XII. La reforestación como estrategia para incidir en los efectos negativos del cambio climático

https://doi.org/10.52501/cc.107.12


María de Lourdes Cárcamo Solís

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Ma. Concepción Alvarado Méndez

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XII. La reforestación como estrategia para incidir en los efectos negativos del cambio climático

María de Lourdes Cárcamo Solís*
Ma. Concepción Alvarado Méndez**


DOI: https://doi.org/10.52501/cc.107.12




Resumen

El objetivo central de esta investigación es analizar cómo la reforestación se convierte en una estrategia para influir en los efectos perniciosos del cambio climático, el cual este es considerado el mayor desafío que se le ha presentado a la humanidad en el siglo xxi, al afectar el entorno físico y la diversidad de ecosistemas y sus interacciones con los seres humanos. Los resultados hoy son 400 000 muertes anuales y pasarán a ser 700 000 cada año a partir de 2030. La crisis climática se ha traducido en sequías e inundaciones, olas de calor e incendios, amenazas de hambruna y migraciones. Una medida para revertir varios de los efectos negativos del cambio climático es la preservación de los bosques, mediante la reforestación, debido a que brindan una diversidad de servicios ambientales, entre ellos, la regulación del ciclo hidrológico o el hábitat natural de muchas especies animales y vegetales que conforman la biodiversidad. Los bosques constituyen un importante vínculo en el ciclo de nutrientes del planeta, ya que retienen nutrientes inorgánicos como dióxido de carbono de la atmósfera. Asimismo, los bosques son una fuente de recursos maderables y no maderables, que adquieren un valor económico muy importante para la sociedad. Algunas de las estrategias a seguir son preservar la cadena productiva de los bosques, opciones tecnológicas basadas en genotipos adaptados, tipos de labranza, conservación del agua, aumento de la eficiencia del uso del agua y fertilizantes, así como sistemas de riego más eficientes. Dichas estrategias tienen que desarrollarse entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado.


Palabras clave: cambio climático, reforestación, consecuencias, estrategias.



Abstract

The main objective of this research is to analyze how reforestation a strategy to influence the harmful effects of change climate. This is considered the greatest challenge that has been presented to the of humanity in the 21st century by affecting the physical environment and ecosystems and their interactions with humans. The results today 400,000 deaths per year and 700,000 deaths per year from 2030. The climate crisis has translated into droughts and floods, heat waves and fires, threats of famine, and migrations. As measures to reverse several of the negative effects of climate change, is the preservation of forests is vital, through reforestation, due to to provide a diversity of environmental services, including regulation of the hydrological cycle, represent the natural habitat of many plant and animal species that make up biodiversity. Forests are an important link in the planet’s nutrient cycle, since which retain inorganic nutrients such as the absorption of carbon dioxide from the atmosphere which later convert it into wood. They represent a source of timber and non-timber resources, which acquire a very important economic value for society. Such strategies need to be developed between the government, civil society and the private sector.

Keywords: Climate Change, Reforestation, Consequences, Strategies.




Introducción

El cambio climático es resultado de las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), las cuales se han visto incrementadas en un 47 %, 156 % y 23 %, respectivamente, desde que comenzó la Revolución Industrial. En los últimos 30 años la emisión de gases de efecto invernadero ha aumentado sin precedentes y se ha presentado como el periodo más caluroso desde 1852. Con el tiempo, el calentamiento global y el crecimiento de las aguas oceánicas han afectado adversamente el sistema climático de la Tierra y el equilibrio de la naturaleza, lo que resulta en graves perturbaciones y desastres naturales, como es el caso de las sequías e inundaciones (Zhao et al., 2022), las cuales afecta la seguridad alimentaria de todos los seres vivos y rompen las cadenas alimenticias, lo que provoca muerte y devastación al crearse un sinnúmero de plagas que acaban con los cultivos de vegetales y de frutas que el hombre siembra para su alimentación y comercialización en la industria alimenticia. Desde este punto de vista, el cambio climático es una calamidad para la humanidad, aun que ella misma la ha creado desde la Revolución Industrial hasta nuestros tiempos. Por tal motivo urgen las medidas y estrategias globales para combatirlo.

El cambio climático ha sido considerado como el mayor desafío que se le presenta a la salud mundial en el siglo xxi, al afectar el entorno físico y la diversidad de ecosistemas y sus interacciones con los seres humanos. Los resultados van desde muertes prematuras, provocadas por desastres naturales, hasta enfermedades transmisibles debidas al deterioro de la higiene y sobreproliferación de patógenos. Un estudio multinacional ha señalado que el cambio climático es responsable de 400 000 muertes adicionales cada año y llegará a la cifra de 700 000 muertes anuales a partir del año 2030. Todas las poblaciones están amenazadas por el cambio climático, independientemente de su edad y condición socioeconómica (Zhao et al., 2022).

Hoy, las tensiones ambientales producto del cambio climático, se caracterizan por ser omnipresentes: ocurren en cualquier sociedad, independientemente de su régimen político y económico, de su riqueza o pobreza, o de su tamaño geográfico. La mayoría de países están buscando una solución eficaz que contribuya a revertir este estado generalizado de destrucción del medioambiente, pero desafortunadamente todavía no se encuentra una solución orgánica para un problema global, como lo es el cambio climático.

El desequilibrio ecológico se hace presente para recordarle a la comunidad internacional que verdaderamente es una comunidad con una tarea común: ¿cómo revertir este desequilibrio? La iniciativa privada tiene una enorme “hipoteca” ecológica (Zagal y Del Castillo, 1995) que tiene que cubrir con las estrategias que a nivel global se estipulen para revertir el daño al planeta. Además, debe crear un sistema productivo que proteja y conserve el medioambiente y un sistema tecnológico capaz de crear el conocimiento suficiente que proporcione soluciones al daño ambiental. Nadie puede talar un bosque, aunque sea de su propiedad, debido a que el bosque juega un papel en el ecosistema. Alterar los bosques y selvas es alterar el ecosistema. Dicho de otra forma, el clima de California depende de la selva del Amazonas, en Brasil (Zagal y Del Castillo, 1995).

Una de las problemáticas que afecta significativamente al medioambiente es la forestal, que está definida por la deforestación y la degradación, cuyas consecuencias se traducen en la disminución de los servicios ambientales y en la destrucción de la biodiversidad. También contribuye significativamente a disminuir el cambio climático, ya que los bosques y selvas retienen grandes cantidades de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, los cuales más tarde son convertidos en productos como la madera, el follaje y los frutos, además de la producción de oxígeno y agua para los seres vivientes como el hombre y los animales, que vivimos gracias a los servicios ambientales provistos por los bosques. En resumen, bosques y selvas contribuyen a sostener la vida humana, vegetal y animal.

Esto plantea que la preservación de los bosques y selvas es vital, debido a que brindan una diversidad de servicios ambientales, entre ellos está que regulan el ciclo hidrológico, representan el hábitat natural de muchas especies animales y vegetales que conforman la biodiversidad, permiten mantener la calidad del aire, agua y suelo, mitigan la erosión del suelo e intervienen en la regulación de la temperatura. Los bosques constituyen un importante vínculo en el ciclo de nutrientes del planeta, ya que retienen nutrientes inorgánicos como el dióxido de carbono de la atmósfera que más tarde convierten en madera. Asimismo, representan una fuente de recursos maderables y no maderables, que adquieren un valor económico muy importante para la sociedad (Cárcamo, 2003).

