6. Los Centros Comunitarios Pilares como política social de inclusión en la Ciudad de México. De la dotación de micro zonas de bienestar a la dotación de micro saberes significativos para la vida

https://doi.org/10.52501/cc.081.06


Jorge Arzate Salgado


Dimensions


6. Los Centros Comunitarios Pilares como política social de inclusión en la Ciudad de México. De la dotación de micro zonas de bienestar a la dotación de micro saberes significativos para la vida

Jorge Arzate Salgado*

Resumen

En este capítulo se reflexiona sobre la pertinencia social de Los Puntos de Innovación, Arte, Libertad, Educación y Saberes (Pilares), principal política social en la Ciudad de México. En términos metodológicos se analiza el diseño del programa utilizando una evaluación teórico-normativa en donde se pone a prueba el diseño de un programa social en relación a una teoría que funciona como marco comparativo/reflexivo (tipo ideal); así mismo, el modelo teórico que se usa deriva de una serie de hipótesis sobre lo que denominamos el continuo desigualdad-violencia para el caso de la Ciudad de México. El trabajo concluye que el modelo de producción de bienestar de los Pilares presenta su principal fortaleza en la producción de múltiples formas de inclusión educativa y sus formas de socialización a favor de la construcción de una moral solidaria y comunitaria, valores útiles para la generación de diversas formas de cohesión social entre sus beneficiarios; todo lo cual convierte a los Centros Comunitarios Pilares en importantes soportes institucionales para los barrios menos favorecidos de la ciudad. El diseño de este programa social, entonces, se distancia de los programas sociales basados en transferencia en la medida trabaja formas de socialidad en torno a la dotación de micro saberes significativos para la vida.

Palabras clave: inclusión educativa, cohesión social, soportes institucionales, política social.

Introducción

Los Puntos de Innovación, Arte, Libertad, Educación y Saberes (Pilares) son la principal política social en la Ciudad de México; se trata de una política muy distinta a las políticas sociales basadas, en lo fundamental, en transferencias económicas y/o en especie, las cuales han sido hegemónicas durante las últimas décadas a nivel nacional, incluso lo siguen siendo dentro del proyecto político de la 4T. ¿Cuál es la diferencia de los Centros Comunitarios Pilares respecto a estas políticas basadas en transferencias? En lo fundamental la diferencia estriba en que el diseño de los Pilares descansa en una acción pedagógica, es decir, los Puntos buscan una transformación en sus usuarios a partir de diversas estrategias de aprendizaje en torno a saberes para la vida económica, la culminación de la educación básica, así como mediante la reflexión y práctica de valores solidarios y de cultura de paz.

En este sentido, los Pilares son una apuesta singular dentro del espectro de la política social mexicana, ya que aspiran, en contextos en donde las formas de desigualdad-violencia(s) son extremas, a convertirse en soportes institucionales para sus usuarios; en otras palabras, aspiran a convertirse en instituciones que funcionan como último abrigo de protección para sus usuarios, lo cual es posible gracias a que su acción social pedagógica se basa, en lo esencial, en la producción de sistemas de interacción social fundados en la solidaridad orgánica. La presente reflexión proviene de la experiencia en el proyecto de evaluación externa de los Pilares realizada para Evalúa Ciudad de México (Arzate, 2019).

En términos metodológicos recurrimos a lo que denominamos una evaluación teórico-normativa del diseño de la política pública (Arzate, 2008), más concreto: se pone a prueba el diseño de un programa social en relación con una teoría que funciona como marco comparativo/reflexivo (adaptación del tipo ideal Weberiano). El modelo teórico que se usa deriva de una serie de hipótesis sobre lo que denominamos el continuo desigualdad-violencia (Arzate, 2018): las desigualdades y la(s) violencia(s) son fuerzas de estructuración, las cuales funcionan de manera engranada y en espiral, teniendo como resultado la erosión de los procesos de cohesión social y las instituciones mismas que funcionan como soportes institucionales de una sociedad; el concepto de continuo desigualdad-violencia(s) tiene como objetivo dar cuenta de los complejos procesos estructurales y de acción social que sostienen y reproducen las diversas realidades de precarización de la vida, en nuestro caso, en el espacio urbano; bajo el entendido de que los factores económicos, aunque muy importantes, no explican por sí solos la precarización de la vida o la persistencia de la pobreza, ya que la carencia, en todas sus formas, es una expresión final de una serie de formas sociales de socialización basadas en la perpetuación de diversas formas de poder, exclusión, estigma y violencia(s) realmente existentes en la vida cotidiana de los sujetos sociales dentro de sus instituciones vitales, por ello pensamos que la vulnerabilidad de la vida es una forma de economía política (Arzate, 2009).

Marco teórico y metodológico

En este apartado se presenta un marco metodológico para poner a prueba analítica el modelo de bienestar que supone los Pilares. El marco analítico se compone de dos partes. Una primera que explica la producción/reproducción de formas de vulnerabilidad (entendida como condición que impide la realización de la condición humana como vida activa). Otra segunda que explica la producción de formas de bienestar, las cuales, si bien tienen una base económica-estructural, tienen una sustantividad como resultado de la acción social, es decir, el bienestar se produce, en lo fundamental, gracias a un sistema de relaciones sociales (formas de socialización) y formas de organización (ya sea desde el Estado, el mercado o la misma sociedad y sus instituciones), las cuales funcionan para asegurar dos situaciones fundamentales en la vida cotidiana de las personas: el continuo de la vida (24 × 24 horas 365 días al año) y la unidad de lo social en sus diversas formas y manifestaciones institucionales y creativas.

