CAPÍTULO IV - Inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en usuarias de un centro de justicia para las mujeres en México. Aída Ortega Velázquez, Nélida Padilla Gámez.

https://doi.org/10.52501/cc.064.01


Aída Ortega Velázquez


Nélida Padilla Gámez


Dimensions


CAPÍTULO IV

Inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en usuarias de un centro de justicia para las mujeres en México

Aída Ortega Velázquez*

Nélida Padilla Gámez**

DOI: https://doi.org/10.52501/cc.064.01

Resumen

La violencia contra las mujeres es un problema de salud pública en el mundo. La investigación en este ámbito está presente en la agenda de los investigadores y del personal que labora en instituciones que trabajan en pro de los derechos de las mujeres. Existen diferentes variables que evaluan el bienestar emocional de las mujeres que han sido victimas de violencia. De las investigaciones más recientes destacan la inteligencia emocional y la resiliencia como factores protectores, ya que reconocer las emociones y tener la capacidad de afrontamiento en situaciones adversas pueden ser fundamentales en la prevención y tratamiento en mujeres en situación de violencia. Con base en lo anterior, este trabajo tuvo como objetivo analizar la relación entre las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en una muestra de mujeres que asistieron a solicitar servicio al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí. Para lograr dicho objetivo, se realizó una investigación de tipo cuantitativo y correlacional, en una muestra de 96 usuarias del Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí. Se aplicó una encuesta on line para evaluar las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida. Se realizó un análisis de correlaciones para probar la hipótesis de la investigación. Los resultados obtenidos revelaron un efecto positivo entre las variables de inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida. Con estos resultados se concluye que es importante trabajar en desarrollar competencias de inteligencia emocional en las usuarias que asisten al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí.

Palabras clave: Inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida.

Introducción

La situación de América Latina y el Caribe nos muestra un escenario económico, político, social y ambiental incierto que coloca a la región ante la oportunidad para transformar la trayectoria de su desarrollo, superando las desigualdades y la brecha existente entre los avances que han significado las legislaciones y la realidad cotidiana de las mujeres (Machado, Morales y Chávez, 2018). En este sentido, la asamblea general de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia (Organización de las Naciones Unidas, 2015).

La agenda de Desarrollo contiene 17 objetivos y 169 metas de un carácter integrado e indivisible, de alcance mundial y de aplicación universal, tienen en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada país y respetan sus políticas y prioridades nacionales (Naciones Unidas Guatemala, S.F.). Dentro de los 17 objetivos se encuentra el número cinco, referente a la promoción de la la igualdad de género, la autonomía y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, lo anterior se sustenta en la urgente necesidad de incorporar la perspectiva de género por el deterioro de las condiciones de vida de muchas mujeres alrededor del mundo, por las vulnerabilidades que estas condiciones acarrean y por la creciente desigualdad que aqueja cada vez más en la mayoría de los países del mundo (Verdiales, 2021).

La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres. Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres mujeres (30 %) en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. La mayor parte de las veces el agresor es la pareja. En todo el mundo, casi un tercio (27 %) de las mujeres de 15 a 49 años que han estado en una relación informan haber sufrido algún tipo de violencia física y/o sexual por su pareja (OMS, 2021).

En México, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), la violencia que ocurre en el ámbito familiar se considera como el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato, o mantengan o hayan mantenido una relación de hecho(Valdez-Santiago et al. 2021).

A raíz de la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia asociada con el SARS-CoV-2 y declarada en 2020 por la Organización Mundial de la Salud se reporto un aumento de casos de violencia contra las mujeres (ONU Mujeres). Este tipo de violencia se ha convertido en la otra pandemia, la pandemia sombra. Aun cuando se le ha reconocido como un problema público, complejo y del más amplio impacto, se mantiene en incremento (México evalua, 2021). Por tal motivo se ha visto la necesidad de trabajar en modificar la cultura patriarcal e investigar y procurar justicia con perspectiva de género, se tiene que erradicar con la enfermedad causada por el COVID-19 y también con la otra pandemia que representa la violencia contra las mujeres en México (Cruz et al. 2020; Olvera, 2020).

