Capítulo 7. Seguridad alimentaria y nutricional de comunidades indígenas en tiempos de pandemia por COVID-19. Revisión teórica


Guadalupe Adriana Miranda Cota


Félix Gerardo Buichia Sombra


Dimensions


Capítulo 7. Seguridad alimentaria y nutricional de comunidades indígenas en tiempos de pandemia por COVID-19. Revisión teórica

Guadalupe Adriana Miranda Cota1
Félix Gerardo Buichia Sombra2

Resumen

La seguridad alimentaria y la nutrición están estrechamente interrelacionadas. Por una parte, la seguridad alimentaria se refiere a la disponibilidad física, social y económica a los alimentos de calidad, cantidad e inocuidad que son suficientes para llevar una vida sana y activa. Cuando esta se ve comprometida —es decir, que existe inseguridad alimentaria—, puede dar lugar a diferentes manifestaciones de malnutrición, debido al tipo de alimentación que consumen las personas, en las cuales la calidad de sus dietas es inadecuada, lo que puede afectar y conducir a desnutrición, sobrepeso u obesidad. La vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria está determinada por aquellos factores que colocan a las personas en riesgo a ello. En este sentido, algunos grupos poblaciones como las comunidades indígenas sufren carencia alimentaria de calidad y sus prácticas llegan a expresarse en hambre, malnutrición y con ello, en enfermedades crónicas como diabetes y obesidad, que son los problemas actuales de salud pública recrudecidos en poblaciones con dificultades para acceder a los servicios de atención a la salud. Además, la notable desigualdad en cuanto a la distribución del ingreso provoca un crecimiento en la vulnerabilidad de estas personas con menor poder adquisitivo para padecer de inseguridad alimentaria, por lo que una buena parte del deterioro de vida y el crecimiento de la pobreza alimentaria está relacionada con los factores sociales, culturales y económicos. Aunado a esto, durante la pandemia por el virus SARS-CoV-2, que ocasiona la enfermedad COVID-19, la alimentación en los hogares mexicanos se ha visto vulnerada. Por ello, el objetivo del presente trabajo fue exponer lo que muestra la literatura sobre la seguridad alimentaria y el estado nutricional de las comunidades indígenas, a través de una revisión bibliográfica.

Introducción

La alimentación es una de las necesidades y de los derechos más apremiantes de las personas, ya que todas merecen tener acceso —de manera regular, permanente y libre— a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a que pertenece, pero, sobre todo, que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [fao], 2021). En este sentido, se determinó que la seguridad alimentaria (sa) se consigue cuando las personas, en todo momento, tienen acceso físico, social y económico a suficientes alimentos, seguros y nutritivos, capaces de satisfacer los requerimientos energéticos diarios para llevar una vida activa y sana (fao, 2020).

La sa y la nutrición están estrechamente interrelacionadas, ya que, en caso de existir inseguridad alimentaria, esta puede dar lugar a diferentes manifestaciones de malnutrición, debido al tipo de alimentación que consumen las personas (es decir, la calidad de sus dietas), lo que puede afectar y conducir a desnutrición, sobrepeso u obesidad (Cortázar et al., 2020). En este sentido, algunos grupos vulnerados —como las comunidades indígenas— sufren carencia alimentaria de calidad y sus prácticas alimentarias llegan a expresarse en hambre, malnutrición y enfermedades crónicas como diabetes y obesidad, problemas actuales de salud pública recrudecidos en poblaciones con dificultades para acceder a los servicios de atención a la salud.

La creciente pobreza en las comunidades indígenas, la violación de sus derechos, los problemas sociales, económicos y ambientales en general son algunas de las condiciones que vuelven vulnerables a las poblaciones indígenas y que las han ido afectando por el agravamiento de la inseguridad alimentaria. De tal forma, que el conjunto de prácticas y conocimientos ancestrales de las comunidades indígenas se ha ido estableciendo como una respuesta alternativa a los patrones de consumo de alimentos, la cual genera una opción de alimentación, sin embargo, estos se encuentran constantemente amenazados por la expansión de prácticas, así como por la creciente industrialización de la agricultura (Lastra Bravo, 2020).

