VII. GEOGRAFÍA HUMANA EN LA UAM-IZTAPALAPA. LA PERSPECTIVA ESPACIAL EN LAS CIENCIAS SOCIALES - Pere Sunyer Martín

https://doi.org/10.52501/cc.060


Pere Sunyer Martín


Dimensions


VII. Geografía Humana en la uam-Iztapalapa. La perspectiva espacial en las Ciencias Sociales

Pere Sunyer Martín48

Resumen

El presente capítulo tiene sus propias particularidades, producto precisamente de las características del programa que aborda. Se trata la carrera de Geografía Humana, única en su tipo en la oferta educativa mexicana a nivel licenciatura. Prevista y creada en una de las sedes de la Universidad Autónoma Metropolitana (la unidad Iztapalapa), opera desde hace 20 años, y surge debido a las tendencias y perspectivas de la geografía a nivel mundial, las condiciones nacionales y características particulares de la propia universidad y de la unidad que la alberga. Para ello, partimos de una aproximación de la geografía humana en el dinámico escenario internacional, absorbida por las corrientes del momento y los giros de la disciplina, como se verá más adelante. El artículo revisa, entre otros aspectos de interés, el papel de la docencia y la investigación, su estructura de organización y funcionamiento, así como el modelo de enseñanza en el que se ubica la carrera, su origen, evolución y características del plan de estudios, los ejes y áreas en que se agrupan las unidades de enseñanza-aprendizaje, así como ciertos indicadores que ilustran el comportamiento del programa en los últimos años, para cerrar con algunas reflexiones que a muchos preocupan, como el futuro de los estudios de geografía, especialmente en el área humana.

Palabras clave: educación superior, ciencias sociales, estrategias, examen profesional, titulación.

Introducción

En 2 de septiembre de 2002 inició sus estudios la primera generación de estudiantes de la recién creada licenciatura en Geografía Humana. Se trataba de una apuesta de un grupo de humanistas de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (uam-I), encabezada por el doctor José Lema Labadie (recientemente fallecido), que buscaba introducir los temas espaciales dentro de un mar de disciplinas de ciencias sociales. En este sentido, la nueva carrera no era una más dentro de la División de Ciencias Sociales y Humanidades. En el ámbito docente nacía para insertarse entre las licenciaturas que en ella se impartían, mientras que en el ámbito de la investigación se inscribía dentro de uno de sus departamentos (el de Sociología) y junto a las áreas de investigación que la conformaban.

Aunque no fue la primera vez que se intentaba, la creación de una nueva carrera de geografía a nivel licenciatura en México no fue baladí en aquel momento y menos una dedicada a los temas de geografía humana. En aquellos años, apenas había tres universidades en México que incluían estudios de geografía en ese grado, la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la Autónoma del Estado de México (uaeméx), y empezaba a vislumbrarse una carrera más en San Luis Potosí, mientras que otras estaban en ciernes. En todas ellas se abordaban los diferentes temas de lo que sería la geografía humana, pero ninguna trataba de forma integral tales estudios y menos incorporaba los aspectos más innovadores que, por un lado, acercaban la geografía humana a las otras disciplinas de las ciencias sociales (los giros) y, viceversa, que incorporaban la perspectiva espacial (el giro espacial), lo cual las acercaba sin duda hacia la geografía.

Este capítulo está dedicado a la carrera de Geografía Humana de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam). Se trata de una licenciatura que se creó en una de sus unidades, la de Iztapalapa (uam-I), y que con el paso de los años creemos que sigue presentando una perspectiva innovadora de la disciplina. A pesar de que no es deseable nunca ser “juez y parte” para mostrar de forma objetiva un hecho particular, trataré a lo largo de este texto de mostrar un panorama lo más ceñido posible a sus características, sin por ello dejar de ser crítico en algunos de sus aspectos que dificultan, quizás, su mayor despliegue.

Para la elaboración de este capítulo he recurrido a fuentes diversas. Muchas de ellas son procedentes de los propios protagonistas que estuvieron comprometidos con el proyecto de construcción de una nueva carrera universitaria. En particular, me fueron de gran utilidad los documentos proporcionados por la doctora Lindón, así como su relato del propio proceso. Otras fuentes han sido los documentos que guarda la propia universidad en sus acervos hemerográfico e histórico y material.49

Para situar los estudios de geografía humana en la uam debemos entender, en primer lugar, el contexto que suponía la formulación del nuevo plan de estudios dentro de la perspectiva de los estudios de geografía humana, en el ámbito internacional. Segundo, hay que hacer hincapié en las características de su espacio académico, tanto en el nivel docente como investigador, particularmente en este contexto es donde se crea esta licenciatura y se abre un espacio particular de investigación. No en vano, los estudiantes50 proceden, en su mayoría, de los entornos geográficos próximos.

La segunda parte la dedicaremos al plan de estudios. A lo largo de estos 20 años han estado vigentes dos: uno inicial, que contemplaba la consecución de 478 créditos. De él se hizo una adecuación que fue aprobada en 2007, que mantenía la estructura esencial, pero incorporaba algunas materias que en aquel momento se creyeron innovadoras.

Para finalizar, haremos un breve comentario sobre las bondades del plan de estudios de la carrera, así como hacia dónde se deben de perfilar los nuevos caminos de la geografía humana en los próximos años.

La geografía humana en el panorama internacional

Para aquellos que hemos estudiado bajo la influencia profunda del paradigma regionalista de la geografía francesa, reencontrarnos con la geografía humana en los últimos años significó un considerable varapalo a las teorías, conceptos y métodos que habíamos incorporado en nuestros años de aprendizaje. Desde mediados de los años ochenta y sobre todo de los noventa, la geografía humana ha venido marcada por una sucesión de cambios o giros (tum en inglés; tournant, en francés) que, a la par de los cambios en la sociedad y en la economía cada vez más globales, hacía inaplicables o al menos limitaba los principios que habían regido con anterioridad.

De tal forma, habíamos perdido las claves para decodificar el mundo que se estaba erigiendo.51 No solamente es la geografía humana la única disciplina afectada. El conjunto de las ciencias sociales y, posiblemente, de las ciencias en general, ha experimentado una fuerte sacudida en su esencia. Quizás lo más relevante es la puesta en entredicho de la certeza y objetividad de la ciencia ante los fenómenos del mundo y de la sociedad; una conclusión a la que la filosofía y la historia de las ciencias habían llegado con anterioridad, pero que parecía no haber afectado al desarrollo científico (Galafassi, 2002).

En cierta manera, como han subrayado ya algunos autores, desde los años ochenta del pasado siglo, el campo de la geografía se ha ampliado (Lindón y Hiernaux, 2006; Lindón, 2010; Claval, 2010): han cambiado las temáticas que caracterizaban los estudios geográficos, desde el estudio de la tierra como tal, al de los Estados-nación, las regiones y las ciudades, y últimamente aquellos espacios que parecían vedados a la geografía, como son los espacios domésticos, los íntimos y hasta el propio cuerpo. Sobre todo, han cambiado los enfoques dominantes hasta hace unos años y han sido sustituidos por otros (las perspectivas de la ciencia crítica, del posmodernismo, el poscolonialismo y los enfoques decoloniales), los cuales han tratado de ampliar la perspectiva del geógrafo.

