Continuidad o nueva narrativa de la migración transnacional en el contexto de la pandemia y pospandemia - Juan Gabino González Becerril
Dimensions
Continuidad o nueva narrativa de la migración transnacional en el contexto de la pandemia y pospandemia
Juan Gabino González Becerril*
DOI: https://doi.org/10.52501/cc.121.03
Resumen
El objetivo de este ensayo es revisar la continuidad y el cambio de la narrativa de la migración transnacional México-Estados Unidos en el contexto de la pandemia por COVID-19. Para alcanzar este objetivo se tomará como ejemplo la emigración, el retorno, las aprehensiones y las devoluciones desde Estados Unidos y México. En nuestra narrativa se reconocen tres momentos del transnacionalismo. Uno, prepandemia-movilidad, durante la pandemia con su momentum de inmovilidad; y posterior a ella, la movilidad. Es decir, en el periodo de la prepandemia predominaba el discurso de la movilidad transnacional; durante la pandemia, la inmovilidad trasnacional, y en la pospandemia, el regreso a la movilidad transnacional. Con base en fuentes mexicanas y estadounidenses, se reconocerán estos tres momentos recientes del transnacionalismo, sin descuidar la inclusión de la migración en tránsito. Esto significa que nos centraremos en el flujo y vinculación con las personas, la dimensión económica y la política migratoria.
Palabras clave: Transnacionalismo, movilidad, inmovilidad, emigración, retorno y tránsito.
Introducción
A nivel teórico, los argumentos macros, meso y micros que inician y reproducen la narrativa de la migración transnacional están “intactos”. La sociodemografía, en su revisión del concepto transnacional, encuentra problemas al querer medir la articulación y, sobre todo, la inmovilidad pandémica. Jorge Martínez (2003) sostiene que hay tres generaciones en el estudio de la migración transnacional en el área demográfica: la primera se refiere a quienes concentran sus estudios en los argumentos de la expulsión-atracción. La segunda da cuenta del sistema migratorio (origen-destino-tránsito). La tercera destaca la formación de espacios sociales transnacionales, desde la sociodemografía, bajo el enfoque del transnacionalismo (origen, establecimiento, retorno y tránsito). Hasta ese momento se pensaba en el flujo continuo de la población y no sobre el tema de la (in)movilidad en un momento en el tiempo. La inmovilidad, producto de la pandemia por Covid-19, como se sabe, puso freno a la migración transnacional, que venía precedida de la exacerbación de las desigualdades excluyentes en los lugares de origen, muros invisibles-visibles en Europa, Asia y América Latina que incluye a México como lugar de origen, destino, retorno y tránsito.
Para la sociodemografía, la articulación transnacional se expresa por el cambio de residencia habitual de las personas (expresamente se mide con los conceptos de lugar de nacimiento y su residencia previa o cinco años previos al levantamiento censal o encuesta) y las familias, a tal punto de reconocerlas como transnacionales por sus prácticas de flujo-contraflujo de personas; a la vez que se incluyen las dimensiones económica, política y cultural. En su narrativa, de flujo y contraflujo, se sostiene que existen redes sociales que son una infraestructura de apoyo para hacer el recorrido a través del país y, finalmente, llegar a Estados Unidos. Esto lleva implícita la migración de retorno y la de tránsito; esta última, eslabón perdido de la migración transnacional y que se ha vuelto visible con los éxodos masivos de extranjeros por nuestro país. En este flujo de tránsito se esconde la movilidad de mexicanos, acerca de la cual las investigaciones de El Colegio de la Frontera Norte (2020) han destacado en los últimos años, en el contexto de la pandemia, y sobre la inseguridad que se vive en sus lugares de origen. Es decir, estamos ante una movilidad forzada en el contexto de la movilidad-inmovilidad-movilidad.