Generalmente, con el uso de los recursos forestales, se suele generar una serie de conflictos, debido a tres razones fundamentales. La primera de ellas, que los bosques representan una fuente importante de bienes tangibles: recursos forestales, maderables y no maderables, y también de recursos intangibles: calidad del aire, recreación y valores estéticos. Generalmente, cuando se aprovechan los recursos tangibles afecta negativamente a los recursos intangibles. La segunda razón es cuando existe un inadecuado uso de los recursos forestales, pues se impone a la sociedad un costo, es decir, la presencia de externalidades negativas, como la disminución de la riqueza forestal, que provoca deterioro de la calidad del aire, la disminución de la recarga acuífera en los mantos freáticos, la erosión o la pérdida importante de la biodiversidad. Asimismo, provoca el incremento del efecto invernadero y el impulso a la desertificación. La tercera razón, obedece a la imposibilidad de establecer mecanismos necesarios entre la sociedad y todos aquellos que se dedican a aprovechar los recursos forestales, dado que estos son su principal fuente de captación de ingresos (Cárcamo, 2003).

El interés científico de este capítulo es indagar cómo la reforestación contribuye a mitigar los efectos negativos del cambio climático, qué avances tecnológicos son posibles para revertir el cambio climático, y qué decisiones deben tomar el gobierno, la sociedad civil y el sector privado para enfrentar las consecuencias del cambio climático. La deforestación es un problema muy agudo, sobre todo, en países en desarrollo, donde el deterioro y la degradación de los bosques están estrechamente ligados a las condiciones sociales de muchos pueblos y comunidades marginadas, las cuales curiosamente están asentadas en regiones que cuentan con las mayores reservas en biodiversidad y recursos naturales renovables. La deforestación tiene su consecuencia en la regulación hidrológica de las cuencas hidrográficas, por ejemplo, mediante la reducción de los caudales de los ríos durante las estaciones secas y el aumento de las inundaciones, así como en la reducción de la diversidad biótica. De igual manera, contribuye al cambio climático y promueve la degradación del suelo (Turner et al., 2007).

Este trabajo de investigación documental está dividido en siete secciones: metodología; contexto histórico; el cambio climático, un fenómeno humano; adaptación al cambio climático; la reforestación como mecanismo de solución a los impactos adversos del cambio climático; las conclusiones y recomendaciones; y, finalmente, las referencias finales.




Metodología

Este trabajo de investigación es de tipo cualitativo y exploramos documentalmente cómo el cambio climático afecta a las regiones en desarrollo. Los datos cualitativos usados en esta investigación son las descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones, conductas observadas y sus manifestaciones. En este sentido, el analizar el cambio climático y sus efectos, nos reporta el panorama completo del problema para después recomendar las medidas de solución al problema, el cual está sustentado en estadísticas que lo explican. El proyecto de investigación cualitativo descansa en ideas que deben ayudar a resolver problemas, aportar conocimientos y generar interrogantes novedosas, alentadoras, emocionantes e inspiradoras acerquen a realidades intersubjetivas en el enfoque cualitativo. Con este fin se hizo una selección de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales que nos muestran el problema de investigación y que nos aportan el marco teórico-conceptual bajo el cual se argumenta este trabajo de investigación (Hernández Sampieri et al., 2010).

Las preguntas de investigación son: ¿cómo la reforestación contribuye a mitigar los efectos negativos del cambio climático? ¿Qué avances tecnológicos son posibles para revertir el cambio climático? ¿Qué decisiones deben tomar el gobierno, la sociedad civil y el sector privado para enfrentar las consecuencias del cambio climático? De estas preguntas se derivan a continuación las hipótesis de trabajo:

  1. La reforestación es una estrategia que tiende a mitigar los efectos negativos del cambio climático.
  2. Los avances tecnológicos revierten el cambio climático.
  3. Las decisiones conjuntas del gobierno, sociedad civil y sector privado contribuyen a resolver los efectos negativos del cambio climático.

Sin lugar a dudas el cambio climático es una problemática contemporánea que pone a los estudiosos, a los gobiernos, a la sociedad civil y a las empresas a pensar cómo resolverla, dada la importancia que tiene el medioambiente para el mundo. De ahí el valor de investigar qué soluciones hay para este problema que está en la agenda internacional y en las agendas particulares de cada país.




Contexto teórico

En alguna época remota, los bosques cubrieron cerca de 6000 millones de hectáreas de la Tierra, según datos de la fao. En la actualidad, esta superficie se ha reducido a la mitad, lo cual ha sucedido en el siglo xx, específicamente en los últimos dos decenios, en los que la deforestación se ha acelerado de forma sorprendente. De este modo, África ha perdido el 66 % de sus bosques; Europa, el 42 %; en América del Norte, el 23 %; en Centroamérica, 45 %; en América del Sur, 30 %; en Asia, 72 %; y en Oceanía, el 35 % (Merino-Pérez, 1999). En los últimos 20 años se calcula que la desaparición de los bosques ha ocurrido a un ritmo anual de 20 millones de hectáreas de bosque tropical y templado en todo el mundo (fao) (Cárcamo, 2003).

En contraste, la reforestación, en general, se refiere al proceso de replantación de árboles en áreas forestadas y reforestadas. Para las Naciones Unidas el llevar a cabo la reforestación como una aplicación de la gestión sostenible de todos los bosques es una meta, así como también detener la deforestación, restaurar los bosques degradados y aumentar sustancialmente la forestación y reforestación (Mojan et al., 2021).

Según Mojan et al. (2021) la reforestación es una de las mayores soluciones climáticas naturales y se constituye en una vía rentable para la mitigación de los efectos negativos del cambio climático. Empero, las iniciativas de reforestación deben estar sujetas a un proceso de planificación cuidadosa, en la que las plantaciones sean las adecuadas a la vocación de los suelos y no se llegue a causar daño a estos, sino por el contrario, traigan un beneficio a la producción de agua, oxígeno, madera y, en general, que favorezca al medioambiente, sobre todo en la absorción de dióxido de carbono, que tanto contamina al ambiente en general.

La reforestación es una de las estrategias más eficaces para mantener los futuros servicios de los ecosistemas forestales, pues permite una mayor resiliencia del ecosistema forestal y es importantes desde la perspectiva económica. Los bosques y selvas son importantes pulmones en todo el mundo, pero mientras su deforestación y degradación sea revestida con las especies adecuadas a los suelos forestales y selváticos, veremos una mejoría, es decir, mejorarán los bienes intangibles una vez que mejoren los bienes tangibles (Mackenzie y Mahony, 2021).

En la revisión de la literatura, para el caso de Columbia Británica, el gobierno, la industria forestal y los ecologistas identificaron especies arbóreas ecológicamente adecuadas para este lugar y aplicaron un sistema de calificación de idoneidad basada en la fiabilidad de los cultivos y la viabilidad de la reforestación y producción de madera. Para estas prácticas de reforestación se evaluaron 29 especies nativas de árboles que se reforestarán en esta zona, donde esperan una tasa elevada de éxito en los rodales naturales de la región (Mackenzie y Mahony, 2021).

En China se ha dado la plantación de árboles frutales, considerada como una de las prácticas de reforestación exitosas, ya que aumenta la cobertura forestal, mientras obtiene beneficios económicos a corto plazo. Este estudio demostró que la reforestación juega un papel positivo en el flujo de base hídrica. Sin embargo, hay algunos resultados inconsistentes. Por ejemplo, en las regiones áridas y semiáridas de China, los proyectos de forestación reducen la descarga de aguas subterráneas mediante siete modelos de evapotranspiración. Un resultado similar del estudio realizado en la meseta de Loess del noroeste de China también demostró que el programa de reforestación disminuye significativamente las aguas subterráneas alrededor de 0.03 mm por año (Lui et al., 2020).

En Alemania el índice de supervivencia de los árboles reforestados aumenta con el incremento del pH del suelo, Ahí, la probabilidad de supervivencia es mayor cuanto mayor sea el tamaño inicial de los árboles jóvenes y, sobre todo, el dosel más denso de árboles tiene el mayor probabilidad de crecer mediante el proyecto FraDivexp, ubicado en Schleswig-Holstein, Alemania, el cual tiene como objetivo contrarrestar los efectos negativos de la ceniza progresiva y disminuirla a través de la prueba de especies arbóreas alternativas. Este es un experimento de funcionamiento de la biodiversidad y el ecosistema que ha presentado datos exitosos de las reforestaciones (Haupt et al., 2022).