En lo relativo a la geografía, al menos cuatro aspectos entraron en revisión: en primer lugar, la conceptualización del espacio que hasta hace unos años era predominante, es decir, aquella que privilegiaba su materialidad, se volvió muy cuestionada. Segundo, la aproximación mutua de la geografía a las otras disciplinas de las ciencias sociales, como la lingüística, la psicología y la antropología, por no mencionar disciplinas más humanistas como la propia historia, con la que siempre ha mantenido una relación particular, así como por la aproximación de las otras disciplinas hacia la geografía, en lo que se conoce como el giro espacial de las ciencias sociales. En tercer lugar, está el papel del individuo y de la sociedad en la construcción del propio espacio. Finalmente —aunque más bien deberíamos decir “last, but not least”—, el papel del lenguaje en la construcción del mundo en el que vivimos.

Una geografía humana para un mundo cambiante

Para comprender bien lo que representó en el ámbito de la geografía humana el impacto de los sucesivos “giros” disciplinarios, acaecidos sobre todo a partir de los años noventa, conviene situarse en los movimientos de renovación que con bastante intensidad se estaban organizando en la geografía europea y norteamericana de los años setenta. Varias fueron las propuestas. Por un lado, se trataba de orientar la disciplina hacia perspectivas más analíticas y, por lo tanto, sacarla del excepcionalismo en la que parecía sumergida;52 pero también hacer de la geografía un saber más comprometido con los problemas sociales que en aquellos momentos se vivían. Esto se pudo observar, por ejemplo, en la revuelta de los estudiantes alemanes en contra de la visión clásica de la geografía, anclada en aquellos años en el paradigma regionalista y del paisaje, que se dio durante la celebración del 37º Congreso de Geógrafos alemanes en Kiel, en 1969; también se pudo observar en la aparición de corrientes radicales en la geografía estadounidense, dominada en aquel entonces por el análisis regional y espacial; y, por último, se vio en la recuperación de enfoques subjetivistas previos a la impronta neopositivista, como fueron la geosofía de John K. Wright (1947) y la geografía del comportamiento que propuso William Kirk (1989). Tras estas revueltas asoma, sin duda, el problema —creemos endémico— de la profesionalización del geógrafo y su aportación a la sociedad, con interrogantes como: ¿qué hacen los geógrafos? ¿Para qué sirve la geografía?

La obsesión de los geógrafos por superar la ciencia descriptiva y hacerla más explicativa estuvo, en parte, en la base de los enfoques funcionalistas y, sobre todo, de la denominada Nueva Geografía —la geografía teorética—. En los años setenta, sin embargo, en el ámbito internacional, los enfoques subjetivistas, fenomenológico-existencialistas y humanistas empezaron a llamar la atención de los geógrafos. Cosgrove (1979, p. 43) lo llamaba “las dimensiones cualitativas de la experiencia del paisaje y la singularidad del lugar”. Yi Fu Tuan,53 la misma Anne Buttimer(1969), Edward Relph, David Ley y Marwyn Samuels, así como David Seamon54 impulsaron esta perspectiva humanística, que tuvo uno de sus núcleos más significativos en la Clark University (Seamon, 2014).

A partir de enfoques fenomenológicos y existencialistas se descubrió el vínculo del lugar con la experiencia espacial del individuo, su identidad y forma de ser. Fundamental fue la recuperación de la obra de Éric Dardel por Edward Relph55 y la coincidencia en esos años, con los trabajos de Armand Frémont, en Francia, sobre la región como “espacio vivido”56. Unas ideas y conceptos que embonaron con la reivindicación, también, por parte de historiadores y geógrafos de la obra de Maurice Halbwacs. Pierre Nora le dedicó el capítulo “La mémoire collective” en la obra colectiva La nouvelle histoire (Chartier, Le Goff y Revel, 1978) y, posteriormente, sus ideas se expresarían, en particular, en Les lieux de la mémoire, obra dirigida por Nora (1984-1993).

Tras unos años de crecimiento de la perspectiva geografía humanística, esta empezó a declinar hacia los años ochenta, bajo la crítica de los movimientos marxistas y feministas en la disciplina y, posteriormente, quedó absorbida por las corrientes epistemológicas asociadas con los giros disciplinarios.

Los giros de la geografía humana

Daniel Hiernaux, en un texto sobre los giros de la geografía actual (Hiernaux, 2010, p. 46) sitúa en 1996 la primera ocasión en la que se hacía referencia a un “giro geográfico”,57 sin que en esa alusión su supuesto autor o autores, Marcel Gauchet o Jacques Lévy, le dieran, aparentemente, una excesiva relevancia.58 Algo más tarde, Jacques Lévy (1999) promovió sin reparos esta designación (le tournant géographique), con un subtítulo indicativo, como señala Hiernaux, de esa necesaria revisión que se proponía y que ya estaba afectando las otras ciencias sociales: “pensar el espacio para leer el mundo”.59 Lévy, en la obra mencionada, se refería a un movimiento convergente entre la geografía y las ciencias sociales. Es claro que, hasta los años setenta, no había plena conciencia por parte de los geógrafos de habitar en el edificio común de las ciencias sociales, pero ya empezaban a escucharse voces que apelaban a la mutua necesaria aproximación.60 Por eso, Jacques Lévy habla de un “giro geográfico” y de un “giro espacial”: el primero, el cambio de orientación del geógrafo hacia las otras ciencias sociales; el segundo, de las ciencias sociales hacia la geografía.

Es interesante observar que, pese a la relevancia de esos giros, no se generaron discusiones en el seno de la propia geografía que llevaran a pensar en “cambios de paradigma” y “revoluciones científicas” como sí lo supuso años antes el enfoque cuantitativista o incluso el advenimiento de la geografía radical.61 En aquel entonces se hablaba de “revolución cuantitativa” y de una Nueva geografía62. Pero también, posteriormente, con el auge de los estudios de comportamiento, se empezó a hablar de “revolución behaviorista”; aunque luego, la deriva fenomenológico-humanista sólo quedara en “movimiento”; mientras que para los cambios “culturales” y “espaciales”, de los años noventa en adelante, se empezaba a aplicar el término “turn” (inglés), “tournant” (francés) o “giro” (castellano) (Sunyer, 2010, p. 144). Quizás los propios geógrafos nunca los vieron como algo que socavara las bases de la propia disciplina, sino más bien como nuevos enfoques que ampliarían su punto de vista, por eso la aparente parsimonia ante “este cambio de orientación” (Hiernaux, 2010, p. 46).

En castellano, la obra Los giros de la Geografía humana (2010), de Lindón y Hiernaux, ha sido quizás el mayor esfuerzo intelectual por entender con más claridad la relevancia de estos giros y ponerlo a disposición del lector de lengua hispana. En él se reúnen estudios que abordan los giros en la geografía humana, en general, y en sus diversas especialidades. También, en un último capítulo, se habla sobre los giros que han permitido acercar las ciencias sociales hacia la geografía.

