IX. La infraestructura verde y azul, respuesta a la articulación territorial y sustentable de las comarcas; caso del Valle de Guatiguará en Colombia

https://doi.org/10.52501/cc.156.09


Ester Higueras García

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Elisa Pozo Menéndez

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Belén Moneo Fenduchi


Jeff Miller Brock


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IX. La infraestructura verde y azul, respuesta a la articulación territorial y sustentable de las comarcas; caso del Valle de Guatiguará en Colombia

Ester Higueras García1

Elisa Pozo Menéndez2

Belén Moneo Fenduchi3

Jeff Miller Brock4

DOI: https://doi.org/10.52501/cc.156.09

Resumen

Desde un conocimiento intrínseco del territorio, se propone una metodología de análisis por capas e interacción entre ellas, para determinar la vocación del Valle de Guatiguará y desde ella diseñar la infraestructura verde y azul, que articule todas las zonas verdes y estructura hídrica de las ciudades del valle y su territorio. Esta conexión aporta importantes ventajas tanto al sistema ambiental territorial como al urbano. Se verifican estos beneficios mediante la evaluación de los servicios ecosistémicos del valle, gracias a tres matrices y mapas donde se visualizan los servicios de abastecimiento, de regulación y culturales. Además, se evitan riesgos y amenazas por inundación, deslizamiento de laderas o pérdida de valores culturales, etnográficos o de biodiversidad. Se considera una propuesta clara y realista para conseguir la materialización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en este tipo de territorios con capacidad de réplica en otros contextos iberoamericanos.

Palabras clave: Infraestructura verde y azul, vocación, servicios ecosistémicos.

El concepto de infraestructura verde

La búsqueda de una armonía y conexión en el territorio entre las zonas más antropizadas y las menos es un deseo que persiste desde hace décadas. Primero fueron motivos de pura subsistencia, luego los derivados del comercio de los recursos de estos territorios, y hoy día la preocupación ambiental ha derivado desde la minoración de impactos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods, 2016). Desde la American Planning Association (American Planning Association, 2009), se apuesta por una definición de “infraestructura verde” como concepto que se refiere a “sistemas verdes a pequeña escala, diseñados para ser infraestructura urbana de gestión de aguas pluviales”. En 2014, la Unión Europea definió la infraestructura verde como: “una red estratégicamente planificada de zonas naturales y seminaturales de alta calidad con otros elementos medioambientales, diseñada y gestionada para proporcionar un amplio abanico de servicios ecosistémicos y proteger la biodiversidad tanto de los asentamientos rurales como urbanos” (Unión Europea, 2014). Se destaca de esta definición dos ideas clave: la primera que no sólo se protegen las zonas valiosas, sino que también otras que puedan potencialmente formar parte de este sistema. En segundo lugar, la relación entre infraestructura verde y los servicios ecosistémicos. El término “infraestructura verde” hace mención al método de generar una relación o conexión que existe entre todos los espacios verdes que ofertan una serie de beneficios para los seres humanos, la vida silvestre y la calidad del agua (Matthews, Lo, y Byrne, 2015).

La infraestructura verde es la red interconectada de espacios naturales, incluidos terrenos agrícolas, vías verdes, humedales, parques, reservas forestales y comunidades de plantas autóctonas, así como espacios marinos que regulan de forma natural los caudales de aguas pluviales, las temperaturas, el riesgo de inundaciones y la calidad del agua, el aire y los ecosistemas (Unión Europea, 2010). La infraestructura verde es multifuncional, lo cual significa que puede promover soluciones que benefician a todos los escenarios bajo la premisa de “pérdidas pequeñas, grandes beneficios”, que ofrecen ventajas a un amplio abanico de partes interesadas, así como a la sociedad en general. No obstante, para que esto pueda suceder, el ecosistema deberá estar sano” (Unión Europea, 2014).

Por lo tanto, se trata de una herramienta estratégica para conseguir una mejor interconexión en los territorios naturales y urbanos, que potencia la conservación de la naturaleza y fomento de la sostenibilidad urbana. La infraestructura verde ha impulsado el desarrollo ambiental, “mejorando el capital natural de Europa” (Unión Europea, 2014) en armonía con la progresiva integración del concepto de acciones y programas comunitarios tales como el “Séptimo Programa Marco de Medio Ambiente” (Unión Europea, 2013), la “Estrategia de la Unión Europea para el Cambio Climático” (2013), y la “Estrategia de Biodiversidad Europea” (2011). También para Iberoamérica, donde la existencia de una valiosa matriz ambiental puede ser el argumento para el diseño de este tipo de nuevas redes urbano-territoriales.

Legislar la infraestructura verde

Desde esta apuesta de gran conectividad, aparecen en la infraestructura verde dos escalas complementarias e interconectadas: la escala territorial y la escala urbana. La circunstancia de la complementariedad entre estas dos escalas es extremadamente importante, ya que ayuda a la articulación real del concepto de infraestructura verde, y que constituye una de sus mayores fortalezas, ya que no es sólo la escala territorial, ni es sólo la escala urbana, sino que es una concepción sinérgica, más importante que la mera suma de sus partes. Para su determinación se propone seguir el proceso de lo general a lo particular, aproximación seguida en múltiples disciplinas y análisis, desde el paisaje a la planificación ambiental. Primero, desde la escala territorial se deben detectar todos aquellos elementos existentes de interés, más los potencialmente interesantes por su recuperación, adecuación o regeneración. De esta forma, podemos enumerar: los espacios ya protegidos por organismos internacionales o nacionales; los ecosistemas en buen estado de conservación con alto valor ecológico como llanuras aluviales, humedales, litorales, praderas o bosques naturales; los retazos de hábitats recuperados o restaurados de las zonas protegidas; los elementos artificiales de conexión como los ecoductos o puentes verdes; las áreas multifuncionales donde se promuevan usos del suelo respetuosos con el medio ambiente que ayuden a mantener y restaurar ecosistemas biodiversos y en buen estado de conservación; y las zonas en las que se lleven actuaciones para mejorar la calidad ecológica general y la permeabilidad del paisaje. Seguidamente, se les sumarán los elementos urbanos constituidos principalmente por los parques urbanos, las fachadas y cubiertas verdes que alberguen biodiversidad y faciliten la conexión entre las zonas urbanas y las periurbanas y rurales, y todos los elementos que favorezcan la adaptación y la mitigación al cambio climático como marismas, bosques de llanura aluviales y pantanos. Establecidos todos estos espacios como nodos, falta establecer cómo lograr una continuidad físico-espacial entre todos ellos, que serán los corredores.

En España, la disposición 11614 del Boletín Oficial del Estado número 166 de 2001 recogió la publicación de la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, (aa. vv., 2021), que cuenta con un resumen ejecutivo, unos antecedentes y marco de referencia (donde quedan definidos todos los conceptos de la infraestructura verde, el patrimonio cultural y la biodiversidad). Además, se establecen cuáles son los componentes de la infraestructura verde y el proceso de identificación de los elementos, en primer lugar, para el diagnóstico y luego, para la elaboración de propuestas. La ley española define la infraestructura verde como “una red ecológicamente coherente y estratégicamente planificada de zonas naturales y seminaturales y de otros elementos ambientales, diseñada y gestionada para la conservación de los ecosistemas y el mantenimiento de los servicios que nos proveen. Incluye espacios y otros elementos físicos “verdes” en áreas terrestres (naturales, rurales y urbanas) y marinas” (aa. vv., 2021). Se destaca de esta definición la combinación entre el diseño y la gestión de los espacios que configuran esta red y la inclusión no sólo de lo terrestre, sino también de lo marino y de todos los espacios protegidos, como “hábitats en peligro de desaparición y de especies en peligro de extinción, áreas de montaña, cursos fluviales, humedales, vías pecuarias, corrientes oceánicas, cañones submarinos, rutas migratorias que faciliten la conectividad, sistemas de alto valor natural” (aa. vv., 2021). Otra importante consideración es que a los nodos y corredores de la infraestructura verde se les añade otro componente esencial que son las “áreas de amortiguación”, suelos extraordinariamente oportunos para que se mejoren progresivamente los componentes definidos y que se pueden convertir en una herramienta de diseño para los territorios iberoamericanos.

