Migración internacional de retorno y reinserción en entornos rurales y urbanos del Estado de México - Renato Salas Alfaro, Norma Baca Tavira

https://doi.org/10.52501/cc.121.07


Renato Salas Alfaro


Norma Baca Tavira


Dimensions


Migración internacional de retorno y reinserción en entornos rurales y urbanos del Estado de México

Renato Salas Alfaro*

Norma Baca Tavira**


DOI: https://doi.org/10.52501/cc.121.07


Resumen

Este trabajo revisa diversos problemas que enfrentan los migrantes que retornan del extranjero y que buscan la reinserción en sus localidades. Se toman como referencia los testimonios de migrantes que retornaron hacia localidades rurales y urbanas del Estado de México. Es un estudio cualitativo, se sustenta en los testimonios de algunos migrantes que fueron entrevistados a profundidad. La idea subyacente es que los retornados traen consigo diversas experiencias y conocimientos laborales, habilidades personales y otros rasgos que podrían permitirles su reinserción. No obstante, las evidencias muestran que no todos logran emplear estos recursos, y que buena parte de ellos portan conocimiento y habilidades de baja calidad. A los actores que traen conocimientos laborales de mayor calificación, el entorno no les permite ejercer lo que saben hacer, no encuentran dónde desplegarlo, les pagan poco; no encuentran apoyos para emprender pequeños negocios. En algunos casos existe separación familiar, y eso afecta su reinserción. Incluso, algunos retornados no desean vivir de lo mismo que desempeñaban en el extranjero, entre otras.


Palabras clave: Migración de retorno, recursos productivos tangibles, rasgos intangibles, remesas, Pochutla.



El retorno y la reinserción

La migración de retorno tiene muchas historias; en algunos casos, nunca ocurre y queda en la ilusión, otras veces sucede fuera de lo esperado. Lo que es evidente es que es un anhelo poderoso, imbuye a las personas de una coraza que les permite soportar distintas adversidades en el afán de volver, incluso sabiendo que algunos caminos no tienen retorno.

La evidencia es que toda emigración genera un retorno. Así, aunque para algunos migrantes el retorno sea imposible, otros pueden hacerlo, sea por voluntad, forzados, por temor, desagrado y otras. De este modo, el retorno se compone de distintos individuos, con motivos, medios y condiciones, con más y menos escolaridad, con diversa experiencia laboral y de vida; algunos quieren cerrar su ciclo migratorio, pasar un tiempo en casa, sondear la viabilidad de quedarse, otros aprovechan los programas de gobierno y retornan. En sí, son distintos retornos, con dinámicas y efectos visibles y ocultos, con y sin relación a lo económico, algunos conocidos y otros por conocer (Valdéz, 2012; Rivera, 2019).

En México, los indocumentados constituyen la mayor parte del flujo migratorio hacia Estados Unidos. Y si bien, la inserción en nuevos entornos es difícil, con y sin documentos, estos últimos afrontan más restricciones en asuntos laborales, contextuales, en socializar, en buscar empleo, evitar ser deportados, comunicarse; especialmente, los indocumentados comparten formas de vida cercanas a la supervivencia, y las rupturas son cotidianas; sus relaciones se interrumpen y ajustan según los entornos y circunstancias que transitan. No obstante, desde otro ángulo, estas condiciones pueden ser provechosas para algunos actores. Como citan otros estudios, cuando un sujeto enfrenta experiencias traumáticas, éstas son oportunidades para mostrar la capacidad de sobreponerse, transformarse, ser más (Zukerfeld y Zonis, 2004). Es decir, al retorno puede esperarse que algunos migrantes puedan traer aprendizajes (laborales, experiencias de vida), distintos activos, ahorros y recursos (tangibles e intangibles) que han obtenido en sus travesías. Esta no es una idea vaga; otros estudios han mostrado que las aflicciones que afrontan los migrantes los llevan a desarrollar conocimientos laborales, asimilar reglas y actitudes, conductas y otros rasgos que les permiten vivir en otro entorno (Iskander y Lowe, 2010; Montoya, O’Leary y Woo, 2015). También pueden traer vicios, estar enfermos, alguna discapacidad, nuevas conductas, formas de vestir y lenguaje que se friccione con las formas locales (Contreras, Partida y Vega, 2015; Leco, 2009). Como plantea Galicia (2019), los sujetos aprenden y construyen saberes de diversas maneras; el aprendizaje no se limita a momentos ni lugares específicos, pero les permite enfrentar el entorno en el que viven.

En este caso, las capacidades previas que portan los sujetos (aprendizajes, valores, hábitos, costumbres, escolaridad), diversos apremios y motivaciones (cubrir necesidades en sus hogares, cumplir algunos compromisos con la familia), son elementos de apoyo y acicate en el bregar migratorio. Como señalan Pennix y Martiniello (2006), los migrantes llegan y luchan por asegurar una posición material, social y cultural en el nuevo entorno (conseguir casa, trabajo, ingreso, educación, salud). Al verse diferentes, sentir que la sociedad los trata distinto (rasgos físicos, cultura, religión, lenguaje), los empuja a buscar la aceptación. Así, las capacidades que llevan desde el origen (cultura, aptitudes, actitudes, valores, emociones, sentimientos, saberes) coadyuvan en sus aprendizajes y lo que aprenden (González, 2014).

Algo visible es que al retorno predominan individuos en edad productiva, muchos tienen su propia familia, poseen recursos y capacidades (tangibles e intangibles), como mayor autoconfianza, contactos en el exterior, redes sociales, experiencia en otras actividades; al menos una parte posee recursos de uso práctico, y podrían emplearlos para buscar una reinserción social y productiva más firme en los lugares de retorno. Como se sabe, no todos los migrantes vuelven a los lugares de origen, ni de estadía previa a la migración (Rivera, 2019), pero —como señala Galicia (2019)— los saberes incorporados se expresan en la práctica, en distinta forma, porque los migrantes los aprehenden desde las diferentes esferas de su trayectoria migratoria, laboral, social y demás (Dubar, 2002).

Así, el retorno ofrece un área de oportunidad para estudiar las causas y efectos de quienes regresan, las trayectorias migratorias, los contextos y territorios de origen-destino, los impactos sociales, y sobre todo, los aprendizajes que traen los migrantes, así como el uso que les dan en sus lugares específicos de retorno. Como muestran otros estudios, la migración en México ha cambiado de ser cíclica y temporal a más permanente (Fernández, 2011; Galicia, 2019), los migrantes han cambiado de rurales y baja escolaridad, a provenir de áreas urbanas y tener mayor escolaridad (Durand, Douglas y Zenteno, 2001). Esto es, mayor formación y habilidades previas, lo que refuerza la idea de una posible aprensión de diversos conocimientos, desarrollo de habilidades, acumulación de ahorros, activos y demás.