En la región del Macizo de Sila, Calabria, sur de Italia, se realizó un estudio multidisciplinario de pedología integrada (morfología del suelo, datos fisicoquímicos, mineralogía de arcilla, geoquímica de radioisótopos incluida la precipitación atmosférica y la datación de radiocarbono), todo aplicado a escala del perfil del suelo/horizonte del suelo, con geomorfología forestal y análisis histórico. El estudio reveló un gran potencial para reforestar un ecosistema montañoso del mediterráneo con plantaciones que datan de hace 50 a 60 años (Scaraglia et al., 2020).

Estos estudios y proyectos nos dicen que la reforestación es una práctica generalizada para cubrir de árboles adecuados las áreas desprovistas de vegetación. Con ella se contribuye a la producción de bienes tangibles e intangibles de valor ambiental y económico que tienen que resguardar el gobierno, la sociedad civil y las empresas (Triple Hélice).




El cambio climático, un fenómeno humano

El cambio climático inducido por el hombre provoca cada vez con mayor frecuencia fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo concluyó en su más actual informe el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (ipcc, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (onu), órgano que tiene a su cargo el evaluar los conocimientos científicos relativos a este problema global (Pérez-Valencia, 2022).

La onda de calor extremo y sin precedentes que cubre gran parte de Europa, el norte de África, Oriente Medio y Asia, sin dejar de incluir algunas zonas de América, es un indicador claro de que las emisiones de gases de efecto invernadero causan extremos ambientales que afectan las condiciones de vida del planeta.

Según los estudios científicos, está ratificado que el planeta es hoy 1.1° C más caliente que antes de la Revolución Industrial, lo que ha causado graves problemas a las actividades primarias, como lo es la agricultura, la ganadería y la pesca. También ha traído consigo la pérdida de cosechas, muerte de ganado y especies animales y vegetales marinas, que provocan menor cantidad de alimentos para la población. No cabe la menor duda de que estos cambios adversos imponen ya soluciones globales al problema del cambio climático.

El ipcc, señala que el cambio climático intensifica el ciclo hidrológico en muchas regiones del mundo, lo que se traduce en una fuerte intensidad de lluvias y por consiguiente inundaciones, mientras que en otras regiones no llueve como el caso del norte de México.

Investigaciones globales aportan la información de que sólo el costo económico de los fenómenos meteorológicos extremos en 2021 fue de 329 mil millones de dólares a nivel internacional; el tercer año con mayor costo, según los datos estadísticos. Esto equivale casi al doble del total de fondos de ayuda provisto por las naciones ricas a las naciones en desarrollo en ese mismo año. Los costos de los daños en países de ingreso medio y bajo (equivalen a la reconstrucción de casas y hospitales o al suministro de refugio y alimentos), podrían situarse entre los 290 mil y los 580 mil millones de dólares al año a partir de 2030. Esto no registra pérdidas no económicas, como vidas humanas, patrimonio cultural, medios de vida y biodiversidad (Pérez-Valencia, 2022).

Tabla XII.1. El cambio climático en estadísticas

El número de desastres vinculados con el clima se triplicó en los últimos 30 años.

De 2006 a 2016 el aumento del nivel del mar a nivel global fue 2.5 veces más rápido que durante casi todo el siglo XX.

Más de 20 millones de personas al año se ven en la necesidad de abandonar sus hogares por los efectos del cambio climático.

La ONU estima que 1.23 millones de personas han muerto y 4 200 millones de pobladores han sido afectados por sequías, inundaciones e incendios desde 2000 hasta la fecha.

A nivel mundial el costo económico de los fenómenos meteorológicos fue de 329 mil millones de dólares, en 2021.

Existe la estimación que para 2030 el adaptarse al cambio climático y enfrentar los daños costará a los países en desarrollo entre 140 y 300 mil millones de dólares anuales.

Al menos el 97 % de los científicos relaciona el calentamiento global con las actividades humanas.

Los países con mayor frecuencia de fenómenos metereológicos extremos son Afganistán, Burkina Faso, Burundi, República Democrática del Congo, Haití, Kenia, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Uganda, Chad, Sudán y Zimbabue, cuyas emisiones son el 1.4 % del total de las emisiones globales.

Casi el 1 % más rico de la humanidad es responsable del doble de las emisiones que el 50 % más pobre en el planeta.

Los países ricos proporcionaron 178 900 millones de dólares en ayuda oficial al desarrollo (AOD) en 2021, lo que equivale al 0.33 % del ingreso nacional bruto de los países donantes.

El hambre podría estar cobrando una vida cada 48 segundos en África oriental, devastada por las sequías.

Para 800 millones de personas en el mundo, 2021 fue el año más caluroso.

Ocho de los 10 años más calurosos han ocurrido en la última década.

Según la información estadística de la tabla XII.1 podemos percatarnos de los efectos que tiene el cambio climático a nivel mundial. El tener estadísticas de todo el daño que causa el cambio climático nos hace creer que es necesario cambiar el rumbo de las políticas económicas para que haya crecimiento económico igualitario entre todos los países del orbe y al mismo tiempo preservemos el medioambiente, sin que el desarrollo tenga un alto precio en la destrucción y degradación ambientales. Esto es posible con la unión de los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y las empresas para ejercer acciones en pro del medioambiente. En general, se requieren de cambios importantes en todos los aspectos de la sociedad: el cultivo de alimentos, el uso de la tierra, al transporte de mercancías y el fomento de las economías.

Los efectos del cambio climático son varios. Ningún continente se salva: por todo el planeta hay lo mismo, sequías e inundaciones, olas de calor e incendios, amenaza de hambrunas, migraciones masivas a causa del cambio climático, tifones o huracanes que causan destrucción masiva en el mundo.

Por lo menos, el 90 % de los desastres se relacionan con el tiempo y el clima, y tienen un costo global anual de 520 mil millones de dólares. Asimismo, 26 millones de personas engrosan la pobreza a nivel mundial como resultado. También el cambio climático constituye la causa directa de la degradación del suelo. En la actualidad, se estima que cerca de 500 millones de personas viven en regiones afectadas por la erosión, lo que imposibilita los cultivos y la ganadería, mientras que alrededor del 30 % de los alimentos son desperdiciados. Además, limita la disponibilidad y la calidad del agua para el consumo humano y la agricultura.

El cambio climático es una fuerte amenaza para la paz y la seguridad internacionales, debido a que se intensifica la competencia por los recursos naturales como los, alimentos y el agua, lo que provoca graves problemas socioeconómicos y migraciones masivas de personas ubicadas en el sur que buscan un lugar de vida en países del norte.

El Banco Mundial estima que de no tomar medidas, cerca de 140 millones de personas en África subsahariana, América Latina y Asia meridional tendrán que emigrar para el año 2050. Y esto se debe a que quienes tienen menos y están ubicados en estos lugares, tendrán que salir a buscar oportunidades de vida en otros lados donde sufrirán hambre y frío, además de discriminación. Entre 3300 y 3600 millones de personas (aproximadamente la mitad de la población mundial) viven en países y condiciones que están definidas por el cambio climático, ya sea por su ubicación geográfica o por su mala situación socioeconómica.

El informe de ipcc, señala que ya existen sequías hidrológicas muy intensas, es decir, el agua en presas y pozos, y para cultivos agrícolas escasea. Por eso, se ha ido diezmando la actividad agrícola de temporal, ya que depender del agua de las precitaciones pluviales es altamente arriesgado por que no se puede regular. En cambio, el agua que hay en presas y pozos sí permite regular la cantidad de agua que se necesitará para sostener los cultivos agrícolas y las actividades ganaderas. Hoy el impacto potencial es grande, con alta probabilidad de escasez de agua potable, grandes transformaciones en las condiciones para la producción de alimentos y un incremento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor.