Los beneficios de la infraestructura verde

Numerosos autores han enumerado todos los beneficios que una infraestructura verde bien articulada proporciona a las personas, desde la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, la mejora de la biodiversidad, la mejora de la calidad ambiental y la mejora de la salud y el bienestar. El Centro de Estudios Ambientales de la localidad de Vitoria-Gasteiz ha determinado 23 beneficios que se listan a continuación en cada una de estas categorías (aa. vv., 2000):

1º adaptación al cambio climático

  1. Prevención de inundaciones estableciendo los espacios de servidumbre de ríos y arroyos principales, así como la regulación de escorrentías gracias a la infiltración de agua de lluvia.
  2. Reducción de los riesgos derivados de las inundaciones, regulación de avenidas, con plantaciones verdes junto a los cauces principales de agua.
  3. Incremento de la recarga de agua de los acuíferos, debido al incremento en la permeabilidad del suelo.
  4. Regulación térmica y disminución de las islas urbanas de calor. Al reducir las escorrentías, se mantiene mejor la humedad ambiental en el ambiente en determinadas épocas del año.
  5. Mejora de la permeabilidad ecológica (movimiento y refugio de especies) ante condiciones climáticas extremas mediante la creación de redes ecológicas, que unen ecotopos existentes y pueden incrementar la existencia de otros nuevos.

2º mitigación del cambio climático

  1. Incremento del secuestro de carbono (efecto sumidero), mediante el aumento de la vegetación arbórea y arbustiva.
  2. Reducción de las emisiones de carbono provenientes de los vehículos motorizados por el incremento de las infraestructuras de transporte público y movilidad sostenible (paseos, bicicarriles…), sobre todo en los fines de semana y ocio estacional.
  3. Generación de fuentes de energía renovable mediante la rehabilitación o construcción de “edificios verdes”, con medidas bioclimáticas pasivas y colocación de paneles solares o molinos y turbinas.
  4. Reducción del consumo de energía, gracias a la atemperación climática por parte de arbolado, fachadas verdes, edificación bioclimática, y la reducción o ausencia de coches en estas redes.

3º mejora de la biodiversidad

  1. Mantenimiento, protección y mejora de los hábitats naturales, la vida silvestre y la biodiversidad.
  2. Incremento de la biocapacidad del suelo natural, para garantizar más oxígeno, más retención del carbono y mayor control higrotérmico.

4º mejora de la calidad ambiental

  1. Mejora de la calidad del aire, gracias al aumento de arbolado que es sumidero de CO2.
  2. Mejora de la calidad del agua (purificación del agua), con procesos naturales, bien de fitodepuración o mediante el filtrado natural de partículas en suspensión.
  3. Reducción de los niveles de ruido; sobre todo, se reduce el ruido de baja frecuencia con el arbolado perenne.
  4. Mejora y mantenimiento de los valores del suelo agrícola, gracias al aumento de la fertilidad del suelo.
  5. Control de la erosión del suelo, gracias a la suma combinada de varios factores, mayor vegetación que ayuda a fijar el suelo, y mayor filtración por disminución de las escorrentías.

5º mejora de la salud y el bienestar

  1. Mejora de los valores estéticos y ornamentales de la ciudad, proporcionando un nuevo paisaje urbano más naturalizado.
  2. Incremento de recursos para la práctica del deporte y el ocio, con múltiples actividades asociadas.
  3. Incremento de los recursos para la contemplación y el bienestar espiritual, bajar el estrés urbano de toda la ciudadanía y establecer un nuevo contacto con la naturaleza.
  4. Generación de recursos para la formación y la educación ambiental, sobre todo para la infancia.
  5. Generación de recursos comunitarios (implicación de la ciudadanía), en múltiples actividades que conformen cohesión social en base a aficiones compartidas, competiciones deportivas, lúdicas, culturales, festivas, etc.
  6. Incremento de sentimiento de pertenencia e identidad.
  7. Agricultura urbana y producción de alimentos de proximidad, primero como elemento educativo, lúdico y recreativo, pero que puede convertirse a largo plazo en algo más estructurado y comercializable.

Ejemplos de infraestructuras verdes destacadas

Son ya numerosos los países que han empezado a diseñar y gestionar una red verde multiescalar y multiuso con el concepto de infraestructura verde y azul. Destacan el anillo verde dentro de la infraestructura urbana multifuncional de la localidad de Vitoria-Gasteiz en España, que ha cumplido 25 años en 2021 y que es el resultado de un dilatado proceso de incremento progresivo de la estructura de espacios verdes en sintonía con la población local y con el apoyo de diferentes instituciones y organismos (Unión Europea, 2009); la red verde de Hamburgo (Hamburgo, 1985), donde se combinan las áreas verdes con las azules en las escalas periurbanas y urbanas; el East London Green Grid y all London Green Grid (Mayor of London, 2012), donde se hace especial hincapié en los usos y en la jerarquización de los espacios verdes (parques regionales, metropolitanos, de distrito, locales y pequeños espacios abiertos parques de bolsillo y espacios lineales abiertos); el Chicago wilderness green infrastructure vision (Chicago Wilderness, 1994) y el Portland, grey to green infrastructure (City of Portland, 2008) donde, en ambos casos, la participación ciudadana ha sido decisiva para el éxito de la implementación de la red. Otros ejemplos significativos son el Anillo Verde de Ontario (Ontario, 2005), siendo uno de los más grandes del mundo que sirve para la contención de la expansión de la ciudad de Toronto; el Anillo Verde de Otawa (Otawa, 2013), donde hubo una adquisición de terrenos con fondos nacionales para preservar las grandes reservas ecológicas del entorno de la ciudad, o el de Estocolmo (Estocolmo, 2018), donde se reutilizaron las áreas industriales abandonadas en la periferia para esta transformación en verde del territorio.