De hecho, se ha observado que algunos retornados que vuelven a México dominan el idioma inglés; traen conocimientos laborales más calificados; han acumulado activos físicos y productivos, entre otras cosas (Salas, 2020). Que de forma conjunta, remesas, escolaridad, conocimientos y otros rasgos intangibles son la parte básica para formar pequeños negocios en hogares con migrantes, incluso que vivan en comunidades alejadas y no tener experiencia empresarial (Massey y Parrado, 1997). En una zona de Jalisco, ocurre que las capacitaciones recibidas en Estados Unidos, al retorno, ayudan a los migrantes para moverse laboralmente de lo rural a labores terciarias y de asalariados a no-asalariados, aunque combinadas con las remesas y otros recursos (Papail, 2003). En los altos de Jalisco, los retornados contribuyen al desarrollo, porque exhiben más educación, mejores ocupaciones y salarios que el resto de la población; esto refleja que adquirieron capacidades laborales, habilidades, conocimientos, ahorros e iniciativas de inversión que aplican al retorno (Aguilar, 2010). En un ejido de Michoacán, los migrantes retornan con maquinaria, herramientas, ahorros, conocimientos y otras cosas, con las que capitalizan sus actividades agropecuarias y aumentan la producción (Santiago, 2007). En otros casos, los migrantes aprovechan que hay agroindustrias en la zona (fresa, zarzamora), emplean sus remesas y conocimientos para cultivar estos productos y venderlos a estas empresas (Jiménez, 2014). En el Sur del Estado de México, algunos migrantes han impulsado cultivos comerciales como el jitomate, flores y otras verduras; ellos al no encontrar empleos deciden invertir sus ahorros, aplican sus conocimientos agrícolas adquiridos y refinados en el exterior, su visión, su actitud, su emprendimiento (Estrada, 2008; Estrada, Herrera y Chávez, 2018). Allí mismo, Rosendo et al. (2019, 1260-1261) documentan acciones individuales y colectivas que aportan al desarrollo rural. Por decir, los migrantes se dedicaban a la agricultura antes de migrar, con la experiencia del Norte, han cambiado su actividad apoyados en los saberes agrícolas, la disposición de tierra y agua, y ahorros; algunos migrantes han iniciado el cultivo de aguacate, chícharo, durazno, berenjena, jitomate, pepino y chile; han invertido en invernaderos, sistemas de riego, herramientas y peones, mientras en el hogar permanece el cultivo de maíz para autoconsumo. Son acciones que contribuyen a la diversificación agrícola y generan empleo, pero los migrantes resienten la falta de interés de los demás actores (funcionarios); eso limita la obtención de mayores efectos.

Las evidencias igual recalcan que, aun con recursos (humanos, financieros, sociales), los retornados enfrentan restricciones en su reinserción; les desmotiva la falta de empleo, los bajos salarios; requieren apoyos financieros y técnicos para emprender, pero no hay programas, o requieren demasiados trámites, les aqueja la corrupción, enfrentan barreras de infraestructura, no requieren sus habilidades, entre otras (Gil, 2012); algunos no quieren ejercer lo mismo que en el extranjero; hacen otras actividades o desempeñan algo de más calificación y pago/estatus saben hacer algo, pero no encuentran empleo de eso, ni apoyos para emprender algo relacionado, entre otros (Salas, 2016). De hecho, Masferrer (2018) estima que la gran mayoría de retornados trabajan por un salario precario (sin prestaciones y seguridad social), y los que son autoempleados es porque no obtuvieron un empleo adecuado.

En suma, los migrantes envían remesas y apoyan el consumo doméstico en sus hogares, pero algunos logran ahorrar e invertir en alguna actividad productiva, y cuando retornan exhiben conocimientos (laborales, idioma, escolaridad), rasgos de maduración personal y social. Si bien, algunos traen actitudes que dificultan su reinserción (vicios, alcoholismo), en otros casos es posible que logren emplear lo que han desarrollado y tener una mejor reinserción, pero no es seguro. Eso revisa esta investigación, aquellas barreras que afrontan los retornados y que les restringen tener una reinserción firme. Con tal fin, se analiza lo que ocurre con migrantes que retornan al medio rural y los que vuelven al medio urbano; la idea es delimitar a quienes les afectan, y cuáles restricciones, los conocimientos que las resienten, la calificación laboral de dichos conocimientos, así como las formas en que tratan de derribarlas.



Método

De acuerdo con Shütz (1932), los sujetos determinan su biografía a partir de la experiencia inmediata, y le influyen las condiciones del contexto. Se sitúan de una manera particular en el mundo y construyen su experiencia con las vivencias comunitarias, familiares, migratorias, de trabajo, de sus intereses, deseos y motivaciones. Así, la experiencia personal inmediata se relaciona con la perspectiva con la que aprehenden la realidad, desde la posición que ocupan en el mundo, el espacio y el tiempo en el que se ubican. En este sentido, la indagación con los migrantes que retornan ocurre en un nivel microsocial, para captar las interacciones entre migrantes, familia, localidades y otros actores.

Para este capítulo se consideran 74 entrevistas realizadas a profundidad con migrantes retornados del extranjero hacia localidades rurales (43 actores) y urbanas (31 actores) en el Estado de México. El primer caso incluye municipios de la región sur (Tejupilco, Tlatlaya), del sur-poniente (Valle de Bravo, Zacazonapan) y noreste (Temascalcingo); áreas pioneras y de amplia tradición migratoria internacional. Los migrantes urbanos incluyen entrevistados en los municipios de Toluca, Atlacomulco, Valle de Bravo e Ixtapan de la Sal. No es una muestra aleatoria; los retornados, hombres y mujeres mayores de edad se fueron ubicando mediante el procedimiento de bola de nieve; la entrevista se realizaba según sus tiempos. Es población mayor de edad que estuvo en Estados Unidos, por lo menos un año por motivos laborales en cualquier momento de su vida y que se encontraban desde hacía tres meses en su localidad. El estudio es cualitativo, centrado en los testimonios de los propios migrantes. La guía de entrevista se orientó a indagar acerca del proceso migratorio y de retorno que siguieron los conocimientos y otros recursos que traen consigo la calidad de éstos, los problemas que afrontan al retorno, la forma en que los resuelven, entre otras.



Resultados

Los resultados se desglosan en tres apartados y una discusión. El primero, revisa el retorno, las razones, circunstancias y demás condicionantes de los entrevistados. El segundo discute el aprendizaje de conocimientos y habilidades en el extranjero, la calidad de éstos. El tercero revisa las barreras que afrontan al retorno según la localidad y los tipos de conocimientos que poseen los migrantes.



Las razones y expectativas del retorno

El retorno, similar que la emigración, tiene diversas razones y circunstancias; algunas son compartidas, pero en general son distintas porque se trata de actores diversos, cada uno con recursos específicos, intenciones, expectativas, ciclo de vida personal y familiar. Y, como agrega Shütz (1932), también influye la perspectiva con la que los actores aprehenden su realidad y sus vivencias, así como el estado de ánimo en el que las expresan.


Los entrevistados. De los 74 entrevistados, 43 retornaron al medio rural (58%) y 31 al medio urbano (42%). Hablamos de 61 hombres y 13 mujeres, con una edad media de 42.7 años; los retornados al medio rural promedian 43.7 años y los urbanos, 39.9 años. Están casados y viven en familia (75%); los demás son solteros y separados (25%); mayor parte de retornados rurales vive en pareja (88%), que los urbanos (58%). En promedio tienen 2.4 hijos, pero los rurales registran 2.9, contra 1.8 en los urbanos. La escolaridad media grupal es de 8.6 grados, pero ésta incluye: nada de estudios (2.7%), a lo mucho primaria (29.7%), secundaria (35%), preparatoria (24%) y universidad completa (8%). Los retornados urbanos tienen mayor escolaridad (9.7 grados) que los rurales (7.9 grados). En sí, los retornados al medio rural tienen mayor edad que los urbanos, viven más en familia y tienen más hijos, pero tienen menos escolaridad que aquellos. Aunque ambos, rurales y urbanos, partieron al extranjero con una escolaridad mayor a la de sus localidades. Es decir, los migrantes rurales partieron de localidades con escolaridad de 6.9 grados, y los urbanos desde localidades con 9.16 grados; la diferencia es mayor entre los rurales, lo que refleja que allí hay una selectividad migratoria más acentuada. También es una escolaridad mayor que la registrada entre migrantes de otras entidades, pero por debajo del promedio que registran los mexicanos con matrícula consular en Estados Unidos (Gaspar y López, 2009).

De cualquier forma, puede ser una sangría de recursos, pero son rasgos que facilitan la adquisición de más habilidades y capacidades; incluso cita un estudio (Gendt, y García, 1977), aparte de la capacitación, los migrantes podrían mejorar la conciencia que tienen sobre su función en el desarrollo.