En este contexto, las instituciones que trabajan en favor de los derechos de las mujeres han tenido una mayor demanda en sus servicios. El estado de San Luis Potosí cuenta con el el Centro de Justicia para las Mujeres (CJM), el cual es un organismo encargado de brindar atención y servicios integrales, multidisciplinarios y transversales bajo el mismo techo a las mujeres víctimas de violencia y sus menores hijos e hijas, con un enfoque de derechos humanos, de género y de interés superior de la infancia. El CJM de San Luis Potosí es el número 56 en el territorio nacional y el cuarto en el estado del mismo nombre. Asimismo, la entidad ocupó el segundo puesto con más Centros de Justicia para Mujeres a nivel nacional.

Una de las preocupaciones de las autoridades del CJMSLP es trabajar en la mejora de los servicios que ofrecen, por tal motivo es de su interés participar en investigaciones que ayuden a detectar variables psicológicas que ayuden al diseño de programas enfocados en el bienestar de las usuarias.

Con base en lo anteriormente descrito se redactan la siguiente pregunta y objetivo de la investigación:

Pregunta de investigación

¿Cómo se relacionan las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en una muestra de mujeres que asistieron a solicitar servicio al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí?

Objetivo

Analizar la relación entre las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en una muestra de mujeres que asistieron a solicitar servicio al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí.

Inteligencia emocional

El concepto de inteligencia emocional ha sido ampliamente estudiado, surgió en los años noventa, con la definición de Salovey y Mayer (1990), quienes la describieron como una manera de inteligencia social que engloba la capacidad para controlar las emociones y sentimientos tanto propios como de otros, identificarlos y utilizar esa información para guiar el pensamiento y las conductas propias. Posteriormente, el término de inteligencia emocional (IE) se populariza con Goleman (1995), quien la definió como “la capacidad de reconocer las emociones – tanto propias como ajenas – y de gestionar nuestra respuesta ante ellas”. La IE comprende el control de las mismas, además, implica autodisciplina, la cual es un factor importante para una buena adaptación (Bojórquez, 2021).

La inteligencia emocional está íntimamente relacionada con otros dos conceptos científicos: inteligencia y emoción. La inteligencia y la emoción tienen significados consensuados para la mayoría de los psicólogos. Por ejemplo, las inteligencias involucran habilidades para comprender información; las emociones son respuestas coordinadas al entorno. La IE es la capacidad de razonar sobre las emociones, así como la capacidad de usar las emociones y la información emocional para ayudar al razonamiento (Mayer, Roberts y Barsade, 2008).

La inteligencia emocional ha sido investigada fundamentalmente en el ámbito académico y organizacional, donde se ha demostrado su efectividad aumentando la calidad de vida del alumno y del trabajador, pero es una variable de suma importancia para investigar en el área de la salud y en mujeres victimas de violencia (Blázquez, Moreno y García-Bamonde, 2009; Garaigordobil y Peña-Sarrionandia, 2015).

Sí se evaluan las competencias emocionales de las mujeres se puede detectar debilidades y fortalezas con las que se deben trabajar para prevenir la violencia ejercida por sus parejas, también se puede trabajar en el diseño de programas de ayuda que pueden impartir las instituciones de forma gratuita.

En la figura uno se puede apreciar un modelo explicativo sobre la violencia hacía las mujeres, los estereotipos de género y el papel que puede desempeñar la inteligencia emocional como variable preventiva.

Figura 1

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Fuente: Blázquez, Moreno y García-Bamonde (2009).

El desarrollo de habilidades de la competencia emocional puede ayudar al afrontamiento adecuado de situaciones difíciles y estresantes. Bisquerra y Pérez (2007) resumen dichas habilidades basados en Saarni (1997; 2000). A continuación, se presenta el listado de habilidades de la competencia emocional.