En la actualidad, gran parte de Europa está sufriendo debido a la ola de calor, que en la mayoría de los casos, causa incendios forestales en España, Portugal, Inglaterra y Grecia, además de otros lugares, con graves efectos en pérdidas humanas y económicas. En 2021, una fuerte ola de calor azotó la costa del Pacífico de Norteamérica, lo que provocó intensos incendios forestales, además de muertes de cientos de personas. La zona cero fue un pequeño poblado de Canadá llamado Lytton, que registró temperaturas de 49.6 grados centígrados.

Del 12 al 15 de julio de 2021, fuertes lluvias causaron importantes inundaciones en varias regiones de Alemania, Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos. Perecieron 222 personas, además de provocar cuantiosos daños en la infraestructura como caminos, carreteras, instalaciones eléctricas, daños a casa habitación, entre otros.

El 13 de julio del 2021 se registró un enorme incendio forestal que inició en los alrededores del cañón del río Feather, en el norte de California y se extinguió tres meses más tarde. Fue el segundo mayor incendio forestal registrado en California y afectó a cerca de 390 mil hectáreas, según datos de la Organización Metereológica Mundial (2005).

En el mes de noviembre de 2021, hubo en el sur de Canadá intensas lluvias que dejaron como saldo cinco muertes y daños materiales cuantificados en cientos de miles de millones de dólares. Sólo bastaron dos días de intensas precipitaciones para provocar inundaciones y deslizamientos de tierra que aislaron a Vancouver. Fue el evento natural más costoso en toda la historia de esta región.

A comienzos del 2022, Madagascar, Mozambique, Malawi, entre otros países del sureste africano vivieron graves inundaciones generadas por tormentas tropicales, incluyendo tres ciclones. De por sí, África es un continente que tiene graves condiciones climáticas, ahora con el cambio climático se agravan fuertemente las condiciones de vida y poniendo en riesgo la vida humana, vegetal y animal.

En marzo del 2022, se generaron dos olas de calor muy fuertes en la Antártica y el Ártico, lugares que registraron temperaturas más allá de lo normal. Posteriormente, a unos días después de esta elevación de temperatura, una plataforma muy grande de hielo marino milenario de 1 200 km2 se desplomó en el glaciar Conger, formándose miles de icebergs que se perdieron en el océano.

En el hemisferio norte del Ártico se considera un punto neurálgico de la crisis climática, porque se ha calentado ya dos veces más allá de la media global, lo que pone en riesgo la vida vegetal y animal en ese lugar.

Por su parte, Pakistán e India padecieron entre marzo y mayo de 2022, temperaturas muy cálidas, fuera de lo normal para esas fechas, lo que generó también lluvias anormales, las cuales acabaron con la vida de 90 personas. Sus efectos se pudieron notar en todo el mundo, ya que el calor aunado a la sequía acabaron con el cultivo y cosecha de trigo, y por tanto, el gobierno vetó las exportaciones de trigo al resto del mundo.

A fines de mayo y principios de junio de 2022, el noreste de Brasil vivió intensas inundaciones y deslizamientos de tierra luego de precitaciones muy fuertes. En particular, en el estado de Pernambuco, perdieron la vida 133 personas y otras 25 mil fueron desplazadas de sus hogares por los daños que se causaron con el exceso de lluvia. Esto genera migraciones dentro del mismo país, en búsqueda de un nuevo hogar, o migraciones a otros países, donde lo primero que viven es la discriminación y la nula ayuda para conseguir nuevos hogares.

A mediados de junio de 2022, la península ibérica experimentó la primera ola de calor del año, cuando ni siquiera había comenzado el verano. Fue extraordinaria por lo temprana y por las temperaturas tan altas que se vivieron, llegando a registrarse más de 40 grados centígrados.

El calor extremo afectó también la zona de Europa occidental, propició incendios forestales en Francia, España, Portugal, Grecia e Inglaterra. Se tiene la estimación de que cerca de 1 100 personas han perdido la vida por el calor excesivo.

Por lo que respecta a Estados Unidos se registró una ola de calor y temperaturas mayores a las esperadas para 60 millones de personas. Al respecto, el gobierno destinará cerca 2 300 millones de dólares para las comunidades que tienen que enfrentar estas temperaturas, además de impulsar la industria eólica marina.

En América Latina y el Caribe se registró un aumento de 0.5 ºC a 3 ºC de la temperatura media entre 1901 y 2012, con los más altos incrementos observados en la zona tropical de América del Sur. También se detectó un aumento gradual de la precipitación pluvial en el sur, el este y norte de América del Sur, y en las costas del Perú y el Ecuador. En cambio, se registraron disminuciones de las precipitaciones en gran parte de Chile, el norte de Argentina, el norte de México y parte de Centroamérica. En Centroamérica, precisamente, se registró un progresivo retraso en la época de lluvias, un aumento en la variabilidad espacio-temporal de las precipitaciones, y un aumento de las lluvias intensas al comienzo de la estación. Desde mediados del siglo xx, particularmente a partir de la década de los setenta, se observó un derretimiento acelerado de los glaciares, especialmente los intertropicales que perdieron entre el 20 y el 50 % de su masa de hielo (Magrin et al., 2015).

De acuerdo con Magrin et al. (2015) un aumento significativo en la ocurrencia e intensidad de eventos climáticos extremos que propiciaron pérdidas humanas y económicas de gran importancia. Son varios los países han visto aumentar notablemente la frecuencia de lluvias torrenciales que terminan en grandes inundaciones y deslizamientos de tierra. En la mayor parte de la región de América Latina y el Caribe, las temperaturas nocturnas registraron la mayor tasa de calentamiento, mientras que el aumento de las temperaturas diurnas ha sido más moderado. En los últimos años se observaron eventos récord de episodios de sequías e inundaciones, con grandes impactos sobre el sector agropecuario y las demás actividades de las economías locales. Wang et al. (2014) señalan la existencia de áreas propensas a sequías crónicas, a saber, América del Sur, el sur de Europa y el este de Asia, donde se han incrementado significativamente, pasando de 16.2 % en 1902-1949 a 41.1 % en 1950-2000. En el Caribe, el número de huracanes pasó de 15 y nueve en las décadas de los ochenta y noventa, respectivamente, a 39 huracanes en 2000-2009. También se incrementó la intensidad de lo huracanes.

Las proyecciones climáticas para fin del siglo xxi determinan para Centroamérica un calentamiento medio de 2.5° C (entre el rango 1.5° C a 5.0° C), reducción del 10 % en las precipitaciones medias anuales (están en el rango –25 % a +10 %) y una menor lluvia durante el verano. En América del Sur se proyecta un calentamiento medio de 4° C (con un rango de 2° C a 5° C), con disminuciones del 15 % en las precipitaciones en la región tropical al este de los Andes, y aumentos del 15 % al 20 % en el sudeste de América del Sur y otras regiones. Además, existe una alta probabilidad de ocurrencia en el aumento en el número de noches y días cálidos en toda la América Latina y el Caribe. Por último, se espera un aumento de las precipitaciones intensas en el sudeste de América del Sur y un aumento de los periodos secos en el noreste de América del Sur (Magrin et al., 2015).

