atrio se accede a todas las estancias de la casa y, por la parte del fondo, a un jardín conocido como hortus o peristilo si está rodeado de galerías de urbanas habitadas por las clases más humildes. La altura de estos edificios oscilaba entre tres y cinco pisos y solían responder a complejos programas funcionales. Las villas se pueden entender como casas solariegas de las familias más columnas. Las insulae eran los equivalentes a los bloques de apartamentos, viviendas plurifamiliares poderosas, y en ocasiones se convirtieron en auténticos complejos residenciales que ocupaban varias hectáreas entre jardines, pabellones y residencias (Universidad de Yale, 2018).
El clima tuvo mayor difusión de la casa de patio en las regiones templadas. Las casas romanas solían estar estructuradas en torno a un patio porticado o peristilo con jardín o estanque en el centro, al que se abrían las estancias más representativas. Perteneciente a la casa decorada con pinturas o a una segunda vivienda, pues, dado lo parcial de lo descubierto en las excavaciones no puede determinarse; se conservan en la “cripta” unas columnas pertenecientes a uno de estos peristilos. Los fustes, lisos, de mármol blanco, están coronados por capiteles toscanos. En la parte central se sitúa el estanque que, con pavimento de mortero, repite el mismo esquema que otros ejemplos de la propia “cripta”.
El edificio urbano compacto, con poderoso frente en la alineación de la calle, plantas diferenciadas, simétrico respecto a un eje transversal a la calle, organizado en torno a un patio central en el que se resumen las circulaciones. Convierten al tipo de esos palacios familiares durante el Renacimiento, herederos de la casa-patio de la antigüedad, en el principio generador de los grandes edificios públicos de la ciudad europea.
El claustro también representa una parte esencial de la evolución del patio, pues todos los monasterios poseen patios de gran interés. Los monasterios eran reflejo de la casa romana. [Blaser, 2004]
En México, uno de los principales objetivos en la época virreinal era insertar el Catolicismo, en el cual las principales construcciones fueron los monasterios e iglesias realizadas por las órdenes eclesiásticas, arquitectura que se ve reflejada más tarde en la de tipo civil tanto habitacional como en las de servicio Social como colegios, mercados, ayuntamientos…
No sabemos cómo fueron los primitivos conventos levantados en Nueva España. Por los relatos de los frailes y las quejas de los virreyes, se sabe que fueron construidos sin ninguna regla, y que los frailes se excedieron muchas veces construyendo obras desmesuradas aprovechándose de la gran cantidad de indios y de la abundancia de material que existía. ... No fue sino a mediados del siglo xvi, cuando la arquitectura monástica ya uniformada, de acuerdo con las autoridades del virreinato y con las eclesiásticas, produce la gran serie de conventos. [Toussaint, 1962]
El patio colonial, de forma generalmente cuadrada o rectangular, modulado por intercolumnios, aporta al espíritu independencia, tranquilidad y disfrute de la parte de la atmósfera no afectada por las actividades humanas.
Las características que hacen del patio interior un extraordinario espacio acorde con nuestra tendencia a la introversión, y que permiten individualizar los edificios dentro del conglomerado urbano, han desaparecido bajo la influencia de la cultura anglosajona al sustituir el patio por el hall cubierto como núcleo central de los espacios habitables.
Hoy, igual que antaño, el patio es el centro donde gravita la vida de la casa y donde confluyen todos los sentidos: la vista con la que se aprecia el colorido; el oído con el que se escucha el suave murmullo del agua y las melodías populares que ambientan el patio, el olor que emana de las flores. El patio, es un espacio para el encuentro.
El patio, como centro, convoca todos los ambientes de la casa, al tiempo que evoca la presencia urbana de la plaza. Las habitaciones están dispuestas como compartimientos cerrados y privados, que se asoman a los espacios públicos “pudorosa y controladamente”. Por otra parte, los jardines están dispuestos tanto en la planta alta, como en la baja, y proponen un espacio circular y equivalente, en el que lo interno y lo externo se entremezcla en un continuo propio de la domesticidad tropical.
Debido a esta disposición de sus elementos, la percepción de los elementos ajardinados no es posible desde el exterior de los inmuebles, por lo que la imagen urbana se torna necesariamente homogénea en cuanto a su arquitectura monumental, reflejando una identidad dominante sobre el entorno en su conjunto, no así integradora del mismo, ya que sus edificaciones se cierran al paisaje exterior, recreando el suyo propio en su interior.
