11. Home office, cuidados y políticas públicas en tiempos de pandemia

https://doi.org/10.52501/cc.081.11


Silvia López Estrada


Dimensions


11. Home office, cuidados y políticas públicas en tiempos de pandemia

Silvia López Estrada*

Resumen

Las condiciones de confinamiento en los hogares debido a la pandemia por COVID-19 tuvieron como resultado la reorganización de la vida cotidiana. Debido al uso de la vivienda como lugar de trabajo, las familias, y en particular las mujeres, pusieron en práctica estrategias espacio-temporales para llevar a cabo actividades productivas y reproductivas en el mismo espacio. Además de que se generó un incremento de la carga de trabajo total de las mujeres, como fue el caso, por ejemplo, de las clases medias debido a que se tuvo que prescindir del apoyo de trabajadoras del hogar, servicios de guardería y de cuidado de adultos mayores.

Con base en la literatura especializada sobre el tema, y considerando las experiencias de un grupo de mujeres de clase media, trabajadoras de educación superior y de empresas privadas, se discuten los aspectos problemáticos del home office al localizar el trabajo en la micro geografía de los hogares, haciendo hincapié en las consecuencias para la reorganización del trabajo y la familia en tiempo y espacio, las relaciones de género en la familia y el trabajo, la salud de las mujeres, así como los efectos en sus trayectorias profesionales. Por último, en este trabajo tratamos de hacer una reflexión en torno a qué tipo de políticas públicas se pueden formular para apoyar a las familias y, en particular, para un mejor reparto de las responsabilidades domésticas y de cuidados al interior de los hogares.

Palabras clave: home office, pandemia COVID-19, cuidados, políticas públicas.

Introducción

En el contexto de la pandemia por COVID-19 que obligó al confinamiento social, y con aquello a una gran parte de la población a trabajar desde su casa, este trabajo analiza los efectos del home office en la organización de la vida cotidiana de un grupo de trabajadoras académicas y de empresas privadas a partir de la localización del trabajo productivo en los hogares. Con base en la literatura especializada sobre el tema se discuten los aspectos problemáticos de localizar el trabajo en la micro geografía de los hogares, haciendo hincapié en las consecuencias para la reorganización del trabajo y la familia en tiempo y espacio, las relaciones de género en la familia y el trabajo, la salud de las mujeres, así como los efectos en sus trayectorias profesionales.

En la primera sección se apuntan antecedentes sobre el teletrabajo, en la segunda sección se presentan algunas cuestiones conceptuales sobre los cuidados y el trabajo en casa, en sus dimensiones espacio-temporales, que servirán como referencia para el análisis de las experiencias de las entrevistadas. La tercera sección presenta los detalles metodológicos, y en la cuarta se analizan las experiencias de trabajo y vida familiar de las entrevistadas que se encontraban haciendo home office durante la pandemia. En este análisis consideramos aspectos problemáticos de esta modalidad laboral en sus dimensiones espacio-temporales, las estrategias que llevan a cabo para resolverlos, así como los efectos en la salud de las trabajadoras y en sus trayectorias laborales. Por último, se presentan las conclusiones, así como algunas sugerencias de políticas públicas relativas al home office, tanto en materia de trabajo como de cuidados familiares.

Antecedentes

La Asociación de Internet de México (aim) llevó a cabo en 2020 una encuesta online para conocer el estado de salud físico y emocional de trabajadores en el sector de la industria que estaban llevando a cabo home office. De acuerdo con los principales resultados del estudio nacional que fue llevado a cabo con una muestra de 1 879 personas, 37% de las entrevistadas eran mujeres y 63% varones. La mayor parte de las personas entrevistadas se concentró en edades de 30 a 39 (27%) y de 40 a 49 años (27%).

Los resultados indican que siete de cada 10 personas entrevistadas estuvieron trabajando desde casa. Estos resultados son similares a los obtenidos por el estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam, 2020) sobre condiciones de habitabilidad durante la pandemia, ya que encontró que ocho de cada 10 personas se encontraba haciendo home office. En la encuesta de la aim, alrededor de 60% declaró sentir menos estrés en la modalidad de trabajo en casa, pero tres de cada 10 se sentían muy estresadas (Díaz, 2020). Además, 70% mencionó tener una mejor alimentación en estas condiciones. Lo anterior tiene lógica, ya que se preparan alimentos en el hogar, se invierte más tiempo en estas actividades, y es posible que se disponga también de más tiempo para tomar los alimentos y para la convivencia familiar. La mitad de las personas declaró comer una o dos veces entre comidas, y el grupo de 25 a 29 años manifestó hacerlo hasta tres veces en promedio, y tres de cada 10 han sentido pérdida del apetito.

Con relación a los patrones de sueño, 60% de las personas entrevistadas logra conciliar el sueño al estar trabajando en casa. Las mujeres presentan algunos problemas de insomnio, y 30% de los más jóvenes (25 a 39 años) se queda despierto trabajando hasta tarde. Cuatro de cada 10 consideran sentir estrés trabajando en casa. El grupo de 18 a 24 años manifiesta tener problemas de concentración al trabajar en casa. Por otra parte, 85% manifestó gustarle trabajar en casa, pero 70% consideró que trabajaba más en casa que en su oficina. Éste fue el caso particular de las mujeres. Por esta razón, la mayoría de ellas (70%) estuvo de acuerdo en combinar el trabajo a distancia con el presencial. De manera importante, 40 de las mujeres consideró que su carga de trabajo total se había incrementado, destacándose en este grupo las mujeres de 30 a 39 años.