Primero. La producción/reproducción de formas de vulnerabilidad gira en torno a los siguientes principios teóricos y normativos:

  1. Las desigualdades sociales y económicas funcionan como estructuras que constriñen la vida de las personas, esto significa que se instauran como mecanismos poderosos que actúan a la deriva a favor de la producción y reproducción de formas de vulnerabilidad.
  2. Las desigualdades sociales y económicas, como estructuras, tieneN funcionamientos diferenciados según clases socialES, es decir, producen conflicto, por lo que es factible hablar de una economía política de las desigualdades sociales, la cual define el sentido profundo de la justicia social en una sociedad.
  3. Las desigualdades sociales y económicas funcionan de manera engranada en la vida de las personas: tienen co-implicaciones sistémicas, derivas complejas y formas de recurrencia.
  4. Las desigualdades sociales son sostenidas de manera ideológica a través de sistemas de significaciones culturales imaginarias.
  5. La(s) formas de violencia vulneran de manera moral, psicológica y física a las personas inhabilitándolas para una vida activa y en un caso extremo produciendo su muerte.
  6. Existe un continuo, una espiral de co-implicaciones, entre las desigualdades socioeconómicas y las formas de violencia(s); este continuo desigualdad-violencia(s) tiene como principal consecuencia sociológica la fractura y/o fragilización de los soportes institucionales de una sociedad y los sistemas de cohesión social que las hacen posibles.
  7. En las sociedades modernas con democracias incipientes y con niveles de desarrollo medio, como es el caso de México, las clases subalternas del campo y la ciudad se encuentran sometidas a una serie de estructuras de desigualdad-violencia(s) que producen un sistema social u orden social caracterizado por la existencia de múltiples formas de vulnerabilidad (como la pobreza, la marginación urbana, la violencia hacia el género como modelo de vida); este orden social capitalista y basado en sistemas de relaciones sociales de desigualdad-violencia facilita, a su vez, la generación de diversas formas de control social por parte del Estado (incluso en su faceta institucionalmente democrática y, por tanto, con la posibilidad de generar formas de estado de excepción) y el mercado.
  8. El orden social caracterizado por la desigualdad-violencia constituye una poderosa fuerza que hace imposible la paz social en ciertas regiones de un país, pues supone un contexto en donde el Estado de derecho no existe y el Estado y sus instituciones son frágiles, corruptas o inexistentes.
  9. Los diversos sistemas de desigualdad sociales/económicos y su entramado complejo como desigualdad-violencia determinan la producción social de formas de bienestar, es decir, debilitan, entorpecen, inhiben y/o anulan las formas de cohesión social necesarias para la generación de acción social productora de bienestar.
  10. La política social en la democracia es la principal herramienta de un Estado y de una sociedad para dotar de derechos, y de esta forma producir habilitaciones en contra de las desigualdades socioeconómicas formas de violencia(s) existentes. Para ello la política social debe ser exitosa, virtuosa en su diseño, eficiente y eficaz en su desempeño a nivel social y de territorio.

Segundo. Una sociología del bienestar, desde nuestro punto de vista, tiene su epistemología en los conceptos generales de unidad de lo social, temporalidad de vida o labor en la vida cotidiana, cohesión social/solidaridad orgánica y acción social creativa-racional para la sustentabilidad de la vida, capacidades de agencia ciudadana, praxis ciudadana, economía sustentable y simétrica.

En este sentido el bienestar, sociológicamente hablando, en una sociedad moderna y democrática es todo aquel producto resultado de un sistema de relaciones que hace posible la reproducción de una sociedad como unidad solidaria, sustentable y pacífica, que a la vez hace posible la vida activa de cada individuo en el tiempo de la vida cotidiana o tiempo de la labor (como tiempo continuo y virtuoso para la vida), dentro de un marco histórico-cultural y económico (capitalista) concreto.

Entonces el bienestar es factible de cuantificarse mediante indicadores de llegada (nivel de pobreza, salario, movilidad social), pero sobre todo se vive como experiencia o sustantividad, o sea, tiene una dimensión fenomenológica (por lo tanto se encuentra enraizada en el cuerpo y las emociones de los sujetos sociales); en la vida cotidiana se concretiza como una serie de productos sociales, los cuales no son posibles ni entendibles sin su sistema de relaciones (acción social y organización) que lo han hecho posible; de esta forma, el bienestar se concretiza, de forma normal, en hechos sociales sustantivos (significativos para las personas) tales como ir a la escuela, cenar a diario en familia, poder leer un libro, cubrir una jornada laboral de 8 horas a cambio de un salario justo, para una mujer no sufrir acoso en el espacio público, para una niña o niño no ser violentado por sus familiares. Entonces, el bienestar aparece en la historia cotidiana como una constelación de hechos sociales significativos para las personas y grupos sociales de base (familias y comunidades/barrios urbanos).

Las formas del bienestar, desde esta perspectiva micro/meso sociológica, son con/sustantivas con el tiempo de lo social, o sea, tienen significado(s) (racionalidades) porque se realizan como acción social en y por el tiempo de la vida; por lo que siempre coinciden con el tiempo y el espacio social/económico de la labor; de esta manera sostienen y dan contenido, sentido profundo, al tiempo de lo cotidiano; por ello, su inexistencia o ruptura son, al mismo tiempo, sinónimos de la fragilización de los individuos, del tiempo de la vida misma, así como de las instituciones sociales y, a fin de cuentas, del sistema social como un todo.