También en Iberoamérica aparecen redes verdes y azules de gran escala (Andrade, G. I., Remolina, F. y Wiesner, D., 2013), como en Buenos Aires, cuyo Plan de Acción contra el cambio climático de 2009 realizó un primer inventario de las zonas verdes; en 2011 en San Paulo, con un enfoque transversal basado en la prevención del cambio climático desde políticas públicas locales; en 2014 en Bogotá, con la capacitación de empresas del sector de la construcción para el desarrollo de tecnología y sistemas sostenibles para proyectos de infraestructuras verdes (Carrión, F. y Dammert, M., 2016).; en 2014, en Ciudad de México, con un enfoque transversal para la prevención de riesgos naturales, especialmente de inundaciones; en 2015 en Lima, con la estrategia de adaptación al cambio climático de la provincia de Lima; y en ese mismo año, en Río de Janeiro, con la elaboración de un inventario del sector agrícola y propuestas de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático. De estos ejemplos de buenas prácticas, cabe destacar cómo la preocupación ambiental, relacionada con el cambio climático y con la prevención de los desastres naturales constituye los elementos motores para la mayor parte de estos planes, programas y estrategias (Silva R. et al., 2017)

Infraestructura verde y azul en el valle de Guatiguará

Oportunidad

Se presenta parte del trabajo de consultoría entre la Universidad Santo Tomás y el estudio de arquitectura Moneo Brock realizado entre 2018 y 2020, que fue contratado por el Área Metropolitana de Bucaramanga y desarrollado por la propia Área Metropolitana de Bucaramanga, la Universidad Santo Tomás y Moneo Brock, (2020), para el proyecto de nueva centralidad urbana en el Área Metropolitana de Bucaramanga (Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, cdmb, 2009). Se abordó el proyecto con una sólida base conceptual y documental que corroboró la extraordinaria oportunidad que brinda el territorio iberoamericano para el diseño de estas redes por diversos motivos (Andrade, G.; Remolina, F.; Wiesner, D. y Montenegro, F., 2014). El primer aspecto es la necesidad de pensar el desarrollo territorial futuro desde la matriz ecológica y ambiental, con la sensación de llegar todavía a tiempo de formular propuestas innovadoras y adecuadas para todos los sectores y agentes interesados, en el marco del desarrollo sustentable. En segundo lugar, por la imperiosa necesidad de reducir altísimos riesgos para la población local, que provocan desgraciadamente importantes pérdidas personales y materiales por el fenómeno de asentamientos informales y una deficiente planificación y gestión de los territorios. Y, en tercer lugar, por la urgente necesidad de revertir el modelo al uso, de urbanizar y sellar los valiosos suelos de los grandes valles de los ríos caudalosos, donde se atesora una enorme diversidad, riqueza ecológica, cultural y ambiental que ahora queda reforzada desde el concepto de los servicios ecosistémicos (Breen A., Giannotti E., Flores Molina M. y Vásquez A., 2020) detallados a continuación.

Con estas premisas y argumentaciones, las redes ambientales que se proponen en el Valle de Guatiguará de Bucaramanga, se enmarcan dentro del concepto de infraestructura verde de la ue (Unión Europea, 2010 y 2014) y de la sostenibilidad (Bettini, V.,1998). Con base en estos conceptos, se definen los siguientes objetivos:

  • Diseñar un esquema de integración, de escalas territorial y urbana con base en los parques protegidos y corredores de los cauces de agua del territorio, el río de Oro, como gran protagonista. El agua es el vector clave de conexión, por eso se denomina infraestructura verde y azul.
  • Proponer una clasificación de los elementos de la red viaria y del espacio público en las escalas urbanas, que pongan en relación las funciones de conexión motorizada y no motorizada, asignando a cada tipología unos criterios sobre prioridades de uso, velocidad, tipo de sección recomendable, etc., de forma que no se pongan en riesgo los valores intrínsecos del valle por la movilidad y se reviertan los patrones de movilidad entre los núcleos de población del Área Metropolitana.
  • Proponer micro-intervenciones a nivel local para resolver barreras y problemas de inclusión e integración social, avanzando unos criterios de diseño y una metodología de trabajo para su remodelación.

Se busca un verdadero desarrollo sustentable en el valle, con acciones adecuadas a cada suelo y a cada escala (Sukopp, H. y Werner, P., 1989; Hough, M., 1998).

Método

La estructura metodológica del urbanismo bioclimático (Higueras, E., 2006) sigue siendo muy oportuna para afrontar una visión transversal, crítica y analítica de un lugar. Se parte del conocimiento de la matriz biofísica ambiental real del valle de Guatiguará mediante el análisis sectorial del relieve, el agua, el subsuelo, los biotopos, la vegetación, los condicionantes del mesoclima y el paisaje (Harg, I. Mc., 1967). Se destaca el estudio del mesoclima ya que, en un territorio de valle con diferencias de altitud tan relevantes, se puede hablar de situaciones muy diferenciadas de soleamiento, lluvia y viento en unas zonas y otras de este vasto territorio. También se subraya el estudio del paisaje como suma de factores y condicionantes antrópicos y naturales en lo que ahora se conoce como paisaje cultural, que deberá ser preservado, protegido y aumentado desde el diseño de la infraestructura verde y azul (Lynch , K., 1975).

Tras este paso de análisis sectorial es preciso establecer un plano de síntesis que nos ayude a determinar la vocación de cada suelo. Es decir, establecer, desde los condicionantes intrínsecos que caracterizan cada lugar, qué usos son los más recomendables y cuáles los más desaconsejados (Fariña, J., 1988; Frey, Y. H., 1999). Esta matriz de vocaciones del suelo, según uso, es una de las principales aportaciones de este método, desde el que se parte para seguidamente establecer la visión ideal del valle, que es una técnica de planificación estratégica muy utilizada para marcar un fin óptimo y equilibrado, de acuerdo con los principios del desarrollo sostenible, los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas (un-ods, 2016) y el bienestar de la población, buscando una armonía entre el desarrollo de actividades antrópicas y los valores del medio en el que estas se desarrollarán (Higueras, E., 2009). Finalmente, se diseñará la infraestructura verde y azul, uniendo los nodos de ambas escalas (existentes y potenciales) mediante los corredores (verdes y azules), y estableciendo entre ambos las zonas de amortiguación con los usos más apropiados, de forma que esta sea una estructura sostenida y progresivamente creciente en armonía con todas las actividades que se van a implantar en el valle (Girardet, H., 2001). La aportación cualitativa y cuantitativa de los servicios de los ecosistemas sirve para evaluar el alcance positivo de esta propuesta interescalar sobre el valle (Seto, K., Parnel, S. y Elmqvist, T., 2013). La siguiente tabla resume todos estos pasos:

Tabla 1. Esquema metodológico para el conocimiento del lugar, para determinar la vocación del suelo y desde ahí establecer los componentes de la infraestructura verde y azul, apoyada por los servicios ecosistémicos que nos brindan

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Fuente: Elaboración propia, 2019.

Situación actual del valle

El Área Metropolitana de Bucaramanga (región de Santander, Colombia) está compuesta por los municipios de Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta y Girón, y se ubica en el valle del Río de Oro. En este contexto, el municipio de Bucaramanga corresponde a la meseta homónima, situada en una altitud de 959 msnm. Al occidente de esta meseta, se encuentra el cañón del río de Oro, con corrientes de agua intermitentes que dan al territorio una morfología dendrítica. Los ríos principales de Bucaramanga son el río de Oro y río Suratá, y las quebradas de La Flora, Tona, La Iglesia, Quebrada Seca, Cacique, El Horno, San Isidro, Las Navas, La Rosita y Bucaramanga (cdmb, 2009). Los dos ríos principales desembocan al norte de la ciudad en el Río Lebrija, que a su vez es afluente del Río Magdalena. El río de Oro, por tanto, es uno de los ríos más importantes que atraviesan tanto la ciudad de Bucaramanga como su área metropolitana. En la zona de Piedecuesta, desembocan en este río la quebrada Grande, la quebrada Suratá y el Río Lato. Los suelos, desde el punto de vista agrológico, se pueden dividir en dos grupos: los primeros, al no tener peligro de erosión, son propicios para el cultivo de gran variedad de productos y el uso para una ganadería basada en criterios sostenibles, como rotación de potreros. La otra clase de suelos tiene una alta potencialidad erosiva; por esta razón, presenta baja fertilidad y una capa de fertilidad superficial, que en algunas situaciones es casi nula (cdmb, 2009).

