Prólogo
No cabe duda de que la enseñanza de la geografía, a un nivel educativo que podríamos llamar superior, tiene una larga historia. Su enseñanza en el Real Seminario de Minería se remonta a los primeros años del siglo xix, siempre vinculada a la geografía matemática y a la cartografía. Cuenta entonces con una larga tradición, en la que importantes hombres de la cultura, la ciencia y la política la han practicado. Pero esta perspectiva geográfica se pierde al desaparecer la ingeniería geográfica del listado de profesiones que ofrecía la Escuela de Ingeniería a principios del siglo xx, para reaparecer como una geografía humanista en la nueva Universidad Nacional de México.
Sin embargo, pese a esta larga historia, la geografía moderna se remonta a pocas décadas atrás. Como bien señala la Dra. Gómez Rey, la nueva geografía surge en la segunda mitad del siglo xx y con sus diferentes corrientes epistemológicas ha logrado ser reconocida en numerosas universidades del mundo, y México no es la excepción.
Quizás podemos calificar de lenta su expansión en el territorio nacional, toda vez que hasta los años setenta sólo se impartía su enseñanza a nivel universitario, en el Departamento de Geografía —después Colegio de Geografía— de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).1
En términos cronológicos, la unam estableció los estudios de geografía en 1933, aunque en ese momento se otorgaba únicamente el grado de maestro en Geografía. No fue sino hasta 1960, con la creación de Departamento de Geografía, que se establecieron sus estudios en tres niveles: licenciatura, maestría y doctorado. En la misma institución se establecieron los estudios de licenciatura en el Sistema de Universidad Abierta en 1979 y, muy recientemente se inauguraron los estudios de Geografía Aplicada en la Escuela Nacional de Estudios Superiores Mérida, en el estado de Yucatán (2019) y en la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra (2020), en el campus de Ciudad Universitaria, Ciudad de México. Estos últimos estudios muestran un cambio importante en términos del contenido de los estudios que se imparten en la unam.
Se tuvo que esperar hasta 1970 para que se establecieran estudios universitarios de geografía en alguna universidad estatal. Fue la Universidad Autónoma del Estado de México (uaem), en su Instituto de Humanidades y después, en 1980, en la Universidad de Guadalajara (udeg), en el estado de Jalisco, donde existía el importante antecedente del Instituto de Geografía y Estadística, creado en 1941.
Pero de nuevo hubo una pausa demasiado larga. Tuvieron que pasar más de 20 años para que se instauraran nuevos estudios en la disciplina, ya en el nuevo siglo. La Universidad Autónoma de San Luis Potosí (uaslp) los estableció en 2002, mismo año en que lo hizo la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (uam-I); la Universidad Veracruzana (uv) en 2004; la Universidad Autónoma de Guerrero (uagro) en 2008; la Universidad Autónoma de Querétaro (uaq) en 2010; y, por último, la Universidad de Guanajuato (ugto) en 2018.
Entonces, tenemos que los estudios de las 11 licenciaturas de geografía se imparten en nueve instituciones universitarias, la mayor parte localizadas en la región central de nuestro país, con excepción de la enes Mérida, en la península de Yucatán. Algo importante a resaltar es que algunas licenciaturas cuentan con un enfoque muy particular, establecido desde su creación misma. Líneas arriba señalamos la creación de la licenciatura en Geografía Aplicada en la unam, mientras que la uam-I estableció la licenciatura en Geografía Humana y la uaq en Geografía Ambiental.
La importancia de esta obra consiste en que, por primera vez, se reúnen los datos fundamentales del proceso de institucionalización académica de los estudios geográficos en México. El libro Las carreras de geografía en México: pasado y presente, coordinado por el doctor Bonifacio Doroteo Pérez Alcántara, ha logrado convocar a destacados académicos de las universidades donde actualmente se pueden seguir los estudios de licenciado en Geografía, para que, desde su perspectiva local, nos den una aproximación al origen, evolución y estado actual de cada una de las carreras universitarias.