  1. Conciencia del propio estado emocional: incluye la posibilidad de estar experimentando emociones múltiples. A niveles de mayor madurez, conciencia de que uno puede no ser consciente de los propios sentimientos debido a inatención selectiva o dinámicas inconscientes.
  2. Habilidad para discernir las habilidades de los demás, con base en claves situacionales y expresivas que tienen un cierto grado de consenso cultural para el significado emocional.
  3. Habilidad para utilizar el vocabulario emocional y términos expresivos habitualmente disponibles en una cultura. A niveles de mayor madurez, la habilidad de captar manifestaciones culturales (cultural scripts) que relacionan la emoción con roles sociales.
  4. Capacidad para implicarse empáticamente en las experiencias emocionales de los demás.
  5. Habilidad para comprender que el estado emocional interno no necesita corresponder con la expresión externa, tanto en uno mismo como en los demás. En niveles de mayor madurez, comprensión de que la propia expresión emocional puede impactar en otros, y tener esto en cuenta en la forma de presentarse a sí mismo.
  6. Habilidad para afrontar emociones negativas mediante la utilización de estrategias de autocontrol que regulen la intensidad y la duración de tales estados emocionales.
  7. Conciencia de que la estructura y naturaleza de las relaciones vienen en parte definidas por: a) el grado de inmediatez emocional o sinceridad expresiva; y b) el grado de reciprocidad o simetría en la relación. De esta forma, la intimidad madura viene en parte definida por el compartir emociones sinceras, mientras que una relación padre-hijo puede compartir emociones sinceras de forma asimétrica.
  8. Capacidad de autoeficacia emocional: el individuo se ve a sí mismo que siente, por encima de todo, como se quiere sentir. Es decir, la autoeficacia emocional significa que uno acepta su propia experiencia emocional, tanto si es única y excéntrica como si es culturalmente convencional, y esta aceptación está de acuerdo con las creencias del individuo sobre lo que constituye un balance emocional deseable.

Las bondades de la inteligencia emocional se han visto reflejadas en diversas investigaciones con diferentes muestras de participantes. Por ejemplo, Quiroz (2016) encontró que dos componentes de la IE: inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal, adaptabilidad y manejo del estrés se relacionaban con la satifacción marital. La inteligencia emocional (IE) se ha presentado como una competencia que facilita las relaciones interpersonales, debido a que permite ser consciente de las emociones, comprenderlas, manejarlas en uno mismo y en otros, y utilizarlas para razonar mejor (López- Fernández, 2015). Lo anterior puede constituir un factor proyector para las mujeres victimas de violencia de género.

Resiliencia

La pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) plantea impactos de gran alcance en la salud física y mental de las personas en todo el mundo, lo que aumenta la atención de investigadores y profesionales sobre el tema de la resiliencia (Zhang, Yang y Jia, 2022).

De acuerdo con la Real Academia Española , el término de resiliencia se puede definir de las siguientes maneras: 1) capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos y 2) capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

La resiliencia ha sido estudiada por diferentes disciplinas desde las ingenierías, la física, la metalurgia, la ecología, la sociología, el derecho y la psicología. En este trabajo se tomará la definición desde la ciencia de la psicología, la cual se concibe como una respuesta adaptativa cuando una persona enfrenta condiciones adversas o de riesgo (Piña, 2015). Para una mayor claridad del concepto se presenta una tabla que recopila las definiciones sobre resiliencia en psicología (ver tabla 1).

Tabla 1. Definiciones sobre resiliencia en la psicología, por orden alfabético del(os) autor(es)

image

Fuente: Piña (2015).

La mayoría de las definiciones de resiliencia, anteriormente descritas enfatizan la capacidad de lograr un ajuste positivo a pesar de la adversidad, sin embargo, se ha definido más recientemente como un proceso que depende de una variedad de factores ecológicos como la familia, la escuela, los compañeros, la responsabilidad comunitaria y la justicia social (Tsirigotis y Luczak, 2018).

Las habilidades que desarrollan las personas resilientes consiguen mejorar y optimizar sus recursos para el mantenimiento de la salud. Algunas de estas habilidades que describen Palomar y Gómez (2010) citados en García del Castillo et al. (2016) se pueden adaptar al comportamiento de la salud:

  1. Rápida respuesta ante el riesgo: actuar con rapidez ante los riesgos de salud implica un mayor nivel de protección.
  2. Madurez precoz: un elemento importante para el mantenimiento de la salud es contar con la capacidad de autogestión de sí mismo lo antes posible.
  3. Búsqueda de información: la información es una variable imprescindible para manejar adecuadamente los riesgos de salud.
  4. Relaciones interpersonales positivas: contar con una red de relaciones interpersonales que puedan prestar ayuda en una situación de riesgo de salud.
  5. Optimismo: capacidad de pensar en positivo ante situaciones de riesgo de salud.
  6. Asunción de responsabilidad: capacidad de asumir la responsabilidad ante situaciones de riesgo de salud.