El retorno a la entidad. Los entrevistados retornaron desde 1980 y hasta el año 2012. Sin embargo, ocho de cada diez lo hicieron en los años 2000-2012. En promedio pasaron 9.4 años fuera del país una estancia similar entre retornados rurales (9.5 años) y urbanos (9.2 años), aunque el rango entre los rurales es más amplio e incluye hasta más de 25 años.

Entre las razones que narran, la mitad retornaron para ver/estar/vivir con su familia; es la principal causa de retorno y similar entre los rurales (49%) y urbanos (53%). Otras menciones incluyen: no les gustó allá, soledad, aburrimiento, diversos problemas, la muerte y enfermedad de padres, hermano, esposa en México, había poco trabajo y no ganaban bien, deportación y miedo, haber cumplido sus objetivos, atender una enfermedad en México, venir a casarse o estudiar. En este caso, retornar para casarse lo mencionan sólo los rurales; retornar porque no les gustó (soledad, aburrimiento), lo señalan 13% de los rurales, y 25% de los urbanos porque había poco trabajo lo señalan 10% de los rurales y 12.5% de los urbanos.

En ambos tipos de migrantes, sólo unos pocos partieron con la idea de no volver o sin tener metas; la mayoría buscaba obtener algún provecho y retornar. En eso convergen todos, en que mantuvieron la idea de retornar, y la mayoría comenta que planeaba estar fuera a lo mucho tres años. De hecho, entre las razones para migrar que ellos comentan, la familia es el eje: mejorar el bienestar familiar, hacer una casa, dar estudios a los hijos, ahorrar y poner un negocio, ayudar a su familia (padres, hermanos); otras incluyen, ahorrar para estudiar, comprar cosas, conocer, aventura, independizarse, visitar a su familia, pagar una deuda. Son menciones similares entre rurales y urbanos, pero son razones más diversas que los que enuncian migrantes rurales de otras entidades, cuyo fin es migrar básicamente para subsistir (Cohen, et al, 2003; García, 2009).

Como señala un retornado del medio rural en el sur de la entidad, su partida en 1979 fue por necesidad económica, pero influyeron los apoyos para partir (familia migrante), no ver opciones locales, sus intenciones de mejorar, mientras que en contra tenía a su cónyuge, los riesgos de la frontera, el apuro de una deuda. Él fue cinco veces y retornó en 1990; en el retorno influyó la familia, los recuerdos de su localidad, los logros materiales obtenidos, las dificultades del exterior, las reflexiones de su estancia y estar lejos del hogar. Como él narra:

... no tenía empleo, era operador de maquinaria en una fábrica, pero me quede sin trabajo, no me iba bien, no tenía casa… ella [esposa] no quería que me fuera, tenía miedo… yo quería trabajar, que mis hijos no sufrieran lo que yo, hacer algo para ellos… conseguí dinero con mi papá [eua], y cuando trabajé le pagué… me regresaba cuando se me venía en mente ver a mis hijos, mi esposa… la última vez me regresé por mi propia decisión, gracias a Dios estoy bien… allá le sufres, siempre me sentí mal, no estaba acostumbrado a lavar ropa, planchar, hacer comida... no me pude adaptar, pero iba por la necesidad, por el trabajo… tristeza, cuando era navidad estaba solo, esos son recuerdos tristes, la presión de no tener a la familia… [Eusebio, 58 años, Tejupilco, Cod95].

En otro caso, un retornado de viejo cuño que partió en 1975 y que logró obtener papeles señala que en su primer viaje al extranjero le fue mal y siguió yendo unas seis veces, hasta 1998 que retornó. Él se marchó porque en su localidad no lograba hacer nada, no había trabajo, no tenía casa, lidiaba con problemas y su hermano le brindó apoyo, lo animó, le decía que allá había trabajo, además cuenta su decisión de ir y arriesgarse. Para el retorno influyen la decisión de no quedarse allá, problemas de familia, cuidar a su madre, haber hecho su casa, poseer conocimientos laborales prácticos, tener ahorros. Como él señala:

…yo trabajaba para sct, pero hubo problemas con los jefes, eso me llevó a salir al Norte… mi hermano estaba allá, nos fuimos con él, con el tiempo él buscó la residencia y nos ayudó para agarrar la mica, por el trabajo del fill… yo iba y venía, ponía un plazo, un año y venía, un año acá y volvía a ir… en yardas, poda de árboles, manejar un camión, trabajé en restaurant, construcción, pero la mayoría fue en el fill… vas con la mente de trabajar en lo que caiga, hay trabajos malos, pero los tienes que hacer… de mojado andas cohibido, todo lo que ves te imaginas que es migración… allá estudie 42 horas que pide migración para los documentos, lo demás lo aprendí en el trabajo… alcancé hacer mi casita, el terreno me lo dio mi padre, pero ya es mi casa, esta fea, pero es mía… compre chivos y se perdieron en el cerro… fue cuestión de la muerte de mi padre y un hermano… eso me afectó y me quedé aquí… he trabajado para la junta local de caminos, para las constructoras; estoy reconocido como sobre estante de obra; ya tengo problemas de enfermedad y no voy a trabajar hasta que no me haga un tratamiento médico… México es mi tierra y nunca la voy a dejar, pero se vive mejor allá [eua], veo difícil ir, porque aquí está mi madre y debo estar con ella… [José, 62 años, Tejupilco, Cod159]



Aprendizaje y desarrollo de conocimientos en el extranjero

Los entrevistados narran que en el extranjero aprendieron algunos oficios laborales “manejar herramientas y máquinas específicas), asimilaron conductas y, en algunos casos, el idioma inglés. Entre las fuerzas que los motivaban figuran: obtener empleo, desempeñarse mejor, ganar más, obtener un mejor puesto, el gusto de aprender, destacar en algo, imitar a otros.


Conocimientos laborales. La mayoría de los retornados trabajó en más de un empleo (73%), en el principal registran una permanencia media de 2.7 años; en los segundos, la duración fue de 2.2 años. Los retornados rurales duraban menos en sus empleos (2.3 años) que los urbanos (3.0 años); en los segundos empleos, los rurales permanecían más (2.2 años), que los urbanos (1.9 años). Esto es, los migrantes de áreas urbanas son más estables en sus empleos, pero en ambos casos son tiempos que permiten aprender conocimientos laborales, adecuar actitudes y comportamientos, máxime cuando hay habilidades y capacidades previas (Polanyi, 1967; Galicia, 2019; Dubar, 2002).

No obstante, más de la mitad señala que en el extranjero tuvieron problemas de empleo, sea al principio (12%), por periodos (28%), y que siempre batallaron (14%); los demás (46%), tuvieron empleo regular en toda su migración. Vale decir, más retornados rurales (60%) que urbanos (40%) tuvieron problemas de empleo en sus migraciones. Los primeros atañen los problemas a que les tocaba buscar por sí mismos empleo, nadie los conocía, no hablaban inglés, no tenían documentos, había poco trabajo, no sabían dónde buscar, algunos eran menores de edad y le daba miedo buscar empleo o no los aceptaban. Entre quienes no tuvieron problemas, mencionan que fue sencillo tener empleo, había trabajo, los conocidos y familia les ayudaban, algunos iban contratados desde México (coyote, empresa). Como es conocido, los flujos migratorios no se encuentran aislados de los territorios; en las movilidades se forman dinámicas territoriales, sociales, culturales, que enlazan comunidades y mercados de trabajo, las redes sociales contribuyen a mantener la dinámica migratoria laboral. Eso ha hecho las redes sociales que se extienden del Estado de México hacia Estados Unidos, que por generaciones han construido vínculos económicos, contactos entre empleadores, reclutadores y trabajadores (Baca, Sosa y Rosendo, 2022).