En suma, se concluye que las personas que han conservado su empleo, y trabajan bajo modalidad home office, en general encuentran menos estresante trabajar en casa, además de que la mayoría ha mejorado su alimentación y logra dormir sin problemas. Sin embargo, se advierte que son las mujeres quienes han incrementado su carga de trabajo. El mencionado estudio de la unam y otros apuntan en el mismo sentido.

Cuidados, home office y políticas públicas

El concepto de cuidados tiene un carácter polisémico y relacional, ya que las diversas actividades que lo componen (físicas, materiales y afectivas) están atravesadas por la dimensión del poder, que tiende a reproducir desigualdades sociales en contextos históricos y espaciales determinados, a lo largo del curso de vida. De igual forma, se consideran también los marcos políticos, económicos y socioculturales en los que los cuidados se organizan institucionalmente (Daly y Lewis, 2000, p. 285).

Los cuidados consisten en todas las actividades humanas que incluyen todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar el mundo en que vivimos (Tronto, 1993). Se trata de actividades orientadas a cubrir las necesidades físicas y emocionales de niñas, niños, adultos mayores y dependientes, y de las personas independientes también, que se llevan a cabo mayoritariamente por mujeres, que pueden ser remuneradas o no, y que tienen lugar dentro y fuera de los hogares.

Los cuidados tienen diversas dimensiones: física, referida a las actividades de preparación de alimentos, limpieza e higiene, servicios personales; material, que tiene que ver con la provisión de servicios; y afectiva, relativa a la relación emocional que se establece entre las personas que cuidan y quienes reciben los cuidados. La dimensión relacional es un aspecto fundamental de los cuidados, ya que estas actividades están atravesadas por relaciones de poder que consideran el género, la edad, la clase social, la etnicidad y la orientación sexual de las personas, entre otros factores de estructuración social.

Desde la perspectiva de género, los cuidados se reparten de desigual manera entre mujeres y hombres, siendo el tiempo la medida de la desigualdad. De ahí que, de acuerdo con la encuesta de Usos del Tiempo (inegi, 2014) en México el promedio de horas a la semana dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en la población de 12 años y más es de 33.4 horas; siendo el promedio más alto para las mujeres (47.9 horas), que para los hombres (16.5 horas a la semana). Además, la literatura especializada documenta que, en situaciones de crisis económicas, los costos se privatizan en las familias, tanto en términos monetarios como de trabajo, por lo que usualmente hay una sobrecarga de trabajo en las mujeres (Benería, 1999). La pandemia por COVID-19 y sus consecuencias económicas y sociales muestra una vez más que las crisis no son neutrales al género, y que son las mujeres quienes padecen los mayores efectos.

Home office

El trabajo productivo que se lleva a cabo en los hogares no es una nueva realidad, en distintas épocas de crisis económicas se ha mostrado que en particular las mujeres se dedican a llevar a cabo actividades productivas en sus viviendas. Por ejemplo, durante la reestructuración productiva, cuando muchos hombres en regiones específicas perdieron sus empleos las mujeres se dedicaron a actividades productivas en sus hogares como formas de generación de ingresos (Massey, 1993). Estas actividades también han estado relacionadas con procesos de subcontratación a domicilio tanto en países del norte (Hanson, 1998) como del sur global (Benería y Roldan, 1987; Miraftab,1996; López Estrada, 2006).

Un estudio reciente llevado a cabo por el Banco Mundial establece que hay ciertas ocupaciones que tienen mayor potencial para llevarse a cabo en la modalidad de home office, que son aquellas que se relacionan con el empleo formal. Además, existen diferencias importantes entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo, ya que en los primeros 30% de las actividades podrían llevarse a cabo en estas condiciones contra 4% en los segundos. La conectividad y el acceso a internet es una de las características que establecen las diferencias entre estos distintos países. México está entonces entre aquellos países que cuentan con menores condiciones para el desarrollo del trabajo a distancia.

Partimos aquí de la definición de home office como aquellas actividades que se llevan a cabo para un patrón en la casa del trabajador. Recientemente en México se reformó el artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo que refiere al trabajo a domicilio. De acuerdo con la Ley, el trabajo a domicilio “[…] Es el que se ejecuta habitualmente para el patrón en el domicilio del trabajador, o en un local libremente elegido por él, sin vigilancia ni dirección inmediata de quien proporciona el trabajo” (Presidencia de la República, 2021). El artículo 311 bis, por su parte, hace mención del teletrabajo, donde se establece que se trata de una

Forma de organización laboral que consiste en el desempeño de actividades remuneradas, sin requerirse la presencia física del trabajador en un sitio específico de trabajo, y utilizando como soporte las [tecnologías de la información y la comunicación] (tic) para el contacto entre el trabajador y el empleador.