Desde la sociodemografía, el reto más importante es expresar las dimensiones del sistema migratorio transnacional: emigración, tránsito, movilidades cotidianas (commuters) y retorno en el contexto de la continuidad y nueva narrativa de los estudios sobre migración. Esto es porque las fuentes de información de la sociodemografía tradicionalmente no están pensadas para interpretar a la migración desde lo transnacional. Aunque todos seamos testigos de la inmovilidad pandémica, demostrarla desde esta disciplina es un reto mayúsculo y, para ello, exponemos lo siguiente en torno a la prueba estadística sobre la movilidad-inmovilidad-movilidad en el contexto de la pandemia por Covid-19.
Nuestro texto se organiza de la siguiente manera: empezamos por mencionar las continuidades y cambios de la migración transnacional, la cual se expresa en su narrativa teórica con la emigración y su inmovilidad pandémica; en el circuito migratorio transnacional, el retorno, en los éxodos e inmovilidad transnacional, en las devoluciones e inmovilidad transnacional, en el home office y transnacionalismo, en consecuencia, todo se inmoviliza menos las remesas monetarias. Todo ello apoyado en la estadística demográfica, como método lleva implícita la expresión transnacional: movilidad-inmovilidad-movilidad.
Continuidades y cambios narrativos de la migración transnacional
Entre las discusiones a nivel teórico-empírico durante la pandemia, en torno al análisis de las migraciones transnacionales, la teoría sociodemográfica es la de mayor rezago y, sobre todo, si se compara con otros planteamientos teóricos que han intentado abordar este fenómeno bajo distintas premisas, sea en cómo se inicia, sea en cómo se reproduce el ciclo migratorio: la emigración, el tránsito (construyendo nuevos hogares en el lugar de tránsito) o el retorno con su posible ingrediente de la integración o reintegración.
Massey, Arango y otros (2008) ya han efectuado una revisión de las teorías, identificado sus cambios y continuidades argumentativas (teóricas y empíricas), a la vez que proponen una división de los esquemas interpretativos: por un lado, los que explican la iniciación de procesos de migraciones transnacionales (la economía neoclásica, tanto en términos macros como en la micro-teoría, la nueva economía de la migración, la teoría del mercado dual de trabajo o la teoría del sistema mundial). Por otro lado, incluyen trabajos que hacen un análisis de las teorías que permiten explicar la “perpetuación” o consolidación de las migraciones transnacionales una vez iniciadas; se refieren a las teorías de las redes y la causación acumulativa (la sugerencia de algunos para entender el transnacionalismo migratorio es reunir diversidad de enfoques, haciendo un esfuerzo de multidisciplinariedad). Dichos argumentos teóricos han estado marcados por cambios y continuidades debido al contexto, por ejemplo, el proceso o modelo de desarrollo hacia adentro o fordismo (programa bracero), el posfordismo, toyotismo (migración indocumentada), la globalización económica (masificación de la migración y tlcan), en el contexto de los tratados internacionales del comercio, la desglobalización (iniciada en 2001 con el ataque a las torres gemelas en Nueva York-seguridad, la crisis económica de 2009 (caída de la migración mexicana), la caída de los precios de la materias primas en 2012 y hoy la crisis sistémica de salud en el mundo que condujo al esquema de la movilidad-inmovilidad-movilidad de la migración transnacional.
El transnacionalismo, desde la sociodemografía, se define como el vínculo o la articulación de los migrantes en sus actividades transfronterizas por diferentes tipos de actores: de personas al emigrar (primero), retornar (segundo) o que van de tránsito (tercero), dichos sujetos entran en un momentum de no movilidad breve por la anomia de salud global que se traduce en factor de (in)movilidad sistémica (véase figura 1), cuyos efectos tuvieron vínculos económicos, políticos y socioculturales en todos los países del mundo. En el sistema migratorio transnacional, es decir, la emigración y el retorno-inmigración-tránsito, hay una articulación o intercambio cotidiano de personas entre un país y otro. Para el segundo, la articulación a través del retorno y la económica que establecen asociaciones no gubernamentales para vigilar globalmente los derechos humanos, se establecen asociaciones civiles de inmigrantes con el objetivo de mejorar sus comunidades de origen y no perder el vínculo con el lugar de destino que también entró en standby (modo inmóvil). Para el tercero, ligado a la anterior, él envío de remesas monetarias y no monetarias, las cuales son reconocidas como amortiguadores de la pobreza, y el equilibrio de la balanza de pagos en este caso, México tuvo una movilidad ascendente durante la pandemia. A la vez que dichos actores organizan boicots por activistas de base en los países del Primer Mundo, para obligar a las empresas multinacionales a mejorar sus prácticas laborales en el Primer y Tercer Mundo que también entran en situación de espera, practican el home office; asimismo, las empresas que son de inmigrantes, para la importación y exportación de bienes desde y hacia sus países de origen, se inmovilizaron.