Por otro lado, la pandemia sanitaria mundial motivada por la irrupción y expansión casi generalizada del coronavirus SARS-CoV-2, que provoca una enfermedad denominada oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (oms) como COVID-19, ha ocasionado un número muy elevado de personas contagiadas y más de 320 000 muertes, según las estadísticas oficiales en el mundo (oms, 2020). Además, alrededor de 18 625 000 hogares sufrieron restricciones de movilidad y cambios bruscos en sus hábitos de vida, situación que en relación a la salud ha desarrollado diferentes problemas emocionales, problemas de convivencia, de los hábitos alimentarios y el aumento del sedentarismo (Frühbeck et al., 2020; Pérez Rodrigo, 2020). Esto, llevó a cambiar la distribución, disponibilidad y acceso a los alimentos y, posiblemente, la forma de producción, lo que ha tenido profundas consecuencias para la SA y la nutrición, amenazando el acceso de las personas a los alimentos a través de múltiples dinámicas (Comité de Seguridad Alimentaria Mundial [csa], 2020).

Por lo anterior, la finalidad del presente trabajo es contribuir al análisis de la sa y al estado nutricional de los pueblos indígenas de México, además de exponer la situación de vulnerabilidad que pone en riesgo la sa de las personas ante la pandemia por COVID-19, por medio de una revisión teórica.

Material y métodos

Para llevar a cabo la búsqueda y organización de la información, tanto en español como en inglés se utilizaron algunos descriptores tales como: SA (food security), infecciones por coronavirus (coronavirus infections), vulnerabilidad social (social vulnerability) y salud de poblaciones indígenas (health of indigenous peoples), a través de diferentes combinaciones apoyadas en los operadores boleanos AND y OR, esto en bases de datos como Google Académico, Biblioteca Virtual de la Salud, Pubmed, ebsco y Scielo. La búsqueda se centró en artículos o trabajos publicados durante el periodo de 2016-2021. Se identificaron publicaciones que contenían los descriptores en el resumen y, al hacer la lectura del mismo, se cotejó con el título.

La literatura que se incluyó fue aquella que consideraba algunos elementos relacionados al desarrollo de marcos conceptuales o referentes teóricos de la sa y seguridad nutricional, así como análisis de ésta en poblaciones vulnerables como lo son las comunidades indígenas, alimentación y derechos humanos, además de tomar en cuenta aquellos artículos que exponían el problema del confinamiento y su impacto en la nutrición de los mexicanos, quedando excluidos todo aquel que careciera de estos elementos. De igual forma, se seleccionaron los principales organismos, tanto de salud como gubernamentales, que se interesaron en analizar problemáticas en torno a la sa; se indagaron también sus páginas electrónicas para llevar a cabo una exploración de los documentos que en ellas se encuentran disponibles.

El análisis de los artículos y documentos completos se efectuó por dos revisores. Uno de ellos con experiencia en el tema de la sa, y el segundo revisor en la temática de poblaciones indígenas, y ambos en el área de la salud. En caso de haber diferencia o discrepancia, se llevaba a cabo una segunda búsqueda con el objetivo de tener mayor claridad para la identificación del mejor documento. Se logró realizar una clasificación preliminar de los artículos con datos sobre la sa y nutricional con abordaje, principalmente, en poblaciones vulnerables como las indígenas. Por último, se llevó a cabo una revisión interna de los artículos para organizar la información y lograr diseñar un índice temático tal y como se muestra en el siguiente apartado.

Resultados

Marco conceptual de la seguridad alimentaria (sa)

La concepción de la sa ha ido evolucionado a través del tiempo como consecuencia de los diversos acontecimientos económicos que se han producido en el mundo, concepto que ha estado sujeto a varios cambios a través de la historia desde su aparición. Se acuñó después de la segunda guerra mundial, en un intento por dar significado a los esfuerzos por brindar alimento a la población mundial (Rodríguez Quirós, 2021). En 1974 se realiza la Conferencia Mundial sobre la Alimentación, que orientó recomendaciones relacionadas, con lo que se llamó sa, y la definió como la disponibilidad, en todo momento, de provisiones mundiales adecuadas de alimentos para sostener una expansión continua del consumo y contrarrestar las fluctuaciones en la producción y los precios, una clara definición de abordaje del problema desde la oferta, con disponibilidad suficiente y no desde la posibilidad de acceso a alimentos (García Urdaneta y Pérez González, 2016).