En este caso, el teletrabajo no especifica que se puede llevar a cabo en la vivienda del trabajador, por lo cual se elude la responsabilidad que conlleva la actividad con relación a las afectaciones a la vida familiar en términos de los usos del tiempo y del espacio, así como de las relaciones sociales, y la mayor carga de trabajo de cuidados que se impone a las mujeres. Tampoco se consideran los gastos adicionales que trae a los trabajadores el desarrollo de su actividad laboral en el espacio de su vivienda como son los servicios públicos, internet, equipo de cómputo y mobiliario ergonómico.

Por lo general, las legislaciones sobre el trabajo en casa no toman en cuenta el impacto de la distribución de roles en los hogares y las desigualdades de género. Sin embargo, en Argentina, según el estudio de Ottaviano (2020), los cambios recientes a la legislación han considerado el trabajo de cuidados —en particular la conciliación entre el trabajo y la familia— en la reforma legal sobre el teletrabajo. Lo anterior fue posible gracias a la participación de sindicatos y grupos de la sociedad civil organizada en la discusión sobre las modificaciones a la ley. La consideración del balance trabajo-familia es fundamental para lograr un reparto más igualitario en el trabajo de cuidados entre mujeres y hombres, así como entre el estado, las familias, el mercado y la sociedad.

Además del marco legal también es importante considerar las distintas posiciones respecto al home office. Mientras que las visiones positivas del teletrabajo suelen considerar los beneficios de esta actividad para las empresas, no toman en cuenta los efectos de la extensión de la jornada o las afectaciones a la familia por el uso del espacio de la vivienda para realizar actividades productivas. La visión pesimista del trabajo en casa considera, por el contrario, las jornadas interminables, el traslape de actividades, no se reconocen las horas extra, no se otorgan licencias por enfermedad. Además, hay riesgos laborales que condicionan altos niveles de estrés. En este contexto, desde el punto de vista de las trabajadoras entrevistadas, aquí destacamos los aspectos problemáticos del home office como son el tiempo, el espacio, la dimensión relacional del trabajo, así como de los cuidados no remunerados y la salud laboral; así como también algunos aspectos positivos como la flexibilidad en los horarios de trabajo y la posibilidad de estar más tiempo con la familia.

De la conciliación a la corresponsabilidad del trabajo y los cuidados familiares

Aunque el teletrabajo en particular ha estado asociado al uso de la tecnología en los denominados call centers, existen distintos modelos para las empresas de la administración gubernamental que usan el trabajo a distancia como parte de políticas orientadas a lograr un balance entre el trabajo y la familia. Entre ellos se destacan el modelo balance trabajo-familia (Jiménez y Sánchez, 2015), que considera el logro de expectativas que los individuos comparten y negocian tanto con integrantes de la familia como con colegas del trabajo, así como modelos basados en bancos de tiempo que se contabilizan a cada trabajador(a) para después liberar ese tiempo a su conveniencia. Por lo general, son las grandes compañías las que tienen posibilidades de implementar estas estrategias.

El nuevo escenario COVID-19 ha hecho más que evidente la tensión permanente entre el trabajo y la familia, así como la necesidad de combinar ambos ámbitos desde una perspectiva de corresponsabilidad y de igualdad entre los géneros y las generaciones. Desde el punto de vista de las políticas públicas se trata de compartir las responsabilidades a través de la redistribución de las diversas tareas que implica vivir en familia, tales como las tareas cotidianas del hogar, el cuidado y crianza de los hijos e hijas, el uso adecuado de los tiempos dedicados al trabajo remunerado, la recreación y el tiempo libre. De igual manera, se trata de una corresponsabilidad entre el estado y las familias, ya que, si bien son éstas las encargadas del bienestar de sus integrantes, el estado debe garantizar que existan las condiciones para ello. En este sentido, la corresponsabilidad significa que los integrantes de las familias, así como las familias en conjunto y el Estado reconozcan y acepten el nivel de su competencia en estas tareas con el fin de garantizar los cuidados y el bienestar de las familias y la sociedad.

Entre algunas de las políticas de cuidados que se han llevado a cabo en América Latina, Karina Batthyány (2015) destaca las políticas de tiempo, como son las licencias de maternidad y paternidad y que por lo común están reguladas en las legislaciones laborales, como es el caso en México. Están también las políticas de dinero, que tanto en las empresas como en el empleo gubernamental pueden referirse a canastillas de maternidad y bonos similares. Otra modalidad de políticas consiste en la provisión de servicios de guardería, que puede ser tanto por parte de las empresas, del gobierno o del sector privado. Por último, están las políticas culturales, que están orientadas a lograr una transformación cultural a través de la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres en los entornos laborales y familiares.

Es importante mencionar que por lo común las discusiones teóricas acerca de los cuidados o de la corresponsabilidad trabajo-familia consideran el tiempo como dimensión de análisis, que ha sido fundamental como medida de la desigualdad en la distribución de las tareas de cuidados. Sin embargo, el espacio ha sido poco considerado en los estudios sobre el tema; de acuerdo con Paula Soto (2020) la dimensión espacial no está dibujada en el análisis de los cuidados. En cambio, desde la perspectiva del trabajo a domicilio (homebased work. existe una amplia literatura que analiza la dimensión socioespacial de la producción-reproducción cuando ambas actividades se llevan a cabo en el microespacio de lo doméstico, considerando además las interacciones entre el espacio y el género (Blunt, 20024). En este sentido, en el contexto de la pandemia, es necesario que las políticas públicas de cuidados tomen en cuenta el espacio en el estudio de las interacciones trabajo y familia al interior de los hogares.