Como señala un retornado del medio urbano, que tiene una carrera trunca, él partió en 2003 y retornó en 2005, no le gustó allá. En su caso, a los problemas de buscar empleo, no tener documentos, no conocer algunos trabajos, se sumaba el disgusto de aquella vida, la migración no le redituaba ni le daba lo que él buscaba, él podía ganar más en México y por eso retornó. Como él señala, al retorno la falta de apoyos y facilidades es una constante:

…me dedicaba a la construcción, manejaba procesos constructivos, aprendí otras cosas en la facultad [arquitectura]… me certifiqué como instructor y técnico en concreto… Iba con la idea de saber cómo era allá, me decían que todos hacían dinero… no me gustó, ganaba menos que aquí… la vida era monótona, aburrida, mucha aglomeración… me mandaron a la cocina y yo jamás he trabajado en eso… buscaba trabajar en la construcción, pero no se dio, no es sencillo y vi que me desenvuelvo mejor en mi país… de ayudante del chef fue medio año, tuve capacitación, me enseñaron a preparar platillos mexicanos, pambazos, tostadas, mole, pancita, pollo frito… no aplico cocinar platillos, aquí no viviría de eso y no me interesa, me agrada mi trabajo de superintendente de obra… hice algo de dinero, tengo una casa, el taller, terrenos, tres carros, pero casi todo lo he conseguido aquí… acabo de montar un taller [moto-taxis], me volví empresario… si hay oportunidades, pero no hay apoyo, quiero abrir un negocio de materiales [construcción], pero no puedo conseguir crédito… no hay apoyo, falta capacitación y educación, que la gente haga microempresas… [Tomas, 45 años, Toluca, Cod221]

Otra retornada comenta su desventura laboral y lo poco que pudo trabajar, sin embargo, logró su cometido de conocer y vivir la experiencia migratoria. Ella es un caso de aquellos que no logran aprehender nada o casi nada que puedan emplear al retorno. Ella comenta:

…estaba en la casa, no trabajaba, mis papás nos daban todo, estaba soltera pero quería ir a conocer y trabajar… me animaron unos amigos, me fui con ellos y un primo. Mis papás me dieron dinero, nunca lo recuperé, pero fui a conocer y trabajé… no estaba fácil, no había trabajo, tardé meses en encontrar, metía solicitudes a ver si me hablaban… trabajé por temporada en fábricas y luego en cuidar niños y limpieza… En las casas ganaba más, dependía de cuántos departamentos limpiaba, en la fábrica era lo mínimo… [Carmen, 48 años, Tlatlaya, Cod183]

En general, los entrevistados laboraron en fábricas (25%), incluye: obreros generales y ayudantes, labores de limpieza, reciclar materiales, tapiceros y un manager; en la construcción (23%) fueron: ayudantes generales, construir techos, detallar casas y tabla roca, carpintería de construcción, soldador de estructuras, plomería, electricidad, operador de maquinaria pesada (camión, demolición, retroexcavadora); en restaurant (21%) fueron lavaplatos, meseros, limpieza, cocineros, chefs, ayudantes de cocina; en la jardinería y campo (15%) era podar jardines, pizca, ayudantes de rancho, cuidar animales; en empleos diversos (11%), era la limpieza, ayudantes, manager, ventas, choferes, cuidar niños, carnicería y primeros auxilios; en la mecánica y autos (2%) fueron mecánicos, pintores automotrices, ayudante y relacionados.

Vale decir, uno de cada tres retornados tuvo ascensos laborales: cocinero, contratista, empleado/obrero especializado, manager, jefe de grupo, negocio propio. Los ascensos requieren aprendizajes técnicos, actitudes, entrenamiento, dominar el proceso productivo, conocer las normas, el idioma. Los ascensos de estos 25 entrevistados respaldan sus conocimientos y actitudes. También resalta y puede verse, en el cuadro 1, que 15 migrantes con ascensos (60%) son retornados rurales; los urbanos constituyen los otros diez (40%); en ambos casos, la mayoría son retornados a partir del año 2000.

En sí, los ascensos los concentran retornados de mayor escolaridad: los que tienen a lo mucho primaria completa poseen sólo dos de cada diez; los demás los obtuvieron quienes tienen secundaria (uno de cada tres), los que tienen preparatoria (cuatro de cada diez) y los que poseen carrera universitaria (casi uno en cada diez).

En este caso, vale destacar que casi dos de cada tres retornados con ascenso no tenían experiencia laboral antes de emigrar, un rasgo relacionado a la edad, ya que ocho de cada diez que tuvieron ascenso no tenían más de 22 años de edad. Esto indica que la mayoría del conocimiento, lo aprendieron y desarrollaron fuera del país.1 De hecho, de los 11 que llegan a cocineros, 7 no tenían experiencia laboral previa, 2 habían laborado en algo relacionado (cocina, taquería). De los 6 que ascendieron en construcción, 3 no llevaban experiencia previa, sólo 2 habían trabajado en construcción. De los 4 que llegaron a supervisor/manager, 2 no partieron sin experiencia laboral y uno laboraba en construcción. De los que fueron obreros especializados, ninguno había trabajado antes de migrar.

Cuadro 1. Ascensos en el extranjero, según los retornados

Migrantes rurales retornados

Migrantes urbanos retornados

Antes del año 2000

Desde el año 2000

Antes del año 2000

Desde el año 2000

No Ascenso: 87.5%

Ascensos: 1 (12.5%)

obrero/empleado calificado

No Ascenso: 60%

Ascensos: 14 (40%)

8 cocineros

3 contratistas

2 manager/jefe de grupo

1 empleado/obrero calificado

No Ascenso: 67%

Ascensos: 2 (33%)

1 Supervisor/manager

1 Contratista/maestro

No Ascenso: 68%

Ascensos: 8 (32%)

3 cocineros

2 contratistas, 1 manager

1 empleado/obrero calificado

1 independiente

1ª migración:
33.5 años

1ª migración:
25.1 años

1ª migración:
24.8 años

1ª migración:
23.1 años

Cuadro 2. Conocimientos técnicos que poseen los retornados sin ascensos

Retornados rurales

Retornados urbanos

Carpintería

Chofer, retroexcavadora, máquinas

Detalles de obra (casas)

Techos, paredes

Tabla roca

Enfermería

Jardinería

Mecánico, Soldador, Pintura, Plomero

Obrero especializado

Carpintería

Chofer, retroexcavadora, máquinas

Electricidad, Soldador, Pintura

Plomero

Hacer techos, paredes

Jardinería

Obrero especializado

Poner malla ciclónica

Promover artistas, Ventas

Aparte de los 25 retornados con ascenso, hay otros 20 que traen conocimiento de oficios que ejercían en el extranjero, y son de amplio uso. Más de la mitad sabe: soldadura, plomería, electricidad, pintura, mecánica, los demás saben carpintería, manejar maquinaria, instalar malla ciclónica, ventas, primeros auxilios y otros.

Otro grupo de 29 retornados, reconocen que no aprendieron nada/casi nada, o que saben hacer cosas elementales (limpieza, pizcar, lavar platos). Esto es, sólo 45 retornados un 60% de entrevistados, traen algún conocimiento laboral que dominan bien, que pueden emplear de manera práctica.