A mediados de los años ochenta, ante la preocupación por el conflicto de la crisis financiera y el aumento de la pobreza, la fao (2014) reformuló el concepto de la SA; se centró en tres elementos principales: disponibilidad, estabilidad y acceso a los alimentos, y estableció que implicana asegurar que todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a los alimentos básicos que necesitan. Antes de finalizar el siglo xx, durante la Cumbre Mundial para la Alimentación llevada a cabo en Roma, 1996, se amplió la concepción y se incorporaron las capacidades como tema central para asegurar el desarrollo humano, se estipuló que “existe SA cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”. Esta concepción es la que permanece hasta la actualidad (fao, 2020).

Para entender la SA desde la concepción actual, es necesario precisar las cuatro dimensiones que plantea: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad. La primera de ellas se refiere a la disponibilidad física, en la cual la seguridad aborda la parte correspondiente a la oferta dentro del tema de seguridad alimentaria, y es función del nivel de producción de alimentos, los niveles de las existencias y el comercio neto. Seguida de la dimensión de acceso físico y económico de los alimentos, en la que se detalla que una oferta adecuada de alimentos a nivel nacional o internacional en sí no garantiza la seguridad alimentaria a nivel de los hogares (fao, 2020).

La tercera dimensión hace alusión a la utilización de los alimentos, y se entiende como la forma en la que el cuerpo aprovecha los diversos nutrientes presentes en los alimentos. El ingerir energía y nutrientes suficientes es el resultado de buenas prácticas de salud y alimentación, la correcta preparación de los alimentos, la diversidad de la dieta y la buena distribución de los alimentos dentro de los hogares. Por último, la estabilidad, incluso en el caso de que su ingesta de alimentos sea adecuada en la actualidad, se considera que no gozan de completa sa si no tienen asegurado el debido acceso a los alimentos de manera periódica, porque la falta de tal acceso representa un riesgo para la condición nutricional (Nande Vázquez et al., 2019).

Un aspecto importante que resaltar en la evolución del concepto de SA es que en los años 80 se añade la importancia del acceso económico físico a los alimentos por parte de las familias pobres, lo que llevó a complementarse con la aparición de nuevos enfoques explicativos que permiten un abordaje integral y complejo del fenómeno. Lo que lleva a considerar que cuando se habla de SA, implica analizar los determinantes económicos de ingresos, conocimientos e información sobre el valor cultural de los alimentos, la salud y su relación con la nutrición (Campanera, Gasull y Gracia Arnaiz, 2021; Farfán et al., 2019).

Debido a lo anterior, abordar la SA incluye analizar determinantes sociales, específicamente los económicos, pero también aquellos determinantes cognitivos, como el conocimiento e información sobre el significado cultural que las comunidades o poblaciones otorgan a los alimentos, lo que concluye en que la SA es, sin duda, un derecho humano (Arpi Mayta, 2017). Por esto, las investigaciones, programas y acciones para disminuir y, en el mejor de lo casos, erradicar el hambre son un fuerte compromiso social de los gobiernos y Estados, tanto nacionales como internacionales, desarrollando estrategias y programas que permitan evaluar la sa, así como investigar si las dinámicas sociales, económicas, políticas, culturales y medioambientales afectan e influyen en ella (Barrera Dussan, 2018; Sucre Ramírez et al., 2019).

A partir de lo anterior es posible que en la alimentación se vean involucradas opiniones, creencias y significados que inciden en la producción, distribución, selección, preparación y consumo de alimentos (López Espinoza et al., 2021). De tal manera que estos impactan y generan cambios en los patrones de consumo de alimentos, por lo que el ser humano no selecciona los alimentos por motivos estrictamente nutricionales, sino por una variedad de razones como gustos y preferencias, normas culturales, estatus, disponibilidad, economía, donde en los grupos poblaciones con mayor vulnerabilidad pueden verse afectada su sa (Barrera Dussán et al., 2018).