En el cuarto, las organizaciones caritativas creadas para promover la protección y el cuidado de los niños en las naciones más pobres pararon. Los concursos de reinas de belleza, los partidos de futbol y selección de grupos artísticos en las comunidades de inmigrantes para que participen en los festivales anuales del terruño, pero, además, hay una serie de redes sociales que organizan los intercambios de símbolos e imágenes en origen y destino (que, según afirmaciones de investigadores, son muy potentes, porque incentivan y perpetúan la migración transnacional) no se inmovilizaron. La mayoría de estas articulaciones cotidianas de la migración transnacional estaban consensuadas y aceptadas en las múltiples investigaciones sobre el tema; sin embargo, se vieron frenadas o inmovilizadas por la pandemia del Covid-19, y asociadas a las restricciones de movimiento, al cierre de fronteras y al endurecimiento de las políticas migratorias.
Figura 1. Transnacionalismo: proceso de emigración, tránsito y retorno
La emigración e inmovilidad en tiempos de la pandemia
Antes de la pandemia, nuestra narrativa —para analizar el transnacionalismo como flujo de ida—, era y es un elemento de la articulación de la migración y con anomias, como la crisis sistémica derivada de los riesgos de la salud que, por cierto, afectó el número de mexicanos residentes en Estados Unidos con una ligera disminución. Antes de 2009, ya se había detectado tal situación (et al., Massey 2009), que se combinó con las transiciones políticas, políticas anti-inmigratorias en el vecino país del norte o el retorno a las comunidades de origen. Hoy, con la crisis sistémica que ha tenido efectos multidimensionales en todos los órdenes de la vida humana, también tuvo afectaciones, principalmente, en la movilidad transnacional de las personas. Esto es porque los Estados nacionales actuaron al unísono en cerrar sus fronteras al flujo de personas y no de mercancías. Dicha afectación fue la expresión de la (in)movilidad, específicamente expresada en el número de mexicanos residentes en Estados Unidos en 2020.
La gráfica 1 expresa una caída, después de un rápido ascenso desde 1960, de la población mexicana residente en Estados Unidos entre 2018 y 2020; a ello se agrega la inmovilidad derivada por efecto de la pandemia. Las causas de la inmovilidad desde el lugar de origen fueron determinadas por elementos de tipo macro, como la crisis social sistémica. Del mismo modo, el efecto meso de salida de los potenciales migrantes se manifestó en la inmovilidad derivada de la política institucional y confinamiento de las familias. Los factores micro influyeron en las decisiones individuales al tiempo de emigrar. Sobre este tema se pasó de analizar la movilidad prepandemia a la inmovilidad por el confinamiento durante la pandemia. Hasta el 22 de febrero de 2021, se implementaron casi 105 000 restricciones de movimiento de personas en todo el mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones (oim, 2021). La movilidad de la población migrante se recupera una vez superada la etapa más dura del Covid-19, como resultado de la disminución drástica del número de enfermos, hospitalizados y fallecidos.