Figura 1. Esquema territorial a partir de vista aérea de GoogleEarth incluyendo los principales elementos estructurantes del paisaje del Área Metropolitana de Bucaramanga

Fuente: Elaboración propia, 2019.

En el valle existen diferentes figuras de planeamiento territorial y municipal, en ocasiones aparecen directrices y objetivos que pueden ser asumidos directamente en la propuesta de la infraestructura verde y azul del valle. En otros casos, se evidencia una ausencia y divergencia que será necesario subsanar. Los documentos institucionales existentes para la regulación y ordenación del valle son los siguientes:

  • Plan Integral de Desarrollo Metropolitano 2016-2026 (pidm), en el que se determina la sostenibilidad ambiental y protección de los recursos naturales, junto con aspectos de equidad e inclusión social de forma general.
  • Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial–Metroplan 2018-2048 (pemot), se trata de un plan de desarrollo sostenible promovido por las Naciones Unidas, modelo que propuso el ecólogo ambiental Salvador Rueda sobre “Metabolismo y la Complejidad Urbana”, que constituye la base de trabajo para definir las bases teórico–técnicas con carácter sistémico e integrado.
  • Planes de Ordenamiento Territorial (pots) de los municipios en el valle. En concreto, se han analizado los pot de los municipios de Girón y Piedecuesta, por ser lo más próximos a la zona del valle más fértil.

Analizados pormenorizadamente estos documentos se concluye que, en algunos de ellos, el pemot y los pot aparecen epígrafes y objetivos en la línea del desarrollo sustentable, el equilibrio ambiental y la búsqueda de un dinamismo apropiado entre los valores extrínsecos e intrínsecos de este valle; sin embargo, todas estas buenas intenciones no se plasman en acciones concretas, líneas de trabajo prioritarias u ordenaciones vinculantes o determinantes que puedan ser aplicadas de forma efectiva para conseguir estos objetivos.

Existen importantes presiones a nivel urbanístico sobre el valle. Por un lado, hay una invasión de viviendas informales asentadas en una de las quebradas hacia el río de Oro, que periódicamente son arrastradas, literalmente, por la corriente provocando importantes pérdidas materiales y humanas. En segundo lugar, el Gobierno Federal colombiano, ha propuesto un nuevo desarrollo residencial con bloques de vivienda colectiva de 4-5 plantas en la parte del valle más fértil, alejada de la trama urbana de la ciudad de Piedecuesta al noreste, que ocasionaría importantes disfuncionalidades ambientales, ecológicas, agrícolas, culturales y sociales.

Figura 2. Situación actual de valle de Guatiguará. En rojo intenso, las viviendas informales en la quebrada del arroyo. En violeta, los nuevos suelos industriales propuestos, en la llanura de inundación y una de las zonas más fértil de valle. En naranja, los nuevos suelos residenciales discontinuos respecto a la localidad de Piedecuesta (en pardo al noreste) y tras la zona verde protegida de Ruitoque (en verde en el medio del plano)

Fuente: Elaboración propia (2019), a partir de la documentación de los planes territoriales del Área Metropolitana de Bucaramanga.

El método de análisis sectorial por capas de la matriz físico-ambiental ayudará al conocimiento intrínseco de los valores de este territorio, de forma que las zonas más frágiles puedan ser preservadas y con usos adecuados a su capacidad de carga.

Propuesta de infraestructura verde y azul

El valle de Guatiguará merece una reflexión multiescalar: “es importante, cuando se discute la economía ecológica de las ciudades, especificar claramente la escala en la cual se miden los impactos” (Silva R. et al., 2017). En este sentido, la oportunidad de la escala territorial del Área Metropolitana de Bucaramanga debe visualizarse como una excelente oportunidad de mitigar los impactos más negativos fuera de las zonas más pobladas, y así establecer un nuevo equilibrio dinámico ecológico y económico entre las nuevas actividades propuestas y su localización espacial (Aymonino, C., 1972). Además, como señalaba Lynch “las ciudades son producto del tiempo, son los moldes en los cuales las vidas de los hombres se han enfriado y congelado dando lugar, por medio del arte, a formas duraderas, a momentos que de otro modo se desvanecerían al morir y no dejarían tras de sí posibilidades de renovación o de mayor participación” (Lynch , K., 1975). “En la ciudad, las fuerzas e influencias externas se mezclan con las locales: sus conflictos no son menos significativos que sus armonías. Y aquí, a través de la concentración de los medios de intercambio en el mercado y los lugares de encuentro, aparecen espontáneamente modos de vida alternativos” (López de Lucio, R., 1993). En el siglo xxi, aprovecharemos esta gran singularidad territorial y social del Área Metropolitana de Bucaramanga, como un momento clave para reflexionar y dibujar una nueva armonía territorial.

El territorio objeto de este estudio se caracteriza por un mosaico de usos industriales-urbano-agrarios que han colonizado un paisaje de calidad y del que todavía pueden quedar ecosistemas de interés. La recuperación de los paisajes más valiosos, además de su interés intrínseco, puede tener además otras dos consecuencias de gran relevancia:

  • Por un lado, la relocalización de las poblaciones y asentamientos informales en alto riesgo por corrimiento de laderas, zonas de alta erosión potencial, etc. (Vásquez A., Devoto C., Giannotti E. y Velásquez, P., 2016).
  • Por otro lado, el establecimiento de zonas de amortiguación por inundación de los ríos principales, y evitar riesgos futuros ante una amenaza real de incremento de caudales derivado del Cambio Climático (Vásquez A., Giannotti E., Galdámez E., Velásquez P., Devoto C., 2019).

Estos dos objetivos se materializan en una doble estructura de espacios conectores: en cotas altas (altitud por encima de la cota 1 000 m) que conforman el sistema de divisorias-cumbres. Y en contraposición, la recuperación de la red hidrográfica de ríos, arroyos y quebradas (en las partes de menor altitud), buscando la continuidad espacial. Es decir, se propone la estratificación de usos según altitud, para conformar espacios naturales de continuidad en cumbres y en fondos de valle, gracias a unos objetivos específicos (aa. vv., 2018) que se detallan a continuación:

  • Conservar, potenciar y restaurar la conectividad ecológica entre los espacios naturales, también hacia los territorios colindantes. Extender la continuidad también hasta lo local, desde las grandes quebradas de las cordilleras hasta el río de Oro y su red principal de afluentes y arroyos.
  • Evitar los efectos de la fragmentación territorial producida por los asentamientos humanos y las infraestructuras “grises”, mediante los nuevos corredores verdes y azules (preservación de la escorrentía superficial).
  • Contribuir a la resiliencia del territorio reduciendo los riesgos o los daños ante catástrofes naturales o de origen antrópico, incluido el cambio climático, estableciendo que la llanura de inundación del río de Oro sea la zona de amortiguación, con usos sólo aptos para agricultura.
  • Promover la agricultura ecológica y los medios de producción cercanos, valorar la labor de la población rural en la conservación y gestión de los ecosistemas, y mejorar la calidad de vida, gracias a la denominación de productos locales del valle (Ayuntamiento de Barcelona, 2013).
  • Favorecer hábitos saludables de alimentación, fomentar la suficiencia y seguridad alimentaria, y el abastecimiento de proximidad de Piedecuesta, Girón, Floridablanca y otros núcleos poblacionales.
  • Mejorar la salud y el bienestar de la población reduciendo la contaminación del aire y del ruido, disminuyendo el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la exposición a estos factores contaminantes, y facilitando la práctica de la actividad física y la mejora del estado emocional de las personas, gracias a esta nueva conexión entre los espacios urbanos y la conexión con el valle y el río de Oro.
  • Contribuir a preservar el paisaje y favorecer el tratamiento paisajístico de entornos especialmente sensibles (Higueras, E., 2006). El valle de Guatiguará cuenta con un enorme potencial, con valiosos paisajes, y sobre todo, cuenta con servicios ecosistémicos culturales que deben ponerse en valor.
  • Poner en valor el potencial económico y generador de empleo de las soluciones basadas en la naturaleza, por su alta rentabilidad económica, social y medioambiental y, por suponer, un nicho de investigación, mercado y empleo, sin olvidar el atractivo turístico y preservación de entornos de interés cultural que ofrece la infraestructura verde y azul en un valle como éste.

La determinación de la vocación del suelo

El análisis sectorial de los diferentes condicionantes que hay en un lugar sólo tiene el sentido operativo de ir conociendo progresivamente toda la complejidad de un territorio. Pero, no hay que olvidar que estos análisis parciales deben conducir a una “superposición de capas” que posibiliten un conocimiento holístico de la realidad en la que se trabaja (Harg, I. Mc. 1967). Con este mapa resultante, se pueden establecer las conclusiones determinantes que conducirán a la propuesta. De cada uno de los planos sectoriales realizados, se exponen sus principales determinaciones que ayudarán a conocer la vocación del suelo:

  1. Relieve. El área metropolitana de Bucaramanga presenta un relieve abrupto, configurado por estructuras hídricas a lo largo del tiempo que dividen cuencas hidrográficas, mesetas y montañas de gran altitud situadas en el Oriente y el Sur del ámbito de trabajo. Cuenta con grandes pendientes en los cerros y llanuras junto a los cursos fluviales, con diferencias de altitud muy significativas.
  2. Hidrografía superficial. Nos encontramos con importantes cauces de agua, Río de Oro y sus afluentes y múltiples quebradas que configuran una red hidrográfica de textura fina, con afluentes con gran pendiente, lo que conlleva a una erosión potencial hídrica alta de los cerros.
  3. Mesoclima con temperaturas agradables, con periodos cálidos y alta necesidad de ventilación como estrategia bioclimática básica, tanto en la escala urbana como para las edificaciones. La existencia de vientos montaña-valle, que debe ser considerada para el bienestar de la población evitando las obstrucciones al viento en barlovento.
  4. Subsuelo muy diferenciado entre zonas de valle y zonas de crestas y mesetas.
  5. Vegetación valiosa y con gran potencial, por las condiciones del subsuelo y las favorables condiciones climáticas y de humedad. Se trata de un valle muy fértil, tanto para las actividades agrícolas como para tener vegetación asociada al microclima local, al paisaje y a las actividades recreativas de la población local o visitante.
  6. Paisaje extraordinario en su situación actual y con grandes potencialidades de regeneración futura, para ser atractor de turismo de naturaleza y ocio en variadas actividades y localizaciones.

El plano de síntesis de valores ambientales intrínsecos del territorio posibilita la visualización de áreas en las cuales la superposición de valores queda muy determinada en las zonas del valle del río de Oro. Las matrices multivariables que acompañaron estos análisis fueron las siguientes: matriz de unidades de usos naturales, matriz preferente para usos del suelo agrícolas-ganaderos, matriz preferente para la localización de usos industriales y matriz de vocación de suelo para usos urbanos residenciales. Se detallan las variables de los planos anteriores que determinan los suelos con estas preferencias al objeto de establecer la vocación más idónea para cada suelo, y desde ésta poder asignar usos prioritarios, recomendados o desaconsejados en el escenario ideal, determinando los nodos, corredores y áreas de amortiguación (clasificadas en dos tipos: tipo 1 y tipo 2) que logren alcanzar los objetivos de conexión verde y azul que se persiguen.

En total, se diferencian cuatro tipos de suelo, los que tendrán una vocación preferente de usos naturales, los de usos agrícolas-ganaderos y finalmente los industriales. La determinación de esta vocación intrínseca se establece mediante el análisis superpuesto de las capas analizadas, con las siguientes pautas:

  • Zona de vocación preferente. Usos naturales: Se configura a partir de las zonas y espacios con cualidades intrínsecas suficientes para ser considerados como espacios valiosos, con biodiversidad, con identidad de paisaje o que potencialmente los pudieran tener en un corto plazo.
  • Zona de vocación preferente. Usos agrícolas y ganaderos: Estos suelos serán aquellas zonas y espacios con cualidades intrínsecas suficientes para tener un buen rendimiento agrícola o ganadero o que potencialmente pudieran tenerlo por tener unas cualidades apropiadas para estos usos.
  • Zona de vocación preferente. Usos industriales: Seguidamente, la vocación industrial irá a aquellas zonas y espacios con cualidades intrínsecas suficientes para ser considerados como zonas para actividades industriales de bajo impacto o que potencialmente pudieran serlo.
  • Zona de vocación preferente. Usos urbanos residenciales: El último tipo de vocaciones quedará determinado por zonas y espacios con cualidades intrínsecas suficientes para poder albergar zonas residenciales, equipamientos, dotaciones, espacios públicos, etc., o que potencialmente pudieran tenerlos, siempre en contigüidad con las poblaciones existentes.

Se resumen, en la tabla 2, las condiciones necesarias para cada uno de estos usos, enumerados anteriormente. En esta tabla puede observarse que el uso natural es el que tiene mayor número de variables, y que este sistema permite esta discriminación natural entre la vocación de unos usos y otros.

Estructura territorial propuesta

El enfoque territorial y espacial, en las intervenciones respecto a las zonas verdes, es prometedor para avanzar hacia la integración de los pilares del desarrollo y promover modelos de crecimiento urbano más sostenibles (onu, 2012). En este sentido, los criterios medioambientales vienen a sumarse como un vector más en el componente de fuerzas resultantes final. Se trata de un vector que tiene gran importancia, ya que está directamente relacionado con la calidad de vida de sus habitantes y con establecer los valores intrínsecos del territorio (Higueras, E., 2006). En la red de infraestructura verde y azul, es evidente el papel de la red hídrica como vector estructurante del valle de Guiatiguará.