Las mujeres que generan resiliencia y que a su vez son sobrevivientes de violencia, muestran empoderamiento en su desarrollo personal, reconocen que vivieron violencia y no se esconden tras esta barrera, confían en sus capacidades, se sienten orgullosas de sus logros, pueden adaptarse fácilmente a la adversidad, regularizan positivamente el miedo al agresor, manejan sus emociones en los momentos precisos y fortalecen sus mecanismos de auto protección y autoestima (De Mera-Cobeña y Moreira-Valencia, 2018).

Satisfacción con la vida

Los estudios sobre el bienestar y la calidad de vida han ido en aumento, desde la publicación del libro La autentica felicidad de Martin Seligman (2005). Por muchos años la psicología ha estudiado las patologías y enfermedades mentales dejando de lado aspectos relacionados al bienestar y a la vida plena. Una de las variables más estudiadas en esta área es la satisfacción con la vida, la cual ha sido conceptualizada como la evaluación cognitiva y global de la calidad de la vida en general, siendo un componente del bienestar subjetivo (Pavot y Diener, 1993) citados en (Pavot y Diener, 2008).

El bienestar subjetivo lo conforman dos componentes: uno emocional o afectivo (es decir, la capacidad de experimentar emociones positivas o negativas), y un componente conceptual o cognitivo (esto es, la satisfacción con la vida, el matrimonio, el trabajo y el ocio), el cual se refiere como un juicio cognitivo consciente de la vida por medio del cual los individuos comparamos circunstancias de vida con una norma autoimpuesta que se conceptualiza y operacionaliza como satisfacción con la vida (Salazar et al. 2018).

La investigación ha señalado que la satisfacción con la vida puede tener alguna relación con aspectos de tipo sociodemográficos, culturales y económicos, tales como la edad, sexo, estrato económico, región y religión, hecho que lleva a pensar en la necesidad de generar conceptualizaciones multifactoriales y multidimensionales (Martell y Mendoza, 2016).

En dominios importantes de la vida, como las relaciones sociales y maritales, los entornos laborales, la salud física y la salud mental, la evidencia empírica indica que el experimentar bienestar subjetivo y satisfacción con la vida puede ser muy beneficioso (Pavot y Diener, 2008).

Inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida

La evidencia empírica ha señalado que la inteligencia emocional puede tener un efecto positivo en el desarrollo de la resiliencia, debido a que las emociones positivas pueden ampliar momentáneamente los ámbitos de pensamiento de las personas y permitir una atención flexible, que a su vez puede mejorar el bienestar (Liu, Wang y Lu, 2013; Meléndez, Delhom y Satorres, 2019).

Los resultados de la investigación sobre la relación entre las variables de este estudio se encuentran disponible desde hace más de una década, por ejemplo, Mikuli, Crespi y Casullo (2010) obtuvieron relaciones positivas y significativas entre inteligencia emocional, satisfacción vital y potencial resiliente en una muestra de estudiantes universitarios argentinos. Veloso-Besio et al. (2013) analizaron la relación entre inteligencia emocional, satisfacción vital, felicidad subjetiva y resiliencia en funcionarios de educación especial españoles. De forma similar, Cejudo, López-Delgado y Rubio (2016), evaluaron la inteligencia emocional, la resiliencia y su influencia en la satisfacción con la vida en estudiantes universitarios.

Por un lado, el estudio de la resiliencia ha permitido descubrir las características del individuo, su contexto y procesos psicosociales que facilitan un manejo exitoso de situaciones adversas o estresantes. Por otro lado, la investigación de la inteligencia emocional que también estudia a las personas exitosas desde sus rasgos de carácter o capacidades de racionalización emocional ofrece un complemento para afrontar situaciones adversas en diferentes contextos (Belykh, 2018).