Gráfica 1. Evolución histórica de la población mexicana residente en Estados Unidos de Norteamérica 1840-2020
El periodo caracterizado por la movilidad-inmovilidad-movilidad (2020-2021) impactó de manera desproporcionada en las estrategias de vida de la población migrante transnacional, pues puso freno a la movilidad, específicamente, a la mexicana. Los meses de abril, mayo y junio del 2020, expresados en las líneas más delgadas de la gráfica muestran la (in)movilidad; aunque la migración hacia Estados Unidos se mantuvo, pero en cantidades muy reducidas. Lo importante aquí es que la emigración jamás tuvo valor cero; posiblemente, esto estuvo sujeto a las denominadas actividades esenciales y no esenciales, específicamente, en cuanto al trabajo (ver cuadro 1). Hasta enero del 2021, la onu había estimado una disminución de 27% de la migración transnacional en el mundo, 1 por los ajustes a los factores macro-meso-micro tradicionales de la expulsión de la población por la retención y el confinamiento. Los motivos familiares para emigrar o retornar se posponen por el confinamiento, así como los motivos individuales y su exposición al riesgo de migrar o no migrar. Ello bajo el argumento de la seguridad individual o familiar que influyó en la decisión de salir o permanecer en su lugar de origen; a la vez, quienes salieron se expusieron a la xenofobia, riesgo de contagio pandémico, desprotección, riesgo de perder su trabajo (esencial o no esencial), de no enviar remesas a sus lugares de origen. Sin embargo, para los migrantes transnacionales mexicanos, a pesar de la inmovilidad, el flujo de remesas se incrementó para 5.1 millones de hogares, según datos del inegi en 2020.
Cuadro 1. Motivos de la ausencia y destino a otro país en los primeros trimestres del 2020-2021
Lo anterior se debe a que la emergencia sanitaria vino a justificar medidas excepcionales, así como explicaciones sobre las especificidades de las tensiones movilidad-inmovilidad-movilidad presentes en el mundo. Asimismo, el concepto (de la inmovilidad) es una expresión de la preeminencia que ha obtenido la categoría de (in)movilidad en un momento histórico sin precedentes, moldeado por la multiplicación de cierre de fronteras y numerosas medidas para impedir la movilidad humana durante la pandemia (Domenech, 2017; Domenech, 2020).
El circuito migratorio transnacional, el retorno y la pandemia
El circuito migratorio transnacional incluye el retorno, quien sufrió uno de los frenos más importantes de la historia de la migración transnacional mexicana. Es decir, pasó de entenderse como un flujo normal a la inmovilidad-movilidad. Los supuestos o argumentos son los mismos que hicieron posible la emigración, es decir, hay factores que inician y reproducen el retorno (factores en sus órdenes macros, meso y micros). Con la pequeña diferencia de que la anomia de la crisis pandémica pospuso proyectos de retorno, debido a la inmovilidad-confinamiento crisis económicas, procesos de encuentro familiar, procesos de integración y reintegración al retorno; más bien el confinamiento alentó procesos de desintegración temporal (en el periodo de la pandemia), quiebres migratorios, confinamiento y posposición de sueños incumplidos. Quienes corrieron el riesgo de regresar fueron sujetos de una política migratoria restrictiva que impactó en la seguridad y violaciones de derechos humanos, deportaciones, aprehensiones, asaltos, persecuciones al interior del Estados Unidos y en la frontera México-Estados Unidos, todo ello en el contexto de la crisis de salud sistémica, cuya dosis de inmovilidad y confinamiento ajustó dicho movimiento transnacional.
Aun, en este contexto de dificultades de movilidad entre países, México sigue perdiendo población a raíz de la migración transnacional; no obstante, según datos del inegi del 2020, existe un freno por los efectos acumulados de la política restrictiva de Estados Unidos en años previos, la cual se combinó con la inmovilidad derivada de la pandemia por Covid-19. Por ejemplo, en el periodo 2015-2020, la emigración alcanzó una cifra de 802 807, el retorno de migrantes fue de 178 072, por tanto, se tuvo una pérdida de 624 735 personas (gráfica 2).