Los movimientos en búsqueda de alternativas al desarrollo de la disciplina geográfica se habían nutrido de otras propuestas realizadas desde la filosofía y la sociología, las cuales proporcionaron nuevas ideas para su desarrollo. Así, desde la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt63 se consideraba, entre otros aspectos, que el conocimiento científico está mediado por los procesos sociales, económicos e históricos, que lo hacen surgir y que incluyen, entre otras cosas, relaciones de poder y dominio y mecanismos de autoperpetuación que el propio sistema económico, social e ideológico (y científico) engendra.64 La teoría crítica ahondaba en estos aspectos en aras de un conocimiento que permitiera la emancipación del individuo.

Otras aportaciones provinieron del pensamiento del ensayista Michel Foucault y, junto con él, de los llamados posestructuralistas como Jacques Derrida o Gilles Deleuze. Su propuesta gira en torno a la “deconstrucción”: el posestructuralismo reconocía al lenguaje como base del conocimiento, pero se criticaba la perversidad inherente a su uso, al propiciar el mantenimiento de posiciones hegemónicas y, en última instancia, de la forma como se habían estructurado el conocimiento y el saber en las ciencias sociales, hasta aquel entonces (Sunyer, 2010 p. 159). Por otro lado, relativizaban la verdad científica para dar paso a otras formas de sapiencia en las que la intuición y la sensibilidad también formaran parte del conocimiento de las cosas. Por último, pensaban que se había privilegiado el sentido de la vista sobre los otros órganos sensoriales, con todo lo que a él se asociaba en relación con las observaciones del científico, el papel del control del Estado y, en particular, el uso de ese instrumento tan geográfico como son los mapas (Claval, 2010, p. 71; 2020, p. 35-36).

Finalmente, desde la teoría social, Anthony Giddens propuso su corriente estructuracionista, para integrar el estructuralismo con la acción social. Se trataba de comprender cómo los seres humanos, a través de sus prácticas, producen y reproducen la sociedad y, junto con ellas, el espacio y el tiempo. En este sentido, el espacio era un producto social más, tal como lo había planteado el filófoso Henri Lefebvre, y no un ente inerte ante la acción humana. Giddens recuperaba las ideas desarrolladas por Torsten Hägerstrand de Time Geography y otorgaba al actor, al individuo y a la sociedad su capacidad de intervenir en las dimensiones espacio-temporales.

Con esto y un contexto político y socioeconómico que lo propiciaba, se empezaba a atisbar la necesidad mutua de aproximación de la geografía hacia las ciencias sociales, y viceversa. Finalmente, fue a través de los giros que la geografía descubrió espacios anteriormente omitidos de su campo de estudio y se acercó al individuo y la sociedad que los produce. Algo similar aconteció con las ciencias sociales: descubrieron el espacio no como algo dado por naturaleza, sino como producto social. Lo que en definitiva se planteaba, como señala Claval (2020, p. 49), es sobre todo un cambio en la relación del investigador con el objeto que estudia y, en consecuencia, con la forma como aprehendemos el mundo.

Se suelen reseñar, al menos, tres giros: el lingüístico, de fuerte incidencia en la historia, principalmente; el espacial, en las ciencias sociales; y el cultural, en geografía; aunque todos ellos se hallan presentes en cada una de las disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales.65

El giro lingüístico tuvo su incidencia, sobre todo, en la historia. Se basa en el hecho de que es a través del lenguaje la manera como expresamos el mundo que percibimos y construimos la realidad. Sin embargo, este no es neutro. Tras el uso de palabras, términos, expresiones, se oculta un sistema de filtros (la educación, las creencias, intereses), de códigos, de imaginarios, que el investigador debe conocer e interpretar, a fin de poder llegar a atisbar la realidad del mundo del grupo que estudia. A su vez, el investigador ha tenido que desprenderse de todos aquellos prejuicios y capas que le hacían interpretar las realidades de los individuos que estudiaba de una forma particular. En este sentido, desde las ciencias sociales, no hay documento neutro, ni gráfico ni escrito. El concepto clave aquí es el de “deconstrucción” (Claval, 2020, p. 49).

Ocurre otro tanto en el caso de la cartografía que, como medio de comunicación y como lenguaje, no está ausente de la crítica. La información desplegada por los geógrafos en los mapas es brindada al poder político tanto para la opresión/represión como para la explotación del territorio. Deconstruir los datos que se representan, su forma de representación y la escala utilizada para ello, debería ser el objeto de una ciencia crítica.

A pesar de que las ciencias sociales han tenido diversos acercamientos al espacio a lo largo del siglo xx, tal como han explicado Lindón y Hiernaux (2010), el giro reciente hacia lo espacial se puede decir que se perfila con claridad cuando se incide con mayor interés en el sujeto como actor; algo parecido sucederá con la geografía. El descubrimiento del individuo y su subjetividad, de su entorno vital (Lebenswelt) su vida cotidiana, su cuerpo y la percepción de estos permite a los científicos sociales incorporar el espacio y el tiempo en sus reflexiones teóricas y en sus análisis. Por su parte, en la geografía, a través de los enfoques humanistas y fenomenológicos, se descubre al individuo y, a través de él, al lugar como su ámbito próximo de experiencia espacial. La geografía se aproxima así a la sociología, a la psicología ambiental y la social, a la antropología, al poner al individuo en el centro de su análisis. A partir de este punto se abría un puente de diálogo que le permite abordar temas hasta entonces “poco geográficos” como son la identidad, las diversas concepciones territoriales de pueblos y comunidades, sus imaginarios, el papel de las prácticas individuales y sociales en la construcción del espacio; la existencia de espacios de arraigo y a su vez de espacios del miedo. Y, sin duda, no hay que olvidar la función de la perspectiva temporal siempre indisociable al espacio. De tal forma, el giro espacial redescubre las escalas de los fenómenos y procesos del mundo —espacial y temporal—, ya que tenerlas en cuenta ayuda a su interpretación.

Ligado al giro subjetivista no queda alejado el giro cultural en la geografía. Si la geografía cultural saueriana se anclaba en la parte material de los pueblos, con la identificación de áreas culturales y, en consecuencia, de paisajes culturales, el siguiente paso consistió en desvincularse de la parte material y aproximarse a la inmaterialidad de la cultura (Duncan, 1990; Pred, 1991), es decir, lo que no se ve pero condiciona la vida y las prácticas espaciales de individuos y grupos humanos. La atención por las creencias, las ideas y pensamientos que hay tras las acciones son algunos de los caminos recorridos. Se atienden las narraciones de los protagonistas de determinado espacio, tanto habladas como escritas o representadas, y se recupera un concepto que habíamos mencionado antes, los “lugares de la memoria”, de Pierre Nora. Como menciona Antoni Martí Monterde “basta que un solo individuo haya vivido la transformación del sentido de una época de un espacio cotidiano para que este cambio de época se inscriba en un lugar” (Martí, 2010, p. 15-16). Ya no es el lugar en sí, sino su relato lo que transmutará un lugar de memoria en un lugar histórico (Martí Monterde, 2010). Con el giro cultural se abrieron espacios nunca vistos por la geografía y que forman parte de los paisajes cotidianos de muchas personas y sociedades.

