6. La Gran Depresión de 1929

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José Armando Pineda Osnaya


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6. La Gran Depresión de 1929

Los dorados años veinte tuvieron una existencia relativamente efímera. Apenas cuatro años después de concluida la guerra, la industria no solo había superado la situación que tenía al inicio de la misma, sino que realizó la producción en masa de toda una serie de nuevos productos que se mantenía estancada antes de la guerra, como los automóviles, los radios y los aparatos electrodomésticos. Pero a partir de 1926 los salarios dejaron de crecer, se elevó la concentración del ingreso y se desalentó la inversión en equipos nuevos, provocando con ello la caída de la demanda y la aparición de una creciente sobreproducción. De 1920 a 1929, en los Estados Unidos, las ganancias industriales, la renta y los intereses aumentaron en conjunto 45%, y el 5% más rico de la sociedad elevó su participación en el ingreso nacional de 24 a 33.5% (Kleinberg, 1992: 58). En los mismos Estados Unidos, en 1926, los salarios reales se redujeron con respecto a 1924, lo mismo sucedió al siguiente año en Alemania e Inglaterra, provocando en consecuencia una disminución severa de la demanda. En 1923 el automóvil Modelo T de Henry Ford alcanzó el nivel más alto de producción con 2.1 millones de autos producidos, pero en 1927 enfrentó una fuerte caída en las ventas, ello pese a ser el automóvil más barato del mercado. La situación se complicó igualmente para la General Motors (GM), que ofreció un auto mejor equipado con un precio un poco más alto (Womack, 1990: 37). El auge económico duró apenas cinco años, de 1921 a 1926, posteriormente la economía se estancó y en 1929 estalló la Gran Depresión, apenas 10 años después de haber terminado la guerra más desastrosa vivida hasta entonces, y sin nadie esperarlo, el mundo se enfrentaba a una nueva crisis económica, que, al igual que la crisis anterior a la guerra, inevitablemente desembocaría en otra guerra mundial apenas 20 años después de terminada la primera. Hombres de negocios, políticos y economistas no comprendieron las causas que provocaron la rápida recuperación económica ocurrida después de la guerra, que ellos mismos habían causado al otorgar elevados aumentos salariales, como tampoco entendieron las causas por las cuales el nuevo modelo de crecimiento dejó de funcionar. Nadie previó, como tampoco nadie lo prevé todavía ahora, el efecto que provoca bajar los salarios cuando a la vez la producción y la productividad se encuentran en sus niveles más altos de crecimiento. Diferentes escuelas de pensamiento económico aportaron diversas explicaciones sobre la causa de la Gran Depresión del 29, algunos atribuyen la causa a errores en la política monetaria (Friedman y Schwartz, 1963), otros suponen que fue resultado de ajustes estructurales sufridos por la economía como la caída de la demanda (Bolch y Pilgrim, 1973), otros consideran que se debió a la caída de la bolsa de valores de 1929 que arrastró a la crisis al resto del sistema (Green, 1971). No es este el lugar para analizar los aportes y limitaciones de cada una de estas interpretaciones, lo que sí podemos decir es que en casi todas existe algún tipo de inconsistencia, por ejemplo, la caída del mercado de valores no explica las razones por las que el público repentinamente aumentó su demanda de liquidez y retiró grandes cantidades de utilidades del mercado de valores; tampoco se ofrece una explicación clara sobre la caída de la demanda, cuando pocos años antes no existía el mismo problema. Ninguna explicación sobre las causas de la Gran Depresión del 29 considera la caída de los salarios como una de las razones principales por las cuales cayó la inversión y con ello la demanda. El aumento del salario provocó el auge de los años veinte, como también el hecho de dejar de crecer provocó la Gran Depresión de 1929. Distintos países aplicaron todas las recetas económicas conocidas para intentar superar la Gran Depresión, pero ninguna aportó una solución a la crisis, la única salida fue iniciar la Segunda Guerra Mundial en 1939. Apenas 20 años después de haber concluido la Primera Guerra, el mundo de los negocios volvía a acudir a la agresión militar como única alternativa frente a crisis, ello dada la incapacidad de la teoría de ofrecer una solución a la misma. En el intento de superar dicha crisis, Inglaterra aplicó una política de recorte del gasto social y reducciones severas al salario real. Alemania acudió al militarismo keynesiano reduciendo el salario real y los Estados Unidos elevaron en gran escala el déficit público, no obstante, ninguno de estos países pudo superar la crisis. Al igual que la crisis de 1908, la de 1929 desembocó en 1939 en otra guerra mundial.