El conjunto de políticas que se han mencionado desde luego fueron diseñadas para un contexto distinto al de la pandemia, por lo cual parte de la reflexión de este trabajo está orientada a pensar en políticas públicas, tanto desde los gobiernos como desde las empresas, con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y de vida de la población, en particular de las mujeres que llevan a cabo home office.

Metodología

Este trabajo es de carácter exploratorio y tiene el objetivo de poner atención a las circunstancias en que se desarrolló el trabajo en casa en condiciones de la pandemia por COVID-19, a partir de la política “Quédate en casa” como medida de distanciamiento social. Para ello se llevaron a cabo entrevistas con 10 trabajadoras académicas y de empresas privadas, cuyos empleos forman parte de los sectores que tienen mayor potencial para poder llevar a cabo el trabajo en casa con el uso de tecnologías de la información. Esta fue un requisito de selección de las entrevistadas, ya que el uso de la tecnología es condición para llevar a cabo el teletrabajo. También se buscó como condición que las mujeres tuvieran hijas o hijos pequeños menores de 6 años, ya que es sabido que los hogares que se encuentran en esta etapa del ciclo de vida (en expansión) tienen una mayor carga de trabajo de cuidados.

Las trabajadoras vivían con sus familias, la mayoría estaba casada o vivía en unión libre, con excepción de una de ellas que estaba separada, y tenían educación superior, algunas de ellas contaban con maestría y doctorado. Eran empleadas académicas de instituciones de educación superior y ejecutivas de empresas privadas (véase la tabla 11.1). En la Ciudad de México vivían en departamentos, en tanto que en Torreón y Tijuana vivían en casas. En su mayoría las familias eran propietarias de las viviendas.

Para contactar a las trabajadoras se usó el método de bola de nieve y las entrevistas se realizaron por medio de llamadas telefónicas vía WhatsApp. Se informó a las entrevistadas que se trataba de un estudio para conocer las condiciones en que se estaba llevando a cabo el trabajo en las casas y cómo afectaba la vida familiar y el trabajo. Para algunas de las mujeres la entrevista tuvo un efecto terapéutico, ya que el home office estaba causando mucho estrés en sus vidas. Las entrevistas fueron transcritas para su análisis, y se han tomado las medidas necesarias para preservar la privacidad de las trabajadoras.

Tabla 11.1 Características sociodemográficas de las entrevistadas

Edad Estado civil Vive con Escolaridad Ocupación
Nadia 50 Casada Esposo y su padre Doctorado Profesora universitaria
Libia 38 Separada Dos hijos: 4 y 6 años Doctorado Profesora universitaria
Estela 30 Casada Esposo y dos hijos: 2 años y 1 bebé Doctorado Profesora universitaria
Noemí 40 Casada Esposo y dos hijos: 12 años y 1 bebé Doctorado Profesora universitaria
Catalina 37 Casada Esposo y dos hijos: 2 años y 1 bebé Maestría Empleada en empresa privada
Amalia 42 Separada Dos hijos: 8 y 10 años Licenciatura Ejecutiva en Cámara Empresarial
Ana 37 Casada Esposo y dos hijos: 6 y 2 años Licenciatura Empleada Universidad Privada
Virginia 38 Casada Esposo y dos hijos: 5 y 1 años Doctorada en Ciencias Sociales Profesora universitaria
Marina 28 Unión libre Un niño, 3 años Maestría Empleada en empresa privada
Alina 30 Casada Un bebé de 10 meses Licenciatura Empleada en empresa privada

Para llevar a cabo el análisis se utilizó el software Atlas ti, con el que a partir del proceso de codificación se identificaron los temas sobre el uso del espacio y el tiempo dentro de las viviendas para llevar a cabo actividades productivas y reproductivas durante la pandemia, los conflictos y las soluciones que las entrevistadas pusieron en práctica, así como los efectos que la intersección de estas actividades tuvieron en sus relaciones con la familia y con sus compañeras y compañeros de trabajo en sus trayectorias laborales, y en su salud.

Los aspectos problemáticos del home office

A partir de la información proporcionada por las entrevistadas se analizan los aspectos problemáticos del home office como son el uso del tiempo y el espacio, la carga de trabajo (productivo y reproductivo), la dimensión relacional del trabajo, el conflicto de roles y la salud física y mental, así como los efectos para la trayectoria profesional. Asimismo, también se examinan las distintas estrategias que las trabajadoras llevan a cabo para resolver los cuidados, y acomodar el trabajo y la familia dentro del espacio de los hogares.

El espacio del hogar y las actividades productivas y reproductivas

Desde una perspectiva socioespacial, el espacio determina las interacciones sociales al mismo tiempo que éstas determinan el espacio. Además, el género es también un elemento estructurador de la vida social en tiempo y espacio. De ahí que las mujeres y los hombres se caracterizan por usos diferenciados del espacio asociados a la división sexual del trabajo. Estos aspectos han sido el punto crítico de la geografía feminista, que rompiendo con las asociaciones binarias ha mostrado a través de estudios empíricos en distintos contextos históricos y sociales la diversidad de interacciones que las mujeres desarrollan en ámbitos públicos y privados a diferentes escalas socioespaciales (McDowell, 1999).