Problemática de la seguridad alimentaria y vulnerabilidad de los pueblos indígenas ante la pandemia por COVID-19

Para comprender a la sa como un problema es indispensable llegar a entender el término que la contrapone, refiriéndose a la inseguridad alimentaria, como la disponibilidad o capacidad ilimitada para adquirir o acceder a los alimentos que son nutricionalmente aceptados (Pérez Garcés y Silva-Quiroz, 2019). A pesar de los esfuerzos de algunos organismos y programas, la inseguridad alimentaria es un problema común y creciente en el mundo, y que afecta principalmente a los más pobres o aquellos sin recursos para acceder a los alimentos básicos que le suplan sus requerimientos nutricionales mínimos (Rubio y Pasquier, 2019).

Así, en 2015, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas estableció los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ods), en los que se presentan los desafíos de la Agenda 2030 para los países de la región. Estos se plantean erradicar el hambre y la malnutrición, como una manera de hacer frente a la inseguridad alimentaria en la región de América Latina y el Caribe, mediante el desarrollo de la agricultura sostenible y la adopción de patrones alimentarios saludables. Esto último por el aumento global del sobrepeso y la obesidad (Organización de las Naciones Unidas [onu], 2019).

La sa en los hogares mexicanos forma parte de los indicadores para la medición multidimensional de la pobreza desde el año 2008. Ésta refleja la gravedad de las experiencias ocurridas en el hogar debido a la falta de ingresos para adquirir los alimentos, así como la disminución en la cantidad de alimentos consumidos por los miembros del hogar y, en casos extremos, hambre. Cuando la inseguridad alimentaria está presente en los hogares, ésta tiene un impacto negativo en la salud y bienestar de las personas, sin importar su edad. En niños, se ha asociado con mayor riesgo de ser hospitalizados, talla baja, anemia, problemas cognitivos, así como agresión y ansiedad. En adultos, aumenta las probabilidades de tener hipertensión, diabetes y depresión (Shamah Levy et al., 2020).

Debido a estas implicaciones en la salud y bienestar de las personas, a partir del año 2012, la medición de la sa se ha incluido en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) realizada en México, la cual evidenció que un porcentaje considerable (el 23% de la población) presenta inseguridad alimentaria en sus hogares (Ensanut, 2018). Aunado a ello, 55.3 millones de personas se encuentran en situación de pobreza que le impide adquirir una canasta básica alimentaria que le permita tener sa, por lo que el entorno que influye en las decisiones sobre el tipo de consumo nutricional depende en gran medida de la disponibilidad y asequibilidad de los alimentos (González Martell et al., 2019). Muchas veces las personas consumen alimentos a placer con el fin de no sentir hambre, y en estas circunstancias también se puede establecer la inseguridad alimentaria, porque el consumo satisface momentáneamente, pero existe la incertidumbre de continuar alimentándose, viéndose obligados a disminuir la cantidad o hasta de reducir la calidad de los alimentos ingeridos con la finalidad de sobrevivir, originando una mala nutrición, que repercutirá en la salud y el bienestar (fao, 2020).

Durante los últimos años se han manejado los términos hambre e inseguridad alimentaria como problemas, de cierto modo, generalizados en el país. Programas como Prospera, Diconsa y Liconsa han ampliado su cobertura en zonas urbanas, y a estos se han sumado más de 5 000 comedores comunitarios, con presencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (Aguilar-Estrada et al., 2019). Sin embargo, los logros son muy limitados, por lo que se ha convertido en uno de los retos más importantes del país, ya que un número inaceptable de personas aún carecen de los alimentos necesarios para un estilo de vida activo y saludable (Aguirre Becerra et al., 2017).

En nuestro contexto (Sinaloa), el 24.7% de la población sufre de inseguridad alimentaria, en donde la carencia de acceso a la alimentación abarca a la cuarta parte de su población, ubicándolo en la posición siete del país. Por municipios, 8 de cada 10 sinaloenses que padecen de hambre o que no tienen acceso a una dieta adecuada y suficiente, viven en Culiacán, Mazatlán, Ahome, Guasave o Navolato (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social [Coneval], 2020). En este sentido, la notable desigualdad en cuanto a la distribución del ingreso provoca un crecimiento en la vulnerabilidad de las personas con menor poder adquisitivo para padecer de inseguridad alimentaria, por lo que una buena parte del deterioro en los niveles de vida de la población y el crecimiento de la pobreza alimentaria está relacionada inexorablemente con los bajos ingresos (Lemos Figueroa et al., 2018).