El bienestar presenta una dimensión material, económica, la cual funciona o adquiere significatividad gracias a los significados imaginarios culturales de su dimensión ideológico-simbólica respeto al significado de la vida y la unidad de lo social (estatus, prestigio, poder, capacidad de gasto o consumo). La materialidad y su valor económico como gasto conforman un magma de significaciones sociales imaginarias en torno a la vida (sobre su calidad) y la unidad social (su viabilidad como civilización); en el mundo moderno son parte de una ideología del bien común, y a escala fenomenológica son una experiencia del-mundo enraizada en la mente y el cuerpo del individuo como experiencia del gasto; es decir, a fin de cuentas la experiencia del bienestar como resultado de una materialidad o valor económico se encuentra fundada en la reflexividad propia de la individuación; a escala jurídica y política, aparece entonces la reflexión moral (según la sociología Durkheimiana) de la agencia ciudadana y su praxis a favor de la solidaridad orgánica, la cual tiene la capacidad de fundar el espacio de lo público como espacio democrático y como sinónimo del bienestar como esfera política.

Por todo lo anterior, el bienestar tiene en el cuerpo de la persona, quizá, su principal receptáculo, por lo que su principal flujo experiencial aparece en el continuo salud-alimentación-educación (o biografía del bienestar); de ser así el bienestar debe ser: sistemático en el tiempo de la vida, sostenible económica y ecológicamente, culturalmente situado, suficiente, moralmente aceptable y expresable como socialidad (como comunicación horizontal, subjetiva, portadora de una moral del bien común). Si las estructuras de desigualdad y violencia(s) determinan las posibilidades del bienestar produciendo múltiples formas de vulnerabilidad a nivel diferenciado de los sujetos sociales, las instituciones, las clases sociales, las regiones como territorios de identidad sociocultural y los imaginarios colectivos que les legitiman.

Para ejemplificar esto presentamos el siguiente ejercicio en donde es posible construir un mapa de las múltiples formas de vulnerabilidad que el continuo desigualdad-violencia(s) gatilla en nuestra sociedad capitalista mexicana contemporánea (véase el cuadro 6.1).

Lo que podemos pensar al mirar el cuadro 6.1 es que las estructuras de desigualdad-violencia(s) y sus formas de vulnerabilidad derivadas a diversas escalas de lo social nos proyectan un escenario complejo. La modernidad para nuestros países y sociedades, hoy en día, no es más que crisol de todas estas formas de vulnerabilidad entramadas entre sí. Lo cual termina cuestionando la misma modernidad como modelo civilizatorio, así como a la democracia y las formas que adquiere el Estado democrático social.

Es importante resaltar que la vulnerabilidad no se agota en las asimetrías de oportunidades y dotación de recursos económicos (pobreza y marginación), sino que tiene en las formas de violencia(as) su principal sentido fenomenológico destructivo de lo social: por lo que la destrucción del tejido social vía la violencia es una situación de vital importancia en nuestras sociedades múltiplemente vulnerabilizadas del campo y la ciudad.

Cuadro 6.1 Principales estructuras de desigualdad-violencia(s)
y sus formas de vulnerabilidad derivadas a diversas escalas de lo social

Estructuras de desigualdad-violencia(s) Formas de vulnerabilidad en las diferentes escalas de los social
Personas Organizaciones e instituciones Clases sociales Regiones Significados imaginarios culturales que las legitiman
Desigualdades sociales Discriminación Desafiliación Exclusión como acceso a las oportunidades vitales. En forma importante al continuo salud-alimentación-educación y al trabajo formal bien remunerado. No movilidad social ascendente Marginación Estigma Racismo Sexismo Clasismo
Desigualdades económicas Desempleo Empleo formal precarizado Subempleo informal Trabajo esclavo Explotación laboral y en durante la participación en el mercado Precarización del trabajo Desaliento laboral Pobreza(s) familiar, entendida como sistema de carencias en términos de: (a) Acceso al ingreso económico (b) Acceso a los bienes esenciales para la vida, sobre todo a la alimentación o seguridad alimentaria Explotación económica a nivel de la división social del trabajo y en la circulación de bienes y servicios Asimetría en la dotación del ingreso Asimetrías en la dotación de la riqueza Asimetrías en la dotación de los bienes de organización Sistemas fiscales regresivos Subdesarrollo Relaciones asimétricas bajo el esquema de centro periferia El pobre como desviado social El pobre como
no-sujeto El pobre como ciudadano de segunda categoría El pobre como objeto electoral
Violencia(s) Violencia directa Violencia psicológica Violencia moral Violencia hacia el género femenino y las diversidades sexuales Adicciones Dominación burocrática de Estado Violencia de Estado Violencia por delincuencia común Violencia por delincuencia organizada Diversas formas de Estado de excepción Lucha de clases Revueltas ciudadanas Inseguridad ciudadana Regiones sin Estado de derecho Guerras de baja intensidad Destrucción de los nichos ecológicos Guerra abierta entre regiones o países Ideologías a favor de la(s) violencia(s), la guerra y la depredación ecológica Desconocimiento de los mecanismos de medición y de cultura de paz Cultura patriarcal

A esta desigualdad-violencia multidimensional se enfrenta el Estado social democrático en países en desarrollo como México y los países latinoamericanos, por lo que, creemos, las formas de pensamiento en torno a los regímenes de bienestar europeos sirven muy poco para pensar nuestra realidad, básicamente porque en el capitalismo avanzado, desde donde se han planteado los modelos de regímenes de bienestar (Esping-Andersen, 2000), se tiene resuelto, en lo esencial, la cuestión social planteada por Robert Castel (1997) mediante la instauración plena de la sociedad salarial, como fundamento de la sociedad democrática y como contención a la explotación del trabajo en el mundo capitalista avanzado.