Éste es, por ejemplo, el caso de las viviendas que comunmente son el escenario de la vida familiar, y su diseño está orientado hacia estos usos. Es por esta razón que durante la pandemia las mujeres que hicieron home office enfrentaron algunas dificultades y la disponibilidad del espacio determino su uso como lugar de trabajo, pero al mismo tiempo modificaron el espacio a través de distintas estrategias. Mientras que algunas de las entrevistadas vivían en casas con patio y jardín, otras vivían en departamentos (López, 2021). Un estudio reciente llevado a cabo por la unam (2020) durante la pandemia por COVID-19 concluye que la experiencia de confinamiento es más crítica para quienes tienen peores condiciones de habitabilidad, en tanto que es relativamente mejor para quienes cuentan con mayor espacio y mejores condiciones de habitabilidad en la vivienda.

Algunas entrevistadas modificaron sus viviendas para dar cabida al home office. Por ejemplo, el cuarto de los niños se convirtió en oficina o bien la mesa del comedor en escenario de diversas actividades productivas y reproductivas a lo largo del día. Algunas tenían su propio equipo de cómputo, y a quienes trabajaban en empresas privadas se les facilitó el software, sin embargo, no tenían mobiliario ergonómico, por lo que comentaron que tenían problemas de postura y mayor cansancio. Por otra parte, al estar más tiempo que en casa, algunas entrevistadas mencionaron que tenían un patio o jardín y que usaban más estos espacios que antes de la pandemia, por lo cual les dieron nuevos usos como lugares de juego y recreación, adquiriendo así nuevos significados.

El tiempo y las actividades productivas y reproductivas

De acuerdo con los testimonios de las entrevistadas, ha sido complicado para los integrantes de las familias trabajar y estudiar todos dentro de un mismo espacio, en particular las mujeres han tenido que hacer malabares para cumplir con sus dobles y triples roles dentro de los hogares. Para ellas el trabajo se incrementó porque quedaron atrapadas entre el teletrabajo y las actividades domésticas y de cuidados, no tenían opción. Como comentó una de las entrevistadas: “no había otra cosa qué hacer”. De esta forma se establecieron dinámicas de muchas horas de trabajo y se perdió la frontera con la vida familiar. Las rutinas iban del trabajo doméstico al trabajo en el escritorio y viceversa. Para las entrevistadas resultó abrumador hacer todo en el mismo espacio, aunque también valoraron estar más tiempo con su familia y se reconciliaron con algunas actividades domésticas, como Alina, quien mencionó que disfrutaba estar con sus niños y que le había tomado gusto a cocinar.

Con relación a la jornada laboral, las entrevistadas que trabajaban en el sector educativo tuvieron flexibilidad por parte de sus centros de trabajo para hacer ajustes entre sus actividades académicas y familiares. Dos entrevistadas que trabajaban para la misma empresa privada se quejaron de que su jefe les escribía a cualquier hora porque se daba cuenta de que estaban conectadas, entonces ellas tuvieron que establecer un acuerdo que respetara su horario de trabajo. Entre las estrategias para resolver las dificultades que conlleva el home office y la vida doméstica, las entrevistadas organizaron sus tiempos de trabajo tratando de establecer ritmos, sin embargo, cualquier actividad les tomaba más tiempo que de costumbre. Algunas tuvieron que fragmentar la jornada laboral dependiendo de sus actividades reproductivas. A veces trabajar por la mañana cuando alguien más cuidaba a sus hijos pequeños, y por la noche cuando éstos ya se habían ido a dormir.

Todas las entrevistadas contaban con niños pequeños y antes de la pandemia tenían acceso a algún servicio de provisión de cuidado infantil público a través de las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) o privadas. Algunas combinaban esta estrategia con apoyos familiares para el cuidado y la atención de infantes. Como es sabido, durante la pandemia las guarderías cerraron y las familias tuvieron que hacerse cargo del cuidado infantil. Las entrevistadas reorganizaron los tiempos de acuerdo con los arreglos realizados para que otras personas de la familia, casi siempre mujeres, las apoyaran con el cuidado y la atención de las y los hijos. Para algunas fue necesario establecer distancia con ellos a través de distintas estrategias. Por ejemplo, Virginia contrató a la educadora de sus hijos para que los cuidara en casa durante algunas horas, y Amalia contaba con el apoyo de su mamá que iba a su casa para cuidar a sus niños. Sin embargo, Alina tenía que salir y trabajar en su carro, porque de otra forma no podía concentrarse, ya que sus hijos le demandaban atención, lo cual fue estresante para ella.

Varias mujeres coincidieron en que fue necesario adaptarse y aprender a vivir en estas circunstancias como parte de un proceso, de tal forma que, ante la incertidumbre de no saber cuándo se iba a terminar esa situación, algunas de ellas procrastinaban sintiendo que sus vidas habían quedado suspendidas en tiempo y espacio, pero, como mencionó Alina, “[…] había que atender a los niños y me gustaba estar con ellos, luego me iba a trabajar en la computadora, pero las condiciones no cambiaban, y aquello se hizo eterno”.

