Capítulo 14. Reconocimiento de síntomas depresivos, estrés y ansiedad en adolescentes del noreste de México


Pedro Enrique Trujillo Hernández


Yolanda Flores Peña


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Capítulo 14. Reconocimiento de síntomas depresivos, estrés y ansiedad en adolescentes del noreste de México

Pedro Enrique Trujillo Hernández1
Yolanda Flores Peña2

Resumen

Introducción: Los síntomas depresivos, estrés y ansiedad son trastornos mentales que se presentan en población adolescente con mayor frecuencia en la actualidad. Su identificación, prevención y tratamiento son imperantes para evitar complicaciones que pongan en riesgo la calidad de vida y su óptimo desarrollo. Objetivo: Identificar y describir los síntomas depresivos, estrés y ansiedad en adolescentes del noreste de México, así como su relación con factores sociodemográficos. Material y métodos: Estudio descriptivo, correlacional y transversal. Se seleccionó una institución educativa pública de forma aleatoria ubicada en el Estado de Coahuila, México, a partir del listado de instituciones educativas proporcionado por la Secretaría de Educación Pública del Estado. Participaron 631 adolescentes que cursaban entre el 7º y 9º grado de educación básica. Resultados: La edad promedio fue 13.74 años; 45.3% pertenecen al sexo femenino. El 32% presentó síntomas depresivos, 51.2% alto nivel de estrés y 10.8% ansiedad grave. Se encontraron correlaciones positivas y significativamente altas en cada una de las variables. Conclusiones: Los síntomas depresivos, estrés y ansiedad se relacionaron con la edad, el sexo y la composición familiar. El sexo femenino tuvo los porcentajes más elevados con relación a las variables psicológicas de estudio.

Palabras clave: síntomas depresivos, estrés, ansiedad, salud mental, adolescencia.

Introducción

La salud mental se define como un estado de bienestar en el que la persona realiza actividades de la vida diaria, es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad (oms, 2018). Asimismo, la salud mental se ha relacionado con el bienestar físico, biológico, psicológico y social de las personas, considerado a su vez como factor importante para el funcionamiento efectivo de la persona. Durante la adolescencia se experimentan múltiples cambios físicos y de consolidación de la personalidad, es decir, es como una etapa expuesta a múltiples factores de riesgo y posibles comportamientos poco saludables (Papalia et al., 2012).

En adolescentes, la salud mental es una meta que los grupos de investigación deben tener y atender de manera oportuna, debido a que existen factores de riesgo asociados a la personalidad, factores psicológicos específicos y causas de carácter biológico, por ejemplo, factores genéticos o desequilibrios bioquímicos cerebrales que provocan que sean más vulnerables a sufrir trastornos mentales (oms, 2018). Es decir, cuando se pierde este equilibro puede ocasionar alteraciones y dar origen a múltiples problemas psicológicos que afectan la salud mental de los adolescentes. Entre los más comunes están los trastornos depresivos, estrés y ansiedad, los cuales según la evidencia afectan en su mayoría a personas adultas en especial a mujeres. Sin embargo, se ha documentado que cada vez se presentan en mayor medida a población joven, por lo que se requieren cuidados orientados a la prevención, detección y tratamiento de estos problemas psicológicos y sus efectos secundarios.

Los trastornos depresivos son una desregulación disruptiva del estado de ánimo, que tienen como rasgo común la presencia de ánimo triste, vacío o irritabilidad, usualmente acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan la capacidad funcional del individuo (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales [dsm-v], 2013). La depresión es una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas y puede convertirse en un problema grave de salud, principalmente cuando es de larga duración y con intensidad de moderada a grave, asimismo, puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades de la vida diaria (oms, 2017). Su impacto es tal que puede llegar a incapacitar a la persona que la padece y en casos graves puede llevar al suicidio (oms, 2017; World Federation for Mental Health [wfmh], 2012).

Existen diferentes teorías respecto a la etiología de los síntomas depresivos. Se ha identificado que son influenciados por factores sociales, ambientales, psicológicos, genéticos, del comportamiento, hormonales, inmunológicos, bioquímicos y neurodegenerativos (Belmaker y Agam, 2008; Maes et al., 2012). Mientras muchos de estos factores son inmutables, otros pueden modificarse y proveer la base para prácticas e intervenciones en el manejo de los síntomas depresivos (Duman, 2005; Jacka et al., 2012).