En la escala urbana de la ciudad de Coatepec, al igual que la casa, la traza parte del parque o plaza, en el Centro es el espacio más representativo de la ciudad, tanto en imagen como en historia, así el casco histórico se ordena a partir del Parque Miguel Hidalgo —antes Plaza de Armas— incluyendo hacia el noroeste el Palacio y el mercado municipales y hacia el sureste el Templo de San Jerónimo, constituyéndose así, como el nodo de integración sociopolítica y religiosa del asentamiento.
La casa, como la ciudad, define simbólica y espacialmente su interior. Sus corredores lineales, como las calles, son espacios de encuentro y de sociabilidad, en el primer caso, de la familia, en el segundo del ciudadano, y sirve para intercomunicar los espacios tanto rituales, como los del habitar. El patio, —lugar por excelencia del ornamento, de diseño geométrico y lleno de plantas permanentemente florecidas, al que la familia pone todo su empeño para significar frente a los visitantes, tanto su estabilidad como su creatividad— es la escenografía obligada de celebraciones y fotos familiares. Encuentra su equivalencia en la ciudad, en el parque principal, igualmente ornamental, con su diseño invariablemente geométrico, estilo barroco, destinado casi que exclusivamente para ser visto, gracias a la reja protectora que lo envuelve, e igualmente escenario o telón de fondo de las grandes celebraciones cívicas y religiosas; los patios secundarios o de servicio —cuando los hay— como las plazas y parques de la ciudad de menor carga significante, cumplen funciones menos formales, más abiertas a la improvisación. Como eje constructor de la trama de la casa, está claramente presente la mimesis de la naturaleza (que desde nuestros antepasados mediterráneos y más exactamente andaluces), la casa es dispuesta de tal manera que el hombre pueda invitar a sus dominios la presencia del agua y del sol: dentro de la casa llueve; en el corredor como en la calle, el habitante se debe proteger de la lluvia ella moja la casa y con su sonido acompaña un tiempo destinado a la pereza de la siesta.
El patio nació como complemento inseparable de la casa; lugar de secretos, que está negado por la ciudad contemporánea, ya que actualmente no se cuenta con el espacio suficiente para albergarlo. Estos cambios se dan con mayor aceleración día a día.
Figura 1. La casapatio en Coatepec
Fuente: Autores 2022
La naturaleza humana del jardín representa, en primer lugar, un homenaje monumental a la base primaria de la economía, la agricultura. Sus leyes organizativas imponían un tiempo que era un tiempo cíclico de modificaciones y retornos, y que ensayaba un diálogo diáfano con la misma casa construida. Era fácilmente legible la alternancia de lo sólido y de lo efímero que ésta relación encarnaba, además de ser interesante por su continua reciprocidad y reversibilidad: en el verano, la prosperidad de las plantas que agreden con sus hojas y sus troncos una casa que se ha vuelto improvisadamente pequeña e indefensa; en el invierno, la gracilidad de ramos y pedúnculos despojados que son abrumados por la potente tridimensionalidad de la casa, creando no obstante una textura que continúa las líneas de la casa hacia lo no construido. [Purini, 1984]
Conclusión
El patio es una parte con gran antigüedad de un edificio, configurado por espacios construidos internos o simplemente muros. En esencia, el patio es la apropiación en una obra arquitectónica de una parte del espacio externo como fuente de aire, luz y sol convirtiéndolo en espacio interno enmarcado en líneas arquitectónicas del edificio, pues está aislado del espacio circundante ajeno, proporciona a sus habitantes la ilusión de una zona de dominio figurado.
Se requiere la conservación de este gran legado, que por sus dimensiones se va perdiendo cada día al fraccionar el predio y con ello se va perdiendo la esencia de esta tipología arquitectónica, que no sólo es un legado estético, sino un elemento que permite mayor confort a toda la edificación.
Bibliografía
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García Morales, S. (1989). Coatepec. Veracruz: imágenes de su historia. Archivo General del Estado de Veracruz.
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Purini, F. (1984). La Arquitectura didáctica. Valencia, España: Artes gráficas Soler,S.A. Recuperado el 2022
Toussaint, M. (1962). Arte colonial en México (2 ed.). México: unam.
Universidad de Yale. (2018). Apuntes clase Arquitectura Romana. EE. UU.