Otra estrategia en la que coincidieron las entrevistadas fue en establecer prioridades, resolver las cosas urgentes y aprender a dejar ir las cosas que no se podían hacer. Así, mientras que algunas se reconciliaron con sus roles profesionales —ya que inicialmente pensaban que sería imposible trabajar en su casa— otras lo hicieron con las actividades domésticas como la preparación de alimentos, y disfrutaban pasar más tiempo con sus hijas e hijos. No obstante, hay quienes enfrentaban un conflicto permanente entre sus diversos roles al pensar que no hacían bien su trabajo profesional ni su trabajo como madres y amas de casa. Resultados similares han sido encontrados en estudios anteriores sobre el trabajo en casa con profesionistas y trabajadoras por cuenta propia (López, 2003), así como trabajadoras a domicilio (Miraftab, 1996).

El incremento del trabajo doméstico y de cuidados

Las experiencias de las entrevistadas varían de acuerdo con la composición y estructura de los hogares, en este caso se trata de parejas jóvenes con hijos pequeños, aunque algunas mujeres tenían que atender a sus padres también.

Con la pandemia, quienes contaban con ayuda doméstica, la perdieron. Así que tenían que limpiar, cocinar a diario, atender a los hijos y apoyarlos en la educación a distancia, además de trabajar en casa para su empresa o institución de educación superior, incrementándose con ello los tiempos dedicados al trabajo doméstico y de cuidados. Ésta fue la situación de Marina, quien comentó: “Con los niños sin ir a la escuela, la casa está menos limpia, es más trabajo y me causa mayor ansiedad”. (Marina, empleada en empresa privada, un niño). Algunas veces las parejas colaboraban con el cuidado de los niños, y en otros casos se contaba con el apoyo de la madre o de la hermana.

Para algunas de las mujeres hacer home office las llevaba a pensar todo el tiempo en limpiar, causándoles dificultades para concentrarse en el trabajo profesional. Al respecto Estela mencionó: “Cada vez que entro a la cocina siento que los trastes me hablan, y me distraen de continuar trabajando en la computadora” (Estela, profesora universitaria, dos niños).

Las maestras universitarias comentaron su preocupación no sólo por el cuidado de su familia, sino también por sus estudiantes, ya que algunos no tienen espacio para estudiar y tienen que compartir una sola computadora. Para ellas era complicado ver la forma en que vivían sus alumnos y las dificultades que tenían para poder tomar sus clases a distancia.

Relaciones sociales en el trabajo y la familia

Las dificultades asociadas al home office refieren también a las relaciones con los integrantes de las familias, con sus colegas y estudiantes tanto en el espacio de la vivienda como en el virtual. Las mujeres han tenido que negociar las relaciones con sus parejas, por ejemplo, establecer una nueva división sexual del trabajo al exigirles una mayor colaboración a sus parejas en las tareas domésticas y en el cuidado de las niñas y niños. Sin embargo, en algunos casos las entrevistadas mencionaron que antes de la pandemia ya tenían arreglos más o menos equitativos en cuanto a la limpieza del hogar y el cuidado de los hijos.

Las niñas y los niños al principio se vieron afectados porque veían a sus mamás todo el tiempo en casa, sin embargo, pronto se dieron cuenta de que tenían que mantenerse alejados de ellas mientras trabajaban. Asimismo, les tomó tiempo aceptar que no podían salir de casa y entender qué era el “coronavirus”. También aprendieron qué era aquello de “trabajar”, y algunos empezaron a jugar que trabajaban junto con ellas. Por ejemplo, Virginia contó que:

Me llamó mucho la atención esta semana, la niña me dice, “a qué quieres jugar? Vamos a jugar a que voy a tener una reunión de trabajo”, me dijo. Se arregló y se organizó y dijo “voy a tener una reunión de trabajo y vas a estar pendiente de mí, me dices si lo estoy haciendo bien mamá”. (Virginia, profesora universitaria, dos hijos)

No obstante, niñas y niños se acostumbraron a la presencia continua de padres y madres en casa, y algunas entrevistadas pensaban que sus niñas y niños iban a sufrir cuando la situación volviera a la “normalidad”. Como comentó Ana: “[…] si mañana terminara la pandemia, mi hija va a sufrir porque ya está acostumbrada a verme en el entorno de la casa” (Ana, empleada universitaria, dos hijos).

De igual manera, el trabajo en línea tuvo como consecuencia la interferencia continua de los integrantes de la familia en las videollamadas, es particular el caso de las niñas y niños que al ver a su mamá en casa piensan que pueden acceder a ella en cualquier momento. Con relación a este tema se observan dos posiciones distintas. Por una parte, Virginia, una entrevistada, comenta sobre el rol inquisidor de las redes sociales, ya que las personas comentan sin pensar que cada quien tiene una situación diferente. Por ejemplo, alguien le dijo “[…] yo tengo teletrabajo y participo y les explico a mis hijos que no deben interrumpir”. Sin embargo, Virginia comentó que se les puede explicar a los niños, pero que no es necesario hacer juicios tan duros sin conocer la situación de las personas.