Aunque no en todos los capítulos se hace, también se dan a conocer a profesores y académicos que desempeñaron un papel preponderante en la creación y consolidación de dichos estudios. Sin pretender señalar a todos y cada uno de ellos, no se puede dejar de mencionar a personajes de la talla de Jorge A. Vivo, Rosier Omar Barrera, David Velázquez, Joaquín González, Miguel Aguilar, etc. Cada uno de ellos, junto con destacados grupos de trabajo, lograron convencer a sus respectivas autoridades universitarias sobre el valor de los estudios geográficos que, con algunos altibajos, se mantienen todavía en la actualidad.
La coordinación del libro convocó y logró la positiva respuesta de distintos especialistas de la disciplina en todas y cada una de las universidades donde se imparten estos estudios, quienes rescataron características y atributos de los programas de estudio, su evolución y, en algunos casos, las problemáticas que enfrentan, tales como el descenso de la demanda, la falta de profesorado adecuado, el no poder realizar prácticas de campo ante la inseguridad que aqueja al país —lo que afecta contenidos de algunas asignaturas—, o la deserción escolar —agudizada por la reciente pandemia— y el bajo porcentaje de titulación.
Muy positiva es la visión realista que muestran los autores, la cual, sin duda, resulta de mayor interés para los propósitos de la obra, pues da a conocer elementos destacados de sus programas, enfoques disciplinares e indicadores. Las licenciaturas de Geografía, como las especialidades, maestrías y doctorados vinculados a esta ciencia en México, tienen sus propias particularidades: son diferentes porque obedecen a distintos momentos, contextos y objetivos, propios de cada institución donde se imparten, así como de la visión de quienes han participado en ellas. Las especificidades de cada programa educativo se conocían mayormente al interior de cada universidad y entidad que las imparte, por ello, el presente libro es una verdadera aportación a la disciplina, al mostrar públicamente dichas particularidades.
Aunque es harto significativo reunir una obra con estas características, también queda a la vista la aparente falta de comunicación y de relaciones entre las entidades geográficas. Pocas de ellas muestran sus vínculos institucionales e intercambios académicos —de alumnos y profesores—, así como de investigación conjunta. Por tal motivo, es deseable que este proyecto pueda dar inició a esas interrelaciones.
Por último, es necesario mencionar una situación paradójica, la cual consiste en que mientras la Universidad de Guanajuato apoya la reciente creación de la licenciatura en Geografía, en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se cuestiona la continuidad de su programa, lo que indica el desconocimiento que aún se tiene de las importantes aportaciones que vienen realizando las disciplinas geográficas. Y ello puede relacionarse con la ausencia de su enseñanza, a nivel universitario, en las entidades norteñas y sureñas de nuestro país.
Es necesario incrementar el número de instituciones geográficas, para estar en condiciones similares a lo que sucede con otros países iberoamericanos (Brasil, Argentina, Chile, Colombia) donde, en términos generales, el número de entidades universitarias que ofrecen la licenciatura en Geografía es superior a la nuestra. Hasta principios de este siglo, había solo tres carreras de Geografía en México, y la de la unam operaba desde 1979 con una nueva opción en el naciente Sistema de Universidad Abierta (sua), hoy conocido como Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia (suayed).
En lo que va del presente siglo, se han sumado siete programas más, que operan en el centro, occidente, sur y sureste mexicanos. Hablar de las carreras de Geografía en México, si bien no es una empresa sencilla, en razón de que son nueve las instituciones de enseñanza a nivel superior las que ofertan un total de 11 programas y dos que ofrecen sólo estudios de posgrado, tampoco es un problema, por el volumen que representan, ya que en otros países latinoamericanos la oferta es mucho mayor. Por ejemplo, hasta 2011 Brasil ofrecía 42 licenciaturas y actualmente, de los 181 programas registrados en América Latina a nivel licenciatura y posgrado, la oferta de carreras de Geografía en Brasil es de 51, Argentina participa con 21, Chile y Colombia con 10, igual que México. (Palacio, 2011, p. 110). El resto de los países latinos se ubica por debajo de los anteriores. Como se puede observar, de la oferta educativa geográfica latinoamericana a nivel licenciatura, Brasil se aproxima al 50% del total.
Dr. José Omar Moncada Maya
Instituto de Geografía
Universidad Nacional Autónoma de México