El efecto del cambio climático será significativo para los países de América Latina y el Caribe debido a su dependencia económica de la agricultura y los recursos naturales, también por la baja capacidad adaptativa de grandes segmentos de la población y la ubicación geográfica de algunos países. A pesar de las incertidumbres y la variabilidad espacial, se espera que en el sudeste de América del Sur la productividad agropecuaria se incremente levemente o se sostenga por lo menos hasta mediados de este siglo. En la región central de Chile y el centro oeste de Argentina se esperan reducciones de productividad que no afectarían la seguridad alimentaria. Mientras que en el noreste de Brasil, parte de la región andina y Centroamérica el cambio climático afectaría el rendimiento de los cultivos, las economías locales y comprometería la seguridad alimentaria. También se esperan desplazamientos en altitud y latitud de las zonas óptimas para el cultivo de especies relevantes, como café, caña de azúcar, papa y maíz, entre otros. Además, se espera un aumento en la presión de enfermedades y un probable incremento en el precio de los comodities, que beneficiaría a algunos países pero perjudicaría a otros, especialmente a los sectores más pobres de las poblaciones. En el futuro se espera un aumento de la vulnerabilidad actual en términos de abastecimiento de agua en las zonas semiáridas y los Andes tropicales. Este hecho se vería exacerbado por el retroceso de los glaciares, la reducción de la precipitación y el aumento en la evapotranspiración en las zonas semiáridas. Este escenario afectaría sensiblemente la disponibilidad de agua para la producción de alimentos y demás usos (Magrin et al., 2015).

Ante esta situación, resulta evidente que se necesitarán acciones planificadas de adaptación para enfrentar los cambios relacionados no sólo con el clima y los eventos climáticos extremos, sino también con el cambio en el uso del suelo y las propiedades de los recursos naturales (suelo, agua, biodiversidad) para preservar a los sistemas humanos y naturales. Es oportuno destacar que la región se enfrenta a importantes desafíos en términos de sostenibilidad ambiental y capacidad de adaptación al cambio climático debido a las características socioeconómicas que se agravan por un déficit significativo en el desarrollo de infraestructura. Las necesidades de adaptación abarcan un rango amplio de opciones que contemplan las necesidades físicas, ambientales, sociales, institucionales, de información y capacitación de recursos humanos, y de inclusión del sector privado en el proceso de adaptación.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, 2018-01), el cambio climático se presenta en todo el planeta y no hay duda alguna sobre el calentamiento del sistema climático. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de dióxido de carbono se han incrementado hasta niveles sin precedentes desde hace, por lo menos, 800 000 años.




Adaptación al cambio climático en México

México no es la excepción en cuanto a efectos del cambio climático. En días recientes se ha agravado la sequía en Nuevo León, particularmente la zona metropolitana de Monterrey, donde se observa una de las mayores crisis hídricas en tres décadas. La problemática hídrica no sólo está en este estado, sino en todo el norte del país, según información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua, 2015). Este organismo publicó un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación, donde se estableció que los lugares que padezcan de sequía van a ser abastecidos del líquido vital, mediante la reducción temporal de los volúmenes del agua concesionada a los usuarios en las cuencas afectadas. Este acuerdo establece también que tres cuartas partes de la República mexicana viven azotados por la escasez de agua, mientras que más de la mitad del territorio tiene sequías de severa a extrema gravedad. Como es el caso de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Baja California, mientras que la sequía severa se ubica en Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí y Sinaloa. Este acuerdo comenzó a entrar en vigor el 13 de julio de 2022 y tiene como objetivo regular las acciones de los titulares de concesiones para la explotación y aprovechamiento de las aguas nacionales. Con la finalidad de apoyar a la población que no tiene agua la Conagua ha desarrollado operativos en diversas zonas del país. 13 operativos están a cargo de las Brigadas de Protección a la Infraestructura y Atención de Emergencias (piae) en las siguientes entidades: Baja California Sur, Coahuila, Jalisco, Nuevo León, San Luis Potosí y Sonora.

En el caso de Nuevo León, el sector industrial se ha comprometido a aportar 24.7 millones de metros cúbicos de agua subterránea que tienen como concesión. Por su parte, el sector agrícola concederá la mitad de sus derechos de aguas subterráneas a favor del estado.

En el caso de Chihuahua se mostró en marzo de 2022 que 20 de los 67 municipios que componen esta entidad federativa tuvieron daños por sequías; aunado a esto, 35 localidades presentaron un clima “anormalmente seco”. Dados estos eventos climáticos, el 21 de junio de 2022, el gobierno estatal llevó a cabo el primer bombardeo de nubes en la cuenca del río Conchos para propiciar lluvias durante los próximos meses. También esta sequía está afectando a la mayoría de los 38 municipios del estado de Coahuila; en algunos la temperatura es mayor a los 38° C, lo que provoca sequía en las fuentes de abastecimiento de agua para los animales y pone en alto riesgo la vida de este ganado.

Por su parte, Sonora comenzó el año con un programa denominado Combate a la Sequía, consistente en la inducción de lluvias en el polígono de El Novillo y el río Sonora. En el primer operativo se tuvieron precipitaciones exitosas, por arriba del 95 % de efectividad. Con una probabilidad cercana al 100 % en los municipios de Sonora, Aguascalientes y Baja California, se reporta algún grado de sequía, lo que pone en riesgo la vida vegetal y animal.

En las entidades de Coahuila, Chihuahua, Querétaro y San Luis Potosí alrededor del 80 y 95 % de sus municipios sufren de sequía, la que genera estragos en la actividad agrícola, ganadera, forestal y, en general, a sus habitantes, quienes que se ven privados del vital líquido.

En materia de legislación, uno de los proyectos pendientes por el Congreso de la Unión, es que la Ley General de Aguas establezca, por los tres niveles de gobierno, la coordinación y promoción de la participación ciudadana que garantice el derecho humano a tener agua. Un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, intitulado Iniciativas que modifican la Ley de Aguas Nacionales, señala que la mayoría de las propuestas legislativas que se han puesto en la mesa proponen transformar la ley vigente e incluso se piensa en un nuevo ordenamiento de carácter general como se dispone en el artículo 4 constitucional. Esta investigación muestra que los temas de mayor interés en el Senado se vinculan con el uso doméstico y agrícola del agua, con aspectos institucionales en la gestión del agua y con su calidad.

La República mexicana es una nación en desarrollo que, durante la época precolombina, tenía la mayor parte de su territorio cubierto por inmensos bosques, selvas y zonas áridas, cuyo aprovechamiento lo realizaban los pueblos indígenas para complementar su economía de caza y recolección de frutos. Con la conquista española se destruyeron grandes extensiones de bosques para desarrollar la agricultura, obtener madera para la explotación minera, la construcción, y otras actividades que se desarrollaron en la Nueva España. Durante el porfiriato, se desarrollaron varias actividades relacionadas con los recursos forestales, tales como la producción de carbón doméstico y para uso industrial, exportación de maderas preciosas, la construcción de muebles y carruajes, la producción de papel y la elaboración de artesanías hechas de madera. También se promovió la inversión extranjera en la explotación forestal para la construcción de vías férreas, las cuales favorecieron la extracción de recursos minerales y maderables.

Desde finales del siglo xix y mediados del xx, se comenzó a impulsar la economía capitalista en México, con la promoción a la inversión extranjera en la explotación forestal en la parte sur y centro, con la exportación de materias primas, entre ellas, las maderas preciosas y con la construcción de obras de infraestructura (proyectos de electrificación, vías férreas, construcción de presas y caminos) que propiciaron la destrucción de cercana de 500 mil hectáreas de tierras forestales. También se promovió con la colonización de los bosques tropicales húmedos, basada en la expansión de la agricultura y ganadería extensivas.