Las personas que presentan estrategias resilientes estarían encaminadas a creer en sus propias habilidades para reconducir las situaciones adversas, aspecto que se traduciría en una mayor sensación de bienestar y la regulación emocional se puede asociar con una mayor actividad física, mayor rol social y vitalidad, mejor percepción de salud y menor dolor, lo que conduce a una mayor satisfacción con la vida (Limonero et al. 2010).

En años más recientes se encuentran las investigaciones de Delhom, Satorres y Meléndez (2020); Rodríguez-Donaire et al. (2020), Alva et al. (2019) y Dorado et al. (2021). Los resultados son consistentes, en muestras de estudiantes universitarios, personas con discapacidad y adultos mayores, sin embargo, no hay estudios que analicen por completo las tres variables en mujeres en condición de violencia, derivado de lo anterior se considera importante realizar este trabajo del cual se desprenden las siguientes hipótesis:

H1: la inteligencia emocional se relacionará con la resiliencia de mujeres en condiciones de violencia.

H2: la inteligencia emocional se relacionará con la satisfacción en la vida de mujeres en condiciones de violencia.

h3: la resiliencia se relacionará con la satisfacción en la vida de mujeres en condiciones de violencia.

Metodología

Descripción de la muestra

La selección de las participantes se ha realizado por accesibilidad con la intención de seleccionar a las usuarias del Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí. La muestra final del estudio estuvo formada por 96 usuarias. La participación fue voluntaria y anónima y contó con el consentimiento informado de las mujeres, a quienes se les explicó el objetivo de la investigación. El período de recolección de datos tuvo lugar entre enero y mayo de 2021. Como criterio de inclusión se consideró que las participantes hubieran completado un tratamiento de terapia psicológica completo en dicho centro durante los años 2019 y 2020.

La media de edad fue entre 40 y 49 años, el 33.33 % tenía licenciatura, el 32.29 % estudios de bachillerato, el 29.17 % tenía secundaria, el 4.17 % tenía primaria y un 1.04 % tenía posgrado. Respecto al estado civil, el 42.71 % era soltera, el 19.79 % estaba casada, el 27.08 % divorciada y el 10.42 % en unión libre. Y sobre su situación laboral el 52.08 % reporto estar empleada, el 22.92 % ser ama de casa, el 14.58 % tenía un negocio propio, el 7.29 % estaba estudiando y un 2.08 % estaba desempleada. Las características de la muestra se presentan en la tabla 1.

Tabla 1. Características de la muestra.

Edad %
18-29 2
30-39 24
40-49 36
50-64 20
Escolaridad %
Licenciatura 33.33 %
Bachillerato 32.29 %
Secundaria 29.17 %
Primaria 4.17 %
Posgrado 1.04 %
Estado Civil %
Soltera 42.71
Casada 19.79
Divorciada 27.08
Unión libre 10.42
Ocupación %
Empleada 52.08
Ama de casa 22.92
Negocio propio 14.58
Estudiante 7.29
Desempleado 2.08
No contestó 1.05

Fuente: elaboración propia.

Recolección de datos y medidas

Las variables del estudio fueron evaluadas mediante un cuestionario con escalas de respuesta tipo Likert con cinco opciones de respuesta (1 = “totalmente en desacuerdo”, a 5 = “totalmente de acuerdo”).

La inteligencia emocional, fue evaluada mediante ocho ítems de la subescala de reparación emocional de la “escala de inteligencia emocional percibida” (Trait Meta Mood Scale, TMMS; Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995) en la adaptación española reducida, la TMMS-24, de Fernández- Berrocal, Extremera y Ramos (2004) que evalúa aspectos de regulación emocional.

La resiliencia fue evaluada mediante la “escala breve de afrontamiento resiliente (BRCS), en su versión en castellano de Moret-Tatay, Fernández Muñoz y Civera, Navarro-Pardo y Alcover de la Hera (2015).

La satisfacción con la vida fue evaluada con la escala de satisfacción con la vida” (Satisfaction with Life Scale, SWLS; Diener, Emmons, Larsen y Griffin, 1985) en su adaptación española de Atienza, Balaguer y García Merita (2000). Esta escala evalua el juicio global que hacen las personas sobre la satisfacción con su vida.

El resultado del análisis de confiabilidad de las escalas se presentan en la tabla 2. De acuerdo con los resultados obtenidos el Alpha de Cronbach de las tres variables es adecuado.