Por lo expuesto, la vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria está determinada por aquellos factores que colocan a las personas en riesgo a ello, se le conceptualiza como un vector que tiene dos componentes que se confrontan, el primero es atribuible a las variables que se presentan en el entorno y el segundo alude a la capacidad y voluntad tanto individual como colectiva para contrarrestarlas (Marcial-Romero et al., 2019). En este sentido, se puede afirmar que México vive una situación compleja donde existen grupos poblaciones con mayor riesgo de padecer inseguridad alimentaria.

De esta manera, es importante mencionar que las poblaciones con mayor pobreza en México son las comunidades indígenas, las cuales representan alrededor del 11% de la población del país, la más grande de América Latina (Red de Pobreza Multidimensional, 2020). De acuerdo al Coneval (2016), 5.2 millones de indígenas no tuvieron un ingreso para adquirir una canasta básica de alimentos, como el caso del pueblo rarámuri o los de la Huasteca Potosina, que no contaron con ingresos suficientes para tener una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad (Ruiz Salazar et al., 2020).

Además de las condiciones de pobreza y desigualdad que sufren las comunidades indígenas, existen factores socioculturales que han operado históricamente, que se encuentran aún arraigados y que pueden impactar en el patrón de alimentación; comunidades obligadas a consumir alimentos comerciales de alto costo y escaso valor nutritivo (Núñez Medina y Jiménez Acevedo, 2021). Lo que puede ser atribuido a que las comunidades indígenas comparten características que pueden hacer que su alimentación se vea influenciada por estas condiciones o factores, por lo que el comportamiento respecto a la alimentación dependerá en gran medida, de las ideas y creencias que se tienen al respecto de los alimentos (Magaña González y Sevilla García, 2012).

En este sentido, el estudio de la SA en las comunidades indígenas ha tenido auge en los últimos años, ya que —aunado a la pobreza— las condiciones territoriales influyen en la disponibilidad y acceso a los alimentos, asimismo, están determinadas por condiciones naturales y de comercialización, ya que la comunidad se ve en la necesidad de consumir alimentos producidos fuera de esta. Un aspecto que se recalca en los estudios actuales es que la alimentación tradicional de estas comunidades se va perdiendo, lo que pone en riesgo su sa (Calderón Farfán et al., 2018). A pesar de lo anterior, gran parte de los estudios, tanto de carácter nacional como internacional, centran su atención únicamente en la oferta o disponibilidad de los alimentos dando poca relevancia a la existencia de otros factores que sin duda contribuyen a determinar el nivel o grado de sa (Díaz Carreño et al., 2016).

Es importante recalcar que durante la pandemia por el virus SARS-CoV-2, que ocasiona la enfermedad COVID-19, la alimentación en los hogares mexicanos se ha visto vulnerada. Algunos grupos de la población pueden presentar un aumento del hambre o la malnutrición, situación que no se visibiliza porque generalmente ésta se presenta en grupos ya vulnerados antes de las crisis, sin embargo, cuando se presenta alguna restricción en el transporte o existe una interrupción en los mercados, la disponibilidad de los alimentos se ve afectada (fao, 2018).

La pandemia ha impactado, llegando a afectar de manera directa y también indirecta, a los cuatro pilares o dimensiones de la sa, y se considera que dicho impacto se verá reflejada a largo plazo generando incertidumbre en la estabilidad de los mercados. En general, se ha afectado a la población, por la limitación de los recursos alimentarios y por el difícil acceso a estos, generando una amenaza nutricional en la sa, principalmente, de las poblaciones que dependen de sus ingresos (Moreno Salazar et al., 2021). Lo que ha motivado o llevado a la población a cambiar sus hábitos originando un incremento en los productos procesados, siendo de menor precio y menos nutritivos convirtiéndose en una amanezca para la sa (Oliveira et al., 2020; Parks et al., 2020).