Hemos visto hasta ahora, de forma muy rápida y esquematizada, la importancia de los giros en la geografía y en las ciencias sociales. Observamos que el panorama abierto desde los años noventa en estas disciplinas es inmenso, tanto como la propia imaginación humana. La licenciatura en Geografía Humana de la uam Iztapalapa, nace con el reto de dar cuenta de este amplio panorama e inscribirse al lado de las ciencias sociales de forma colaborativa. Pero ¿cuál es el marco institucional en el que se inserta esta disciplina?

La Universidad Autónoma Metropolitana: una nueva perspectiva universitaria

La Universidad Autónoma Metropolitana (uam) inició su singladura en los últimos meses de 1973. Fue producto de la necesidad de ampliar la oferta de educación superior en México, pero también de reformar el propio sistema universitario hasta el momento vigente, sus métodos de enseñanza, los temas impartidos y, sobre todo, vincular la enseñanza con los problemas del día a día de la sociedad mexicana. En este sentido, el hecho de situar los tres primeros campus en Iztapalapa, Azcapotzalco y Xochimilco orientaba, en cierta manera, el tipo de carreras que en ellas se impartirían, pero sobre todo el método de enseñanza que se quería implementar.

Varios son los aspectos que se innovaban en la uam, tanto en la estructura académico-administrativa, como educativa, los cuales la hacen diferente a las demás. La primera es su organización, más horizontal que vertical, gracias a las divisiones y los departamentos, en donde las primeras son responsables de la parte docente y las segundas de la parte investigadora. Con ello, como se explicará, se trata de acentuar el perfil docente e investigador del personal contratado.

En esta transversalidad se hallan también los órganos colegiados en el gobierno de la universidad (Colegio Académico, Consejo Académico y Consejo Divisional), formados por las autoridades, los representantes de los académicos, de los trabajadores administrativos y de los estudiantes. Asimismo, cada unidad de la uam es independiente de las otras, pero coordinada con ellas. Inicialmente se crearon tres unidades (Iztapalapa, Xochimilco y Azcapotzalco), pero a partir del 2005 se integraron dos más, Cuajimalpa y, algo más tarde, Lerma.

A nivel de la enseñanza, se instituyeron las unidades de enseñanza-aprendizaje (uea), como medio a partir del cual el estudiante vincula los conocimientos teóricos con la experiencia práctica. También se estableció un tronco común inicial divisional y se estructuraron los cursos en trimestres (12 semanas), con lo cual se obligó a una estrategia docente centrada en lo esencial y, sobre todo, en la práctica. También se eliminó el requisito de las tesis para titularse y se sustituyó por trabajos terminales en los que el estudiante debe ser capaz de problematizar en relación con un objeto de investigación, plantearse hipótesis, esbozar un método de investigación y llegar a unas conclusiones.

La docencia y la investigación en la uam

El Reglamento orgánico de la uam expone en su artículo 3 las organizaciones clave de cada una de las unidades de esta universidad y sus funciones. En particular, nos interesan tres de ellas, las divisiones, los departamentos y las áreas.

Las Divisiones se encargan de “cumplir con el objeto de la Universidad”, la docencia (uam, 2022, Art. 3), a partir de planes y programas académicos; la investigación, a partir de proyectos de investigación personales; y la difusión, vinculada tanto a iniciativas personales como colectivas. En cada unidad de la uam, en cada plantel, hay diferentes divisiones de acuerdo con las características del ámbito geográfico en donde se insertan. Así, por ejemplo, en Iztapalapa se encuentran tres divisiones (ciencias sociales y humanidades —csh—, ciencias básicas e ingenierías —cbi—, ciencias biológicas y de la salud —cbs—); en Xochimilco hay la de csh, cbs y una denominada ciencias y artes para el diseño (cyad); mientras que en Azcapotzalco están csh, cbi y cyad. En las nuevas unidades de Cuajimalpa y Lerma se abrieron también nuevas divisiones: en la primera, de ciencias naturales e ingeniería (cni) y csh; en la segunda, de cbi, cbs y csh.

Las divisiones se organizan en departamentos que se establecen por áreas de conocimiento. Los departamentos son una organización “constituida fundamentalmente para la investigación” en disciplinas específicas y “para desarrollar actividades de docencia en esas disciplinas”. Dentro de los departamentos están las áreas, cuyo propósito es “el desarrollo de proyectos de investigación”. En él pueden participar profesores de una misma formación o de disciplinas afines, que se unen para el desarrollo de proyectos colectivos de investigación (uam, 2022, Art. 3).

Esta forma de organización lo que en definitiva conlleva es que quien se encarga de la docencia propiamente es la división, a partir de la aprobación de los planes y programas de estudios, mientras que los departamentos se encargan de la investigación y supervisan la carga docente del profesorado y la contratación de nuevo personal.66 La licenciatura en Geografía Humana es la última de las carreras creadas en la División, aunque es una más de sus carreras y se creó en el Departamento de Sociología junto con Sociología, Ciencias Políticas y Psicología Social.67

Las unidades de enseñanza-aprendizaje (uea)

Vinculado a esta organización es importante señalar que el personal docente contratado tiene directamente la categoría de profesor-investigador, a diferencia de otras universidades del país, con la finalidad de no desvincular para nada la docencia de la investigación, y viceversa. Esta característica se concreta también en el término con el que se designan las “materias” impartidas a los estudiantes. Se las denomina unidades de enseñanza-aprendizaje o, coloquialmente, uea. En ellas, no se trata únicamente de enseñar, sino sobre todo de aprender, que el estudiante aprenda. Y esto se consigue a partir de la vinculación de las teorías, conceptos y métodos que se enseñan con la práctica investigadora, en muchos casos con proyectos de investigación o, dicho de forma más rudimentaria, con la experiencia que el estudiante pueda adquirir en las materias que cursa, con miras a su futura profesionalización.

Las uea, en este sentido, seguramente tienen incidencia en la forma en que desde hace unos años se ha visto que el estudiante “adquiere, almacena la inmensa cantidad de ideas e informaciones representados en cualquier campo de conocimiento” (Moreira, 2004, p. 2). Es decir, en un proceso de “aprendizaje significativo”, en términos del psicólogo educativo David Ausubel. Con significativo nos referimos concretamente a la incorporación de teorías, conceptos e ideas en su estructura cognitiva cuya relación con la propia experiencia se da de “forma sustantiva” y “no arbitraria”. De “forma sustantiva” porque incorpora la sustancia del nuevo conocimiento; y “no arbitraria” porque no es cualquier idea la que se vincula, sino la que tiene significado para el que aprende.