Tabla 2. Alpha de Cronbach de las variables del estudio.

Variable No. de ítems Alpha de Cronbach
Inteligencia emocional 8 .90
Resiliencia 4 .86
Satisfacción con la vida 5 .85

Fuente: elaboración propia.

Análisis de datos

Todos los análisis se llevaron a cabo empleando el software estadístico SPSS en su versión 25. Para la comprobación del modelo se utilizarón análisis descriptivos y de correlaciones.

Resultados

A continuación se presentan los resultados descriptivos de los ítems de cada una de las variables del estudio. La tabla 3 agrupa los ítems de la variable inteligencia emocional, donde se puede observar que el ítem 7 (Tengo mucha energía cuando me siento feliz) (4.25), en el lado opuesto, el ítem 8 (Cuando estoy enfadado intento cambiar mi estado de ánimo) presenta la media más baja con un valor de 3.85.

Tabla 3. Resultados descriptivos de la variable inteligencia emocional

Ítem N Mínimo Máximo Media Desv. típ.
1. Aunque a veces me siento triste, suelo tener una visión optimista 96 1 5 3.98 1.05
2. Aunque me siento mal procuro pensar cosas agradables 96 1 5 4.16 .99
3. Cuando estoy triste, pienso en todos los placeres de la vida 96 1 5 4.08 1.07
4. Intento tener pensamientos positivos aunque me sienta mal 96 1 5 4.10 .97
5. Si doy demasiadas vueltas a las cosas, complicándolas, trato de calmarme 96 1 5 4.13 .84
6. Me preocupo por tener un buen estado de ánimo 96 1 5 4.16 .88
7. Tengo mucha energía cuando me siento feliz 96 1 5 4.25 1.06
8. Cuando estoy enfadado intento cambiar mi estado de ánimo 96 1 5 3.85 1.05

Fuente: elaboración propia.

La tabla 4 agrupa los ítems de la variable afrontamiento resiliente, donde se puede observar que el ítem 1 (busco formas creativas de enfrentarme a las situaciones difíciles) presenta la media más alta (4.19), en el lado opuesto, el ítem 2 (no importa lo que me ocurra, confío en que puedo controlar mis reacciones) es la media más baja con un valor de 4.05.

Tabla 4. Resultados descriptivos de la variable afrontamiento resiliente

Ítem N Mínimo Máximo Media Desv. típ.
1. Busco formas creativas de enfrentarme a las situaciones difíciles 96 1 5 4.19 .97
2. No importa lo que me ocurra, confío en que puedo controlar mis reacciones 96 1 5 4.05 .95
3. Creo que puedo aprender cosas positivas cuando afronto situaciones difíciles 96 1 5 4.41 .68
4. Busco de forma activa la forma de reemplazar las pérdidas que encuentro en la vida 96 1 5 4.09 .93

Fuente: elaboración propia.

La tabla 5 agrupa los ítems de la variable satisfacción con la vida, donde se puede observar que los ítems 2 (hasta ahora he conseguido de la vida las cosas que considero importantes) presenta la medias más altas (4.16), en el lado opuesto, el ítem 4 (Si pudiera vivir mi vida otra vez, la repetiría tal y como ha sido) es la media más baja con un valor de 2.79.

Tabla 5. Resultados descriptivos de la variable satisfacción con la vida

Ítem N Mínimo Máximo Media Desv. típ.
1. En la mayoría de los aspectos mi vida es como quiero que sea 96 1 5 3.69 1.14
2. Hasta ahora he conseguido de la vida las cosas que considero importantes 96 1 5 4.16 .85
3. Estoy satisfecho con mi vida 96 1 5 4.04 1.0
4. Si pudiera vivir mi vida otra vez, la repetiría tal y como ha sido 96 1 5 2.79 1.35
5. Las circunstancias de mi vida son buenas 96 1 5 3.95 .96

Fuente: elaboración propia.

La tabla 6 presenta los estadísticos descriptivos de las variables del estudio, donde se puede observar que la media más alta corresponde a la resiliencia (4.18), seguida de la inteligencia emocional (4.08) y con una media menor se encuentra la satisfacción con la vida (3.72).