En las dos últimas décadas, los esfuerzos de México por recuperar los bosques han sido sustanciales y varían los resultados de estado a estado. Sin embargo, todavía predomina un déficit en la cobertura total (Conafor, 2018). Las especies a reforestar son varias. En primer lugar está Pinus hartwegii, una especie de gran altitud (que va desde 2500 a 4100 metros sobre el nivel del mar (msnm)). Esta especie tiene la mayor elevación registrada entre las especies de árboles mexicanos que, por lo general, se encuentran en el límite arbóreo más alto. La segunda especie más común es el Pinus Patula, la especie más característica de los bosques de pino y roble. Este pino se encuentra en elevaciones de 1600 a 3100 msnm, con un rango óptimo de elevación de 1800-2400 msnm (Conafor, 2016). Las 162 especies restantes son cultivadas en viveros que representan un poco menos de un tercio del número total de árboles, con 87 especies con un volumen de producción minúsculo (<0.1 % del total o >2000 individuos /año). Los beneficios son la producción de madera, la mitigación del cambio climático, la prestación de servicios ecosistémicos y la restauración de la biodiversidad (Ramírez-Soto et al., 2018).




La reforestación como mecanismo de solución a los impactos adversos del cambio climático

Para atender la hipótesis de la reforestación como una estrategia que tiende a mitigar los efectos negativos del cambio climático, a continuación la demostramos. La reforestación debe seguir priorizando las áreas clave, mediante criterios ecológicos, tales como el tipo de vegetación, la elevación y la gravedad de la degradación forestal, en lugar de unidades políticas como municipios y estados. Es esencial seguir esos criterios. Los esfuerzos de recuperación forestal tendrían que ajustar la adecuación y diversidad de especies producidas en viveros para reflejar los diagnósticos de recuperación forestal, necesidades y objetivos. Cuando se usan pinos, mantenerlos en viveros para el periodo de crecimiento más largo (1-2 años) antes de plantarlos, aumenta la supervivencia. Abordar las dos causas principales del fracaso en los árboles plantados recientemente, tales como evitar la siembra durante la estación seca (lo que resulta en una alta mortalidad) o plantar especies que no pueden prosperar en los bosques de sucesión temprana (que resulta en esfuerzos de recuperación perdidos a la sucesión secundaria), es otro movimiento clave. La gestión de la recuperación de los bosques debe tomar en cuenta los cambios en la distribución de las especies bajo diferentes escenarios de cambio climático, porque eso permitiría que los bosques recuperados persistieran. Las especies de árboles usados en la restauración y reforestación tienen una utilización sucesivamente óptima. México tiene una importante historia de gestión forestal comunitaria que puede ser de utilidad en la reorientación de trabajos de reforestación. Asimismo, pueden ayudar en otros objetivos de recuperación forestal para diversificar el enfoque actual de plantación de árboles que se encuentra dominado por las prácticas oficiales (Ramírez-Soto et al., 2018).

La conversión de la cubierta terrestre es una de las principales causas del cambio ambiental mundial y la identificación de las regiones donde se están produciendo tendencias sostenidas de cambio de la tierra proporciona información útil para la gestión mediante los recursos. Para todas las ecorregiones en México, se analizarán los cambios en el uso de la tierra a lo largo de 14 años (2001-2014) imágenes modis (250 m) y regiones identificadas que tuvieron ganancias o pérdidas significativas de vegetación leñosa, pastizales o cultivos. Los patrones de uso de la tierra variaron mucho entre las 40 ecorregiones principales, pero en general, la vegetación boscosa y la cobertura de las tierras de cultivo aumentaron, mientras que los pastos disminuyeron. Gran parte del aumento en las tierras de cultivo no se correspondían con los focos de declive de los pastizales, sino que se producían en Sonora y Chihuahua (regiones ecológicas desérticas en el norte de México).

La expansión de pastos se produjo principalmente en ecorregiones en el bioma bosque húmedo tropical de Veracruz y el Petén. Las ecorregiones que experimentaron el mayor aumento de vegetación leñosa fueron las Balsas, ecorregión de bosque seco a lo largo de la costa del Pacífico y ecorregión de pino roble volcánico Transmexicano. En ambas regiones la migración rural-urbana parece ser un importante motor de la transición de los pastizales a la vegetación boscosa, mientras que la conversión de las tierras de cultivo en vegetación leñosa, en la ecorregión mezquital de Tamaulipas, era claramente relacionada con la violencia y las drogas. Las complejas interacciones entre la demanda internacional de productos agrícolas, las políticas nacionales, la demografía, la violencia y el cambio climático afectan el cambio de tierras en México.

La conversión de la cubierta terrestre es una de las principales causas del cambio ambiental global. Este proceso pone en peligro a la mayoría de los hábitats ricos en especies en el planeta y al ciclo global del carbono. Es vital vigilar la extensión espacial de la deforestación, ya que la clase de tierra sin bosque es diversa y la frecuencia, el lapso de tiempo y la secuencia de las transiciones de la cubierta terrestre son importantes factores que afectan la biodiversidad y los servicios ambientales (Ramírez-Soto et al., 2018).

La reforestación se presenta como una preocupación creciente en la gestión de los recursos naturales, pues es una de las estrategias que se está adoptando para reducir la presión sobre los bosques naturales, y para combatir la erosión del suelo y la desertificación (Lamhamedi et al., 2003). La reforestación es el proceso de plantación de árboles en zonas que han sido plantados y constituye un proceso por medio del cual se absorben las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), con los cuales se elabora la madera. Los bosques constituyen importantes pulmones verdes que se dedican a absorber estas concentraciones, con los cuales producen oxígeno, un hábitat natural para los animales y frutos para los seres humanos. De igual forma, constituyen parte de la vegetación que tiene importantes e indiscutibles consideraciones ecológicas y socioeconómicas (Mousavijad et al., 2022).

El éxito de la reforestación necesita la compleja coordinación de diversas actividades, incluidas la selección y plantación de semillas, la producción de plántulas, así como la atención y entrega. Además, la reforestación implica operaciones costosas. Por ejemplo, en el bosque boreal del este de Canadá, cada plántula lista para plantarse puede costar hasta 2.44 dólares y cerca de 130 millones de plántulas se plantan anualmente (Carles, 2019). La escala, el costo e importancia ambiental de tal operación hacen de la reforestación una cadena de valor bien gestionada y altamente relevante para el equilibrio ecológico (Mousavijad et al., 2022).

La producción y plantación de plántulas es más compleja de lo que con frecuencia se comprende (Haase y Davis, 2017). A diferencia de otros productos de fabricación, los árboles necesitan un largo tiempo de espera desde la semilla hasta la plántula lista para plantar.

La reforestación en México es una actividad forestal de mucha importancia para restaurar y volver productivas las áreas deforestadas y degradadas. A pesar de todos los esfuerzos de los sectores público y privado, los resultados no han sido tan alentadores. A nivel nacional, sólo el 40 % de las áreas reforestadas cuentan con nivel aceptable de supervivencia y calidad. Debido a la importancia de la calidad de la planta, se usan técnicas adecuadas en los viveros, como es el caso de la semilla mejorada, producción y uso de abonos orgánicos locales, y utilización adecuada de agroquímicos. La calidad de la planta influye en gran medida en la disposición de los productores para reforestar, y crea un círculo virtuoso o vicioso al detectar los resultados de su inversión de esfuerzos. Para obtener una reforestación exitosa, se usa el concepto de cadena de valor o cadena de actividades, compuesta por eslabones que van desde la semilla hasta el transporte o el mantenimiento en el campo, y los cuales deben estar bien coordinados. Al dislocarse un eslabón la cadena de actividades ya no servirá, por lo que es imprescindible fortalecer los eslabones más débiles. Es importante recordar este principio en referencia a la nueva tendencia de centralizar la producción de plantas en viveros con infraestructura moderna, que si bien puede mejorar la calidad de la planta, no ofrece una solución única (Wightman y Santiago, 2003).

En México se ha perdido alrededor del 50 % de la masa arbórea, aproximadamente unos 44.2 millones de hectáreas, principalmente en los últimos 60 años (Arriaga, 2000, como se citó en Wightman y Santiago, 2003). De acuerdo con Aldana (2000) se deben reforestar anualmente 600 000 hectáreas para poder reemplazar las pérdidas en la masa arbórea.