Las formas de la vulnerabilidad en los espacios sociales menos favorecidos en la Ciudad de México

Considerando los datos de medición de la pobreza de Evalúa, la pobreza multidimensional en la Ciudad de México en 2018 era de 57.2 % de la población: la pobreza extrema multidimensional era de 26.9% (Evalúa, 2021); es decir, 5 de cada 10 habitantes de la ciudad eran pobres y prácticamente 2 de cada 10 se encontraban en la pobreza extrema, lo cual anuncia una situación masiva de vulnerabilidad en el acceso a los recursos económicos mediante el trabajo, así como enormes dificultades en el acceso a los servicios esenciales para la vida. Estos dos indicadores empeoraron para el año 2020, año de pandemia.

Para el año 2018 el porcentaje de personas en pobreza de ingresos en la ciudad era de 46.4%; mientras que en pobreza educativa se encontraban 24.3% (Evalúa, 2021); este último dato nos dice que en la ciudad existe una amplia población juvenil en situación de exclusión educativa, sobre todo para el caso de jóvenes en edad de estudiar la educación media superior; según el censo de población y vivienda 2020 (inegi) la población de 15 a 24 años que no asiste a la escuela representaba 44.7%.

En la ciudad existe una enorme precarización del trabajo, así, por ejemplo, la población que trabaja en la calle para 2017 era de 22%, representando el peor dato a nivel nacional; de las personas que trabajan en el comercio ambulante, 32.7% percibían hasta un salario mínimo y otro 30.6% percibía dos salarios mínimos (Alba y Rodríguez, 2021); es decir, la pobreza económica se explica por una importante precarización del trabajo.

El concepto que expresa de mejor forma la situación de vulnerabilidad en las colonias y barrios en donde se ubican los Pilares es el de marginación, es decir, se trata de zonas de la ciudad en donde las oportunidades vitales son de difícil acceso (trabajo, servicios, cultura, educación); son espacios segmentados dentro de la urbe en donde las distancias entre clases son excesivas, la violencia e inseguridad son constantes, tanto en la vida de las familias como en el espacio público. En este sentido, llama la atención que las jefas y jefes de familia que asisten con sus hijos a los Pilares, al momento de describir su situación de vulnerabilidad, más que hablar de la pobreza económica, su preocupación principal es la violencia y la inseguridad ciudadana en la que viven.

En forma particular, los usuarios de los Pilares al hablar sobre sus problemáticas identifican dos situaciones principales: (a) la existencia sistemática y profunda de múltiples formas de violencia, (b) la persistencia de situaciones de desafiliación, esta última entendida como la debilidad en los soportes institucionales del individuo; lo que explica en buena medida los procesos de desafiliación es la precarización del trabajo y la fragilidad de las redes de sociabilidad, siguiendo a Robert Castel (1997). La violencia aparece en todas sus formas (directa, psicológica, cultural), pero, sobre todo, aparece de manera recurrente una violencia directa dentro de las familias, la cual se expresa como violencia sexual (violaciones, acoso e intolerancia) hacia los menores y jóvenes, particularmente hacia niñas y niños, lo cual deriva en enormes problemas de conducta para los agredidos.

Otra situación que es una constante es la presencia del narco menudeo en estos territorios de la ciudad, y como consecuencia de ello, la existencia de violencia derivada por la lucha entre grupos delictivos, a la vez que el consumo de sustancias es algo importante entre los jóvenes y adultos. Esta situación es la que más preocupa a las familias, que en todo momento intentan proteger a sus hijos de caer en las adiciones y sienten gran preocupación por la seguridad de sus hijas. El consumo de alcohol es otra situación generalizada para las familias y los jóvenes.

En suma, los Pilares se enfrentan a espacios sociales segmentados de la ciudad, opresivos, violentos, peligrosos para sus habitantes, en especial para las mujeres y jóvenes con graves carencias materiales. En muchos casos el sólo acceso a las instalaciones representa un riesgo considerable. Los espacios sociales en donde se encuentran ubicados los Pilares son emblemáticos de lo que hemos denominado como continuo desigualdad-violencia(s); es decir, en donde la problemática de la pobreza urbana sólo adquiere sentido cuando se toma en consideración las múltiples formas de violencia(s) que acompañan y apuntalan a las situaciones de carencia de los individuos.

El diseño de los Centros Comunitarios PILARES

Los Pilares son definidos “como puntos de encuentro de y para la ciudadanía”, en donde funcionan una ciberescuela, se imparten talleres de disciplinas artísticas, actividades deportivas, emprendimientos y capacitación para el empleo, además de una gran cantidad de actividades complementarias.1 El programa Pilares representa el eje fundamental de la política social de la actual administración (2019-2024) de Claudia Sheinbaum Pardo en la Ciudad de México.