Por otra parte, el estrés se define como las reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción (Instituto Nacional de Salud Pública [insp], 2020). El estrés puede considerarse como una señal de alarma o una respuesta necesaria para la supervivencia, que puede ser coherente con las demandas del entorno, o bien, insuficientes o exageradas. Cuando esta respuesta se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el desarrollo óptimo y funcionamiento del organismo. Algunas de las consecuencias son el consumo excesivo de calorías, problemas de memoria, alteración del estado de ánimo y falta de concentración.

La evidencia muestra que el estrés elevado es un factor que influye en el riesgo de contraer una enfermedad o aumenta el riesgo de que se agrave en el caso de ya tener alguna (Miller et al., 2011; Serlachius et al., 2007; Wardle et al., 2011). El estrés es un proceso adaptativo y de emergencia, imprescindible para la supervivencia de la persona. Tener estrés es estar sometido a una gran presión, sentirse frustrado, aburrido, encontrarse en situaciones en las que no es fácil el control de las mismas (Sierra et al., 2003). El estrés en la adolescencia no sólo influye en la dificultad del afrontamiento a situaciones estresantes o en la generación de problemas emocionales, sino que es la principal causa de los problemas en los hábitos alimentarios, estado nutricional y estilo de vida de los adolescentes (Carranza Masías, 2012).

Asimismo, la ansiedad se define como una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos o situaciones que son percibidas por el individuo como amenazantes o peligrosas, que se acompañan de un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión (Iruarrizaga et al., 1999). La ansiedad se considera un factor de riesgo inespecífico para desarrollar problemas psiquiátricos, incluidos, los trastornos de alimentación. Algunos de los síntomas de ansiedad en jóvenes están relacionados con una disminución de la actividad física y el aumento de la ingesta de alimentos (Alarcón et al., 2019).

Por consiguiente, Enfermería tiene un papel importante como promotor y gestor del cuidado de las personas para preservar sus vidas; su labor no se limita a atender las afecciones biológicas sino a satisfacer a la vez las necesidades psicosociales. De igual manera, Enfermería es responsable de brindar cuidados eficientes, efectivos y de calidad acorde a las dinámicas contemporáneas, a través del cuidado de las relaciones interpersonales, en donde se desempeñan diferentes roles como el de enseñanza y asesoramiento (Lluch Canut, 2018; Peplau, 1990). Es relevante que el profesional de enfermería contribuya a mejorar la salud mental en los adolescentes, mediante la producción de investigaciones que permitan explorar y conocer las principales enfermedades psicológicas presentes en los adolescentes y los factores asociados a dichas afecciones; posteriormente, cabe desarrollar programas de intervenciones cognitivo-conductuales con la finalidad de prevenir, controlar o disminuir estas condiciones que afectan el equilibrio y bienestar de los adolescentes.

Debido a lo anterior, el objetivo de este estudio fue identificar y describir los síntomas depresivos, estrés y ansiedad en adolescentes del noreste de México, así como su relación con factores sociodemográficos.

Material y métodos

Estudio descriptivo, correlacional y transversal (Gray et al., 2017). Participaron 631 adolescentes que cursaban entre el 7º y 9º grado de educación básica en una institución pública ubicada en el Estado de Coahuila, México, que se seleccionó de forma aleatoria a partir del listado de instituciones educativas proporcionado por la Secretaría de Educación Pública del Estado. Se solicitó consentimiento firmado de los padres, así como el asentimiento por parte de los adolescentes para poder participar en el estudio.

Se incluyeron adolescentes inscritos en la institución educativa seleccionada, ambos sexos, con el consentimiento informado firmado por los padres o tutores y que proporcionaran su asentimiento informado firmado.

Se excluyeron aquellos adolescentes que refirieron en la hoja de datos sociodemográficos tener diagnóstico de enfermedades, tales como: diabetes, cáncer, cardiopatía, entre otras, así como estar bajo tratamiento para el control del estrés, ansiedad o depresión.

Instrumentos de evaluación

Se utilizó una cédula de datos personales (cdp) para la información sociodemográfica de los participantes, incluía preguntas como: edad, sexo, grado escolar, composición familiar y datos respecto a si padece alguna enfermedad y si toma algún medicamento.