Por otra parte, ésta es una situación que en general ha afectado a quienes hacen home office, y algunas entrevistadas han aprendido que la gente no se molesta con la interferencia de los niños o de los ruidos propios del ambiente familiar, y que han entendido que se trata de un nuevo entorno de trabajo. Así que han dejado de disculparse con las demás personas con las que interactúan por medio de videoconferencias como lo hacían al principio. Por su parte, sus superiores en el trabajo se han mostrado comprensivos porque estas personas también han experimentado situaciones familiares problemáticas, tal como nos comentó Catalina:

[…] son situaciones incómodas, tenía una junta por videoconferencia con mis jefes, luego mi mamá sale a sacar la basura justo cuando yo estoy hablando, se oían los chirridos de la puerta, me puse de nervios, pero mi mamá ni cuenta se dio, y también se oía que lloraba mi hija. Pero así es, luego a mis compañeros les pasa el perrito, el sobrino, etc. Mi jefe ayer nos dijo “espérenme 15 minutos que acaba de llegar el gas y lo tengo que recibir” y nos pospuso una junta. La niña de Adriana se despierta en medio de la junta, y todos saben eso y lo aceptan. Nos hemos acostumbrado a estas situaciones y nadie se molesta por ello. (Catalina, empleada en empresa minera, dos niños)

Conflicto de roles y salud física y mental

El conflicto de roles parece ser una de las principales preocupaciones de las entrevistadas. Ellas consideran que las mujeres tienen mayores presiones para demostrar el valor de su trabajo profesional, y cuando trabajan fuera del hogar también tienen que demostrar que son buenas madres y amas de casa. Ante estas situaciones de conflicto derivadas del home office algunas mujeres se exigen demasiado: ser madres y ser productivas, pero también son reflexivas y consideran que son personas, no máquinas, y que en estas circunstancias hay que establecer prioridades, y dejar ir algunas cosas. Así que como parte del proceso han hecho conciencia de que no pueden ser perfectas en sus distintos roles domésticos y profesionales. Como comentó una de ellas: “Las mujeres tenemos mayores presiones para ser mejores en todo, pero no se puede ser madre y trabajadora perfecta” (Amalia, empleada en empresa privada, dos hijos).

Además del estrés asociado a tener que realizar el trabajo doméstico y el home office dentro del mismo espacio, y el conflicto de roles que eso les genera, las entrevistadas mencionaron que también tuvieron problemas de salud visual y malestar emocional al pasar tantas horas frente a la computadora, así como dificultades para concentrarse, lo cual es central para el trabajo intelectual que realizan. También se quejaron de que no podían salir para hacer ejercicio, y en sus casas no tenían espacio para ello. No obstante, bajo medidas sanitarias algunas salieron a caminar en su vecindario y otras practicaban yoga y meditación.

Por otra parte, las entrevistadas comentaron que sentían que, además de que la pandemia incrementó su carga de trabajo físico, relativo al cuidado del hogar y la familia, se habían ampliado las desigualdades de género. Además, consideraban que la pandemia ponía en cuestión las dinámicas de trabajo, ya que se vive en una cultura que da más importancia al trabajo fuera del hogar, a la parte profesional que a la vida personal, pero consideraban que ambas son importantes y están relacionadas entre sí. Es precisamente el trabajo en casa lo que pone de manifiesto las articulaciones entre la producción y la reproducción. En este sentido, se destaca la importancia de legislaciones laborales como la que recientemente se estableció en Argentina, en donde se toman en cuenta las actividades de cuidados y la vida familiar. Algo semejante tendría que hacerse con la Ley Federal del Trabajo en México, en la parte relacionada con el teletrabajo.

Para la mayoría de las entrevistadas ha sido complicado adaptar el trabajo remunerado al espacio de la vivienda y las dinámicas de la vida familiar. Algunas consideran que es una desventaja, ya que, al realizar ambas actividades en el mismo espacio, se les dificulta balancear los tiempos para responder a todo lo que tienen que hacer. La organización del trabajo ha tenido que modificarse para atender las distintas responsabilidades, “unos días se atiende la casa y la educación de los hijos, otros días la educación de los hijos y el trabajo, a veces funciona y a veces no” (Virgina, profesora universitaria, dos hijos).

Los estudios tradicionales sobre home-based work criticaban esta actividad con el argumentos de que producía sentimientos de aislamiento en las mujeres, pero en estos tiempos de pandemia y teletrabajo, aunque las actividades laborales, familiares y sociales se han reducido al espacio de las viviendas, la tecnología permite estar en contacto con la familia y los amigos, y en ocasiones también hay mayor contacto con las personas con las que se trabaja, a través de las videoconferencias (López, 2021, p. 260). Por ejemplo algunas entrevistadas comentaron los beneficios al pasar más tiempo con la familia, en particular con las y los hijos pequeños. Por su parte, Catalina mencionó que ahora convivía más tiempo con su equipo de trabajo, ya que parte de éste se localiza en la Ciudad de México, y a veces ella tenía que ir a esa ciudad para las reuniones de trabajo, pero ahora se reúnen con más frecuencia a través de las videoconferencias. Además, considera que las circunstancias los llevaron a conocerse más a través de compartir sus experiencias de vida en familia.

Efectos en la carrera profesional

Las mujeres que trabajaban en el medio universitario consideraban que durante la pandemia los varones han contado con mayores apoyos para seguir realizando su trabajo de investigación, por ejemplo, ellos tenían apoyo de asistentes. Las mujeres jóvenes que están iniciando su carrera profesional mencionaron dificultades para desarrollar su productividad, lo cual podía afectar la obtención de una plaza definitiva. Por ello se sentían en desventaja en relación con quienes tenían una carrera consolidada. Por su parte, las que ya contaban con una plaza tenían que buscar recursos para poder continuar con su trabajo de investigación.