Gráfica 2. Saldo migratorio internacional de México 1987-2020
Éxodos e inmovilidad transnacional a causa de la pandemia por Covid-19
El ciclo migratorio transnacional consta de movilidad-inmovilidad y movilidad o, en su defecto, de altibajos, según los contextos sociales, económicos, políticos y pandémicos, que tienen implicaciones en el círculo (circuito) migratorio transnacional. El punto de inmovilidad para los éxodos o tránsitos masivos tuvo su momentum en los meses de abril, mayo y junio de 2020, posteriormente, se volvió a la “normalidad”. Es decir, la migración de tránsito no fue la excepción al sufrir un freno a raíz de la pandemia por Covid-19; se frenaron los éxodos masivos, las caravanas, las migraciones comunitarias por inseguridad, las familiares, el éxodo infantil: y las causas fueron sistémicas, es decir, un asunto macro de salud que tuvo implicaciones en las causas macro, meso y micro al tiempo de tomar la decisión de migrar (véase la figura 1).
Lo anterior se puede mostrar con los datos de las detenciones por parte de la autoridad estadounidense (véase la gráfica 3), así como las devoluciones por parte de instituciones gubernamentales mexicanas. Quien no se inmovilizó fue la patrulla fronteriza de Estados Unidos y sus instituciones policiacas contra la inmigración, porque detrás de su narrativa suave en el trato de la migración se esconde la política anti-inmigratoria, la cual, según datos de la patrulla fronteriza, hasta agosto del 2021, ha aumentado las deportaciones expeditas en la administración Biden. Las detenciones bajo el Título 42 han aumentado 51.22 por ciento. De octubre pasado (2020) a la fecha (30 noviembre del 2021) más de 750 000 migrantes han sido expulsados bajo este supuesto, generando presión y desorden en sitios como Tijuana y Ciudad Juárez, que son los principales receptores de migrantes de nuestro país. Más de 1.2 millones de migrantes deportados por Biden (hasta el 21 de octubre del 2021), esto significa que el actual presidente ha expulsado a más mexicanos que el expresidente Trump.
En la gráfica 3 podemos apreciar que las detenciones de mexicanos aumentaron en 2020 y disminuyeron para migrantes de otras nacionalidades. Las medidas restrictivas aplicadas durante la pandemia ocasionaron protestas en Estados Unidos. Del mismo modo, los migrantes en tránsito por México mostraron su descontento en los meses de agosto, septiembre y noviembre del 2021, al reclamar la visa humanitaria para ejercer el tránsito libre por el país. Asimismo, hubo manifestaciones en contra de las restricciones a la movilidad en la frontera con Estados Unidos y en algunos países de América Latina.
Gráfica 3. Detenciones por ciudadanía en la frontera suroeste de usbp,
año fiscal 2009, año fiscal 2020
En este mismo tono de la narrativa, decimos que pasamos de un comportamiento constante en las devoluciones antes de la crisis pandémica (2015-2019). A finales de 2019, se incrementan las devoluciones hasta 2021. A partir de allí, la tendencia es a la baja (véase la gráfica 4). El incremento de las deportaciones, en Estados Unidos y México, fue resultado de desarrollo de la pandemia de Covid-19.
Home office y transnacionalismo
La movilidad-inmovilidad-movilidad afectó a la producción de bienes y servicios, porque los migrantes se ocupan fundamentalmente de algunos de estos sectores económicos. Específicamente, los que han estado ligados a diferentes tipos de contratación laboral como el remote coworking, smart working, teletrabajo, home office, trabajador autónomo (freelance), política de trabajo nómada (hot desck), virtual work, oficinas virtuales, teletrabajo móvil, oficinas satélites, telecentros, tele cottages (es un centro de información y servicios de alta tecnología), trabajo en movilidad, off line o desconectado vs. trabajo presencial, actividad necesaria vs. no necesaria, viajes esenciales y no esenciales, plataformas y apertura de fronteras sujetas a las nuevas olas y variantes del Covid-19. De acuerdo con el cuadro 2, podemos observar que los migrantes de segunda y tercera generación mexicana residentes en Estados Unidos declararon emplearse bajo la forma de teletrabajo. En cuanto a los de la primera generación (residentes en Estados Unidos que declararon haber nacido en México), los porcentajes de ocupación por teletrabajo son menores en esta generación con relación a los de la segunda y tercera generaciones (cuadro 2).