El programa tiene su antecedente en las ciberescuelas que iniciaron en la alcaldía Tlalpan. La política de los Pilares es parte de una estrategia territorial integral conformada por un conjunto de acciones y programas que buscan atender a los barrios, colonias y pueblos más marginados de la ciudad, en donde la violencia e inseguridad son profundas; en este sentido, es un programa cuyo diseño busca generar dinámicas sociales tendientes a la reconstrucción del tejido social, así como abatir la incidencia de conductas antisociales y delictivas en los entornos de cada centro comunitario. Su objetivo es abrir al público 300 ciberescuelas en toda la ciudad, hasta la fecha hay 214 puntos en funcionamiento, con 307 000 usuarios, de los que 233 acuden a las ciberescuelas.

En este trabajo nos referimos a los componentes de la política en su propuesta inicial de 2019, ya que durante la pandemia por Covid-19 se realizaron ajustes para adecuar el funcionamiento a las circunstancias de confinamiento y postconfinamiento. El diseño de la política parte de una idea de integralidad en el servicio. Los componentes principales de los Pilares son los siguientes:

  1. Como eje principal de cada punto está la ciberescuela, cuyo objetivo es lograr el derecho a la inclusión educativa de los jóvenes mediante el estudio de programas a distancia gratuitos; en ella existen equipos de cómputo y prestadores de servicio que funcionan como monitores (docentes) para los jóvenes y adultos que quieran emprender estudios de educación secundaria, media superior, superior, alfabetización bajo modelos a distancia; en forma complementaria existe la denominada escuela de Código, la cual imparte capacitación en sistemas informáticos, además de un club de tareas dirigidas a estudiantes inscritos en escuelas secundarias. Para incentivar la inscripción en las ciberescuelas existe un programa de becas dirigidas a estudiantes de secundaria del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (inea), bachillerato en línea de la Secretaría de educación, Ciencia, tecnología e Innovación (sectei) y licenciatura.
  2. Talleres de educación y formación para la autonomía, dirigidos a personas jóvenes y adultos que se encuentran en el desempleo; la oferta es bastante variada, entre otros: electricidad, gastronomía y huertos urbanos.
  3. Talleres de artes y oficios comunitarios, dirigidos a niños y adultos en general, la oferta incluye, entre otros, diferentes ofertas de aprendizaje en música, artes plásticas y teatro, entre otras.
  4. Programa Ponte Pila-deporte Comunitario, el cual ofrecía la práctica de deportes como box, ajedrez y fútbol.

Además de estos cuatro componentes principales los puntos ofrecían talleres para el desarrollo de habilidades emocionales y cultura de paz. Existen cursos de lenguas indígenas dirigidos para los grupos indígenas residentes en la ciudad. En horarios vespertinos se imparten talleres culturales dirigidos a los adultos mayores.

Existen los enlaces institucionales que son una figura que acerca la oferta de los Pilares a los usuarios. Partiendo de una idea de centro comunitario los Líderes Coordinadores de Proyecto (lcp), encargados de la operación de cada punto, trabajan usando procedimientos que buscan la construcción de comunidades afectivas y solidarias; la administración es realizada de manera no burocratizada, por lo que no cuentan con oficina, lo cual contribuye a generar lazos de confianza entre los usuarios.

La construcción de comunidad es muy notoria, sobre todo, en los talleres de autonomía económica, en donde dentro de cada taller se conforman pequeñas comunidades solidarias entre los usuarios. Otras acciones que contribuye en la significación imaginaria de comunidad y de seguridad a los usuarios son la recuperación de los espacios públicos aledaños a los puntos, generando un perímetro de seguridad para los usuarios y el funcionamiento de comedores comunitarios, sólo en algunos puntos, en donde se sirve comida caliente para población abierta y usuarios. Los servicios de habilidades emocionales y cultura de paz resultan novedosos, representan la oportunidad de trabajar desde actividades lúdico reflexivas para la regeneración del tejido social. Los diversos talleres culturales, y en particular el programa de Huertos urbanos, son espacios en donde se crean grupos solidarios de apoyo.

El programa centra su lógica de producción de bienestar en tres grandes acciones: la inclusión educativa de una población joven, la educación no formal de micro saberes significativos para la vida y el trabajo, la construcción de centros comunitarios que se constituyan en soportes institucionales para aquella población desafiliada. Esto da una originalidad a la política al distanciarla de los diseños de programas compensatorios de lucha contra las diversas formas de pobreza, los cuales han tenido una enorme importancia en los últimos 24 años (si consideramos su presencia hegemónica desde el inicio del programa Progresa), los cuales operan bajo la noción de dotación de micro zonas de bienestar, procesos de densificación del espacio social y bajo lógicas de accionar no ciudadanas que tienden al control de los cuerpos y tiempo de los beneficiarios (Arzate, 2015).

El meollo del programa es que los puntos trabajan, en tanto que organizaciones básicamente educativas, desde acciones pedagógicas de diversa índole para producir micro saberes, actitudes morales y formas de organización que colaboran para erradicar, a diferentes niveles de lo social, las carencias materiales (pobrezas), las formas de exclusión, discriminación, violencia(s) e inseguridad ciudadana que aquejan a los usuarios; así como para fortalecer el tejido social (fortalecimiento de la cohesión social a nivel comunitario de barrio y familiar) de los entornos sociales, mediante la generación de acciones de solidaridad orgánica que conducen a un proceso de autoinstitución de los puntos como soportes institucionales para los más desafiliados.

