INTRODUCCIÓN

Según el informe 2022 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2022), los efectos negativos irreversibles de la actividad humana sobre el planeta, como medio biológico propicio para los seres vivos, van en aumento.

Los impactos negativos se reflejan a través del cambio climático, cuyo indicador más sensible es el aumento en la temperatura y sus efectos se reflejan en fenómenos como el deshielo de los polos, el aumento del nivel del mar, el avance de la desertificación, el cambio en los patrones de lluvia, las inundaciones, el rompimiento en el equilibrio de los ecosistemas, la pérdida de la biodiversidad, el dinámico cambio tecnológico, así como otros relacionados como la migración, los sistemas alimentarios, aumento en el número de días cálidos, creciente pobreza, la desigualdad, los incendios, los problemas por el acceso al agua, pandemias, por mencionar algunos.

Entre los factores que han incidido en el cambio en los patrones climático-biológicos se encuentran el incremento y concentración de la población, la dinámica de la actividad humana, la urbanización, el cambio de uso del suelo, la degradación de la tierra, la contaminación del agua, los sistemas de producción, la cultura del consumo, la intensa movilidad tanto de las personas, como de bienes, servicios y capitales, el uso intensivo e indiscriminado de los recursos naturales, el uso de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente.

Los resultados no vislumbran ser muy alentadores, pues si bien se esperaba mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, ahora se estima será de 2.7 °C al año 2030 (UNEP, 2021), por lo que, según expertos, esto puede comprometer las condiciones ideales para la subsistencia de la vida en el planeta y traerá impactos diversos como un incremento en 35 % en la superficie con incendios forestales, una reducción del 60 % de las áreas de bosques, las inundaciones se duplicarán provocando un aumento en 1.8 veces en las pérdidas del PIB, dejarán de existir el 24 % de las especies con muy alto riesgo de extinción, las sequías agrícolas se duplicarán, la mitad de los glaciares en las montañas de Asía desaparecerán, así como el 70 % en Asia Central y Occidental, asimismo, se esperan más de nueve millones de muertes debidas al cambio climático (IPCC, 2022).

Los efectos son más sentidos para ciertos segmentos de la población, en particular mujeres, niños y ancianos en hogares de bajos ingresos, población indígena, grupos minoritarios, así como pequeños productores (que dependen de las condiciones climáticas) y la población que habita en regiones de alto riesgo, quienes enfrentan con más frecuencia problemas como la desnutrición, la pérdida de medios de subsistencia y resienten más el aumento de los costos. Esto es relevante pues casi la mitad de la población mundial vive en países altamente vulnerables al cambio climático, donde la mortalidad por inundaciones, sequías y tormentas es 15 veces mayor en comparación con los menos vulnerables (IPCC, 2022). En este sentido se ha identificado que es necesario definir políticas que permitan incidir en la reducción de los efectos negativos del cambio climático y avanzar en medidas de adaptación, mitigación y resiliencia al mismo.

Desde la formación del planeta el cambio en el clima (temperatura, viento, precipitaciones) ha sido alterado por diversos factores como la interacción de la radiación solar, la órbita terrestre, la latitud, la composición atmosférica, las corrientes oceánicas, el efecto albedo pero, en las últimas décadas han incidido más los efectos antropogénicos, en particular por la acción del hombre y el incremento de los gases de efecto invernadero debido al uso de combustibles fósiles para su desarrollo, lo que amenaza los diversos ecosistemas (Useros, 2013).

No obstante la urgencia de los grandes problemas de la humanidad y del planeta, la conciencia, organización y atención de estos, son temas relativamente nuevos y se han hecho evidentes a través de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas en coordinación con los países miembros, en particular desde la declaración de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000), que fueron actualizados con la declaración de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con 17 grandes objetivos (ODS) y 169 metas en 2015, los cuales fueron proyectados para cumplirse en el año 2030. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible cubren las diferentes dimensiones de desarrollo: social, económico y ambiental y son los siguientes:

En el desarrollo social: a. poner fin a la pobreza; b. hambre y seguridad alimentaria; c. salud y bienestar; d. Educación de calidad; e. igualdad de género y empoderamiento de la mujer; f. agua limpia y saneamiento.

En el desarrollo económico: g. energía asequible y no contaminante; h. trabajo decente y crecimiento económico; i. infraestructura, innovación e infraestructura; j. reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos; k. ciudades prósperas y comunidades sostenibles; l. producción y consumo responsables y sostenibles.