Gráfica 4. Flujo de migrantes devueltos por las autoridades migratorias de Estados Unidos (datos sin ponderar)
Cuadro 2. Trabajo en forma remota por pago debido a la pandemia por Covid-19, según generación de inmigrantes calificados 2020
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), en su último Global Risk Report 2021, analiza los impactos del Covid-19 a nivel mundial, señala que en “la onda expansiva de la pandemia —sólo en el segundo trimestre de 2020 se perdieron horas de trabajo equivalentes a 495 millones de empleos— aumentará inmediatamente la desigualdad, pero también habrá una recuperación desigual. Se espera que sólo 28 economías hayan crecido en 2020” (WEF, 2021, p. 7), así como algunas de las principales tendencias previas que se vieron aceleradas por esta pandemia que impactaron a la migración transnacional.
Todo se inmoviliza, menos las remesas monetarias
El envío de remesas monetarias cumple la función de ingreso derivado del mercado de trabajo transnacional, sirve de protección social informal externa para los familiares en los lugares de origen, que puede ser resultado de iniciativas individuales o de las asociaciones de inmigrantes que ofrecen servicios (funerarios, de salud y de educación) u organizan actividades culturales, religiosas y de recreación; estos también entraron en el círculo movilidad-inmovilidad-movilidad. También existen las asociaciones que fomentan y canalizan tanto inversiones económicas que impactan en las cadenas productivas regionales, como remesas sociales o no monetarias (bienes, ideas, prácticas y conocimientos que circulan como parte del conjunto de valores, estilos de vida, pautas de comportamiento y capital social) entre las comunidades de origen y de destino (Parellla y Speroni, 2018).
El aumento en el envío de remesas monetarias a México por parte de los migrantes mexicanos obedece a la política anticíclica aplicada por el gobierno en Estados Unidos durante la pandemia. Caso contrario a lo que sucedió en México: El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) declara que, entre los años 2019 (sin pandemia) y 2020 (con pandemia), las personas en situación de pobreza pasaron de 51.9 millones a 55.7 millones, y las personas en situación de pobreza extrema pasaron de 8.7 millones, en 2018, a 10.8 millones en 2020. El comportamiento de las remesas que los migrantes envían a sus familias radicadas en nuestro país es ascendente en términos corrientes; pero es afectado por los ciclos económicos de Estados Unidos y por la prolongación de la permanencia de los migrantes en dicho país (el freno más importante que tuvieron los envíos de las remesas fue el mes de abril de 2020, según González y Montoya, 2020); sin embargo, no afectó su tendencia ascendente observada en los últimos 25 años (véase la gráfica 5).
Gráfica 5. Comparativo de ingresos al país por remesas, inversión extranjera directa, exportaciones petroleras y por turismo, 1990-2020
Al comparar las variables macroeconómicas podemos constatar que las reducciones más importantes las sufrieron el turismo y la inversión extranjera directa. Para el caso de las exportaciones petroleras, su crisis se debió a la caída de los precios internacionales durante la pandemia del Covid-19, misma que fue reconocida como la peor crisis en la historia
del petróleo en nuestro país.
Política migratoria e inmovilidad transnacional en Estados Unidos
La política migratoria transnacional en Estados Unidos pasó de la movilidad restrictiva a la inmovilidad total y luego a una movilidad selectiva con enfoque de seguridad nacional (que ya venía con el presidente Trump desde 2017). Además, durante la pandemia de Covid-19, se acompañó de una política de confinamiento en los hogares, la cual tuvo un impacto severo en cuanto a la inmovilidad del flujo transnacional. A México le tocó aplicar el programa “Quédate en México” o retomar el famoso “tercer país seguro” por imposición de Estados Unidos. También se reanudan las pláticas entre los presidentes de México y Estados Unidos de Norteamérica. Andrés Manuel López Obrador le pidió a Joe Biden regularizar a 11 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos (si esto se logra sería más numerosa que la amnistía o reforma migratoria de Ronald Reagan en 1986).