Cuadro 3. El idioma inglés al retorno

Entrevistados

Hablan Inglés

Escriben Inglés

74 retornados

Nada, poco: 52 (70%)

Bien: 22 (30%)

Nada, poco: 60 (81%)

Bien: 14 (19%)

25 Ascenso laboral

Nada, poco: 12 (48.0%)

Bien: 13 (52%)

Nada, poco: 17 (68.0%)

Bien: 8 (32%)

20 Conocimiento valioso

Nada, poco: 14 (70.0%)

Bien: 6 (30%)

Nada, poco: 16 (80.0%)

Bien: 4 (20%)

Los demás actores (29)

Nada, poco: 26 (90%)

Bien: 3 (10%)

Nada, poco: 27 (93%)

Bien: 2 (7%)

Cuadro 4. Manejo del inglés, según origen de retornados

Migrantes rurales retornados

Migrantes urbanos retornados

Antes del año 2000

Desde el año 2000

Antes del año 2000

Desde el año 2000

Inglés, habla:
0 (0.0%)

Inglés, habla:
9 (25.7%)

Inglés, habla:
2 (33.3%)

Inglés, habla:
11 (44.0%)

1ª migración:
33.5 años

1ª migración:
25.1 años

1ª migración:
24.8 años

1ª migración:
23.1 años

El idioma inglés es otro conocimiento que alude. El cuadro 3 exhibe que casi 30% de los retornados hablaba inglés al retorno y un poco menos lograba escribirlo. Ocho de ellos lo hablaban en nivel2 intermedio); en avanzado eran 10; en forma fluida sólo cuatro. Vale decir, los 25 retornados con ascenso laboral son los que más lo hablan y escriben; de los 20 que dominan oficios, algunos hablan (30%) y escriben bien (20%) en inglés.

En el cuadro 4, puede verse que de los 22 retornados que hablan inglés (línea 3), nueve son rurales (41%) y los otros trece son urbanos (59%). En ambos casos, son retornados recientes, a partir del año 2000, y sobre todo, que partieron a menor edad. En cada grupo de retornados, se aprecia que partir con menor edad favorece aprender este idioma en mayor medida. Por decir, los que partieron a los 23 años, hasta 44% hablan inglés, los que migraron a los 25 años, un 26% habla este idioma y quienes marcharon a los 33 años, nadie lo habla.



Las barreras a la reinserción

Las evidencias verifican que el retorno suele ser tan difícil como la emigración. En sí, retornar es volver a migrar, comparar y allegarse información, enfrentar las casi-mismas condiciones que los expulsaron, desafiar la exclusión previa (educativa, laboral, seguridad social, falta de apoyos para emprender, corrupción, violencia, inseguridad), aunque la mayoría retorna en mejores condiciones y con más recursos.

De acuerdo con sus testimonios, al retorno, una buena parte (47%) atiende un negocio propio (camión de pasaje, tienda, taller, invernadero), uno de cada cinco son asalariados (empleados, obreros); otro 18% ejerce un oficio por su cuenta (herrería, mecánica); un 3% realizan actividades profesionales y uno de cada diez no trabajan en nada. Estas cifras difieren de quienes plantean que al retorno la mayoría de migrantes trabajan por un salario precario y se autoemplean porque no logran acceder a opciones adecuadas (Masferrer, 2018); también contrastan las afirmaciones de que los retornados tienen menos recursos para emplearse por su cuenta y que por eso ingresan al sector informal (BBV, 2012). Más bien, estas ocupaciones confirman —como se aprecia entre retornados en otras regiones del país— que la primera opción que buscan los retornados es atender un negocio propio y desempeñar un oficio por su cuenta; el empleo asalariado los desanima por el salario bajo (Aguilar, 2010; Estrada, Herrera y Chávez, 2018; Tapia, Pico y Cruz, 2018; Santiago, 2007; Jiménez, 2014; Fernández y del Carpio, 2003). De hecho, apenas dos de cada diez entrevistados son asalariados, mientras que 41 poseen un negocio, esto es, más de la mitad invirtieron remesas en negocios como: criar animales, actividades agrícolas comerciales, cocina, restaurant, abarrotes, carnicería, ropa, zapatos, joyas, taller de carpintería, electrónica, herrería, paletería, zapatería, verduras. En los oficios destaca: la herrería, chofer de camión de pasaje propio, construcción, laminería y pintura de autos, mecánica, construcción, plomería, electricidad, cocina.

No obstante, 38 actores (51%) consideran que casi nada de lo que realizaban en el extranjero, ni conocimiento laboral ni habilidades, han empleado al retorno. Sólo 36 de ellos (49%) señalan que utilizan conocimientos que trajeron consigo en: construcción (10%), hacer casas, techos, pegar azulejo, tabla roca, madera; en cocina (8%), preparar diferentes comidas; conocimientos en ser jefe, patrón, ser independiente (8%); en limpieza (4%) de casas, carros, hotel; en campo y jardinería (5%); carpintería (3%); idioma inglés (3%); ventas (3%); laminería y pintura automotriz (3%). Sin embargo, siete de ellos (19%) los aplican en actividades personales y no generan ingresos: cuidar el medio ambiente y no tirar basura, manejar bien, respetar al peatón, lavar trastes en casa, hacer algunas costuras a su ropa, arreglar su vivienda, tareas de plomería, jardinería, pintar la casa, preparar comida, arreglar el auto. Sólo los otros 29 ejercen lo que saben hacer, en actividades productivas: 15 los despliegan en su negocio, 7 en los oficios que realizan de forma independiente y 7 en algunas actividades asalariadas. En este caso, un ligero mayor porcentaje de retornados urbanos (58%), que rurales (49%), no emplean casi nada de lo que saben hacer.

Asimismo, se puede ver en el cuadro 5 que casi la mitad de los retornados con ascensos no aplican casi nada de lo que sabe (44%) entre quienes no-ascendieron pero traen conocimientos, la mitad no logra emplearlos de forma productiva. Sin embargo, algunos retornados emplean sus conocimientos en uso personal (reparar casa, cocinar, no tirar basura); al final, entre los que tienen ascenso es más de la mitad (56%) los que no aplican nada en forma productiva, y entre los sin-ascenso es el 60% los que no aplican nada.

Igual vale recalcar que el conocimiento que no se logra aplicar es porque tiene distinta calidad. Por ejemplo, la mayor parte del conocimiento en restaurant (60%), labores de campo, jardinería y criar animales (53%), que no se emplea productivamente, lo poseen retornados sin-ascenso y 3 de cada 4 son rurales, lo que refleja menor calificación (meseros, limpieza, ayudantes). Una parte del conocimiento de oficios técnicos que no se emplean (42%) lo poseen retornados sin-ascenso, dominan el oficio, pero no pueden emplearlos. Una buena parte de lo que no se emplea de la construcción, lo poseen retornados con-ascenso y sin-ascenso (41% y 36%); este conocimiento tiene más calificación (colocar pisos, casas de madera, tabla-roca, diseño de casas). Del conocimiento que no se emplea de cocina, la mayor parte lo tienen los retornados con-ascenso (62%); hacer comida internacional, dirigir restaurant. Una parte de conocimiento en alguna máquina que no se emplea, lo poseen por igual a retornados con y sin-ascensos (38% c/u); manejar camiones pesados, maquinaria de fábrica, montacargas, imprenta, torno; y la mayor parte son retornados rurales (63%), los urbanos son pocos (37%).

Cuadro 5. Aplicación de conocimientos por áreas

Retornados con ascenso laboral en eua

Retornados No-ascenso,
pero con conocimientos

Los demás retornados

Nada: 11 (44%)

Aplican algo: 14

Cocina 6

Carpintería 2

Construcción 2

Inglés 1

Ventas 2

Soldadura 1

Nada: 10 (50%)

Aplican algo: 10

Construcción 5

Autosuficiente 1

Ser patrón 2

Jardinería 1

Soldadura 1

Nada: 17 (59%)

Aplican algo: 12

Cocina 1

Carpintería 1

Construcción 1

Ingles 1, Ventas 2

Campo 3

Limpieza 3

Lo aplican en:

Uso personal: 3

Negocio propio: 8

Oficios: 2

Asalariado: 1

Lo aplican en:

Uso personal: 2

Negocio propio: 3

Oficios: 4

Asalariado: 1

Lo aplican en:

Uso personal: 4

Negocio propio: 1

Oficios: 3

Asalariado: 4

En suma, los conocimientos de calidad que más desusan son: construcción, cocina, empleado/obrero especializado, oficios técnicos, que corresponde a los retornados que obtuvieron ascensos en el extranjero. Los migrantes sin-ascenso, pero que dominan algunos oficios, desusan conocimientos calificados en: construcción, campo y jardinería, oficios técnicos, labores de restaurant y limpieza, empleado/obrero especializado, inglés. Otra gran cantidad de conocimiento que no se emplea es aquel que poseen los retornados que no aprendieron casi nada especializado en el extranjero.