La licenciatura en Geografía Humana

A fines del año 2000, a propuesta del entonces rector de la unidad de Iztapalapa, doctor José Lema Labadie (†2021) se integró una comisión para la creación de una nueva licenciatura: la de Geografía Humana. La comisión inició sus trabajos en 2001 y en el núcleo inicial figuraron, en primer lugar, el doctor Mario Bassols para después incorporarse la doctora Alicia Lindón, la doctora Rocío Rosales, profesores de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la uam-Iztapalapa, de Sociología. A este grupo se añadieron el doctor Federico Besserer, la doctora Sonia Pérez Toledo y finalmente el doctor Daniel Hiernaux, entonces de la uam-Xochimilco (Lindón, 2021; Bassols, 2022). Cada uno de ellos tenía algún tipo de vinculación con la geografía, ya sea debido a su formación o por haber llevado años trabajando en temas geográficos, sobre todo de carácter urbano, cultural o próximos a ellos.

Su labor inicial consistió en la revisión de los planes de estudio que tenían las carreras de geografía en las universidades más punteras de aquellos años en estos temas, con la finalidad de definir una estructura temática que se adaptara a las necesidades de México, pero que a su vez fuera novedosa, es decir, que incorporara las últimas tendencias en la disciplina, y fuera atractiva dentro del marco institucional y académico de la Universidad Autónoma Metropolitana.

El perfil por el que se optó era el de una geografía “humanista y crítica”, acorde con las perspectivas que algunos de los comisionados habían trabajado, y “en permanente interacción con otras disciplinas” (uam, 2002, p. 3), principalmente las que conforman lo que en México se entiende como ciencias sociales (antropología, sociología, economía, etc.) (uam, 2007).

Paralelamente, no podían obviarse los aspectos técnicos que se han ido incorporando cada vez con más ahínco en la geografía y que en aquellos años (2002) se reducían a los Sistemas de Información Geográfica, quizás el ámbito con más salida profesional de los conocimientos que se imparten en la carrera.68

Características del plan de estudios

Hasta la actualidad (2022), sólo ha habido dos versiones del plan de estudios. La primera es de 2002 mientras que la segunda es de 2007. Esta última es de la que vamos a ocuparnos en este apartado, principalmente, aunque no dejaremos de tener en consideración la primera versión, pues en ella se hallan muchas de las propuestas que, posteriormente, se potenciaron o se trataron de corregir. No en vano, hasta 2007, dos generaciones (2002 y 2003) ya habían cursado el programa completo y cinco se habían iniciado en él.

El contenido de su plan de estudios se caracteriza, en líneas generales y desde el principio, por su interdisciplinariedad y su flexibilidad. La coincidencia de la elaboración del primer plan de estudios con la redacción de las Políticas Operativas de Docencia de Iztapalapa (podi) en el que alguno de los miembros de la comisión participaba, influyó en él (Lindón, 2021; uam, 2007, p. 3). De tal suerte que interdisciplinariedad y flexibilidad son dos términos que en geografía humana deben entenderse como complementarios:

Interdisciplinariedad, por la posibilidad de que algunas uea que forman parte de la geografía humana pueden ser de interés para estudiantes de otras disciplinas de las ciencias sociales y, al mismo tiempo, pueden no ser impartidas necesariamente por geógrafos, sino por profesores de disciplinas como sociología, antropología, economía, historia y filosofía. En cierta manera, la nueva licenciatura instauraba como parte de su esencia el diálogo continuo con las otras disciplinas y asumía con ello el giro espacial de las ciencias sociales hacia la geografía y, por parte de geografía humana, el giro cultural. Flexibilidad porque, en primer lugar, el estudiante no está sometido a la seriación que se impone en otras carreras. Si bien en la primera versión del plan de estudios (2002) había algunas necesarias seriaciones (lenguas extranjeras, estadística, cartografía y temas selectos), estas fueron reducidas a lo mínimo indispensable con la adecuación propuesta en 2007. En realidad, sólo quedaron como seriadas aquellas que estaban vinculadas al aprendizaje de lenguas extranjeras (inglés y francés) y que, por lo tanto, dependían del Centro de Lenguas Extranjeras (celex), así como la relacionada con la estadística y con las áreas de concentración.

En segundo lugar, el estudiante puede diseñar su propio perfil curricular a partir de la puesta a su disposición de “optativas divisionales” (es decir, de la División de Ciencias Sociales y Humanas) o “extradivisionales” (esto es, de ciencias básicas e ingeniería —cbi—, y ciencias biológicas y de la salud —cbs—). Esta flexibilidad la otorga principalmente la proporción de “optativas” disponibles al estudiante. En la primera versión del plan de estudios no se satisfacían completamente los criterios que se aprobaron en los podi y las optativas existentes estaban, ligadas, en los primeros trimestres de la carrera, a la Licenciatura de Tronco general, mientras que en los últimos, aparecían como optativas divisionales. Por este motivo, en la adecuación de 2007 del plan de estudios, se aumentó más del 30% los créditos que el estudiante podría cursar y se ubicaron en los últimos trimestres de los estudios, que es cuando el alumno ha definido con claridad sus líneas de interés. También se quitó la obligatoriedad de ser “divisionales”. Esto que venimos diciendo se refleja bien en la definición de las “áreas de concentración”, anteriormente denominadas “ejes de integración geográfica” (uam, 2002), como veremos.

Así, en ambos planes, entre el primer y el séptimo trimestres, el estudiante ha podido atender los llamados “conocimientos sustantivos” de los estudios de geografía humana (teóricos, metodológicos y tecnológicos), que forman el nivel II, básico profesional (véase tabla 1). Si bien existe un mayor peso geográfico en la versión 2007 que en la de 2002, en ellas podemos encontrar temas clásicos de cualquier carrera de geografía (geografía económica, geografía regional, geografía política, geografía urbana, etc.), pero con un enfoque diferente, por lo que se incorporaron algunas materias que podían considerarse novedosas, como eran entonces la geografía cultural o la geografía histórica.

El plan de estudios no se quedó únicamente en los conocimientos geográficos. Se propuso la integración del estudio de idiomas (inglés y francés) como parte fundamental del plan de formación de la licenciatura, lo cual supuso una negociación con el Centro de Lenguas Extranjeras (celex) de la uam. Dentro de lo positivo, los textos de interés geográfico tuvieron su expresión en la propia enseñanza de las lenguas extranjeras (Lindón, 2022).