En el medio ambiente, seguridad y estrategias de colaboración: m. acción por el clima; n. océanos y vida submarina; ñ. vida de ecosistemas terrestres y diversidad biológica; o. paz, justicia e instituciones sólidas; y, p. alianzas para lograr los objetivos.

Al día de hoy, los Objetivos de Desarrollo Sostenible han sido el punto de referencia para convocar a gobiernos a tomar medidas transformadoras, tanto individuales como colectivas, para mejorar las condiciones de vida de las personas, el planeta y alcanzar una mayor prosperidad en las ciudades y territorios, al tiempo que buscan preservar la paz universal en un contexto de mayor libertad.

Si bien estas directrices llevan más de dos décadas de trabajo continuo, los resultados no son los deseados pues existen todavía obstáculos para que estas metas se cumplan y los grandes problemas se resuelvan, entre los retos que se identifican sobresalen los siguientes:

  • Los acuerdos se han realizado a nivel internacional por los países miembros de las Naciones Unidas y han quedado en convenios de buena voluntad, por lo que su incumplimiento no implica sanciones.
  • Hacen falta regulaciones e instituciones regionales que dispongan de recursos y mecanismos de regulación, control y seguimiento de cumplimiento de metas entre los países.
  • La disposición, interés y capacidad de las autoridades nacionales para llevar a cabo las recomendaciones.
  • La ralentización de las acciones en los últimos años debido a la crisis sanitaria por la pandemia por COVID-19 (en 2020, 2021 y buena parte del 2022) y la latente amenaza del surgimiento de nuevas variantes.
  • La capacidad de los gobiernos nacionales para coordinarse con autoridades locales (a nivel estatal y municipal) a fin de realización de actividades siguiendo los objetivos y metas de desarrollo sostenible, que incluyen desde la definición de programas especiales, instituciones y el destino de recursos humanos, materiales y financieros para atenderlos, como una estrategia eficiente de mediano y largo plazo y de gran impacto.
  • La capacidad de los gobiernos locales (estatales y municipales) para definir estrategias, proyectos, disponer de recursos (humanos y financieros) y cumplir metas para atender los grandes objetivos e involucrar a los agentes económicos locales (empresas e instituciones diversas).
  • Disponer de herramientas técnico-tecnológicas que permitan dar a conocer las buenas prácticas, normas y acciones sistemáticas que permitan a los actores relacionados avanzar desde su ámbito de competencia, en la resolución de los objetivos del desarrollo y aún más, disponer de un sistema de indicadores y seguimiento.

Como es evidente, el tamaño y dimensión de cada uno de los grandes problemas derivados del calentamiento global y su atención rebasa a gobiernos nacionales, empresas, instituciones particulares u organismos no gubernamentales, por lo que se requiere de un trabajo coordinado y enfocado para hacer de este mundo un lugar más seguro, resiliente y habitable.

De acuerdo con el registro que realiza Naciones Unidas sobre las prácticas exitosas que han implementado los países miembros para atender los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 22.4 % han sido iniciativas impulsadas por el gobierno, el 17.9 % por organizaciones de la sociedad civil, el 14.4 % por el sector privado, el 10.9 % se han gestionado por Naciones Unidas, el 8.6% por gobiernos locales, el 6 % por instituciones educativas, un 4.5% por organizaciones filantrópicas y un 0.6 % por organizaciones intergubernamentales (UNDESA, 2020), lo que habla de un reconocimiento de un trabajo interinstitucional para avanzar en un objetivo común.

Es relevante resaltar el papel que juegan los agentes económicos para avanzar en la resolución de los grandes retos de la humanidad: el gobierno como responsable de una política de desarrollo visionaria y acorde con las necesidades de la población, pero como una institución fuerte, autónoma y con capacidad de gestión para facilitar entornos e infraestructura de apoyo; las empresas, identificadas como las principales generadoras de gases efecto invernadero, requieren llevar a cabo estrategias urgentes de ajuste a sus modelos productivos para que sean seguros y saludables con las personas y el medio ambiente; las instituciones de educación superior, como la instancia que coadyuva en la generación de conocimiento, soluciones innovadoras a través del desarrollo y transferencia de tecnología; y las organizaciones sociales, como el enlace para hacer partícipe a la sociedad en la implementación de acciones en lo local-regional.

Es en este sentido que esta obra, Re-pensar la Agenda 2030: Tendencias de sostenibilidad, representa un aporte, pues permite cubrir algunos vacíos relacionados con la gestión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al ser un medio para difundir estudios de caso que servirán como referencia a diferentes organizaciones para emprender nuevas iniciativas en el entorno local. La obra permite reconocer que el principio de “piensa globalmente, actúa localmente” es un llamado a los diferentes agentes sociales y económicos para cuidar y preservar el entorno desde su institución.