La conexión verde tiene las siguientes bases de partida: (i) Delimitación de la infraestructura azul del río principal y de sus afluentes y quebradas, buscando una discriminación y jerarquía entre todos ellos, para seleccionar aquellos cauces que reúnan las condiciones más naturalizadas (o menos antropizadas) y con mayores posibilidades de recuperación. (ii) Determinación de las zonas de riesgo hídrico-ambiental, por la presencia de la llanura de inundación de los cauces de agua principales en un corto plazo, a los que debe sumarse la llanura de inundación de mayor alcance ante la amenaza del cambio climático. Siguiendo la clasificación de componentes de la infraestructura verde que establece el documento de bases de la Estrategia Estatal Española. Se proponen los siguientes elementos, que aparecerán doblados en la escala territorial y la escala urbana, ya que el propósito final de una infraestructura verde y azul es establecer una continuidad espacial y real entre ambas escalas. Así, se tienen los siguientes componentes (boe, 2021):

  • Áreas núcleo. Serán los espacios naturales actualmente protegidos, los montes preservados, los parques metropolitanos y todos aquellos que se vayan a proteger en el corto-medio plazo por sus condicionantes intrínsecos. En la escala urbana serán los parques urbanos, los peri-urbanos y la red de espacios libres estructurante de la ciudad.
  • Corredores. Constituidos por la red hídrica superficial del río principal y de todos sus afluentes principales, a los que se sumarán la red de quebradas con mayor erosión hídrica del territorio. También las riberas y las llanuras de inundación formarán los nuevos conectores. En la escala urbana, serán los bulevares, las calles arboladas, los parques lineales, las riberas de los ríos que atraviesan las zonas urbanas y las calles peatonales.
  • Áreas de amortiguación. Aparecerán dos áreas de tipo 1 y tipo 2. La primera avocada a los espacios agrarios, ganaderos y agroparques, que producirán servicios ecosistémicos relacionados con los servicios de abastecimiento y regulación. Por otra parte, la segunda albergará espacios con usos más antrópicos, industriales de bajo impacto, terciarios, y residencial de baja densidad que ayudarán a resolver una configuración paisajística de los bordes urbanos de todas las ciudades existentes.

La siguiente figura muestra la combinación interescalar de estos tres componentes desde las escalas territorial y urbana. Las áreas núcleo corresponde a los parques metropolitanos, los espacios protegidos, las áreas de quebradas con pendientes superiores al 16% y las nuevas áreas propuestas de protección que actuarán como elementos centrales y estructurantes, que serán conectados por los corredores y complementados con los usos acordes en las zonas de amortiguación. Los corredores los conforman la red de agua superficial completa (ríos, arroyos, barrancos y vaguadas), los parques lineales, las áreas de inundación (que son zonas de servidumbre del río) complementadas por la propuesta de nuevas áreas lineales de protección de las riberas de los cauces de agua, y por los bulevares y las calles verdes peatonales en la escala urbana. El sistema propuesto se completa con las áreas de amortiguación, que se organizan en dos grandes categorías, las de usos recomendados y exclusivos del sector primario y las de los usos del sector secundario y terciario y de baja densidad residencial.

Tabla 2. Establecimiento de la vocación de cada suelo en el valle de Guatiguará desde los análisis sectoriales del territorio

VOCACIÓN PREFERENTE USOS
NATURALES AGRICOLA-GANADEROS INDUSTRIALES URBANOS
Plano Características Variables Variables Variables Variables
Hipsométrico Zonas baja altitud -
Zonas de alta altitud - - -
Crestas - - -
Clinométrico Zonas de llanuras -
Zonas moderadas -
Zonas abruptas - - -
Red hídrica superficial Ríos y arroyos - - -
Quebradas - - -
Barrancos - - -
Subsuelo Buena capacidad portante - -
Baja capacidad portante - -
Suelos permeables - - -
Vegetación Arbolado porte caduco - - -
Arbolado porte perenne - - -
Arbustos y matorrales - -
Cultivos de regadío - -
Cultivos de secano - -
Espacios protegidos Áreas protegidas - - -
Corredores verdes - - -
Red viaria principal Red viaria principal - - -
Red viaria local - -
Red de caminos y senderos - -
Paisaje Zonas protegidas por paisaje - - -
Solanas -
Umbrías - - -
Fragilidad paisaje Zonas llanas + solanas + ausencia de vegetación - - -

Fuente: Elaboración propia, 2019.

Tabla 3. Componentes de la infraestructura verde y azul en las dos escalas, la territorial y la urbana

DETERMINACIÓN DE LOS COMPONENTES DE LA INFRAESTRUCTURA VERDE Y AZUL
COMPONENTES ESCALAS
Escala territorial Escala urbana
existentes propuestos existentes propuestos
Áreas núcleo Espacios protegidos Parques
Montes preservados Montes potencialmente valiosos Periurbanos Potencialmente valiosos
Parques metropolitanos Espacios libres
Corredores Ríos Bulevares
Arroyos Calles verdes
Quebradas con alta erosión potencial (p>16%) Riberas urbanas
Riberas Parques lineales
Llanura de inundación 100 años Calles peatonales
Llanura inundación frente al cambio climático Calles verdes
Áreas de amortiguación Tipo 1. Zonas Amortiguación usos sector primario Agroganadería Innovación Productos denominación origen Huertos periurbanos
Tipo 2.Zonas Amortiguación usos sector secundario y terciario. Residencial Agroindustria Productos manufacturados Parques llanura de inundación

Fuente: Elaboración propia, 2019.

Respuesta comarcal

La estrategia sobre el valle de Guatiguará incluida en esta respuesta regional de conexión urbana y territorial, sirve para responder a las necesidades de la localidad de Piedecuesta, situada al noreste con el desarrollo sostenible del valle, y con un crecimiento denso en la ciudad existente que absorba las viviendas informales que hay en las laderas y que se encuentran en un alto riesgo para la población. La siguiente figura muestra la posible ampliación del sector oeste de la región, donde se resuelven gracias a la infraestructura verde y azul propuesta, los riesgos existentes relacionados con la alta erosión y la remoción en masa y la contaminación de los cursos de agua, y se logra un crecimiento respetuoso con la topografía existente.

Servicios de los ecosistemas que brinda la infraestructura verde y azul

El concepto de servicios ecosistémicos surge del movimiento ambientalista de Estados Unidos en la década del 1970, pero también de la conceptualización creciente de la naturaleza como conjuntos de sistemas integrados. El movimiento denunciaba el uso indiscriminado de los recursos naturales, la contaminación del medio ambiente, la desforestación de bosques, la reducción de la capa de ozono, el colapso de pesquerías de especies pelágicas y el cambio en el clima (Clavers, I., 1982).

En esta línea, el concepto de servicios ecosistémicos se refuerza con los postulados de Odum, quien sostiene que “el entendimiento de la sucesión ecológica proporciona las bases para resolver el conflicto del ser humano con la naturaleza” (Seto, K., Parnel, S. y Elmqvist, T., 2013). Según los autores, la sucesión ecológica conlleva al desarrollo de los ecosistemas, generándose un paralelismo entre la biología del crecimiento de los organismos y el desarrollo de las actividades humanas. Con las investigaciones desarrolladas en los años 1983, se afianza el concepto en la idea de que los servicios ecosistémicos (en adelante, ssee) son las condiciones y procesos que sostienen la vida humana y que sus beneficios van en directa relación con el bienestar de la humanidad y que existe un capital natural que debe ser conservado, como base productiva de la sociedad (Unión Europea, 2010).

Figura 3. Propuesta de infraestructura verde y azul en el valle de Guatiguará, con la localidad de Piedecuesta al Noroeste en gris. Nodos en verde. Corredores en azul, por la red hídrica superficial y zonas de amortiguación en rallado para usos de innovación agroindustriales no contaminantes. En naranja, suelos residenciales de expansión propuesto en continuidad con las zonas urbanas existentes y con el transporte público

Fuente: Elaboración propia, 2019.