Las principales barreras. Todos los retornados señalan restricciones, del entorno, la familia, las instituciones, la política, aspectos personales, casi todas se relacionan entre sí, aunque aquí se desglosan en forma individual. Desde luego que cuando el retorno es involuntario, la falta de planeación y la incertidumbre que pesa sobre el migrante y su familia impacta en sus decisiones. En sí, las barreras del entorno afectan casi a la mitad (46%), incluyen nociones como: no hay donde ejercer el conocimiento, no hay trabajo, la gente no paga, salario bajo, ese conocimiento no se usa aquí, no conocen/no valoran el trabajo, son diferentes costumbres. La desmotivación personal, restringe casi a uno de cada cuatro (23%), incluye: no querer hacer lo mismo que en el extranjero, prefieren algo diferente/de mayor valor/estatus, tienen una enfermedad o son de edad mayor, no les gustan los empleos locales. Las dificultades para tener un negocio (17%), incluyen: falta de recursos y tecnología para emprender, falta de asesoría, falta de infraestructura, corrupción en la asignación de apoyos, papeleo, inseguridad y extorsiones. La falta de certificados de lo que saben hacer, es una restricción cuando buscan empleo, además mencionan que en los empleos piden una edad máxima, buena presentación, certificados de salud o penales y otros rasgos que en el extranjero no son importantes.

El cuadro 6 consigna que el entorno afecta más a los retornados sin-ascenso y los que no trajeron conocimientos, hasta 31 y 46 por ciento de cada grupo de actores las mencionan como un problema; pero igual afecta a uno de cada cuatro de quienes son con-ascenso, lo que indica que muchos oficios que dominan no se ejercen y que estas barreras son algo estructural en las localidades de origen, sean rurales o urbanas. Asimismo, la falta de recursos para emprender y la desmotivación personal, afectan más a los retornados con-ascenso; la falta de certificados aqueja más a los retornados sin-ascenso. En este caso, las barreras del entorno y la falta de recursos para emprender las mencionan más los retornados rurales (66% y 68%), que los urbanos (34% y 32%), mientras que la desmotivación personal y falta de certificados, las indican más los retornados urbanos (59% y 80%), que los rurales (41%, 20%). Al final, los retornados con-ascenso son quienes más aplican algo de lo que saben hacer, y quienes trajeron conocimiento de menor calidad o elementales son quienes menos los emplean.

Cuadro 6. Razones de por qué no aplican sus conocimientos*

Razones

Retornados con ascenso

Retornados sin-ascenso, con conocimiento

Otros retornados

Entorno

0.24

0.31

0.45

Faltan recursos

0.45

0.136

0.41

Personales

0.41

0.28

0.31

Certificados

0.2

0.6

0.2

Aplica algo

0.42

0.33

0.25

Fuente: elaboración propia *en porcentajes.

Como señala un retornado del medio rural, que estuvo nueve años en el extranjero y volvió en 2010, son varias razones las que restringen aplicar lo que saben. Él partió porque no había empleo en su entorno, la manutención familiar era difícil, pero también porque tuvo apoyos para migrar. Su retorno es típico, mucho tiempo lejos de su familia, ya tenía ahorros y había conseguido otros logros, pero agrega una enfermedad, estrés y soledad. Él aprendió tareas de construcción y mecánica automotriz. Al retorno emplea estos conocimientos en asuntos propios, su enfermedad no le permite trabajar, hay otros talleres, el salario que les pagan en construcción lo desmotiva, igual que sus problemas familiares. Él narra:

… estaba casado, en ese tiempo no tenía empleo, manejaba camionetas pero no era algo estable… mi hermano estaba allá y me prestó dinero… trabaje en construcción, luego puse mi taller de autos. Un señor que me daba trabajo de construcción tenía un taller mecánico y empecé de ayudante, luego puse mi taller… aquí yo arreglaba mis autos, allá fui mi propio patrón como cuatro años… algunos clientes eran exigentes, quieren el carro rápido, los cuidan mucho, haces los trabajos con calma… me afectó la soledad, me deprimía, no quería hacer nada, botaba todo, andaba de malas… regresé porque tengo azúcar y quería estar con la familia, pasear… empecé mi vivero, quiero ampliarlo, vender plantas en los pueblos, contratar empleados… tengo un camión de materiales [volteo] y hago viajes de tierra… se descompone mi auto y lo arreglo, la luz yo la arreglo, la mecánica no es rentable hay muchos talleres, tengo herramienta y lo intenté, pero no salió… no puedo trabajar mucho… mi esposa, mis hijas están en Valle [localidad], me pidió el divorcio… vienes y piensas que tienes tu familia, no sabes lo que pasa, tuve que asimilar muchas cosas… allá mejoré mucho, a mi hija más grande la apoyé en todo, en gastos de la maestría… [Andrés, 52 años, Zacazonapan, Cod36]

En otro caso, una retornada del medio rural, que volvió en el año 2011 y trajo pocos conocimientos, señala que migró para seguir al esposo y hacer un patrimonio, pero también porque tuvo apoyo para partir. Señala que aprendió a sobrevivir, valerse por sí misma en la deportación del marido, hacerse cargo de sus hijos. Ella retornó para reunirse con el marido, y porque tenía muchos gastos en el extranjero. Ella no emplea los conocimientos en cocina porque cree que a la gente no le gusta esa comida, pero trabaja de cocinera y ejerce lo que sabe, reconoce que no aprendió mucho y ejerce la limpieza, la actitud, el buen trato, hábitos [no tirar basura, respetar a los demás], tiene más confianza personal. Como ella narra:

…estaba casada, quería trabajar, hacer una vida para los niños… conseguimos dinero con un familiar... se fue mi esposo y después yo con mis hijos, estaban chiquitos… crucé caminando, no podía caminar de lo cansada… Allá aprendes a salir adelante, si no te mueves, si no te pones las pilas no eres nada, me tuve que valer por mí misma cuando encerraron a mi esposo, si no sabes manejar no puedes trabajar, necesitas carro para buscar trabajo, me desenvolví más… lo deportaron [esposo], me sentía sola, pero tenía que sacar a mis hijos adelante, darles educación, comprar comida, vestirlos… si había miedo de manejar, que me encontrara inmigración, dejar a mis hijos solos… estuve en un restaurant, aprendí a atender gente, pasarla a comer, servir agua, limpiar casas… me regresé porque mi esposo y mi hijo estaban acá, y porque allá pagaba los biles yo sola… cuando llegué no trabajé, luego empecé con mi hermana en una cocina, hacer comida para unos peones… aquí no es lo mismo, allá se limpian persianas, azulejo, refrigerador, aquí no se acostumbra. El restaurant era comida internacional, era comida de la india aquí eso no le gusta a las personas… [Angélica, 41 años, Zacazonapan, Cod41]

Un migrante urbano, que no trajo conocimientos sofisticados, comenta que migró dos veces, la primera en 2004, estaba soltero, era obrero y no veía opciones a futuro. Asumió la migración como un reto, quería mejorar en lo material, pero fue más un desafío personal, aunque disponía de apoyos para partir. Estuvo seis años fuera y retornó en el año 2012, sus aprendizajes son elementales, pizca agrícola y construcción. Él retornó para reunirse con su familia, pero ya tenía ahorros y planeaba poner un negocio sólo que la inseguridad lo frenó, ahora le sirve la puntualidad, el trato social, la madurez, no emplea lo demás porque pagan poco y obtuvo un empleo de más estatus/salario. Él narra su transición:

…era ayudante en un taller de serigrafía y obrero, en la fábrica no me gustaba… estaba soltero y me quise ir porque mucha gente venía y te platica… quería salir adelante, tener lo que no tuve aquí, mejorar en el trabajo, una casa, un carro, lo material no me importaba mucho porque yo hago las cosas como un reto… me prestaron dinero… Allá pizcaba frutas, tenía que subir por escaleras, estar concentrado, ponerla bien y no me fuera a caer… estuve tres años, mi cuñado me enseñó a cortar fruta, seleccionar, ponerla en cajas… fui obrero en una fábrica, salían cosas en la banda y tenía que ver los defectos, empacaba listones de moños… en la construcción estuve año y medio, poníamos explosivos para mover la tierra, sacábamos piedra para moler y hacer grava… quería regresar por mi familia… ya llevo un año con los ambulantes en gobierno… me sirve la puntualidad, el trato con la gente, la madurez… la construcción no la trabajo, no pagan bien, la pizca no, aquí no hay campo... Quisiera poner un negocio, pero la inseguridad no deja... [Cesar, 28 años, Toluca, Cod60]

En otro caso, una migrante urbana que aprendió conocimiento de calidad, aunque sólo tenía la primaria terminada, comenta que fue tres veces, la primera en 1992 y retornó en 2011. Ella señala que emigró con su esposo, no tenía un oficio y su economía era frágil, quería darles una mejor vida a sus hijos, ayudar al marido. Allá pasó unos diez años y aprendió panadería, preparar comida rápida. Ella retornó porque su esposo estaba en México, acá había hecho su casa, ahora tienen un negocio y allí se emplea; sus conocimientos de cocinar y limpieza los utiliza en casa, no emplea la panadería. Se arrepiente del retorno porque las condiciones económicas y sociales no le parecen buenas, pero le gustaría poner un negocio de lo que sabe hacer, aunque una fractura le afecta. Como ella narra:

…era obrera, no tenía un oficio, la situación económica era difícil… fui para sacar adelante a mis hijos… decidí dejarlos con mi suegra y me fui con mi esposo, en mi mente estaba regresar por y llevármelos… allá, buena vida, seguridad, gente respetuosa… me dio depresión, antes que fuera mi hija, ya con ella fue distinto… trabajé en la panadería, me enseñaron como hacer pan… limpiaba casas en construcción y en casas de la gente… de ayudante de cocina en comida rápida estuve cinco años, me capacitaron en los procedimientos… me regresé y me arrepiento, pero aquí estaba mi esposo y un hijo, aquí tenemos la casa, y yo allá sola… cuando llegué no trabajé, pero sirve lo del restaurant, la limpieza, guiso mis comidas… me gustaría poner mi negocio de comida, pero se me quebró la cadera… tenemos una paletería, nos falta maquinaria, pero vamos bien… la gente es egoísta y no sabe respetar, el gobierno tiene mucha corrupción y no dan apoyos… [Edelmira, 52 años, Toluca, Cod72]

Otro migrante urbano, que trae consigo conocimiento de buena calidad, comenta que decidió partir al término de la secundaria, en el año 2000 y retornó en 2011. Él proviene de una familia de migrantes, no vivía mal, pero tenía formada la idea del norte. Allá estuvo once años y aprendió la fabricación de muebles, trabajar la electricidad, habla inglés. Fue deportado y puso una paletería, antes fue obrero en una fábrica y no le gustó. Nada aplica de lo que sabe, aunque resuelve problemas en su casa. En su caso, le restringe el poco estudio, la falta de empleos y máquinas similares, la inseguridad para emprender, corrupción y papeleo del Gobierno. El narra:

…la situación económica no estaba mal, acababa de terminar la secundaria, mi papá tenía cinco meses en Estados Unidos… estaba animado de ir, quería saber que se sentía… pensaba regresar de visita, pero vivir allá... allá la vida es cómoda, más seguridad… conocí Oregón, Washington, Utah, Nevada, Arizona Nuevo México, Texas… trabajé en una fábrica de muebles siete años, mi padre me enseñó a cortar la madera, ensamblar, pintarlos, manejar la máquina. Estuve en la electricidad un año, un amigo me enseñó, era su ayudante… puedo escribir y hablar inglés, lo estudié, recibí clases de montacargas y me dieron licencia de operador... me detuvieron por no tener licencia y me deportaron por diez años… trabajé en BOSH, con el curso de Estados Unidos, estuve siete meses hasta que decidí abrir mi negocio de paletería, me va bien… las máquinas que utilizaba en los muebles, aquí no hay, es fácil, metes la medida en la computadora y la máquina la jala y la corta. En el montacargas si puedo trabajar… cuando estaba buscando trabajo me impedía que nomás tengo secundaría y piden la preparatoria… la casa estuvo años abandonada, he estado arreglando… la seguridad, los vecinos vigilamos entre nosotros, hay problemas de drogas, secuestros, la gente le falta capacitación para trabajar… [Gabriel, 28 años, Toluca, Cod106].

Otro migrante rural, que trajo conocimiento de buena calidad, señala que emigró varias veces, la primera fue en 1988 y retornó en 1999. Estaba casado y no tenía casa, era plomero, pero no veía opciones, quería mejorar y que sus hijos estudiaran, y aprovechó el apoyo para migrar. Pasó once años en el extranjero, allá desarrolló la plomería y la electricidad. Decidió retornar porque había cumplido sus metas, para estar con la familia, aunque menciona problemas familiares por la misma migración. Ahora repara aparatos electrónicos, aplica los rasgos personales (respeto, hábitos de limpieza), pero no quiere hacer lo mismo que en el extranjero, él narra su baja escolaridad como una barrera. Como él describe:

…por los sueldos que hay, pensaba que no era justo estar pagando renta todo el tiempo, quería tener una casa, vivir bien, mandar a mis hijos a la escuela, progresar, pero no había forma… un amigo migrante me ayudó con el dinero… allá todo bien, es mejor la vida, el trabajo, tienes que portarte bien… mejoré la forma de vivir, tengo mi casa, tengo cómo solventar la educación de mis hijos, tengo todo lo que no iba a tener en México, me traje un auto, compre terreno, hice mi casa, compre muebles… trabajé en el campo, y me dediqué a la plomería y electricidad, el inglés me servía en el trabajo… llega el momento que logras lo que querías, quieres estar en tu casa, estar con la familia… unas veces trabajé la plomería, pero esta vez tenemos problemas de familia y desde que vine arreglo aparatos electrónicos, no quiero la plomería… con la migración triunfas en lo material y pierdes muchas cosas en la familia… no hay oportunidades, nosotros no tenemos preparación, los programas de ayuda se lo dan a los amigos… [Rubén, 55 años, Valle de Bravo, Cod283].



Comentario final y discusión

Este estudio de corte cualitativo, centrado en los testimonios de algunos migrantes retornados hacia localidades rurales y urbanas del Estado de México, se propuso indagar las barreras que afrontan a su retorno, especialmente para ejercer productivamente los conocimientos laborales, habilidades personales, ahorros y otros activos que traen consigo. De este modo, se tomaron en cuenta los testimonios de 74 actores que retornaron hacia ambos entornos.

Lo primero que despunta es que los entrevistados, igual que otros retornados del país, marcharon al extranjero por necesidad económica y sustento familiar, aunque no en un nivel de subsistencia. De hecho, algunos migrantes también buscaban ahorrar, poner un negocio, estudiar una carrera, graduar a sus hijos, formar un patrimonio, hacerse de animales, tierras; otros sólo querían conocer, visitar su familia, pasear. Estos rasgos reflejan la tendencia migratoria actual en la entidad y el país. Ahora los migrantes son más diversos, incluyen mayor preparación, con experiencia laboral urbana y no-agrícola, prevalece la necesidad económica pero combinada con otras percepciones (Durand, Douglas y Zenteno, 2001); en el pasado, la partida se asociaba más a la necesidad económica de subsistencia (Stuart y Kearney, 1981; Gledhill, 1993; Cohen, et al, 2003; García, 2009). De cualquier forma, la mayoría se enfocó en proveer a sus hogares con recursos, satisfacer las necesidades básicas en primera instancia, mejorar el bienestar familiar, hacer una casa, dar estudios a los hijos, comprar cosas materiales, adicionalmente lograron abrir pequeños negocios de diferentes tipos, pero en montos de inversión pequeños, algunos por gusto y vocación y otros como previsión a la falta de empleo local.