La obra busca responder a los siguientes cuestionamientos: ¿qué se hace en favor del cumplimiento de los ODS?, y ¿quiénes y cómo lo hacen en el contexto local-nacional? para contestarlos retomamos experiencias de diferentes autores que, desde su experiencia y perspectiva, nos muestran estudios de caso, estrategias, actividades, iniciativas e instrumentos de gestión. Se espera que las buenas prácticas que se presentan en esta publicación sirvan de inspiración a los gobiernos y las partes interesadas en sus esfuerzos para abordar la crisis, reducir el riesgo de futuras emergencias potenciales y cumplir con la visión ambiciosa e inclusiva de la Agenda 2030.

La estructura de la obra se relaciona con las contribuciones que los autores realizan en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

El primer apartado se identifica con el “ODS 4. Educación de calidad” encontramos artículos interesantes como el análisis de un proyecto de intervención social que se integró durante la materia de Núcleo General III: Filosofía y Valores en la Universidad Politécnica de San Luis Potosí (UPSLP), presentado por Guadalupe del Socorro Palmer de los Santos, Mariana Juárez Moreno y Catalina Reyna López; por su parte, Elizabeth Catheline Mejía Narro y María de los Ángeles Cervantes Rosas narran un programa de formación de líderes que aportan no solamente a la Agenda 2030, sino también a generar en el futuro, ciudades más sostenibles y el logro del bienestar común. También Diego Soto Hernández, Rafael Rentería Gaeta y Oscar David Valencia López, en el capítulo tres, presentan la investigación realizada, en la cual examinaron la Plaza Comunitaria de Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, analizando su infraestructura y funcionamiento, así como su impacto en la alfabetización digital de los usuarios.

En el apartado dos, referente al “ODS 5. Igualdad de género”, se incluyen dos capítulos: el cuarto, presentado por Aída Ortega Velázquez y Nélida Padilla Gámez quienes analizaron la relación entre las variables inteligencia emocional, resiliencia y satisfacción, con la vida en una muestra de mujeres que asistieron a solicitar servicio al Centro de Justicia para las Mujeres de San Luis Potosí. Igualmente, Martha Angélica de la Rosa Hernández y Aida Ortega Velázquez muestran en el capítulo cinco, los resultados de investigación aplicados a una pyme potosina, cuyo objetivo fue identificar las prácticas laborales con equidad de género.

A partir del apartado tres, vinculado al “ODS 6. Agua limpia y saneamiento”, Jorge Flores Velázquez, en el capítulo seis presenta un proyecto de riego que busca satisfacer, en el momento adecuado y en la cantidad necesaria, los requerimientos de agua de los cultivos, razón por la cual, para la gestión de una zona de riego es indispensable conocer: la estimación del consumo diario de agua de cada cultivo, la cuantificación de las necesidades de riego de los cultivos establecidos y a establecer en un futuro la entrega de servicio de riego a los productores.

En el apartado cuatro, se hace relación al “ODS 7. Energía asequible y no contaminante”, José Juan Cervantes Niño, José Alfredo Miranda y Manuel Barragán Codina incluyen en el capítulo siete, un análisis y explicación comparativa de los principales informes e investigaciones sobre el fomento, producción y consumo de los biocombustibles, con enfoque en América Latina y México.

Prosiguiendo con el apartado cinco, que atiende al “ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico”, Rosa Elia Martínez Torres, Ángela Paola Ortega Gómez, Juana María Huerta González y Patricia Rivera Acosta proponen un instrumento de medición de trabajo decente en el capítulo ocho, alineado a elementos sustentables, con el cual las organizaciones puedan realizar un diagnóstico para que la implementación de estrategias directivas en este sentido, sea efectiva y se minimicen las brechas de discriminación y desigualdad que pudieran existir.

A continuación, Luis Antonio Corona Nakamura y Brenda Mariscal Gutiérrez exponen en el capítulo nueve, un estudio desde un enfoque jurídico-doctrinal, toda vez que se estudia el marco jurídico vigente en México y la doctrina, así como un enfoque cuantitativo a través del análisis de datos obtenidos de fuentes secundarias, tales como estadísticas del INEGI, de CONEVAL, del SAT y el IMSS.