La pandemia ha “alimentado” la política de la desglobalización. Asimismo, con la reapertura comercial, tras el gran encierro que ha frenado las cadenas de valor, los cauces de suministro, ha generado nuevas fórmulas en la ecuación de la producción, los intercambios comerciales, los acuerdos económicos, así como de las inversiones, más flexibles y locales, bajo un clima de nuevas e intensas relaciones geopolíticas sujetas a la producción y las patentes de las vacunas anticovid en el mundo, a la vez que se trastocaron los derechos humanos de los migrantes (por ejemplo, 20 de marzo del 2020, Estados Unidos a través de su Public Health Sercice Act de 1944, decidió bloquear la entrada a extranjeros), debido a la crisis de salud sistémica y que tuvo su impacto en las remesas monetarias (con una caída de –28.07% entre marzo y abril del 2020 producto de la inmovilidad).
Las políticas migratorias de la inmovilidad en México durante la pandemia han tomado argumentos de la política restrictiva de administraciones previas, como la política de disuasión con Peña Nieto (Torre, 2021). Estados Unidos restablece la medida “Permanecer en México” para que los migrantes esperen en México, programa aplicado desde la era del presidente Trump (cuestionada por la actual administración de Estados Unidos); esto ha sido gracias a una demanda entablada por Texas y Missouri que obligó a ponerla en vigor, sujeta a la aceptación de México. Además, México ha propuesto e instrumentado la política “Sembrando oportunidades” o “Sembrando vida”, programa que lleva su dosis de seguridad (que incluye a las emblemáticas obras de la cuarta transformación) o de retención-expulsión, y va en contra de la libertad de tránsito o movilidad humana. Esto acompaña a la instauración de un régimen de control fronterizo regional y a las medidas disuasivas que se han instrumentado progresivamente en todo el mundo (Herrera, 2021). Esto último se ve reflejado en la gráfica 6 por las devoluciones de centroamericanos realizadas por la autoridad migratoria mexicana de 2009 a 2020 (véase la gráfica 6).
Gráfica 6. Migrantes centroamericanos devueltos por las autoridades migratorias mexicanas, 2009-2020 (promedio trimestral)
Comentarios finales
La sociodemografía, en su vertiente transnacional, en principio, tiene un gran reto a ante sí para actualizar o dar continuidad al discurso teórico del circuito migratorio, de tal manera que permita entender los procesos migratorios bajo la premisa de la movilidad-inmovilidad-movilidad. El cambio de residencia habitual a otro país para ir a vivir o por motivos laborales-salariales (macros), familiares u hogares (meso) y micros (hogares-individuales), en su narrativa tuvo continuidades y cambios en el contexto de la pandemia. Es decir, la perspectiva sociodemográfica, en el contexto anómico o pandémico, puede dar continuidad a estudiar el volumen del flujo de residentes en Estados Unidos, según generación, su condición de documentados o indocumentados, distribución geográfica en el tiempo, así como las causas en el origen-tránsito-destino-retorno, composición, variaciones y las causas de movilidad-inmovilidad-movilidad, que pueden identificarse en los territorios y la (in)movilidad debido a la pandemia de Covid-19, tomando en cuenta el contexto de las grandes crisis de salud y los factores sistémico-sociales o demográficos.
Es decir, en el contexto actual pospandémico, considerar los factores macroeconómicos trastocados por el Covid-19 y su repercusión en la inmovilización de las redes sociales e individuales transnacionales en un momentum determinado por la pandemia. Así, desde la perspectiva de la sociodemografía, el contexto anómico permite ver la dimensión económica: el envío y uso de las remesas de las familias que dependen de la migración y su complemento en el ingreso familiar de origen.
También consideramos que la columna vertebral de este texto es dar continuidad y cambiar la narrativa de la sociodemografía acerca de los procesos de (in)movilidad transnacional en el contexto reciente, toda vez que permite ver las posibles explicaciones cuantitativas y cualitativas, de tal manera que permitan generalizar conceptos y estudiar cambios en la migración internacional en el contexto de la crisis sanitaria.