A nivel mundial, el COVID-19 afectó la sa, como es el caso de la India, por los elevados costos para la adquisición de los alimentos, y la poca certeza de la disponibilidad de estos. Este país fue uno de los primeros en intervenir y bloquear de manera estricta todo ingreso de alimentos (Reardon et al., 2020). En países como Brasil, la inseguridad alimentaria se ha acelerado a causa de la pandemia (Oliveira et al., 2020). En el caso de México, en un estudio llevado a cabo en Puebla y Oaxaca, se pudo observar cómo los hogares presentaron inseguridad alimentaria severa (Boix-Cruz, 2021). El COVID-19 y sus consecuencias sociales y económicas están cambiando drásticamente la trayectoria hacia el logro de los objetivos de desarrollo sostenible y más aún de las personas indígenas en el mundo.

Situación de seguridad alimentaria y nutricional de los pueblos indígenas de México

En México, los hogares de comunidades rurales e indígenas son los más vulnerables de presentar inseguridad alimentaria, sin embargo, este fenómeno de las comunidades originarias se ha escapado de la atención en investigación, pero, de acuerdo a diversos estudios ya realizados en indígenas y comunidades campesinas, la sa es un fenómeno tangible, por lo que resulta ser un tema que debe merecer gran atención, pues asegurar el derecho de la alimentación para uno de los grupos más vulnerables de la sociedad es garantizar el mismo derecho para la población en general (Pillado-Albarrán et al., 2021). Por ello, la tabla 1 muestra algunos estudios llevados a cabo en población indígena de México sobre la sa.

Cuando la población no puede alimentarse de manera apropiada, esto puede ser un factor para desarrollar cualquiera de las dos caras de la malnutrición: obesidad o desnutrición poblacional, por el reemplazo de alimentos económicos, pero con alto contenido de grasa, azúcar y sal (oms, 2021). Lo que puede ser atribuido a la transición nutricional que ha sufrido México, en la que las familias han reemplazado alimentos saludables por aquellos con alto contenido en grasa y azúcares, esto debido a causas estructurales y subyacentes como el sistema social, económico y cultural, además de la falta de conocimiento y situación de pobreza (Shamah-Levy et al., 2020).

Tabla 1. Estudios relacionados a la sa en población indígena de México

Autor/año Objetivo Principales resultados
Díaz-Carreño et al., (2016) Analizar los principales factores de la inseguridad alimentaria severa. Los estados con mayor inseguridad alimentaria son Tabasco, Campeche, Guerrero, Michoacán y Chiapas, donde se presenta mayor pobreza.
Espinoza y Rodríguez (2018) Realizar un diagnóstico geográfico de la pobreza y la carencia alimentaria en México. Los límites noroeste-norte (Sonora, Sinaloa y Chihuahua) se clasifican como conglomerados de pobreza alimentaria.
González Martell, (2019) Analizar la SA y nutrición de una comunidad indígena de la Huasteca Potosina. El 80% se encontró en inseguridad alimentaria leve, la cual se caracteriza por ser un hogar con aportación económica temporal. El 56% de los hogares presenta inseguridad severa.
Zárate Guevara et al. (2016) Conocer el grado de SA que presentan los hogares del municipio de Xochiapulco, Puebla. El 54% de las familias no tiene acceso económico a los alimentos, y el 64% accede mediante la agricultura familiar con un déficit de cuatro meses al año, cubren una suficiencia alimentaria de 1 979 kcal, lo cual es insuficiente en comparación al consumo óptimo.

Nota: SA: seguridad alimentaria; kcal: kilocalorías.

Como se ha mencionado a lo largo de este capítulo, las poblaciones indígenas sufren por lo general mayor inseguridad alimentaria que las no indígenas, lo que conlleva a sacrificar la calidad ante la diversidad alimentaria por la crisis económica y el bajo poder adquisitivo, representando para ellos un consumo excesivo de alimentos que provocan un aumento o diminución excesiva en su peso corporal (Torres y Rojas, 2018). A pesar de que los estudios han centrado su atención en el fenómeno desnutrición en población indígena, en los últimos años han apuntado hacia el estudio de la presencia de sobrepeso u obesidad, lo que llega a afectar la salud y también son factores de riesgo para otras enfermedades, tales como: cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor, y algunos cánceres que en los últimos tiempos afectan a grandes grupos poblacionales (Asián Chaves y Pasos Cervera, 2017).