Los trabajos de investigación que trazaron el camino conceptual de los servicios ecosistémicos. Se centran en la relación del ser humano, el uso y los beneficios derivados de los ecosistemas. “What are ecosystem services?” en “Nature´s services: societal dependence an natural ecosystems” de Gretchen, se abre la posibilidad de definir el concepto, agruparlo, detallarlo e identificarlo, según biotopos y componentes ecosistémicos, reflexionando sobre la evaluación económica de los mismos. Otros abren la discusión del rol que tienen los ecosistemas en el mantenimiento de los sistemas de soporte de la vida en el planeta y su relación directa o indirecta con el bienestar humano, calculando el valor económico de servicios ecosistémicos en distintos biotopos (Unión Europea, 2010). A partir del año 2000, todas estas reflexiones y contribuciones se integran y asientan en un nivel local, proyectando que los mismos ciudadanos internalicen la valoración de los Bienes y Servicios Ecosistémicos (Unión Europea, 2010). La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (eem), una iniciativa de las Naciones Unidas, propone evaluar en distintas partes del planeta los servicios ecosistémicos y sus implicaciones sobre la población, definiendo un concepto más operacional, sosteniendo que “los Servicios Ecosistémicos son los Beneficios que los seres humanos obtienen de los ecosistemas, con el objeto de ser entendidos por la población y autoridades decisorias” (Ecosystem M., 2005). En los años siguientes, las investigaciones y las prácticas están implicadas con la sociedad, con el disfrute directo de los beneficios y con la gestión ambiental del concepto, todo ello impulsado por el rol que juegan las instituciones, el valor social y la gobernanza ambiental sobre los ssee (un-habitat, 2012).

A su vez, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao) explica que la agricultura, la ganadería, la actividad forestal y la pesca son sectores beneficiados por los servicios ecosistémicos del medio natural y que, asimismo, estos “servicios ecosistémicos” (onu, 2016) se pueden calificar con el fin de poder tener conocimiento de las verdaderas aportaciones que mantiene cada uno de los elementos que conforman los cuatro grupos que se explicarán a continuación:

Servicios de abastecimiento

Son los servicios materiales que se obtienen de la naturaleza, por ejemplo, los alimentos (todos los ecosistemas proporcionan condiciones climáticas para el cultivo y recolección, caza o la cosecha de alimentos), materias primas (la madera, los biocombustibles, fibras de especies vegetales y animales cultivadas o silvestres), agua dulce (los ecosistemas suministran y almacenan el agua dulce, misma que es fundamental para la vida), recursos medicinales. Algunos de estos materiales se pueden comercializar en mercados o ser impulsores de una empresa, pero, asimismo, en el campo, familias de bajos recursos dependen de estos servicios para subsistir, y es en este caso que el valor de estos recursos tienen mucho más valor, que lo que pueden llegar a costar en cualquier mercado (onu, 2016; fao, 2020)

En el Valle de Guatiguará, el abastecimiento derivado de la propuesta será de alimentos (cacao, pitahaya, limón Tahilt, junto con ganadería, pesca, agroforestal y apicultura), agua dulce (para el consumo de las personas, el riego y el sector industrial), materias primarias bióticas (cuero, madera, celulosa, fibras textiles y compost), medicinas naturales y energía renovables (eólica, solar y biomasa principalmente). La localización de este servicio de abastecimiento ecosistémico está en el valle, en las riberas del río, la llanura de inundación y la zona hortícola asociada a la misma.

Servicios de regulación

Los servicios de regulación son aquellos que ayudan al mantenimiento de la calidad del aire y clima y del suelo (influyen en el clima local, por ejemplo, los árboles con la sombra; los bosques influyen en las precipitaciones, además de darnos una buena calidad de aire), secuestro y almacenamiento de carbono (los ecosistemas tienen la capacidad de purificar el aire, es decir, almacenan los gases de efecto invernadero) y la moderación de fenómenos extremos (los organismos y ecosistemas crean amortiguaciones contra los fenómenos naturales). Por ejemplo, inundaciones, tormentas, tsunamis, avalanchas, desprendimientos de tierras y sequías, tratamiento de agua residuales, prevención de la erosión y conservación de la fertilidad del suelo (la cubierta vegetal previene la erosión del suelo y garantiza la fertilidad del suelo mediante procesos biológicos naturales como la fijación del nitrógeno), control de enfermedades y biológico de plagas, regulación de flujos de agua (la regulación de los flujos de agua es un servicio clave proporcionado por la cobertura y la configuración del suelo), la polinización de algunos cultivos. Estos beneficios que recibimos de estos servicios, por lo general, son abstractos, es decir, son invisibles, y cuando estos ecosistemas son intervenidos o se dañan, en la mayoría de ocasiones son imposibles de recuperar (onu, 2016; fao, 2020).

La infraestructura verde y azul propuesta sobre el valle tiene los servicios de regulación ecosistémicos asociados al ciclo del agua (gracias al almacenamiento de agua en los acuíferos y la red hídrica superficial, que gracias a una alta precipitación mantiene al Valle de Guatiguará con un equilibrio dinámico respecto al agua). Asociado y complementando al ciclo hidrológico, aparecerán los sistemas de depuración de las aguas residuales y el control del agua de escorrentía en zonas urbanas gracias a acabados superficiales más permeables. También son servicios de regulación los que se proponen para mejorar la calidad del aire, el almacenamiento de carbono en toda la nueva vegetación en corredores, zonas de amortiguación y ampliación de zonas verdes protegidas, que además ayudarán al control de la erosión potencial en las márgenes de los ríos y a la protección de las quebradas y barrancos. Otras acciones son la polinización gracias a los hábitats diversos y actividad agrícola propuesta en todo el valle, el control de las inundaciones y la reducción del riesgo de remoción en masa en las laderas, gracias a suelos más permeables y a la nueva vegetación. Todo esto conllevará una regulación del microclima, mejorando las condiciones de bienestar de la población.

Servicios culturales

Los servicios culturales son aquellos beneficios no materiales que recibimos de los ecosistemas. Entre ellos, tenemos las actividades de recreo y salud mental o física (las oportunidades recreativas basadas en la naturaleza desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la salud mental y física), turismo (el disfrute de la naturaleza atrae mundialmente a millones de viajeros), apreciación estética e inspiración para la cultura, el arte y el diseño (los animales, las plantas y los ecosistemas han sido fuente de inspiración de gran parte de nuestro arte, cultura y diseño), experiencias espirituales y sentimiento de pertenencia (la naturaleza es un elemento común en la mayoría de las principales religiones). A este grupo de servicios culturales, en algunos textos, se les asocia con los servicios de abastecimiento, pues tienen una estrecha relación como, por ejemplo, la pesca, que además de ser un servicio de abastecimiento, también puede ser tomada como una experiencia cultural o de deleite o recreo (aa. vv., 2016; fao, 2020).

Los servicios culturales propuestos en el Valle de Guatigurá persiguen la promoción de la salud de las personas (salud física, mental e incremento de los estilos de vida saludables de la población), el conocimiento científico de la flora y fauna del valle para investigadores, educadores y toda la población; la disposición de actividades de recreo y turismo (con el trazado de una nueva red de senderos y rutas peatonales y ciclistas por todo el valle, la creación de un turismo gastronómico y deportes asociados al aire libre con la naturaleza). No se puede olvidar la educación ambiental con talleres y programas educativos sobre agricultura periurbana y el incentivo del consumo responsable y las buenas prácticas agrícolas, con apoyo a la gastronomía local y a las propiedades terapéuticas de la flora. Todos estos servicios vienen a subrayar la identidad cultural, el sentido de trascendencia de toda persona y su espiritualidad gracias a una red de miradores y parques locales que afiancen la recuperación de la identidad cultural asociada al valle y que será compartida con los visitantes, como un elemento positivo atractor de un nuevo turismo apegado al lugar y responsable con sus valores intrínsecos.