Entre 2005 y 2010 la región de Centroamérica y América del Sur ha perdido 38 300 km2 de bosques por año (69 % de la deforestación mundial). Los países con mayor deforestación en orden decreciente fueron Brasil, Bolivia, Venezuela, Argentina, Honduras, Nicaragua, y Guatemala. Pero, en algunos países (Costa Rica, El Salvador, Panamá, Chile y Uruguay) la cobertura forestal mostró una leve tendencia a la recuperación (Magrin et al., 2015). Es importante analizar que la reducción de la deforestación en la amazonía brasilera, como consecuencia de medidas de acción planificadas ha contribuido significativamente al cambio climático, ya que constituye un importante pulmón verde. Entre 2001 y 2010 la región de América Latina y el Caribe perdió 179 405 km2 de vegetación leñosa (resultante de 541 835 km2 deforestados y 362 430 km2 reforestados). Las pérdidas más importantes ocurrieron en América del Sur —especialmente en Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia— que significaron el 80 % del total deforestado en América Latina y el Caribe durante ese periodo. La deforestación en la amazonía brasilera se da en la cuenca del río Amazonas, que contiene la selva tropical más extensa del mundo: cuenta con el 20 % de la biodiversidad vegetal y animal del planeta y es muy rica en recursos hídricos. Desde hace algo más de cuatro décadas, la rápida deforestación asociada al desarrollo de la amazonía convirtió a la región en uno de los sectores críticos del cambio ambiental del planeta. Ya se han observado cambio locales relacionados con los ciclos del agua, el carbono y los nutrientes, así como con la composición atmosférica.

Desde principios de este siglo se viene alertando que la deforestación en la amazonía podría conducir a cambios en el clima capaces de transformar el ecosistema en vegetación tipo sabana. La deforestación local y el aumento del cambio climático antropogénico podría llevar a la selva amazónica a cruzar un umbral crítico a partir del cual cualquier perturbación menor podría alterar sustancialmente el sistema. Desde 1998, este ecosistema es cuidadosamente monitoreado por satélites (inpe, 2011) y los resultados se informan a las autoridades nacionales. En el año 2004, el gobierno de Brasil estableció un plan de acción para la prevención y el combate de la deforestación en la amazonía legal. Las tasas de deforestación que registraron América Latina y el Caribe alcanzaron uno de los picos máximos en 2004 (27 772 km2), y comenzaron a declinar lentamente hasta llegar a 4 571 km2 en 2012, y 5 891 km2 en 2013. Esta clara disminución en la deforestación surgió como resultado de una serie de políticas para controlar la deforestación ilegal, en específico el establecimiento y refuerzo de las áreas protegidas. Hoy las áreas protegidas (tales como territorios indígenas, áreas estrictamente protegidas y áreas con manejo sustentable) cubren el 54 % de la selva remanente en el Amazonas, y se caracterizan por el aumento en la forestación y reforestación controladas mediante las políticas del medioambiente en Brasil. Lo anterior ha significado un enorme esfuerzo económico y social que potencialmente incrementará la vegetación y contribuirá a mejorar el clima no sólo de Brasil, sino del mundo entero (Magrin et al., 2015).

Sin lugar a dudas la reforestación implica mucho esfuerzo, pero lo más importante es la calidad de la plántula que se va a plantar, más que la cantidad que se reforesta, ya que la calidad está relacionada con el desarrollo que señala si se logró o no la reforestación. El enfoque de la reforestación tiene que ir hacia el resultado, el cual puede ser de por lo menos de 3-5 años después de la siembra. Igualmente, el enfoque de un vivero tiene que ser de acuerdo con la calidad física y genética de la planta y no como desafortunadamente se ha vuelto muy común, obtener una meta en función de la cantidad de plantas producidas. Con respecto a la disposición de los recursos, resulta de mejor provecho producir menos árboles que sean muy sanos y vigorosos en lugar de una cuantiosa cantidad de árboles de mala calidad. Esto implica sembrar menos árboles en el campo, pero principalmente una reforestación de buen crecimiento y supervivencia (Wightman y Santiago, 2003).

La reforestación es una cadena productiva, cuyos eslabones aportan valor a la misma cadena. Los eslabones son todas las actividades: desde la idea de sembrar, hasta la plantación del árbol y sus cuidados, al igual que las políticas de los programas de reforestación que influyen en estos procesos. Claramente, se puede ampliar esta cadena productiva para incluir el aprovechamiento de los productos o los servicios ambientales, los cuales son un incentivo para seguir reforestando, pero el enfoque aquí es el establecimiento de las plántulas, que obviamente no estamos logrando. El éxito de la reforestación no depende de factores independientes, sino de aquellos eslabones que están interrelacionados, por lo que la comunicación es de vital importancia. Al dislocarse un eslabón, la cadena productiva de valor ya no funcionará, por lo que es necesario fortalecer los eslabones más débiles (Wightman y Santiago, 2003) (véase figura XII.1).

Figura XII.1. Cadena productiva de la reforestación

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Las políticas de un programa de reforestación determinan vínculos fundamentales en la promoción de los árboles. La motivación de los productores para reforestar árboles debe ser mantener el equilibrio ecológico, sostener el ciclo hidrológico, producir madera y usarla racionalmente, así como producir oxígeno y difundir el papel que juegan los árboles en la cadena alimenticia. La selección del lugar a reforestar debe estar en lugares sumamente deforestados, para reponer los árboles caídos o aprovechados por el hombre o acabados por los incendios forestales. También la reforestación tiene que estar relacionada con el tipo de siembra, es decir, si son para plantaciones puras, mixtas, agroforestales, silvopastoriles, etc. Esto tiene que estar contemplado en las políticas forestales que el gobierno emita para que la sociedad obedezca la vocación de las tierras y sostenga el equilibrio ecológico.

Es imprescindible que las especies de árboles que vayan a ser reforestadas sean las adecuadas al lugar en donde se van a sembrar, con la finalidad de tener éxito y de que contribuyan a ese equilibrio ecológico, con todos los servicios ambientales que ofrecen los bosques. Las plántulas deben contar con una calidad física para que generen árboles vigorosos y con hermoso follaje. Asimismo, quienes los vayan a sembrar deben contar con transporte al campo donde van a ser almacenadas, para después sembrarlas.

Un aspecto importante es la preparación del terreno y la época, pues ayudan a que la reforestación sea exitosa. Esta debe ser deshierbada, protegida, fertilizada y podada cuando así se requiera. Al obtener una buena experiencia al reforestar las plántulas se genera interés e iniciativa por la reforestación. Un aspecto crítico es la educación ambiental que deben recibir las personas que reforestan directamente en el campo. En el caso de México, la mayoría de los terratenientes que poseen las tierras forestales son personas indígenas y comunidades donde están los ejidatarios; quienes deben recibir la capacitación sobre la preservación y protección forestales. Todo esto debe estar conectado con las políticas que contemplan programas de reforestación. En este sentido, el gobierno o ministerio encargado de los asuntos forestales debe vigilar el cabal cumplimiento de la política forestal, con la finalidad de que se mantenga el equilibrio ecológico y que los bosques ofrezcan la diversidad de servicios ambientales que requiere el hombre, la flora y la fauna.

Hemos investigado que la mejor motivación para mejorar la calidad de las plántulas viene de los productores, quienes al llegar al vivero exigen las mejores plantas. Ellos ya se dieron cuenta de los cambios, prueba de ello es que nunca estuvieron tan motivados con la calidad de las plántulas producidas con anterioridad. Las necesidades de los productores en cuanto a especies adecuadas para sus sitios y para los mercados, en cuanto a la disposición de mano de obra y herramientas, además de las observaciones y experiencias con las siembras anteriores, tiene que constituirse en información clave para la planeación de un vivero. Es importante que los viveristas se sientan corresponsables para el éxito de una plantación, que se mantengan informados de las reforestaciones exitosas, así como de las que han fracasado, ya que son parte de la búsqueda de soluciones y no deben estar aislados de los eventos en el campo (Wightman y Santiago, 2003).