En cualquier caso, quizás lo más destacable es la voluntad de construir otra geografía humana, acorde con los nuevos tiempos, es decir, más abierta a otras disciplinas de las ciencias sociales, campo del que ella misma forma parte, pero que a veces parece que habla diferente lenguaje. Esta voluntad expresa es visible en varios cambios realizados entre las dos versiones del plan de estudios: la desaparición de la uea Geografía Humana, en la versión de 2002, y su sustitución por dos uea, Espacio y sociedad I y II, que se imparten en los dos primeros trimestres de la carrera, apoyada por otras como Filosofía del tiempo y del espacio, un tema de gran complejidad pero que permite a los estudiantes entender la relevancia del espacio y del tiempo en el análisis geográfico. Y en los trimestres posteriores encontramos tres áreas de concentración novedosas, desde nuestro punto de vista: porque una fue dedicada a la geografía urbana y cultural, y otra a la geografía ambiental, mientras que la última, centrada en la geografía económica y regional, podía entrar más en lo esperado para otras carreras geográficas

Tabla 1. uea de teorías geográficas y sustantivas (versión 2007)

id Nombre de la uea Trimestre
1 Espacio y Sociedad I I
2 Geografía Física I
3 Mapa del Mundo Actual I
4 Espacio y Sociedad II II
5 Filosofía del Tiempo y del Espacio II
6 Geografía Económica II
7 Teoría Geográfica Clásica III
8 Geografía Regional III
9 Teoría Geografía Contemporánea I IV
10 Geografía Urbana IV
11 Teoría Geográfica Contemporánea II V
12 Fundamentos de Geografía Histórica V
13 Geografía de la Población VI
14 Mapa de las Américas VI
15 Geografía Cultural VII
16 Geografía Política VII
17 Temas y Problemas Ambientales VII

Fuente: uam (2007).

uea metodológicas. Las áreas de concentración

En el diseño de los estudios de la licenciatura estuvo presente la preocupación por las salidas profesionales del futuro egresado. Si con los estudios de geografía en general, el egresado puede tener dificultades para encontrar puestos de trabajo en este campo profesional, más podría resultar para una licenciatura tan especializada como lo es la de geografía humana. En este sentido, parecía lógico no desdeñar sino más bien incentivar los aspectos metodológicos y tecnológicos que la geografía lleva asociados. Esto se refleja bien tanto en el segundo nivel (“tronco básico profesional”), como en el tercer nivel (con las “áreas de concentración”).

En cualquiera de las versiones del plan de estudios, se observa el peso de las uea metodológicas y tecnológicas. Así, ya en el tercer trimestre está la uea de Metodología de la Investigación Geográfica, seguida de Métodos cuantitativos I y II (cuarto y quinto trimestres) y, finalmente, Metodologías cualitativas (sexto semestre). Paralelamente, hay dos trimestres dedicados a Cartografía (I y II) (cuarto y quinto trimestres), seguidos de uno de Sistemas de Información Geográfica (sexto trimestre). El peso en número de créditos de las dos uea de Métodos Cuantitativos es mayor (10 para cada una, por el número de horas requeridas para superarlas).

Para la última parte de la carrera, el estudiante entra en el tercer nivel de orientación, antes llamado de Integración e Investigación (del octavo trimestre al decimosegundo) (véase tabla 2). Ha de elegir entre tres áreas de concentración (geografía económica y regional; geografía urbana y cultural; y geografía ambiental), todos ellos campos de especialización de mucho interés, en su desarrollo profesional futuro, que el estudiante puede “orientar” en función de sus preocupaciones e intereses.69 En este nivel puede apreciarse, como hemos señalado más arriba, el aspecto de la flexibilidad del plan de estudios. El estudiante dispone, en cada área, de cinco optativas (divisionales o extradivisionales). Si a esto añadimos las cuatro optativas que ofrece la propia licenciatura (Temas selectos en Geografía I, II, III, y IV) resulta un equivalente en créditos de cerca del 15% de los necesarios para titularse.

Tabla 2. Áreas de concentración

Trimestres Plan de estudios 2002 Plan de estudios 2007
VIII al XII Ejes de integración geográfica
Geografía económica y regional: Economía Espacial; Teorías de Desarrollo Local; Evaluación y Diagnóstico Regional (además de tres optativas divisionales).
Geografía urbana y cultural: Sociología Urbana; Temas Selectos de Antropología de la Cultura I; Morfología de las Ciudades Mexicanas (además de tres optativas divisionales).
Geografía ambiental: Pensamiento Ambiental; Normatividad Ambiental y Políticas Institucionales; Mapa Ambiental de México (además de tres optativas divisionales).

(56 créditos)
Área de concentración geográfica
Área geografía económica y regional: Teorías de Desarrollo Local; Ordenamiento Territorial; Temas Selectos de Geografía III (Optativa) (además de cinco optativas divididas en los trimestres IX, X, XI y XII).
Área geografía urbana y cultural: Sociología Urbana; Antropología Urbana; Temas Selectos de Geografía III (Optativa) (además de cinco optativas divididas en los trimestres IX, X, XI y XII).
Área geografía ambiental: Pensamiento Ambientalista; Mapa Ambiental de México; Temas Selectos de Geografía III (Optativa) (además de cinco optativas divididas en los trimestres IX, X, XI y XII).

(64 créditos por área, mínimo)

Fuente: elaboración personal a partir de uam (2007).

Hacia la titulación

Por último, llegamos a las uea que conducen a la titulación. El área de investigación geográfica consta de cuatro uea (Diseño de Investigación, Trabajo de Campo, Seminario de Investigación Geográfica I y Seminario de Investigación Geográfica II), con un peso en créditos que supone cerca del 20% de los necesarios para titularse (497). Es sin ninguna duda el principal obstáculo, aunque no el único, en la conclusión de los estudios de muchos estudiantes. En esta etapa se pone a prueba la lógica de la investigación geográfica y los conocimientos adquiridos.

La investigación ha estado presente a lo largo de la formación del estudiante. La propia concepción de las uea (unidades de enseñanza-aprendizaje) conduce a ella y también cuenta el estudiante con los conocimientos metodológicos y técnicos que le deberían permitir afrontarla con cierto éxito. Sin embargo, es donde más se demoran los alumnos. No se trata de una tesis, en el sentido formal del término, sino más bien de mostrar que se es capaz de construir un objeto de investigación, de justificarlo y de proponer unas hipótesis o preguntas de investigación y un método para confirmarlas o refutarlas. La producción de datos o de información empírica forma parte de este proceso.

La licenciatura en Geografía Humana dentro de la División de Ciencias Sociales: unos poco claros resultados

La carrera de Geografía Humana, a pesar de los años transcurridos, sigue teniendo un porcentaje de matrícula relativamente pequeño en el conjunto de la división (véase tabla 3), que ronda en torno al 4%, nada que ver con los inscritos en las licenciaturas en Administración (20%), Sociología (8%) o Economía (10%), pero mucho más próxima a Lingüística o Antropología Social.

Tabla 3. Matrícula promedio anual en Geografía humana (todos los cursos)

2015 2016 2017 2018 2019 2020
Geografía humana 240 237 233 232 189 185
Total, en la División csh 5 139 5 200 5 098 5 157 4 605 4 677
Porcentaje de gh/dcsh 4.67 4.55 4.57 4.49 4.10 3.95

Nota: La matrícula bajó a partir del trimestre 2019-2020 debido al efecto de la huelga de tres meses que sostuvo el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana. También tuvo su efecto en la matrícula del año siguiente, 2020.

Fuente: Herrera (2021).