Figura 4. Servicios ecosistémicos propuestos en la infraestructura verde y azul del valle de Guatiguará

Fuente: Elaboración propia (2019).

Figura 4.1. Servicios ecosistémicos propuestos en la infraestructura verde y azul del valle de Guatiguará. (Continuación).

Servicios de abastecimiento

Fuente: Elaboración propia (2019).

Para la articulación, propuesta y difusión de estas nuevas ideas y alcance del nuevo desarrollo esperado en el valle, los estudios que se presentan fueron complementados por talleres con la población local, en jornadas denominadas “Bucaramanga vital: territorio incluyente de innovación y oportunidades” (BI2O) con el lema de “El río de Oro alimentando oportunidades” (Matthews, T., Lo, A., y Byrne, J., 2015).

Matriz de los servicios ecosistémicos del valle

Uno de los resultados más interesantes es la matriz resultante final de todos los servicios ecosistémicos del valle, según la clasificación anterior, agrupados de acuerdo a las diferentes unidades de paisaje que lo configuran. En efecto, a partir del plano sectorial del paisaje, se pudieron establecer las unidades de riberas y valles fluviales, valles, laderas y quebradas, mesetas, cerros y núcleos urbanos. En cada una de estas unidades, los servicios ecosistémicos son muy diferenciados. La matriz de la siguiente página los resume.

Los servicios ecosistémicos aportan al valle unos beneficios materiales e inmateriales de gran alcance para la población actual y venidera, en todas las unidades de paisaje del valle no sólo en las zonas protegidas, mostrándose tanto su valor actual como el potencial del futuro si se llevan a cabo las estrategias de infraestructura verde y azul propuestas en este valle.

Conclusiones

Existen importantes presiones en el Valle de Guatiguará de carácter económico, político, social, industrial, de expansión urbana, de trazado de nuevas redes de infraestructura de movilidad, que diluyen las características intrínsecas de este valle y lo pueden convertir en un desarrollo urbano-industrial más. El planeamiento existente no considera las ideas de infraestructura verde y azul como un objetivo prioritario en sí mismo, que conllevaría importantes beneficios para la población local. En la zona de análisis y trabajo, existen diferentes figuras de planeamiento territorial y municipal que establecen algunos condicionantes que deben ser tenidos en cuenta, a la hora de establecer un planeamiento integrado y riguroso. Los documentos institucionales existentes son el Plan Integral de Desarrollo Metropolitano 2016-2026 (pidm), el Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial–Metroplan 2018-2048 (pemot), y los Planes de OrdenamientoTerritorial (pots) de los municipios. Los pot de los municipios de Girón y Piedecuesta no establecen las prioridades ni acciones necesarias para que se puedan desarrollar los objetivos de equilibrio dinámico entre una ciudad y su territorio.

Figura 5. Matriz de los servicios ecosistémicos del Valle de Guatigurá diferenciadas por las unidades de paisaje del valle. Cabe destacar que no sólo encontramos servicios relevantes en los cerros, sino que las laderas y quebradas aportan importantes beneficios de abastecimiento, regulación y cultura

Fuente: Elaboración propia (2019).

Complementariamente a esta problemática, existe un importante peligro para la salud de las personas, presente desde un riesgo físico por inundaciones, erosión descontrolada de las laderas, a las que se añade un riego en el bienestar psicológico de la comunidad local, al ir perdiendo su identidad local, su sentido de trascendencia y el apego a usos y costumbres locales que es preciso preservar y divulgar como un tesoro para las generaciones venideras. Ante esta situación, el aporte de la infraestructura verde y azul en el Valle de Guatiguará revertiría una gran parte de estos problemas, de establecerse un plan articulado a largo plazo contando con procesos participativos intersectoriales de negociación. Específicamente, pueden definirse los siguientes beneficios:

  • Desde lo ambiental, el establecimiento de un equilibrio dinámico considerando la vocación más idónea de cada zona del valle y concretando los usos aconsejables y prohibidos, según estos condicionantes intrínsecos.
  • Desde lo legal, al trasladar a los documentos territoriales pidim, pemot y pot acciones con prioridades claras que articulen las estrategias más oportunas en cada tipo de suelo, de forma armónica y equilibrada, considerando al mismo tiempo la gran escala territorial.
  • Desde el legado social y cultural, a las generaciones venideras, gracias a la prioridad en el desarrollo de los servicios ecosistémicos culturales del valle.
  • Desde un desarrollo sustentable bien entendido en esta comarca, que establezca una economía verde en todas las empresas, una industria no contaminante, una agricultura ecológica en las zonas más valiosas de valle complementada por zonas urbanas densas, complejas en continuidad, con corredores verdes urbano-territoriales y apoyada en una movilidad activa de bajo impacto contaminante.

La infraestructura verde y azul del Valle de Guatiguará queda caracterizada:

  1. Preservando las características geomorfológicas del territorio, con grandes espacios verdes, y vacíos entre las estructuras urbanas actuales, que los convierten en espacios de oportunidad como amortiguadores de la presión urbana y como elementos de conexión espacial entre el entorno paisajístico-ambiental y las ciudades y urbanizaciones actuales.
  2. Enfatizando y protegiendo la destacada red hídrica sobre el territorio, ríos, arroyos, vaguadas, quebradas y barrancos, con adecuación de usos en las zonas de riberas, llanuras de inundación y torrenteras de forma que se minimicen las pérdidas materiales y personales.
  3. Articulando, manteniendo y protegiendo todos los espacios naturales valiosos ya protegidos, y otros potencialmente valiosos que se pueden incorporar a esta estructura verde territorial de gran escala.
  4. Defendiendo ambientalmente esta estructura, que dotará a los asentamientos frente al riesgo del cambio climático, con medidas preventivas y mitigadoras, de máxima oportunidad y alcance para el bienestar de las personas.
  5. Por la necesidad de estructurar las zonas de mayor valor ecológico-ambiental y dejar el resto para el establecimiento de usos variados, turísticos, empresariales, dotacionales, residenciales industriales, etc., según los objetivos de desarrollo equilibrado e innovador que se persiguen.

En definitiva, el aporte del método de la determinación de la vocación del suelo y del conocimiento de las características intrínsecas, para la asignación de usos, parece uno de los caminos que puedan materializar los deseos de equilibrio y armonía entre el medio urbano y el ambiental en el Valle de Guatiguará. No se trata de no hacer nada y de proteger únicamente lo valioso existente. Se trata de conocer primero y entender la dinámica de valor ambiental, ecológico, paisajístico y de potencial de desarrollo de los suelos del valle para que vayan acompasados con su valor intrínseco y no sólo no se pierda valor, sino que éste se pueda ir aumentando progresivamente a lo largo de los años por un desarrollo sustentable, verdaderamente bien entendido y que apueste por la calidad de vida de las personas en un proceso de medio-largo plazo. Finalmente, se considera una interesante aportación la matriz de valoración específica de los servicios ecosistémicos del valle en cada una de sus unidades de paisaje, para poner en valor todos los beneficios y sinergias actuales y futuras y así concienciar sobre la necesidad de proyectar con la naturaleza, para que estas fortalezas persistan y se mantengan para las generaciones venideras logrando el verdadero cumplimiento de los ods.

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