Para evaluar los síntomas depresivos, se utilizó la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (cesd-r) desarrollada para utilizarse en estudios epidemiológicos y medir sintomatología depresiva en población general. El cesd-r consta de 20 reactivos con valor de 0 a 4 puntos, de acuerdo con la frecuencia de ocurrencia de cada síntoma durante las dos últimas semanas anteriores; la puntuación se ubica entre 0 a 80; la escala de respuesta es 0 = raramente o nunca (menos de un día); 1 = 1-2 días; 2 = 3-4 días; 3 = 5-7 días y 4 = casi diario (10 a 14 días). Para la interpretación se suman las puntuaciones obtenidas en cada ítem, puntuaciones altas indican mayor gravedad de la sintomatología depresiva.

Las propiedades psicométricas del cesd-r, según Radolff (1977), son las siguientes: (a) un alfa de Cronbach de 0.85 para población general, y 0.90, para pacientes psiquiátricos; (b) confiabilidad test-retest es de 0.54 para población general y 0.53 en pacientes psiquiátricos; (c) porcentaje de no respuesta es bajo, por lo que su aceptabilidad es alta. En adolescentes mexicanos ha mostrado una alfa de Cronbach de 0.74 a 0.84 y ha llegado a explicar el 50.6% de la varianza explicada.

Para evaluar el estrés se usó la Escala de Estrés Percibido de Cohen et al. (1983), identifica el grado en que las situaciones de vida son percibidas como estresantes; adaptada en español para población mexicana por González y Landero (2007). Es un instrumento de autoinforme que evalúa el nivel de estrés percibido durante el último mes, consta de 14 ítems, utiliza un formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos (0 = nunca, 1 = casi nunca, 2 = de vez en cuando, 3 = a menudo y 4 = muy a menudo). La puntuación se obtiene invirtiendo los ítems 4, 5, 6, 7, 9, 10 y 13 y sumando los 14 ítems, mayor puntuación corresponde a mayor nivel de estrés percibido. El pss-14 tiene una adecuada consistencia interna de 0.80.

La ansiedad se evaluó con el Inventario de Ansiedad de Beck de Beck y Steer (1988), escala de autoinforme de los síntomas de ansiedad menos compartidos con los de la depresión; en particular, los relativos a los trastornos de angustia o pánico y ansiedad generalizada de acuerdo con los criterios sintomáticos que se describen en el dsm-iii-r para su diagnóstico. Consta de 21 ítems, escala tipo Likert de cero al tres, 0 = en absoluto, 1 = levemente, no me molesta mucho, 2 = moderadamente, fue muy desagradable, pero podía soportarlo; y la puntuación 3 = severamente, casi no podía soportarlo, con un rango de puntuación entre 0 y 63. Una puntuación de 0-7 corresponde a ansiedad mínima; 8-15, ansiedad leve; 16-25, ansiedad moderada; 26-63, ansiedad grave. Posee una alta consistencia interna de 0.84 y un alto coeficiente de confiabilidad test-retest (r = 0.75), validez divergente moderada (correlaciones menores a 0.60), y validez convergente adecuada (correlaciones mayores a 0.50).

Se contó con la aprobación del Comité de Investigación y Ética de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Nuevo León (Núm. de Registro: faen-d-1572), que avala que el presente estudio fue sometido a evaluación y cumple con aspectos éticos y metodológicos para la investigación en seres humanos. Por último, se siguieron las recomendaciones éticas contenidas en la Declaración de Helsinki (World Medical Association, 2013).

Análisis de los datos

Las variables sociodemográficas fueron analizadas mediante estadística descriptiva. A través de la prueba de Kolmogorov-Smirnov y corrección de Lilliefors, se determinó la normalidad de las variables del estudio, y se decidió el usó de estadística no paramétrica. Para la confiabilidad de los instrumentos se utilizó el alfa de Cronbach. Para describir la relación que existe entre los síntomas depresivos, estrés, ansiedad y las variables sociodemográficas se utilizaron correlaciones de Spearman y de Chi cuadrada a un nivel de significancia de p < 0.05. Los datos se capturaron y analizaron mediante el paquete estadístico SPSS para Mac 25.0 (spss, Inc., Chicago, il).