Las entrevistadas que trabajaban en empresas y universidades privadas tenían una situación laboral estable y contaron con facilidades por parte de sus empleadores para realizar el home office. Incluso algunas expresaron el deseo de trabajar en casa al menos dos días a la semana, pero otras preferían ir a su oficina porque ahí se sentían más productivas, y otras más mencionaron que les gustaría tener un horario corrido para regresar temprano a casa y poder estar más tiempo con sus hijos, como por ejemplo Catalina:

(Tengo) Una compañera que tiene un niño de 6 años, ambas coincidimos que cuando esto termine nos gustaría tener horario corrido, y tener toda la tarde para mi niña, estaría muy padre que me dieran esa oportunidad, ya que los horarios son flexibles, mi jefe planteo que fuéramos una o dos veces a la semana, pues también puede funcionar.

La verdad si me gustaría regresar a la oficina, vestirme, ponerme tacones y ver a la gente, espero que me dejen trabajar corrido, llevarme algo de comer, y estar la tarde con mis hijos. (Catalina, empleada en empresa minera, dos niños)

Las entrevistadas sentían que habían encontrado las formas de reorganizar el trabajo y la familia dentro del espacio de sus viviendas, sin embargo, las condiciones estructurales no se habían modificado, y en general se enfrentaban a un clima de incertidumbre y de precariedad laboral, que no les permitía planear el futuro.

Conclusiones

Las condiciones de confinamiento en los hogares debido a la pandemia por COVID-19 tuvieron como resultado la reorganización de la vida cotidiana a partir del home office. La estrategia masiva de llevar a cabo actividades productivas y reproductivas en la micro geografía de los hogares generó un incremento de la carga de trabajo total de las mujeres debido a que el grupo de trabajadoras entrevistadas tuvieron que prescindir del apoyo de las trabajadoras del hogar, así como de la provisión de servicios de cuidado infantil y de cuidado de adultos mayores. Además, como lo muestran las experiencias de las mujeres entrevistadas para este estudio, también han tenido que asumir los costos económicos del teletrabajo que los hogares, De manera importante se experimentaron también los costos emocionales debido al estrés de ubicar el trabajo dentro de la vivienda y tener que realizar actividades productivas al mismo tiempo que las reproductivas en el mismo espacio. Además de las afectaciones a su salud física y mental, las entrevistadas también expresaron los costos para sus trayectorias profesionales.

Para hacer frente a las nuevas condiciones de trabajo durante la pandemia las entrevistadas llevaron a cabo diversas estrategias para ajustar los tiempos y espacios de sus distintas actividades productivas y reproductivas, ambas localizadas dentro de las viviendas. Además de esta reorganización social, conscientes de las desigualdades estructurales que rodean sus experiencias de vida, las entrevistadas también tuvieron que negociar las relaciones sociales tanto en el ámbito doméstico como en el laboral, así como resignificar el trabajo y los cuidados familiares.

Sin duda es necesario realizar estudios cuantitativos que permitan dar cuenta de estas problemáticas a nivel agregado, por ejemplo, la próxima Encuesta de Usos del Tiempo va a revelar los tiempos que mujeres y hombres invirtieron en sus distintas actividades productivas y reproductivas durante la pandemia. Es importante mencionar que este estudio consideró sólo a mujeres de clase media con educación profesional, por lo cual investigaciones futuras deberán de dar cuenta también de los efectos que la pandemia tuvo en las trabajadoras manuales y en otros grupos específicos de mujeres de acuerdo a su etnicidad, edad y otros factores estructurales.

Desde el punto de las políticas públicas, una vez que se cuent con la regulación del teletrabajo en la Ley Federal del Trabajo, será necesaria su reconsideración para que la Ley, además de su carácter de protección que garantice los derechos laborales, garantice también la corresponsabilidad familiar, con un reparto menos desigual del trabajo de cuidados entre mujeres y hombres, así como entre las familias y el Estado. Las políticas laborales, así como las políticas para las familias deben fortalecer la soberanía de los tiempos familiares y dar garantías para el ejercicio del derecho a cuidar y ser cuidado, que está ahora contemplado en la Constitución.

Por otra parte, ya que hay ciertas actividades formales que son más propicias para el home office, es necesario garantizar el acceso a internet de banda ancha, y los sectores tanto público como privado deben proporcionar a las trabajadoras el mobiliario y equipo de cómputo necesario para realizar el home office, así como pagar los costos de internet y servicios públicos. En materia de políticas de vivienda, se requieren programas que permitan a las familias créditos para ampliar la vivienda, o bien para adquirir vivienda de mayores dimensiones que permita realizar actividades productivas.

La experiencia masiva del home office que ha tenido y aún está teniendo lugar a partir del gran confinamiento social causado por la pandemia por COVID-19, nos ha dejado lecciones que debemos tomar en cuenta, tanto por los gobiernos de los distintos niveles, así como las empresas, para llevar a la práctica políticas y programas que permitan lograr un balance entre el trabajo y la familia, pues ahora más que nunca es tiempo de poner al centro los cuidados como actividades que son prioritarios para el sostenimiento de la vida.

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