El reto más importante de la sociodemografía es la continuidad y los cambios necesarios a las preguntas en los cuestionarios censales y sociodemográficos que no caminan a la par con un evento como el de la pandemia. Esto es porque muchos de los censos fueron levantados en la prepandemia, ejemplo, el Censo de México del 2020. Posterior a los meses de abril, mayo y junio del 2020, encuestas como la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (emif-Norte) y la emif Sur no se aplicaron a causa de la pandemia por Covid-19. El Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (inegi) instrumentó la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (etoe) 2020, a partir de la cual se pudo ver expresado el momentum de la movilidad-inmovilidad-movilidad mensual y trimestral transnacional, lo que la convierte en un insumo de gran valía para dar continuidad y expresar los cambios en la articulación de los hogares transnacionales de nuestro país en tiempos de la pandemia.
Un insumo adicional para detectar la movilidad-inmovilidad-movilidad del transnacionalismo y desde la sociodemografía es la Encuesta Continua de Población de Estados Unidos (cps por sus siglas en inglés), la cual incluye preguntas relacionadas al home office en tiempos de la pandemia. En ese mismo país, la Encuesta a la Comunidad Americana (acs, por sus siglas en inglés) sostiene que un tercio de sus entrevistados no pudieron hacerlo en esta ocasión debido a la pandemia e incluye un porcentaje importante en el sesgo por falta de respuesta. El Buró del Censo estadounidense ha recomendado tener cuidado en el uso de sus estimaciones experimentales y conclusiones. Con estos instrumentos, la demografía transnacional puede mostrar evidencia empírica sobre aspectos muy relevantes de los procesos migratorios transnacionales (emigración y retorno): a) la medición del flujo migratorio: su intensidad y tiempos; b) en el caso de los vínculos de espacios económicos transnacionales; c) la sociodemografía puede estudiar ampliamente el flujo de dinero (a través de fuentes sociodemográficas mexicanas o de registros administrativos) y su impacto en las sociedades de destino de las remesas y origen del migrante; d) para el concepto de espacios sociales transnacionales, la demografía puede hurgar mucha evidencia empírica sobre cómo las redes sociales expanden el proceso migratorio (origen-tránsito-destino y sus diferencias urbano-rurales) y cómo estas ayudan a decidir y a vincular un desplazamiento con los tiempos de la pandemia.
Asimismo, la socideomografía ha sido el puente entre conceptos (lugar de nacimiento, lugar de residencia previa al levantamiento de los censos de población y encuestas sociodemográficas) para interpretar el transnacionalismo. Su limitante siempre serán las fuentes de información para mostrar las anomias de la movilidad-inmovilidad-movilidad en tiempos de pandemia. Con todas las limitaciones de las fuentes de información, los métodos estadísticos y cualitativos demográficos, podrían aportar al debate sobre el transnacionalismo al menos tres elementos de nuestro estudio: 1) un método de análisis que permita sistematizar los diferentes elementos o dimensiones del fenómeno transnacional de flujo de personas (emigración-tránsito-retorno); 2) operacionalizar conceptos que, con frecuencia, son usados de forma ambigua o con diferentes sentidos dependiendo del investigador, por ejemplo, el concepto “circuito migratorio”, propuesto originalmente por Rouse (1991); 3) el método y técnicas demográficas permitirán cuantificar aspectos concretos de la dimensión transnacional del fenómeno migratorio (por ejemplo, la consolidación o los cambios en los hogares transnacionales en la geografía del país y en Estados Unidos entre otros aspectos).
Las limitantes de las encuestas se manifiestan en no tener datos en tiempo real y no capturar las articulaciones de símbolos, ideas, cultura, etcétera. Por tanto, tendrá que ser complementada con otras fuentes de información y, además, sugerir una política transnacional de la articulación (nuevo enfoque de la migración México-Estados Unidos: inversión para el desarrollo y el respeto a la comunidad mexicana en Estados Unidos) y no de la retención en tiempos de anomias sistémicas globales o desglobales (algunos proponen una gobernanza de la migración multinivel).
Bibliografía
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