Y si bien casi la mitad de ellos —principalmente quienes partieron de localidades rurales—, señalan que tuvieron problemas de desempleo y que sus conexiones sociales eran frágiles en el extranjero, vale recalcar que tanto para quienes tuvieron dificultades, como para quienes fue sencillo vivir y tener empleo, las imágenes de necesidad en sus hogares, sus compromisos contraídos, sus propias capacidades e intenciones de mejorar, la presión de otros migrantes, la necesidad de pagar sus cuentas, les llevaron a buscar la forma de resistir, aprender y asentarse en el nuevo entorno. Sólo así es como pudieron trabajar, apoyar a sus familias, concretar algunas metas. Como citan Zukerfeld y Zonis (2004), las propias condiciones de inseguridad, fragilidad, miedo y otras adversidades que se presentan, y que se van superando, son las vías para ejercer la capacidad de sobreponerse, de ser más. Siguiendo a Galicia (2019), los entrevistados aprendieron, no en un momento y lugar definido, más bien, en distintos escenarios y situaciones, algo que les permitió lidiar de mejor forma con las presiones del nuevo entorno.

Algunos aprendieron conocimientos técnicos, manejar una máquina, herramienta, un proceso de producción u organización, normas de cuidado o producción; otros entrevistados valoran más las actitudes personales, la maduración, los hábitos y reglas laborales o sociales como ser puntual o no tirar basura; todo aprendieron algo, con más y menos calificación laboral, utilidad práctica y retribución económica. Por decir, uno de cada tres tuvo ascensos laborales, eso indica que dominaba diversos aprendizajes laborales, normas, actitudes personales y de trabajo, idioma. Además, dos de cada tres que tuvieron-ascenso no llevaban experiencia laboral cuando partieron; la mayoría marchó a lo mucho a los 22 años de edad, pero con más escolaridad. Es decir, sus conocimientos y habilidades los aprendieron en la práctica y fueron válidos por ésta. Esto es visible entre retornados rurales y urbanos; lo que corrobora que la mayor preparación y recursos de los entrevistados (edad, formación), aunque formalmente no son reconocidos en el extranjero, son útiles en la práctica y les permitieron aprender más, lo cual es acorde con algunos planteamientos en el área de aprendizajes laborales (Cohen y Levinthal, 1990; Polanyi, 1967).

Asimismo, igual que presentan otros estudios (Aguilar, 2010; Estrada, Herrera y Chávez, 2018; Tapia, Pico y Cruz, 2018), los entrevistados comentan que la principal razón para retornar fue reunirse con su familia. Un rasgo coincidente de la migración de retorno en todo el país (bbv, 2021). Otras razones incluyen: no les gustó allá, soledad, diversos problemas personales y legales, muerte y enfermedad de padres, hermano, esposa en México, había poco trabajo, no ganaban bien, deportación, habían cumplido sus objetivos, atender una enfermedad propia en México. Prevalece la reunificación familiar, pero intervienen las intenciones de caminar por su localidad, ver a sus conocidos, exhibir algunos logros, el hastío de estar lejos de casa, la monotonía de aquella vida, entre otras razones que se entremezclan en cada migrante.

Una vez en casa, similar a lo que presentan otros estudios en otras localidades (Aguilar, 2010; Estrada, Herrera y Chávez, 2018; Tapia, Pico y Cruz, 2018; Santiago, 2007; Jiménez, 2014; Fernández y del Carpio, 2003), los entrevistados: atienden un negocio propio, desempeñan un oficio independiente y en menor medida se ocupan como asalariados. En este caso, la mayoría de los retornados regresó a su lugar de origen, y cada uno ha tenido una reinserción diferente; por circunstancias en las que se dio el retorno, el tiempo de ausencia, las habilidades, conocimientos y recursos con los que llegan, y por la misma dimensión territorial, que puede o no tener oportunidades o limitaciones que potencian o restringen el ejercicio de todos estos elementos que tienen imbuidos los retornados.

Vale resaltar que al menos la mitad señalan que casi nada del conocimiento laboral y habilidades que trajeron del extranjero emplean productivamente; aunque los utilizan en actividades propias como cocinar, arreglar sus casas, autos y otros, cuidan el medio ambiente y no tiran basura, manejar bien, respetar al peatón, lavar trastes. Esto incluye retornados con y sin-ascenso laboral, sean rurales o urbanos. Esto implica que el desuso de conocimientos y habilidades incluye aquel que es con más y menos calificación laboral, aunque no cae ocioso en la misma proporción, ni por las mismas causas.

En este caso, conocimientos en labores de limpieza, labores de campo, jardinería y criar animales los poseen migrantes sin-ascenso, la mayoría son del medio rural, cualquier sujeto puede realizarlos y tienen un bajo salario o no se demandan. Una parte de los oficios los poseen retornados sin-ascenso, dominan esos oficios, pero no logran darles uso, no encuentran dónde o reciben un bajo salario. En partes iguales, el conocimiento en construcción que no se emplea; lo poseen retornados con y sin-ascenso; este es de cierta calificación (colocar pisos, hacer casas de madera, tabla-roca, diseño de casas). El conocimiento en cocina que no se emplea lo traen los retornados con-ascenso (comida internacional, dirigir restaurant). En máquinas, lo desusan por igual retornados con y sin-ascenso, es de cierta calificación (manejar camiones pesados, maquinaria de fábrica, montacargas, imprenta, torno).

El desuso de los conocimientos (calificados y básicos) es real en la mitad de entrevistados. En este caso, igual que reportan otros estudios (Salas, 2016; Gil, 2012; Masferrer, 2018; Santiago, 2007), si los migrantes quieren o no emplear sus conocimientos y vivir de ellos, otras condiciones propias y ajenas —dentro y fuera de su control, positivas y negativas —afectan su utilización, y la reinserción como tal.

Como se señala, casi la mitad de actores saben hacer algo productivo, dominan otro idioma, tienen ahorros para emprender un pequeño negocio, pero el entorno les restringe y desanima por diversos medios; no hay donde ejercer el conocimiento, no hay trabajo de eso, les paga mal, la gente no usa esos conocimientos, no valoran ese trabajo, las costumbres son diferentes, la delincuencia los extorsiona. Por otro lado, la desmotivación personal genera que algunos no quieran desempeñar lo mismo que en el extranjero, sea porque se dedican a algo diferente, de mayor valor/estatus, su formación les permite obtener mejores empleos o negocios, porque les pagan poco, los explotan mucho, no tienen herramientas adecuadas o similares, les desmotivan las dificultades para iniciar un negocio, la falta de recursos y otros apoyos, asesoría, infraestructura, los trámites. Vale resaltar, que las barreras del entorno afectan más a los retornados sin-ascenso, lo que indica que muchos oficios que dominan no se ejercen y no contribuyen en su reinserción, no les permiten vivir mejor y de un recurso que ya poseen; también afectan a uno de cada cuatro que con-ascenso; éstos tampoco emplean sus conocimientos (calificados) y es frustrante. En ambos casos, es conocimiento que en otro entorno les daba una buena vida y que en México no logran darle uso. Por otro lado, la falta de apoyos para emprender y la desmotivación personal afectan más a los con-ascenso; la falta de certificados aqueja más a los sin-ascenso, que no tienen como probar formalmente lo que saben hacer.



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