Resultados

La edad promedio de los participantes fue 13.74 años (DE = 0.90), 45.3% pertenecen al sexo femenino y 54.7% masculino. La mayoría cursaba el noveno grado de educación básica (57.1%). El 77.1% viven con ambos padres de familia; 18.5%, sólo con la madre; 1.9%, sólo con el padre, y 2.5% refieren vivir con otros familiares. Con relación a las patologías presentes en los participantes sólo 0.2% reportó tener diabetes mellitus tipo 1, hipertensión y el 1.4% mencionó sufrir de enfermedades cardiacas. Por último, el 5.1% refirió tomar algún medicamento, en los que se incluyen fármacos para el control de enfermedades, vitaminas o minerales.

En la tabla 1 se observa la consistencia interna mediante el coeficiente de alfa de Cronbach de los instrumentos utilizados en la presente investigación, donde se observan valores aceptables de confiabilidad.

Tabla 1. Consistencia interna de los cuestionarios

Cuestionario No. de reactivos α
Escala de depresión del centro de estudios epidemiológicos (cesd-r) 20 .90
Escala de estrés percibido (eep) 14 .73
Inventario de ansiedad de Beck (bai) 21 .88

Nota: α = alfa de Cronbach.

Con relación a la prevalencia de los síntomas depresivos, estrés, ansiedad, 32% (n = 202) presentó síntomas depresivos (M = 25.3; DE = 7.9); 51.2% (n = 323), alto nivel de estrés (M = 23.7; DE = 7.2); 36.8% (n = 232), ansiedad leve, y 10.8% (n = 68) presentó ansiedad grave (M = 12.6; DE = 9.4). Cabe mencionar que las participantes del sexo femenino tuvieron mayor prevalencia de estas tres variables (ver tabla 2).

Tabla 2. Prevalencia de los síntomas depresivos, estrés, ansiedad por sexo

Variable f Masculino Femenino Total
% f % f %
Síntomas depresivos Con síntomas depresivos 85 13.4 117 18.6 202 32
Sin síntomas depresivos 260 41.2 169 26.8 429 68
Estrés Bajo nivel 195 30.9 113 17.9 308 48.8
Alto nivel 150 23.8 173 27.4 323 51.2
Ansiedad Mínima 150 23.8 66 10.4 216 34.2
Leve 116 18.4 116 18.4 232 36.8
Moderada 61 9.7 54 8.5 115 18.2
Grave 18 2.9 50 7.9 68 10.8

Nota: f = frecuencia, % = porcentaje, n = 631.

Se evaluó mediante correlaciones de Spearman los síntomas depresivos, estrés, ansiedad y la edad de los participantes, donde se encontraron correlaciones positivas y significativamente altas en cada una de las variables (ver tabla 3). Es decir, a mayor edad mayor riesgo de sufrir de síntomas depresivos, estrés y ansiedad.

Tabla 3. Correlación de Rho de Spearman entre los síntomas depresivos, estrés, ansiedad y edad de los participantes

Variable Síntomas depresivos Estrés Ansiedad Edad
Síntomas depresivos Correlación
Sig. 1
Estrés Correlación .485** 1
Sig. 0.001
Ansiedad Correlación .601** .534** 1
Sig. 0.001 0.001
Edad en años Correlación .113** .120** .088* 1
Sig. 0.005 0.003 0.028

Nota: n = 631, **p < .01, *p < .05.

En la tabla 4, se presentan las correlaciones de Chi cuadrada de las variables de estudio (síntomas depresivos, nivel estrés y ansiedad), sexo, grado escolar y composición familiar de los participantes. Se observan correlaciones positivas significativamente altas, excepto entre el nivel de ansiedad y composición familiar.

Tabla 4. Correlaciones de Chi cuadrada de presencia o no de síntomas depresivos, nivel estrés, nivel de ansiedad, sexo, grado escolar y composición familiar de los participantes

Con/sin síntomas depresivos Nivel de estrés Nivel de ansiedad
Sexo 001** .001** .001**
Grado escolar 004** .002** .043*
Composición familiar .033** .001** .054

Nota: n = 631, **p < .01, *p < .05.