La reforestación es una actividad con muchas relaciones, no solo técnicas, sino también políticas y sociales. Lo crítico es comprender que, si se mejora uno de sus eslabones, pero al mismo tiempo se descuida otro, la ganancia por el esfuerzo con buenas intenciones es nula. De nada serviría producir plántulas bonitas, si la semilla proviene de unos pocos árboles inferiores. Asimismo, si se logra una buena calidad física y genética en la plántula, pero el transporte es pésimo y la siembra es al final de la temporada de lluvias, esto viene siendo un esfuerzo en vano. Finalmente, como estos esfuerzos son año con año, su mantenimiento y manejo tiene que ser el adecuado. Hay que promover toda la cadena productiva de reforestación para que sea exitosa y sus objetivos de producción y conservación se cumplan (Wightman y Santiago, 2003).




Conclusiones

Como conclusión diremos que el cambio climático es una problemática global que exige soluciones globales, por lo cual está justificada la participación de varios actores: gobiernos, sociedad civil y sector privado que se inclinan a actuar de manera conjunta en la reforestación, para que esta convierta las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso en madera, follaje, oxígeno, agua y demás frutos. El cambio climático ha dejado severos desastres en el planeta y adquiere la forma de sequías e inundaciones, olas de calor e incendios, amenazas de hambrunas y, por tanto, migraciones a otros lugares donde haya alimentos y un hogar que volver a levantar. Para contestar la hipótesis referente a las decisiones conjuntas del gobierno, sociedad civil y sector privado, si contribuyen a resolver los efectos negativos del cambio climático, analizamos una de las soluciones viables que consiste en desarrollar la cadena productiva de la reforestación, lo cual implica la participación de los diferentes niveles de gobierno con la sociedad civil y las empresas, para revertir el cambio climático que comenzó desde la Revolución Industrial.

Es importante que el modelo de la triple hélice se desarrolle, ya que se requiere la normativa jurídica y administrativa para regular las acciones del tejido social organizado, principalmente como organizaciones no gubernamentales, las cuales son el contrapeso de la acción gubernamental y actúan eficientemente con recursos públicos y privados para resolver la problemática ambiental, lo que incrementa las reforestaciones. Aunado a la respuesta que las empresas aporten en cuanto a disminuir contaminantes en la producción de bienes y servicios, se dará una solución integral regida desde el gobierno, construyendo conjuntamente el modelo en la superación de los efectos negativos del cambio climático al disminuir la cantidad de plásticos, residuos peligrosos, gases de efecto invernadero y fomentando también la reforestación para que absorba los contaminantes derivados de la producción económica.

Todos estos aspectos serán tratados en la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, a celebrarse en noviembre en Egipto. De esta reunión surgirá una agenda donde se expondrán las soluciones al cambio climático, que en realidad está exigiendo transformaciones fundamentales en todos los aspectos de las sociedades: el cultivo de alimentos, el uso de la tierra, el transporte de mercancías y el fomento de las economías. Un reto importante que tienen las economías como México, es impulsar el desarrollo de sus economías, pero sin atentar contra el medioambiente. Esto implica, el uso de conocimientos y tecnologías que permitan el fomento de las diversas actividades, pero preservando y protegiendo el medioambiente. En el caso de economías vulnerables, recibirán ayuda de las naciones más ricas para contribuir a su crecimiento económico con el fin de que esto se traduzca en una mejoría de sus condiciones sociales de vida y en la búsqueda de alternativas sustentables con el medioambiente. Con esto se pretende disminuir las migraciones de personas que viven en el sur, pues al fortalecer sus economías no tendrán incentivo alguno para buscar hogar en regiones del norte.

A manera de recomendaciones y para atender la hipótesis: los avances tecnológicos revierten el cambio climático. Para reducir los impactos de eventos climáticos adversos existen medidas tecnológicas (genotipos adaptados, tipos de labranza, conservación del agua, aumento en la eficiencia del uso de agua y fertilizantes, sistemas de riego más eficientes), cambios de hábito (cambio en el calendario de la siembra, uso de cultivos alternativos), de infraestructura (construcción de represas y defensas), y de transferencia del riesgo (seguros tradicionales, seguros indexados). Pero, generalmente, se ignoran las medidas que aumentan la capacidad adaptativa y reducen la vulnerabilidad subyacente relacionada con factores socioeconómicos (acceso a los recursos, disponibilidad de información y conocimientos), e institucionales. En los últimos años se han sugerido diversas opciones de adaptación basadas en ecosistemas (restauración ecológica de ecosistemas; manejo comunitario de los recursos naturales; conservación y establecimiento de áreas protegidas; forestación y reforestación; reducción de incendios forestales y prescripción de quemas; corredores ecológicos; conservación de semillas y bancos de germoplasma; ordenamiento territorial adaptativo; sistemas agropecuarios diversos que integran el conocimiento indígena y local y el mantenimiento de la diversidad genética; manejo integrado del recurso hídrico; y pago por servicios ambientales, entre otros), los cuales ofrecen una visión más holística del problema climático y permiten integrar opciones de adaptación y mitigación, pues crean y fortalecen la capacidad adaptativa de las comunidades, favorecen la resiliencia de los ecosistemas forestales y promueven un desarrollo regional sostenible. Si bien estas opciones parecen muy promisorias para la región de América Latina y el Caribe, aún no se cuenta con la experiencia suficiente ni los resultados necesarios para evaluar objetivamente las consecuencias sociales de este tipo de iniciativas. En este sentido, es oportuno analizar cuidadosamente los efectos colaterales que puede tener cada medida para evitar conflictos no deseados.

Según World Resources Institute hay tres enfoques de adaptación: 1) programas sociales; 2) con base en ecosistemas y 3) nuevas tecnologías e infraestructura.

Programas sociales: la reestructuración de los programas de protección social puede disminuir la vulnerabilidad de las comunidades urbanas y rurales ante la amplia serie de riesgos climáticos.

Con base en ecosistemas: abarca una amplia serie de estrategias, desde la protección, restauración y gestión sostenible de los ecosistemas de bosques hasta la prácticas agrícolas más sostenibles, integración de árboles en las granjas, el aumento de la diversidad de cultivos y plantación de árboles en los pastos. La colaboración significativa con los pueblos indígenas y las comunidades locales es parte integral del éxito de estas medidas.

Nuevas tecnologías e infraestructura: la evidencia emergente sugiere combinar soluciones con base en la naturaleza y opciones de ingeniería, con el fin de tener acceso tanto a mejores tecnologías como a variedades de cultivos más resilientes, cría mejorada de ganado o energía solar y eólica; también contribuye a la resiliencia.

Si bien es cierto que la tecnología contribuyó significativamente al cambio climático, hay tecnologías nuevas y más eficientes que pueden ayudar a reducir las emisiones y crear un planeta más limpio. Ya existen soluciones tecnológicas disponibles para más del 70 % de las emisiones actuales, la energía renovable es la fuente de energía más barata y los automóviles eléctricos están por generalizar su uso en el mundo. Igualmente existen acciones climáticas en muchos países, que van desde las políticas y reglamentaciones hasta instrumentos de mercado que están resultando eficaces y que si se usan de manera generalizada y equitativa en la mayoría de los países, se puede reducir muy bien las emisiones contaminantes.

Los próximos años serán imprescindibles para cambiar el rumbo, lo que implica esfuerzos inmediatos, ambiciosos y concertados entre todos los países del orbe para disminuir las emisiones tóxicas, generar resiliencia, conservar los diversos ecosistemas, entre ellos, los forestales, incrementar la financiación para la adaptación, y enfrentar las pérdidas y los daños.




Referencias

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