Por otra parte, en la tabla 4 puede apreciarse el pequeño número de alumnos que ingresan y se reinscriben anualmente, y en ambas (tablas 3 y 4) se puede observar el efecto de la huelga que estalló en febrero de 2019, en la matrícula de 2020. El porcentaje de profesores titulares a tiempo completo es, en relación con las otras carreras, también bajo. La licenciatura en 2022 contaba únicamente con una planta de 11 profesores, todos ellos con título de doctor y la mayoría miembros del Sistema Nacional de Investigadores, en diferentes niveles.

Uno de los comentarios que nos suelen hacer llegar los directores de la División de Ciencias Sociales y Humanidades a los coordinadores de las licenciaturas y, en particular, a los de Geografía Humana, es el de la escasa eficiencia terminal de esta carrera y el tiempo tan demorado que emplean los estudiantes para cumplir sus estudios en tiempo y en forma, esto es, en los 12 trimestres que duran los estudios de licenciatura.

En la tabla 4 también se recoge el ingreso por año escolar y el número de egresados de cada generación. Como puede observarse, apenas un tercio de cada una de ellas se ha titulado. De los 757 estudiantes que han ingresado desde 2002 hasta 2020, solamente el 20.5% de ellos se ha podido titular, esto es 155 alumnos.

Si tenemos en cuenta que, en la propia Universidad Autónoma Metropolitana, el 91% de sus estudiantes emplea más de 12 trimestres en finalizar sus estudios —en general— pareciera que para el caso de Geografía Humana no era tan grave la situación. El problema es la enorme cantidad de rezagos que tiene la propia carrera para los relativamente pocos estudiantes que ingresan (véase tabla 4).

Tabla 4. Ingreso y egreso, 2002-2020 en la carrera de Geografía Humana

Año de ingreso Alumnos
Ingresos Egresos % Egresos Alumnos no egresados % No egresados
2002 38 12 32% 26 68%
2003 36 15 42% 21 58%
2004 36 12 33% 24 67%
2005 35 12 34% 23 66%
2006 33 13 39% 20 61%
2007 32 10 31% 22 69%
2008 37 9 24% 28 76%
2009 39 10 26% 29 74%
2010 37 15 41% 22 59%
2011 43 12 28% 31 72%
2012 44 9 20% 35 80%
2013 44 13 30% 31 70%
2014 40 5 13% 35 88%
2015 42 5 12% 37 88%
2016 41 3 7% 38 93%
2017 46 0 0% 46 100%
2018 49 0 0% 49 100%
2019 40 0 0% 40 100%
2020 45 0 0% 45 100%
2021 0 0 0% 0 0%

Notas: Egresos: se consideran a los alumnos con el 100% de créditos cubiertos; ingreso: no se toman en consideración a los alumnos que no se presentaron.
Fuente: aga 13-O al aga 21-I. Cortesía del Ing. Fernando Villalobos (Secretaría Académica de la División de csh).

Por otro lado, los datos que proporciona el Archivo General de Alumnos (aga), por licenciatura, muestran que el promedio de trimestres que requieren los estudiantes de Geografía Humana para titularse ronda en 20.5 (véase tabla 5). En algunos casos, como ocurrió en el 2020, ya que los que se titularon en ese año tardaron hasta 24.56 trimestres, más del doble de los 12 habituales. Eso significa prácticamente 8 años en finalizar sus estudios. Geografía Humana es junto a Filosofía la carrera que más tiempo emplean sus estudiantes para titularse, mucho más que Administración. En la tabla 5 también puede verse que, desde 2011, el número de trimestres promedio que tarda cada generación ha aumentado de 17 (aproximadamente entre 2009 a 2011), a 21 trimestres promedio (desde 2012 a la fecha).

Hay que decir que estos números tienen cierta dosis de engaño, que no afecta exclusivamente a Geografía Humana, pero que en esta se ve con mayor crudeza. Por un lado, se contabilizan los que ingresan, pero no se tiene en cuenta sus intereses a la hora de entrar y la deserción que ocurre solamente en el primer año de la licenciatura. La gráfica de la figura 1 muestra con bastante claridad la deserción anual de los estudiantes que entran en la licenciatura. Cada trimestre de otoño se recibe a una nueva generación de estudiantes, los de primer ingreso, pero podemos ver que, sistemáticamente, entre este y el siguiente trimestre (de invierno) disminuye el número de inscritos en torno a un 9% y un porcentaje algo menor desaparece entre invierno y primavera.

Tabla 5. Trimestres cursados promedio para terminar licenciatura

Año Número de trimestres
Geografía Humana Filosofía Administración
2009 17.33 18.03 14.36
2010 15.33 19.97 16.24
2011 18.25 16.59 15.85
2012 21.71 17.92 15.26
2013 19.14 18.47 14.92
2014 19.75 19.72 15.58
2015 21.73 18.79 16.19
2016 21 19.8 15.39
2017 22.19 19.79 15.05
2018 21.05 19.176 15.29
2019 24.17 19.61 17.03
2020 24.56 28.94 14.93
Promedio 20.52 19.73 15.51

Fuente: Herrera (2021, p. 26).

En la gráfica también puede observarse el descenso de la matrícula entre los años 2019 y 2020. En 2019, debido a la huelga emplazada por el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (situam), que tuvo una duración de tres meses; y en 2020, por razones de la pandemia de COVID-19, cuyos efectos fueron considerablemente marcados en las colonias y alcaldías de donde provienen los estudiantes de la licenciatura.

La experiencia práctica que tenemos los docentes de la licenciatura (como vimos en la figura 1) nos ha llevado a calcular que un tercio de ellos, aproximadamente en cada generación, no continúa sus estudios en la licenciatura elegida en los primeros trimestres por razones diversas: cambian a otra licenciatura o universidad; desconocen lo que es la geografía y tampoco les interesa; o presentan situaciones personales que conducen a abandonar los estudios. Otro tercio no sabe en dónde se ha inscrito y espera una labor de convencimiento por parte de los docentes. Solamente un tercio restante sabe de entrada lo que realmente quiere, conoce lo que es la geografía y tratará de finalizarla. Suelen ser estos los que se titulan.

Figura 1. Inscritos en la carrera de Geografía humana por trimestre, 2015-2020

image

Fuente: elaboración propia a partir de Herrera (2021).

Varias son las razones que se han esgrimido para explicar estos resultados tan pobres en cuanto a la eficiencia. Se aduce un grave deterioro de la educación básica (primaria, secundaria y media superior), sobre todo en los últimos años en los centros que alimentan la institución. La mayoría de los que ingresan a las carreras de la Universidad Autónoma Metropolitana proceden del Colegio de Bachilleres (22.5%) y de escuelas incorporadas a la Secretaría de Educación Pública (sep) (14.8%)70 cuyo nivel de preparación en los últimos años ha sido puesta en duda: son estudiantes con dificultades en competencias genéricas (“expresión y comunicación”), en competencias comunicativas (“elaboración de mensajes escritos de manera sintética, clara y coherente”; “búsqueda de información y consulta de documentos”), y en competencias matemáticas (Silva, 2015).71

La información anterior es coherente con los datos derivados de los informes trianuales pisa (Programme for International Student Assesment). En ellos, los valores de México están bastante por debajo del resto de los países de la ocde, como puede verse en la tabla 6 (inee, 2016; oecd, 2018).