Es evidente que la intervención en lo social de los Pilares, mediante acciones pedagógicas de diversa índole, evaden el asunto del control social, pues no cosifican a los usuarios; de esta forma al privilegiar acciones pedagógicas a favor de una moral del bien común promueven formas de acción social reflexivas, las cuales son la base de una praxis ciudadana (Arzate, 2021), es decir, teóricamente hablando, construyen ciudadanía. En este sentido es relevante subrayar la importancia en la selección de los perfiles de los docentes, talleristas y administradores de estos puntos, los cuales deben compartir una misma ideología a favor de la construcción de comunidades solidarias en medio de una urbe que privilegia las tendencias a la exclusión social y la violencia.

Analítica social de la política

Considerando los componentes pedagógicos de los Pilares, las vulnerabilidades derivadas de las desigualdades sociales que son trabajadas dentro de los Pilares son las siguientes (véase el cuadro 6.2).

Cuadro 6.2 Los Pilares y la lucha contras las formas de las desigualdades sociales

Estructuras de desigualdad-violencia Formas de vulnerabilidad en las diferentes escalas de lo social que trabajan los Pilares a través de sus diversos componentes pedagógicos
Personas Organizaciones e instituciones Clases sociales Regiones Significados imaginarios culturales
Desigualdades sociales Trabajan en contra de los procesos de discriminación Trabajan en contra de los procesos de desafiliación a nivel de las familias Trabajan a favor de la inclusión, sobre todo inclusión educativa.

En algunos casos trabajan la inclusión alimentaria (cuando hay comedores comunitarios)
Trabajan significados imaginarios culturales en contra de las formas del:

Estigma
Racismo

Sexismo
Clasismo

Trabajan nociones básicas de cultura de paz.

En términos de las desigualdades sociales los Pilares aportan los siguientes elementos de bienestar que se deben subrayar:

  • Rompen formas de discriminación al promover convivencia libre de prejuicios, sobre todo en el caso de los jóvenes a los colectivos lgbt; los Pilares trabajan de manera sistemática un discurso a favor de la tolerancia.
  • Produce importantes formas de afiliación, en particular al dar atención de apoyo emocional y solidario para jóvenes y adultos que viven situaciones extremas de violencia intrafamiliar.
  • La inscripción en ciberescuelas funciona como una poderosa fuerza contra la exclusión educativa; por su parte la existencia de comedores comunitarios es una opción para los más necesitados para el acceso de alimentos calientes, al menos una vez al día; así mismo, los talleres de autonomía económica, culturales y deportivos son formas de inclusión que rompen, en muchos casos, por primera vez los procesos de exclusión social en este tipo de contextos sociales.
  • El concepto de centro comunitario produce una zona de lo público que colabora para acabar con procesos de marginación a nivel territorial dentro de la ciudad.
  • En general los valores que se promueven dentro de las actividades de cada punto generan una visión ideológica, moral, en contra del estigma social, el racismo, el sexismo y el clasismo.
  • Los elementos morales que aportan mediante el aprendizaje de la cultura de paz funcionan como elementos que pueden matizar las violencias sufridas dentro de las familias y los barrios.

Considerando los componentes pedagógicos de los Pilares, las vulnerabilidades derivadas de las desigualdades económicas que son trabajadas dentro de los Pilares son las siguientes (véase el cuadro 6.3).

En términos de las desigualdades económicas los Pilares aportan los siguientes elementos de bienestar que se deben subrayar:

  • Los talleres de autonomía económica habilitan a los usuarios para que se incorporen a los diversos mercados de trabajo (por desgracia mayoritariamente en el mercado informal), produciendo de esta forma ingresos necesarios para atenuar las condiciones de pobreza económica y alimentaria de las familias.

Cuadro 6.3 Los Pilares y la lucha contra las desigualdades económicas

Estructuras de desigualdad-violencia Formas de vulnerabilidad en las diferentes escalas de lo social que trabajan los Pilares a través de sus diversos componentes pedagógicos
Personas Organizaciones e instituciones Clases sociales Regiones Significados imaginarios culturales
Desigualdades económicas Trabaja para la inclusión en los mercados de trabajo Pobreza(s), mediante el acceso al ingreso económico de las familias Mediante una mejor capacitación laboral y la culminación de la educación básica busca una mejor posición de las clases populares en los mercados de trabajo, menor explotación económica, al menos en teoría Los centros comunitarios buscan una mejor integración de estas colonias a la ciudad mediante el acceso a los derechos sociales. Transmite una moral en contra de la visión del pobre como no-sujeto.
  • En los talleres de habilidades económicas se trabaja bajo una concepción en donde los usuarios son vistos como personas, es decir, la interacción social es horizontal, lo cual genera una socialidad caracterizada por la confianza y solidaridad, sin la cual sería imposible construir comunidad.
  • Las becas que son otorgadas a los jóvenes funcionan como un mecanismo de transferencia económica que incentiva su inscripción y permanencia en las ciberescuelas, es decir, la transferencia económica es un mecanismo indirecto que colabora de manera sistémica con el trabajo propiamente educativo que se realiza dentro de las ciberescuelas, en donde el trabajo de los docentes es fundamental para evitar la deserción; con la beca los jóvenes inscritos tienen la posibilidad de solventar necesidades vitales de alimentación y salud.