Por esta parte, cabe mencionar que la prevalencia de sobrepeso y obesidad en México ya no es muy diferente en zonas urbanas que en indígenas, de 72.9% y 71.6%, respectivamente. Esta condición, que se presenta en niños y adultos, se asocia principalmente al consumo de una dieta poco saludable (Ensanut, 2018). El exceso de peso en la población indígena es un problema que en los últimos años ha tenido presencia en este grupo poblacional, lo que —según la literatura— puede ser explicado por el cambio que conlleva su cultura, es decir, intervienen factores sociales y culturales que pueden condicionar el tipo de alimentación o la proporción de nutrientes que se ingieran. El factor cultural puede explicar el origen en la comprensión del comportamiento humano y los lazos que forma con un grupo social determinado (Asián Chaves y Pasos Cervera, 2017).

En el caso de la población indígena, a la hora de la producción, selección, preparación y consumo de los alimentos, uno de los factores esenciales para conocer y orientar los hábitos y las preferencias alimentarias son las creencias, actitudes, valores y percepciones que tiene la gente sobre los alimentos que consume. La cultura, desde este punto de vista, ayuda a conformar unos hábitos integrados que se pueden estructurar integrando tres siguientes niveles: en un primer nivel se observa cómo el comportamiento del ser humano individual (como miembro de una sociedad) viene dado por unos hábitos que se estructuran a partir de creencias, sentimientos, deseos, actitudes, entre otros, ya que la sociedad donde nacemos y a la que pertenecemos nos trasmite y marca las pautas de conducta (Álvarez Barriento, 2018). La tabla 2 muestra algunos estudios relacionados con el estado nutricional de los pueblos indígenas de México.

Conclusiones

En conclusión, la falta de acceso a los alimentos por parte de las comunidades indígenas supone una principal carencia y desigualdad social, por su alta vulnerabilidad, ya que dentro de ésta se destacan el ingreso económico bajo, carencia en sus servicios básicos, desconocimiento sobre la calidad de los alimentos. El hambre o la mala alimentación no sólo se deben a la escasez o falta de alimentos, que se producen en cantidad suficiente en las regiones, sino básicamente a que los ingresos de una parte de la población resultan insuficientes para adquirirlos y asegurar de este modo una dieta adecuada.

Tabla 2. Estudios relacionados sobre estado nutricio de las familias indígenas

Autor/año Objetivo Resultados principales
Morales Rúan, et al. (2014) Describir la asociación de la inseguridad alimentaria con la obesidad en adultos en México. 70.6% tuvo algún nivel de inseguridad, 42.6% leve, 17.7% moderada y 10.3% severa. Se encontró una probabilidad mayor de obesidad en la población con inseguridad leve (RM: 1.66; IC 95% 1.11-2.50) en la población adulta.
Herrera Huerta (2012) Determinar la frecuencia de sobrepeso y obesidad en indígenas nahuas. La proporción de nahuas con sobrepeso fue de 41%, y de obesidad 36.5%.
Cortázar et al. (2020) Describir la relación entre el nivel de SA y el estado nutricional de los niños de una comunidad indígena Embera Chamí del Valle del Cauca. Todos los hogares se encontraron en algún grado de inseguridad alimentaria el 78.7% severa, el 12.7% moderada y el 8.5% en leve. Se encontró el 68.33% de los menores, con desnutrición aguda moderada.
Regalado Ruiz et al. (2020) Estudiar el estatus nutricional de un grupo de escolares de cultura La prevalencia de estatura baja para la edad y la desnutrición es menor, no así el sobrepeso/obesidad que afecta a un tercio de los menores

Nota: sa: seguridad alimentaria.

La población indígena se encuentra en inseguridad alimentaria, debido a su bajo ingreso económico, lo que se refleja en la carencia alimentaria y la pobre diversidad dietética, por lo que resulta indispensable establecer estrategias de intervención en sa y estado nutricional en dichas comunidades, que deben asegurar la independencia alimentaria familiar, pero sobre todo, llegar a promover el consumo de alimentos o dietas diversas enfocadas en productos que sean producidos por ellos mismos de manera local, que sean de buena calidad nutrimental y que sean aceptados culturalmente para asegurar una alimentación adecuada.

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