Tabla 6. Valores promedio de México con respecto a los países de la ocde

2015 2018 ocde 2018
Matemáticas 408 409 489
Ciencias 416 419 489
Lectura 423 420 487

Fuente: inee (2016) y ocde (2018).

Por otro lado, la de Geografía Humana es una carrera que demanda un buen nivel de lectura y redacción, pero el contenido es muy teórico en los cursos iniciales, con conceptos teóricos de gran complejidad y escasas salidas de prácticas. Además, para los cursos finales, la existencia de una única forma de titulación (el trabajo de investigación terminal) representa un escollo insalvable para muchos.

Panorama a futuro de los estudios de geografía humana: renovarse o morir

A veinte años de creación de la licenciatura y a quince de la última y única adecuación, la carrera de Geografía Humana ha mostrado que todavía ofrece una buena oferta académica. Sin embargo, no se debe ocultar que es necesario adecuarla a los tiempos actuales, tanto en la perspectiva teórica como tecnológica. En lo teórico, destacan las perspectivas de los estudios decoloniales y de género, que están impregnando las investigaciones académicas y los discursos de los políticos y activistas. Además, no se pueden olvidar los temas relativos al medioambiente, en toda su extensión y asociados con la calidad de vida y la preservación de la vida en el planeta, ya que son algunos de los que deberían incorporarse. Finalmente, tampoco se debe dejar de considerar la parte tecnológica, la cual está cada vez más presente en la vida cotidiana y que significa una interfaz necesaria para muchas personas, con el fin de allegarse a la realidad —como quiera esta interpretarse— y sobre la que grandes empresas están basando su modelo de negocios.

En algunos cuestionarios que se han distribuido en los últimos años a estudiantes egresados en la carrera, se suele mencionar la necesidad de incorporar algunas uea, que bien podrían ser optativas, relacionadas con el proceso de profesionalización. En particular, se habla de salidas profesionales como son las educativas (pedagogía de la enseñanza de la geografía), implementación de nuevas tecnologías geoespaciales o bien las que orientan en el proceso de emprendimiento empresarial para la creación, por ejemplo, de servicios de consultoría.

Sigue siendo importante considerar el aspecto utilitario de la geografía, pues su aplicación a la hora de resolver problemas cotidianos es cada vez más indispensable, pero también al momento de los grandes retos que en este primer cuarto de siglo xxi ya se están viviendo, tanto en las grandes metrópolis como fuera de ellas a nivel global. Entre estos retos hay dos muy relevantes y relacionados: uno, el calentamiento global y el consecuente cambio climático; dos, el problema de la justicia y la seguridad alimentaria.

Es previsible un cambio radical en la producción de alimentos a nivel planetario debido a varias razones íntimamente vinculadas, como son las condiciones extremas climáticas que ya se están revelando: los cambios en los tiempos de siembra y cosecha (retraso de las lluvias, aumento de las sequías y lluvias extremas); la degradación de los suelos de cultivo, en parte por exceso de agroquímicos, en parte por la sobreexplotación edáfica; y también por la menor disponibilidad de agua para riego.

Las migraciones por causas climáticas, ya sea por sequía y lluvias extremas, o inundaciones y ascenso en el nivel del mar, ya se están produciendo a nivel planetario y regional. La migración centroamericana de los últimos años responde a problemas no solamente de índole político. Por otro lado, la disponibilidad de agua es, y será, otro de los problemas a los que deberemos enfrentarnos. Desde hace unos años, en la Ciudad de México, pero también en otras áreas metropolitanas mexicanas, se está viviendo un periodo de sequía que está poniendo en riesgo el abastecimiento de este líquido vital a sus pobladores. Debemos añadir en la ecuación, la desaparición de organismos polinizadores por causas múltiples, lo cual está poniendo en riesgo una parte importante de la producción alimentaria.

En los ambientes urbanos, la seguridad alimentaria está puesta en entredicho, al menos que se modifiquen las redes de distribución urbana de los alimentos, así como la creciente urbanización de terrenos de valor agronómico y la impermeabilización consecuente de mayores superficies, anteriormente de recarga de acuíferos y freáticos. La previsible reducción de la producción nacional y mundial de alimentos pondrán a la población urbana en una situación de extrema vulnerabilidad, por lo cual será necesario pensar en estrategias que permitan una mejor distribución de los alimentos a fin de ponerlos a disposición de la población.

Todos estos problemas son de interés para la geografía, en especial la geografía humana, porque desde ella se pueden buscar soluciones: la planeación urbana y territorial; el diseño de ciudades integradas con el entorno, más amables con sus habitantes y sus necesidades; así como cambios en los patrones de producción, consumo, movilidad, que son algunas de las propuestas existentes.

Paralelamente, la geografía humana no puede desdeñar la tecnología actual basada, por ejemplo, en los sistemas gps, en el cúmulo de datos que diariamente se están produciendo, en la generalización del uso de internet y en la telefonía móvil. La posibilidad de manejo de datos debe darse en aras de lo que se conoce como “geointeligencia”; asimismo debe aplicarse la inteligencia artificial en proyectos productivos y educativos, en la reducción de la violencia de género y de otros tipos, para los riesgos antrópicos y naturales mediante el uso en el llamado “internet de las cosas”. No debemos olvidar que las tecnologías no son inocentes y que los geógrafos del futuro deberán estar atentos y ser críticos respecto al uso positivo de ellas, por ejemplo, de las tecnologías para la identificación facial, las cuales dejan al ciudadano indemne frente a posibles usos públicos o privados. La geografía humana debe apostar por aquellos usos que contribuyan a hacer un mundo más justo, equitativo, respetuoso con la naturaleza y el planeta en el que vivimos

Creemos que el camino recorrido en estos veinte años de geografía humana en la uam es invaluable, en cuanto experiencia humana, personal, docente e investigadora; en los valores que se han tratado de trasmitir a partir de la organización de las uea existentes y otras que se deberán de incorporar. Los geógrafos humanos salidos de la licenciatura se caracterizan por su perspectiva crítica de la sociedad y del mundo, por su involucramiento en la resolución de sus problemas. Seguramente se podrá decir algo semejante de aquellos que han salido titulados de las otras carreras de geografía (todas ellas son dignas de seguir mereciendo la confianza de la sociedad), quienes se han ido abriendo paso durante los últimos años en las universidades mexicanas. El gran reto de todas las carreras geográficas es el de continuar haciéndose eco de la relevancia del punto de vista geográfico en la comprensión del mundo en el que vivimos, habitamos y construimos cotidianamente. En definitiva, los estudios geográficos, ahora más que nunca, están alertas de construir un mundo mejor.

Comunicaciones personales Mario Bassols Ricárdez. Comunicación efectuada el 1º de octubre de 2022

Rodrigo Díaz Cruz. Entrevista efectuada en noviembre de 2021.

Alicia Lindón Villoria. Comunicaciones efectuadas entre el 27 de julio y 13 de noviembre de 2021.


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