El capítulo 10, en el cual Martha Beatriz Santa Ana Escobar, Óscar Bernardo Reyes Real y Aurelio Deniz Guízar analizaron si los trabajadores de las microempresas de alimentos en la zona portuaria de Manzanillo tienen condiciones laborales adecuadas. Para ello, utilizaron una metodología cuantitativa con un alcance descriptivo, identificaron una población de 20 negocios de comida en la zona y aplicaron 40 cuestionarios a los trabajadores de dichos negocios.

Acerca del apartado seis, correspondiente al “ODS 9. Industria, innovación e infraestructura”, Diana del Consuelo Caldera González, María Guadalupe Arredondo Hidalgo y Miguel Agustín Ortega Carrillo abordaron en el capítulo 11, un trabajo en el cual identificaron los principales indicadores de competitividad empresarial para las mipymes en México y qué papel juega la sostenibilidad en dichos indicadores, toda vez que estos constructos resultan esenciales para el desarrollo de los sistemas sociales, económicos y financieros. Su investigación es de tipo documental con alcance exploratorio y un diseño no experimental.

Por lo que se refiere al capítulo 12, María de los Ángeles Cervantes Rosas, Rosa Elena de Anda Montaño y David Ignacio Rojas Escárrega, subrayan que las empresas no pueden mantenerse al margen de las exigencias de la sociedad y una de ellas es comprometerse con el desarrollo sostenible que involucra el logro del crecimiento pero privilegiando el bienestar común; por lo que el objetivo de esta investigación es identificar los cambios en la toma de decisiones de propietarios de empresas familiares y su visión de futuro en relación con el desarrollo sostenible.

El apartado siete incorpora temas relacionados al “ODS 13. Acción por el clima”. En el capítulo 13, María C. Martínez Rodríguez y Ana L. Cervantes Nájera hacen una propuesta interesante de techos verdes, ya que postulan que las ciudades se enfrentan a un problema medio ambiental por la disminución de sus espacios abiertos y naturales, los cuales aportan servicios ecosistémicos esenciales para sus habitantes. Las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) promueven el aprovechamiento de los ecosistemas en beneficio de la sociedad, una solución son los techos verdes que han sido implementados para recuperar áreas verdes urbanas (AVU).

Finalmente, el apartado ocho considera temas sobre el “ODS 17. Alianzas para lograr los objetivos”. En el capítulo 14, propuesto por Juan Carlos Páez Vieyra y Kiara Sinaí Pérez Flores, analizan la Red Iberoamericana de Seguimiento a la Agenda 2030, bajo el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17, como un mecanismo de cooperación internacional creado para ser una plataforma internacional que fomenta las buenas prácticas para la implementación de la Agenda 2030, desde una perspectiva de derechos humanos, en los diferentes sectores de la sociedad, tanto en América Latina como en España. Si consideramos que la comunicación global es una herramienta de aprendizaje para todos los sectores implicados en los procesos de desarrollo.

Conscientes de que los objetivos y metas planteadas en la Agenda 2030, están lejos de cumplirse, aun para 2050, se busca crear consciencia para cambiar el paradigma del desarrollo havia un enfoque en el ser humano y el cuidado de su entorno, que incluye el medio ambiente y los ecosistemas, así como sus hábitos saludables de convivencia. Los coordinadores consideramos que es necesario avanzar en la construcción de una cultura del autocuidado y cuidado del planeta, así como de instrumentos para difundir los avances logrados y los mecanismos de evaluación de las políticas, desde lo local, institucional, sectorial y regional, todo ello con una visión holística que incluya un trabajo multidisciplinario y transversal, pero cercano a las personas de la sociedad para contribuir al desarrollo humano, ambiental y sostenible.

Es importante resaltar que estos capítulos fueron sometidos a un proceso de doble dictaminación, por lo cual agradecemos a nuestros dictaminadores y al comité editorial su apoyo para la realización de la presente obra.

Agradecemos también a los autores de los capítulos que integran esta obra, por la confianza otorgada para difundir sus importantes contribuciones al ámbito académico y al público interesado en la temática sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Los coordinadores

Agosto 2022

Bibliografía

IPCC (2022). Climate Change 2022: Impacts, Adaptation, and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge University Press (In Press).

UNDESA (2020). SDG Good Practices. A compilation of success stories and lessons learned in SDG implementation. United Nations Department of Economic and Social Affairs.

UNEP (2021). Emissions Gap Report 2021: The Heat Is On – A World of Climate Promises Not Yet Delivered. United Nations Environment Programme.

Useros Fernández, José Luis (2013). El cambio climático: sus causas y efectos medioambientales. Anales de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid, 50, 71-98.