Considerando los componentes pedagógicos de los Pilares, las vulnerabilidades derivadas de las formas de violencia(s) que son trabajadas dentro de los Pilares son las siguientes (véase el cuadro 6.4).

En términos de las formas de violencia(s) los Pilares aportan los siguientes elementos de bienestar que se deben subrayar:

4.

Cuadro 6.4 Los Pilares y la lucha contra las formas de violencia(s)

Estructuras de desigualdad-violencia Formas de vulnerabilidad en las diferentes escalas de lo social que trabajan los Pilares a través de sus diversos componentes pedagógicos
Personas Organizaciones e instituciones Clases sociales Regiones Significados imaginarios culturales
Violencia(s) Trabajan a favor de la eliminación de la
- violencia directa
- violencia psicológica
- violencia hacia el género femenino y las diversidades sexuales
Trabaja en contra de las adicciones
Eluden la dominación burocrática de estado, ya que no controlan el tiempo y los cuerpos de los beneficiados Construye una moral solidaria entre sus beneficiarios Trabajan a favor de la seguridad ciudadana, generando espacios libres de violencia y de adicciones Trabaja ideologías en contra de las la(s) violencia(s), y la depredación ecológica

Desconocimiento de los mecanismos de medición y de cultura de paz
  • En general dentro de las actividades de los puntos hay un trabajo relevante en contra de los discursos de odio, sobre todo, en contra de los discursos y acciones que justifican la violencia hacia el género femenino; esto resulta relevante para las madres de familia, las niñas y jovencitas, las cuales viven el día a día en contextos en donde las agresiones hacia el género son sistemáticas, dolorosas y, muchas veces, devastadoras.
  • De igual forma es relevante el trabajo que se realiza en torno a las adicciones, las cuales son comunes en los entornos sociales; en este sentido los puntos realizan trabajo con los jóvenes que presentan problemas de este tipo, el cual, si bien es a nivel de concientización, detección y canalización a otros programas especializados, constituye una primera acción para atajar el problema.
  • El hecho de que muchos puntos hayan logrado en un tiempo muy corto la “limpieza” de sus perímetros, y que se hayan convertido en espacios públicos caracterizados por la seguridad es un logro importante a nivel de los barrios, en donde pocos son los espacios públicos libres de venta y consumo de sustancias, así como libres de acoso sexual e inseguridad ciudadana. Este asunto es central para los usuarios de los Pilares, quienes reconocen los puntos como lugares en donde es posible la convivencia.
  • Es importante el trabajo que realizan los talleres de cultura de paz, en nuestra opinión, se trata de una de las principales innovaciones de la política, ya que es posible construir con los usuarios procesos de reflexión en torno a temas como relación con el medio ambiente, cultura de paz, procesos de mediación; este conocimiento normativo es de vital importancia en contextos en donde la violencia adquiere realidades extremas.

Formas de relacionalidad dentro de los PILARES

Para que el análisis del diseño de la política sea completo es relevante mencionar las formas de acción social creativa bajo las cuales operan los centros comunitarios; en este sentido es posible identificar tres principales formas de acción social, las cuales son:

  1. La producción de una socialidad de naturaleza comunitaria, en donde se busca generar momentos de proxemia, alegría y emoción que permitan la construcción de comunidades solidarias en cada Pilares.
  2. La producción de diversas formas de solidaridad orgánica, mediante la generación de apoyos a los más necesitados, lo cual supone un trabajo normativo en torno a una moral del bien común.
  3. Formas de organización para el bien común, lo cual implica la organización de diversas acciones para la mejora de la vida al interior de los Pilares; acciones que van desde la elaboración de murales a la realización de diversas actividades colectivas a favor de cada centro comunitario.

Estas tres formas de acción social y sus enormes posibilidades creativas producen de manera natural un modelo institucional basado en lo que podríamos llamar praxis ciudadana; es obvio que, de ser así, los Pilares no trabajan bajo la lógica de la cosificación de los usuarios (no-sujetos), como lo hacen de manera normal los programas de transferencias condicionadas o asistencialistas; incentivando a través de sus formas de relacionalidad la formación de ciudadanos.

Estas formas de acción social basadas en principios de solidaridad orgánica representan una importante innovación de este programa; se trata entonces de una innovación basada en un trabajo pedagógico que termina fortaleciendo el tejido social dentro de cada uno de los centros comunitarios, haciendo de ellos estructuras sociales comunitarias muy sólidas, por lo tanto, con enormes potencialidades de apoyo solidario a sus miembros.

Conclusiones

El modelo de bienestar que propone a sus usuarios los Puntos de Innovación, Arte, Libertad, Educación y Saberes en la Ciudad de México, sin lugar a dudas, produce una serie de mecanismos de inclusión de naturaleza educativa, a los mercados de trabajo, la cultura, el deporte; es decir, se trata de una política que elabora estos procesos inclusivos desde acciones pedagógicas, las cuales se componen de saberes y valores que en su conjunto habilitan para la acción social productiva, a la vez que constituyen imaginarios colectivos a favor de la cohesión social, es decir, la producción individual reflexiva y colectiva de acción social (una moral) en contra de las formas más destructivas y radicales de la violencia(s).