Discusión

El objetivo de este estudio fue identificar y describir los síntomas depresivos, estrés y ansiedad en adolescentes del noreste de México, así como su relación con factores sociodemográficos. Los resultados de las prevalencias de los síntomas depresivos en esta investigación fueron altas y muestran porcentajes similares a los detectados a nivel nacional por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi, 2017), donde el 32.5% padece síntomas depresivos. Respecto al nivel de estrés y ansiedad, los niveles de estos problemas psicológicos son parecidos a otras investigaciones con poblaciones similares, destacando los autores que estas patologías pueden aumentar el riesgo de sufrir otras enfermedades (Pompa y Meza, 2017; Reyes Cruz, 2021; Tijerina-González et al., 2017).

Asimismo, los resultados de estas variables (síntomas depresivos, estrés y ansiedad) muestran datos similares a los reportados por Lei et al. (2020) que encontraron niveles altos de síntomas depresivos (50.7%), ansiedad (44.7%) y estrés (73.4%), así como en los documentados de Elbay et al. (2020) donde, 64.7% tenía síntomas depresivos, 51.6% tenía síntomas de ansiedad y 41.2% tenía síntomas relacionados con el estrés. Y los de Wang (et al. 2020) que observaron, en más de la mitad de los encuestados, un nivel de estrés de moderado a severo, y cerca de un tercio reportó ansiedad de moderada a severa.

Este estudio identificó que altos niveles de síntomas depresivos y ansiedad se presentaron con mayor frecuencia en las mujeres, datos similares a los reportado por Hoyos et al. (2012) y Quiceno y Vinaccia (2014), con relación a los síntomas depresivos y a los de Carballo et al. (2012) y Ospina Ospina et al. (2011) con respecto a la ansiedad. Lo anterior puede tener una explicación por los cambios hormonales en las adolescentes característicos de la edad, sin embargo, es importante mencionar que el género es un factor determinante, así como los roles socioculturales y las obligaciones que deben cumplir las adolescentes en el ámbito escolar y familiar durante esta etapa de la vida, lo que puede provocar miedo y angustia, siendo una posible causa de los altos porcentajes de síntomas depresivos, estrés y ansiedad en las adolescentes del estudio.

Se encontraron correlaciones significativas y positivas entre los síntomas depresivos, estrés y ansiedad, lo que podría indicar la presencia o comorbilidad de más de un trastorno, lo cual coincide con los resultados de investigaciones previas (Bermúdez, 2018; Fernández-Castillo y Gutiérrez, 2009; García et al., 2013). También se encontró relación entre síntomas depresivos y el nivel de estrés con la composición familiar de los adolescentes, datos similares a lo reportado por Soriano et al. (2003), debido a que la familia interviene en el desarrollo emocional y brinda el soporte para el desarrollo social de sus miembros, estimulándolos y promoviendo el estado de salud y bienestar de cada uno de ellos. Identificar y disminuir la incidencia de estos trastornos mentales en México y en el mundo es imperante, pues cada vez son más las adolescentes que sufren estas enfermedades y de las consecuencias o efectos secundarios (biológicos, psicológicos, sociales, entre otros), lo cual afecta su calidad de vida y poner en riesgo su óptimo desarrollo y salud.

Una de las limitaciones de la presente investigación es que los datos sólo pueden generalizarse en poblaciones con características similares a los participantes en este estudio. Se recomienda realizar investigaciones en otros grupos diferentes al que se abordó en la presente, tales como: niños y adolescentes que residan en otras regiones del país o en comunidades rurales. No obstante, los hallazgos pueden ser útiles para la comunidad científica y sanitaria, para establecer planes de acción que sirvan como sustento en futuras investigaciones que permitan ampliar el conocimiento existente, y así desarrollar programas para promover la salud mental, en donde los factores contextuales y personales deben ser considerados y relacionados.

Conclusión

Los síntomas depresivos, estrés y ansiedad se relacionaron con la edad, el sexo y la composición familiar de los participantes del estudio. Asimismo, estas variables psicológicas presentaron altas prevalencias, en las que el sexo femenino presentó los porcentajes más elevados. Se sugiere continuar estudiando estas variables y detectar otros factores relacionados con el desarrollo de estos problemas psicológicos en niños y adolescentes, que hagan posible el diseño de intervenciones efectivas para prevenir y reducir este problema y de las comorbilidades asociadas.

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