Tabla 6. Estadísticos descriptivos de las variables del estudio

Variable Media Desviación estandar
Inteligencia emocional 4.08 .79
Resiliencia 4.18 .75
Satisfacción con la vida 3.72 .85

Fuente: elaboración propia.

La Tabla 7 presenta las correlaciones entre las variables del estudio. De acuerdo con lo esperado en la hipótesis uno, la inteligencia emocional correlacionó positivamente con la resiliencia (β =.79, p <.01). De igual forma, de acuerdo con lo esperado en la hipótesis dos, la inteligencia emocional correlacionó positivamente con la satisfacción con la vida (β =.74, p <.01). Y respecto a lo planteado en la hipótesis tres, la resiliencia correlacionó positivamente con la satisfacción con la vida (β =.69, p <.01).

Tabla 7. Correlaciones entre las variables de estudio

Variable 1 2
1.Inteligencia emocional
2.Resiliencia .79**
3. Satisfacción con la vida .74** .69**

Fuente: elaboración propia.

Conclusiones

El principal objetivo de este trabajo fue analizar la relación entre las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción con la vida en en una muestra de mujeres que asistieron al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí. Por una parte, encontramos que la inteligencia emocional se relaciona positivamente con la resiliencia y con la satisfacción con la vida, y por otro, que la resiliencia se relaciona también con la satisfacción con la vida. En conjunto, los resultados obtenidos corroboran las hipótesis planteadas en el modelo de investigación, realizando algunas contribuciones a la literatura de la inteligencia emocional y la resiliencia en mujeres en condición de violencia. El presente trabajo contribuye a fortalecer la investigación de los efectos positivos de la inteligencia emocional, en el caso partícular de mujeres en condición de violencia, debido a que, epidemiológicamente ellas constituyen un grupo vulnerable ante el desarrollo de sintomatología ansiosa, por lo que es importante identificar factores que puedan prevenir este fenómeno.

En relación con lo anterior, cabe destacar que el camino hacia la reivindicación de los derechos de las mujeres y las niñas ha sido largo, es por eso que las metas sobre la igualdad de género están integradas dentro de los objetivos de la Agenda 2030, la desigualdad de género es una de las formas más generalizadas de inequidad, pues pone a las mujeres y a las niñas en desventaja independientemente de su posición social, y en cualquier lugar del mundo las intervenciones relacionadas con la salud, la educación o con otros sectores se desarrollan en contextos altamente sexistas. En el contexto de la pandemia por COVID-19, la violencia contra las mujeres en el hogar se incrementó de manera notable, haciendo que la demada a los servicios de salud física y psicológica también hayan aumentado (Sánchez, 2021).

Las instituciones de gobierno a favor de los derechos de las mujeres tuvieron que trabajar intensamente en brindar atención integral a mujeres en condición de violencia durante la pandemia por COVID-19 y un tema importante a tratar fue la mejora de la salud mental. Las investigaciones sobre este tema señalan que las competencias socioemocionales se relacionan con una menor presencia de problemas de salud mental y un mayor empoderamiento, debido a que favorecen una mejor adaptación a los cambios y demandas del ambiente (Alva et al. 2019). Por lo que este trabajo contribuye a poner de manifiesto variables de corte psicológico que pueden actuar como factores protectores para las mujeres en condición de violencia. En primer lugar, la inteligencia emocional, debido a que se ha demostrado que, las personas que creen que pueden controlar sus emociones son más capaces de controlar su estado de ánimo y afrontar con mayor éxito las situaciones estresantes. La inteligencia emocional es un constructo que debe ser desarrollado de forma continua desde la educación de niñas y adolescentes y posteriormente en programas de educación emocional para la prevención de la violencia (Puertas-Molero et al. 2020). En segundo lugar, la resiliencia, porque la investigacion ha demostrado que en pruebas de estrés y dolor inducido en laboratorio, las personas que presentan alta resiliencia afrontan mejor las situaciones dolorosas y estresantes (Friborg et al, 2006 citados en Limonero et al. 2010). Y en tercer lugar, porque teniendo presente que tanto el uso de estrategias resilientes como de competencias de inteligencia emocional, derivan de manera positiva en la satisfacción con la vida.

Bibliografía

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