El modelo de producción de bienestar de los Pilares, como se ha visto, tiene su fortaleza en la producción de múltiples formas de inclusión educativa y sus formas de socialización; en este sentido los procesos de inclusión, basados en la dotación de micro saberes para la vida y en la inclusión en la educación básica de los jóvenes, representan una oportunidad vital de calidad para el ejercicio de sus derechos y la posible movilidad social a futuro; en este sentido la política es una forma de realización de los derechos sociales y culturales de poblaciones marginadas dentro de la ciudad.

Este tipo de bienestar se produce no como dotación, sino como construcción de saberes, y de una moral del bien común compleja dentro de los talleres, ciberescuela y en las instalaciones de cada punto; una moral que se decanta y sustenta en un sistema de relaciones en donde la comunicación horizontal y la socialización de naturaleza solidaria es fundamental; en donde el trabajo docente es lo que garantiza resultados (de aprendizaje y no deserción), así como el trabajo bajo códigos comunitarios (moral solidaria y comunitaria) del personal de apoyo; en particular, de los lpc, lo cual rompe los tradicionales esquemas burocráticos de organización y dominación, los cuales son de naturaleza vertical en todos los programas de transferencias económicas.

A final de cuentas, los puntos se convierten, gracias a su constelación de sistemas de interacción y de dotación de conocimientos y valores (socialidad), en institucionalidades que se instauran en el imaginario colectivo de los barrios de la ciudad, para muchas personas absolutamente desafiliadas, como el único mecanismo de soporte institucional a la mano, a veces son el último recurso para la sobrevivencia. Esta situación es de vital importancia en este tipo de espacios urbanos, segmentados de la gran ciudad y en donde las reglas de lo público y lo privado se rigen por principios de fuerza y violencia.

Estas institucionalidades y su diseño, definitivamente, bordean los diseños de las políticas basadas en transferencias (normalmente construidas con base en diseños simplistas) o el modelo tradicional de casa de cultura (centradas en imaginarios sociales elitistas y clasistas en su concepción de dotación de saberes culturales). La política de los centros comunitarios Pilares, podemos decir, de seguir fortaleciendo su diseño inicial (bajo una concepción de integralidad y solidaridad), pueden convertirse en una poderosa red de instituciones para la inclusión de las clases subalternas en la ciudad, las cuales funcionen, además, como soportes institucionales para los barrios menos favorecidos de la urbe. En este sentido las posibilidades son muchas, por ejemplo: podrían convertirse en centros difusores de la cultura de paz, así como en difusores de una cultura ciudadana caracterizada por la participación activa en el espacio público (praxis ciudadana), centros en donde se trabaje de manera poderosa en contra de las adicciones y las formas más álgidas de la violencia y la precarización ampliada de la vida.

Sin lugar a dudas el cambio de una estrategia de intervención social basada en la dotación de micro zonas de bienestar, como lo hacen las políticas sociales basadas en transferencias económicas, a otra basada en la dotación de micro saberes significativos para la vida, constituye un nuevo paradigma de lo público que vale la pena considerar como forma democrática de producción del bienestar desde el Estado.

Bibliografía

Alba, C. y Rodríguez, M. (2021). Trabajo y desigualdad. La precarización del trabajo y de los salarios en México entre 2000 y 2017. En Altamirano, M y Flamand, L. (Edit.), Ciudad de México: Desigualdades y desafíos desde una perspectiva multidisciplinaria (pp. 133-173): El Colegio de México.

Arzate, J. (2021). Praxis ciudadana para el diseño de políticas públicas

sociales. Revista del Observatorio Digital Latinoamericano “Ezequiel Zamora”, Vol. 4, No. 1, pp. 123-140. http://revistas.unellez.edu.ve/index.php/rodlez/article/view/1467

Arzate, J. (2019). Evaluación de diseño y operación del programa pilares 2019 [Archivo PDF]. Informe Final Pilares.pdf (cdmx.gob.mx)

Arzate, J. (2018). Desigualdad-violencia como continuo problemático. Revista de Cultura de Paz, Núm. 2, 175-190. https://www.revistadeculturadepaz.com/index.php/culturapaz/article/view/25/17

Arzate, J. (2015). Densificación de las políticas compensatorias y ciudadanía en México. Rc Et Ratio. Poder Legislativo del Estado de México, Año VI, No 11, pp. 11-20. http://www.contraloriadelpoderlegislativo.gob.mx/publicaciones.html

Arzate, J. (2009). Crítica a las teorías de la pobreza y el desarrollo humano frente a la desigualdad y violencia en el campo mexicano. En S. Goinheix, (Coord.), Buenos Aires: Conflictos y Expresiones de la desigualdad y la exclusión en América Latina (pp. 79-108). El Aleph.

Arzate, J. (2008), Política social y cambio social en América Latina. Una evaluación teórico normativa. En: N. Arteaga Botello (Coord.), Ciudad de México: Violencia, ciudadanía y desarrollo: Perspectiva desde Iberoamérica (pp. 107-126). Universidad Autónoma del Estado de México-Miguel Ángel Purrúa.

Castel, R. (1997). Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Esping-Andersen, G. (2000). Fundamentos sociales de las economías postindustriales. Barcelona, España: Editorial Ariel, S.A.

Evalúa (24 de enero de 2021). Pobreza multidimensional en la Ciudad de México.

https://www.evalua.cdmx.gob.mx/principales-atribuciones/medicion-de-la-pobreza-y-desigualdad.